Jorge Spíndola (Comodoro Rivadavia, ARGENTINA 1961). Ha vivido en distintos lugares de Argentina y del sur del continente. Reside en Chubut, su provincia natal. Publicó los poemarios Matame si no te sirvo (1995), Calles laterales (2002) y Jerez volcado (2009). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía del XVI Encuentro de Escritores Patagónicos 1994, Fondo Nacional de las Artes. Su libro Calles laterales fue finalista del Premio Internacional de Poesía del Festival de Medellín, 2007. Integra diversas antologías, como Abrazo Austral, poesía del sur de Argentina y Chile (Buenos Aires, 1999) o Poesía de la Patagonia (Málaga, 2006). Su obra es ampliamente conocida por su vínculo con la oralidad, en recitales, grabaciones, espacios teatrales y performances con artistas plásticos. Integra el Colectivo de Trabajo Artístico “Bajo Los Huesos”.
I love you luisa
La luisa que yo conozco
no ni por asomo
la luisa que ella dice
que fue bella que bailaba
la luisa lisa y llanamente
es este montón de huesos que apenas anda/
la loca esa que anda en enaguas
vendiendo lotería en la puerta del mercado
la luisa que ella dice
que ella nombra con babas en el labio
es la pura memoria que le baila la cabeza
sólo su memoria detenida
en los tiempos de frondizi
y aquel auge del petróleo
la memo luisa mareada de manos
la más hembra del maracaibo
bailando can-can en los piringundines
con dólares en el corpiño
cuando la saipen oil y el plan con.int.es
la más cara enredada de giles
bañada de whisky en cada orgasmo
y love you luisa – /arañando en un bolero/
la sola memoria del sexo fermentado en cocaína
i love you luisa anda patagonian
i love you baby aún cuando las huelgas.
nada queda de aquel auge de esos días
sino la memoria fornicada
que puso a estos huesos de patitas en la calle
donde el tiempo pasa y nada queda de la saipen
de la standard oil que arrojó
las máquinas al mar por no dejarlas /
nada queda solo la luisa
con las enaguas al viento
los labios rojos silbando frank sinatra
che vos / comprame lotería
por san cayetano pibe / comprame lotera.
eramos muy jóvenes
confundíamos árboles con fuego
frutas con ceniza
las guitarras ardían
como hembras por la noche
creo que había demasiado alcohol
o anfetaminas
y el vértigo
era una forma de belleza.
nos tatuábamos corazones en la espalda
y poseíamos mujeres
con tigres en el pecho.
todo el mundo llevaba una joroba
a punto de estallarnos
en la cara.
Paso del gualicho
Escapado de mi hacia lo otro
Voy hacia vos con el cuerpo confundido
Con un caballo de sombras
Voy al borde de todos los caminos
Todo paso es un paso en falso
Estoy en el paso del gualicho
Donde se estorban los sentidos
Se enturbia uno
Confunde ombligo de dios
Con aromas de tu boca
Detenido ante la cruz
Que rayaste contra el piso
Voy preso de este animal hacia lo hondo
Va espantado de sí mismo
Pisoteándome la cara
Tengo quebrado el tobillo de la cara
Gualicho es tu perfume
Tu aroma me hace chico
Que tira piedras a la noche
Estoy bailando con un hueso de nube en cada mano
Y vos sos dulce como un aire de tomillos
Estoy quebrado existo debajo del deseo
Y a causa de esa boca
Sangra luz mi boca oscurecida.
Del libro inédito Bailongo
ítaca
Ten siempre a Ítaca en tu memoria
llegar a ella es tu destino…
Constantino Kavafis
cuando vuelves a ítaca no vuelves a ítaca exactamente porque ella no es la misma ni tú eres el de entonces. cuando en sueños entras en la casa de la infancia y tu madre es esa mujer muy alta de espaldas en la luz, no vuelves a ningún sitio de esta tierra, sólo son reflejos, lumbres de una isla que navega y te busca a la deriva; ítaca entrando en sueños pregunta por tu nombre.
