viernes, 31 de agosto de 2012

7652.- MARILYN CONTARDI





MARILYN CONTARDI
Zenón Pereyra, Santa Fe, ARGENTINA  1936
Nació en la zona agrícola-ganadera que bordea el límite con Córdoba. Estudió en el Instituto de Cine Documental de la UNL, de donde egresó con el título de Realizadora de Documentales. Vivió varios años en Paris y en Rennes, Francia, donde fue lectora en la Universidad de Alta Bretaña. Desde 1985, cuando regresó a Argentina, da clases en el Taller de Cine de la U.N.L. Publicó los libros de poemas: Los espacios del tiempo, El estrecho límite, Los patios y Cerca del paraíso. Publicó notas, relatos y poemas en revistas y diarios. Anota: «Escribir y hacer cine son dos modos de experiencia que “no se llevan mal” entre sí, tienen una raíz común: la misma manera de ver y entender el mundo, pero toman caminos distintos para expresarse. Pero la experiencia de la escritura es anterior a la del cine,  los primeros escarceos se confunden con la infancia».





Verano

Madrugada,
las sábanas
calientes
contra el cuerpo

A mi lado toco
el pelo largo, 
hirsuto
de mi gata

estira su pata
me roza,
tan suave

mi hermana duerme

me levanto a mirar
por la ventana

la calle está  desierta
no hay nadie
por la vereda
sólo la luz
de la luna

Esta vez…
¿no será aquella?
¿habré soñado?

La sonrisa
de mi madre
me dice que sí

La luna entra 
por las celosías,
la gata
ronronea.
No hay nadie más

¡Cómo pasan 
como galgos ligeros
los años! 






Pequeñas estrellas

Entonces…,
nunca viste
las pequeñas estrellas 
brillar en la noche?

¿No?

No las mires de frente,
hay que mirarlas  de costado.

como si buscaras otra cosa
como si no te importaran

entonces
ahí sí,
sus rayos
te alcanzarán,
te lanzarán
sus brillos

Ahí las tendrás,
en el rabillo del ojo.
Y ya no te muevas.

Así, de refilón,
como el pájaro
que te espía
desde la rama
sabiendo 
que lo espías,

 Así, 
sin llamarlo,
como sabe aparecer
el pensamiento,

No se pueden 
acariciar 
las mariposas
ni los colibríes
ni el viento
ni las nubes
ni la luz

apenas
un toque
fugaz
en los ojos

después de todo
llevan millones
de años
allá arriba
esperando
que al fin
te decidas
a levantar
la cabeza
y las mires.






Anticipación

Quién mirará estos cielos sonrosados
Cuando yo no los vea?

Quién se asomará a la ventana
A oler los jazmines florecidos?

Los inviernos y las primaveras pasan.
Un día entre otros, traerá la muerte.

Cuando el instante llegue,
Quién fijará en mí sus ojos buenos

Y sostendrá mi mano mientras me alejo? 







De entrecasa

Time is a horse that runs in the heart, a horse
Without a rider on a road at nigth
Wallace Stevens

Crema de belleza

"Caudalie"
Créme hydratante
Aux pepins de raisins

Uvas
para la
merienda

mamá
pone la fuente
con uvas
recién lavadas
sobre la mesa

las pepitas,
vuelan
de la boca
de mi hermana,

rebotan
a nuestros pies

bordan
negros
puntitos
rococó
en los mosaicos

Y nuestra piel
es más fina,
que la piel
del durazno
y más preciosa
que los vestidos
del rey Salomón

Ahora.

day and night
face and neck
moisturizing,
protecting
by anti-oxidant cream

But, honey

el tiempo,
es ese
inescrutable

viene y va,

entretejiendo
envolviendo
día y noche
noche y día

en finas
redes
sigilosas

impalpables
telas
de araña

face and neck
body and soul
protecting by
anti-oxidant cream
of grape-seed.
Las frutas







Peras de agua

Vienen
envueltas
en papel
de seda,
peras de agua
de Río Negro,

amarillas
perfumadas
lisas
y húmedas
como si
transpiraran
el aliento
de los lagos
helados
del sur.

Peras
Williams,
de Río Negro.
Por tren.