hay noches en que esa isla recala en otros sueños. entra en bares o en oscuras estaciones donde se emborracha de murmullos, de otras voces, pero jamás deja de soñarte. a veces ítaca encalla en mares aún ignorados por nosotros y entonces tienes sueños equívocos y errantes.
a veces ves en sueños el rostro de tu hijo y lo confundes con esa foto de tu abuelo: niño en blanco y negro que sonríe un mediodía de luz allá en las islas abandonadas por el hambre. es sólo la imagen de tu abuelo o de tu hijo un día desconocido y olvidado para el mundo, menos para ti, que sabes que aunque olvidado en un cajón, hay otro instante de tu existencia más remota y luminosa.
te despiertas sobresaltado algunas veces. te sientas en la cama y ves o hueles el perfume de esa mujer que duerme a tu lado con una respiración tan suave como el tacto. sientes que tal vez ella es como esa isla: sus sueños no te pertenecen. un oscuro bosque de silencio se alza tras los párpados cerrados.
te levantas, vas al día. hay voces de gentes que se agitan, trabajas la tierra de otros, no tu tierra. pides que no te pisen caminas por la cuerda, caras de clown en los semáforos. bailas entras al almacén sin brújula navegas en un cyber. mandas mensajes a telémaco, le dices que arde troya todavía y que anoche, justamente, te soñaste con una tripulación encantada cayendo en la garganta de caribdis.
al final del día aún buscas algo en estas calles?
el atardecer mancha todo el horizonte y en cierta nube crees adivinar alguna de sus formas.
por un instante estás a punto de recordarlo todo para siempre pero las costas de esa isla ya son otras. sustancia desvanecida en la memoria.
algunas noches sientes, sin embargo, que algo vuelve
y navega en tu cabeza
la imagen morada del ciruelo florecido tras la escarcha.
siempre regresas al patio de la infancia a calmar los ladridos de ese perro.
jerez volcado
te digo que soy viejo
yo era pez
un pez espada de perfil
siempre yéndose
yo era un pez espada
navegando adentro de una roca
mi mar es una piedra oscura.
cuando era pez
vivía en el cielo negro
de una piedra gaseosa
y había un túnel en el fondo
había un barco siempre lejos.
después me puse chico
niño de hombre
me puse a deshacer a pelotazos
el portón de la casa de mi abuela
le pegué tantas patadas
que le hice un agujero
y nos fuimos con mi perro
y hacía frío
afuera del agujero del portón
de la casa de la madre
que criaba pájaros y los soplaba
hacia el favor del viento (ayayay)
resbalaba
yo resbalaba sobre calles escarchadas
con agujeros en los zapatos
mi perro caimán
lamía mi alma agujereada
se comía la tierra de mis uñas.
soy un hombre viejo
el viento ahora ronca
una vez quebró un poste de luz
delante de mis ojos
y cayeron los cables con pájaros
electrocutados
no había luz
eso fue cuando era niño de hombre
porque otra vez yo andaba en el agua
y era una manzana salada
una manzana verde de mar
hecha polvo en el oleaje
espuma de manzana
lamiendo las orillas de la tierra.
te digo que soy un hombre viejo
cómo será ser nada
cómo será esa nada
que rodea nuestra vidas
soy viejo
ya lamí el himen fosforescente
ya soplé con tus pezones margaritas
ya deshojé la punta de tu leche
y he vuelto a dormir adentro de un ombligo
ya sé que para volar
hay que arrancarle la piel a una doncella.
dame un trago de jerez
y un beso
tus pies son tan delicados/
me los bebería de un solo trago.
y ahora la lluvia,
te digo que soy viejo,
la lluvia lava las mentiras
cae sobre los cementerios
y deja como nuevas las tumbas
y las cruces
la lluvia es buena para el pelo
la lluvia moja el mar en este instante
hacen el amor la lluvia con el mar?
nacen hijos de ese amor?
hombres de agua que calmarán la sed
que hay en este mundo?
ahora mismo soy un niño viejo
adentro de una piedra
mirando llover y llover
sobre el lomo de los siglos
no sé
tomemos otro trago de jerez.
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