Perfumadas
amarillas,
con pintitas
de color
más subido,
ni que hechas
con plumín
de tinta china,

y apenas
un rubor

como si
el alba,
espiada
a través
de las hojas,
hubiese
estampado
unos besos
bajo la seda
amarilla

¡De Río Negro,
y en tren!

Dispuestas
en cajones
de madera

envueltas
en papel
de seda

papá
levanta
una

abre
el papel,

de la palma
de su mano,
del susurrado
despliegue

sale
algo más
que la delicia
ofrecida

"algo así como."

"una especie de."

"como si fuese un."

entonces.

la acerca
a su cara,
huele,
:-¡mmmm!

¡ese perfume
que tienen!







Rojo

De unas reflexiones de Sam Francis,


Rojo es el color.

El rojo,
contiene
todos
los colores
incluido el Rojo

enciende,
estalla,
inflama

el mismísimo
Negro
no es más
que un Rojo
que se apaga

y el Blanco
un Rojo
ya pálido
de tanto ardor
y desmayado

el Rojo
es el comienzo,

anterior
al mismo Rojo
como dios es
anterior a dios

Mi hermana
moja el lápiz rojo
en la punta
de la lengua

lo desliza,
sobre la página

patita de
libélula
de libélula roja
por el agua

el ojo sigue
el trazo,
enamorado

La libélula
se desliza
por el agua
sin dañarla

sólo deja el reflejo
de su paso

El Rojo
es el color
el preferido
de los ojos,

sólo el Azul
se le anima
y es astuto,

sube veloz al cielo
y lo arrebata
antes de que
el Rojo se instale,

pero ¡tan delicado!
le hace lugar
en la cúpula
a su lado
y entre los dos
ven los destellos
subir
magníficos
en los párpados
del sol.

Y esta vez
sin darse cuenta,
el Azul se le cae
entre los brazos,

El Rojo es el color.
Todos los colores
están en el Rojo
incluído el Rojo.







De El estrecho límite

Amenaza del crepúsculo

El crepúsculo nos amenaza
de azul en azul por los techos,
de rojo en rojo, al púrpura,
al ciclamen, todo de filigrana
en los hilos telegráficos.

El crepúsculo nos amenaza
con incendios pavorosos
en sótanos donde estallan
de luz, botellas apiladas,
crepitan siempre niñas
viejas muñecas en los
sillones apolillados.

Espérenme que sólo miro
este primer indicio
encenderse como una rosa
de diamante en el liso,
liso, liso cielo al oeste.

La belleza no es otra cosa
es la misma cosa,
ahora,
que el rubo remontando
a las mejillas de la chica
que corre descalza por la vereda.

En el arrebato de carrera
bajo el rosa del cielo,
es la depositaria
ahora
de la naturaleza amenazada.
En su inocencia
la vestal ignorada.

Déjenla correr ahora.
Déjenla ir
por el andarivel azul
que el crepúsculo tiende
sólo para ella
en el campo murmurador
ya condenado también.

Déjenla ir
mientras la gracia
de sus años la protege
como una aureola.

Déjenla,
mientras el campo
se estira a sus pies
como un animal fiel.

Que corra ahora
y sólo oiga
el largo silbido
del viento,
el murmurador
espacio del cielo
y la música
aún más alta
de su fondo violáceo
transido de estrellas.

Que corra ahora
mientras
el estrecho límite
aún no fue tendido,
ni la ve la mirada
que clava el cuerpo
como a un animalito
la cerbatana.

Déjenla ir
y así la inscriba el Tiempo;
una gracia fugaz
en un perenne salto.







Ausencia

a mi hermana

Es muy fácil decir que todo
es nada más que ausencia,
es muy fácil decir que todo
llega al límite señalado
y se deshace.

Pero no es justo
ni es cierto.

Hubo un antes de tardes apacibles
y de mañanas. La melodía anónima
que merodeó el oído y moduló la voz.

La llamada irresistible del color,
tu mano que iba dócil a seguir
esas líneas que envolvían esas llamas.

El crecer florecía en las entrañas
como un pimpollo raro. La adolescencia
vino a aturdir con su deseo imperioso.

No fue difícil. Ni fácil.
Fue simplemente humano,
como el agua es el agua
o el brillo de la estrella
es, para nosotros, la estrella.

El mismo crecer inscribiría la hora
del fin? Quién sabe. Dormitaba
tal vez indiferente, como
la víbora en el pasto,
puesta allí por Aquello
tan poderoso como inescrutable.

No es remordimiento. Pero es
una desazón. Algo enturbia la mirada.

Ahora, que en el añil se deslizan,
garzas lejanas, las nubes
no sé si estoy viendo
por lo que no ves,

si oigo por tu silencio,
si la tierra
transmite mi pulsación
a ese estado en que estás,
recibido de la Naturaleza
igual al nacimiento,
al primer diente caído,
al primer dolor,

en la inexorable hora helada
en que la luz cedió a las sombras
y anocheció en el iris de tus ojos.

Es tan difícil decir
hasta el deseo más simple.

Se sucumbe ante tantas cosas.








De Los Patios

Diciembre

I

Dejen que el sonido antiguo
entre de nuevo a la galería
-es tan simple-

y a estos pasos
se cuelen otros pasos
y ellos
también puedan volver

es sólo cuestión de deseo
sólo eso

sí,

hasta en los milagros
hubo, antes, sólo eso: deseo
y siempre...: predisposición

es difícil decirlo, entiéndanme:
conocen esa quietud al atardecer,
una -indecible-
suspensión?

cuando algo parece inminente:
el esplendor alado
el horror sin límites
basta una leve rajadura
para que entren

ah, sí, los cándidos racionalistas
nos tranquilizan

una bella cadena de razones
enjoya sus muñecas como una pulsera

pero usted y yo
en nuestras noches absortas
aprendimos que nada está quieto
bajo las sombras calmas

Olivia,
jugando a los enamorados
desaparecíamos
en el aire verdeoro
del patio
-el amor,
qué sería,
y ellos
quiénes-

el espejo nos atrapó
en su reflejo
si alguien asomara
por su reverso
nos encontraría.

Basta inquietud,
vuelve a tus antros infernales
deja lugar para que suba
la calma celeste de los campos tranquilos

no me interrumpas,
estoy en otro estado

no es el primer amor, ni el último
pero es el elegido
el consagrado, que crece
y vuela cada segundo,
en cada resplandor, en cada sombra.

Entonces...
basta con estar ahí
dispuesta a que suceda

Ella, la Naturaleza
develará sus formas y sus voces,
cantará sus quejas,
suspirará sus deseos
y el futuro asomará su rostro
justo frente
a nosotros

mientras se transforma la nube
la claridad se filtra entre las hojas
tiembla en la cortina la mariposa

se trata sólo de acogerlos

Dejen que voces, colores, cuerpos,
aromas se presenten de nuevo

la metamorfosis nos alcanza
divide lo indiviso
modela nuestra forma,
ahora somos, nube claridad
hoja temblor mariposa




II

Me está faltando la voz
y me parece que sé de qué se trata:
Musas,
por qué me abandonaron?

qué olvido me distrajo
qué voces me confundieron
cuando de un punto al otro
de la tarde corría, junto a los otros,
mientras ustedes zumbaban como abejas alrededor.

Nunca, antes, cuando flotaban
enredadas a nuestros cabellos
imaginé que iba a perderlas

Qué voy a hacer sin el aliento de
sus dulces voces?

Cómo no vi que se alejaban?
Fue en invierno, cuando la casa
quedó sin un alma, y la noche
llamó en el patio vacío?
Fue cuando la lluvia golpeó la ventana
y el lamento del agua sonó
desde las canaletas
con la voz de un animal que agoniza?

El alarido de la tormenta cruzó el cielo
en un tumulto de alas grises,
hirió de muerte los jacintos.

En esta perplejidad, ahora,
mientras los zarcillos de sombra
corren por la pared,
el sol minia las hojas
de su relicario de oro,
y el cielo se abre y se cierra
sin una melodía,
cuándo van a volver
cuándo van a volver
-casi pregunto-
con la abeja de la canción
en los labios
-siento que me disuelvo
en la suspensión celeste-

-confieso,
hay algo que perturba:
la razón
no quiere acompañarme,
se niega a creer
que algo desfallezca
si no están-

pero... y si vuelven
-sólo pregunto-
yo, estaré
yo
estaré...?










No hay comentarios:

Publicar un comentario