jueves, 15 de diciembre de 2011
5401.- GREGORY ZAMBRANO
Gregory Zambrano, nació el 28 de octubre de 1963 en Mérida, Venezuela. Poeta, ensayista, crítico literario y editor.
Licenciado en Letras (1987) y Magister en Literatura Iberoamericana (1994) por la Universidad de Los Andes. Doctor en Letras Hispánicas (2002) por El Colegio de México.
Miembro fundador del Taller Literario MUCUGLIFO, y corresponsable de la página cultural “Vértice” del diario Frontera de Mérida (1984-1999).
Se ha desempeñado como locutor y productor de programas radiales, así como promotor de revistas culturales.
Forma parte de los consejos de redacción de las revistas Actual, Voz y escritura, y perteneció a la redacción de la revista Trasiego. También dirigió la revista Solar (1992-1995).
Ha sido colaborador en publicaciones venezolanas como la Revista Nacional de Cultura (Caracas), Revista de Literatura Hispanoamericana (Maracaibo), Contextos (San Cristóbal), así como en publicaciones extranjeras, tales como Casa de las Américas (Cuba), Kipus (Ecuador), Guatapique (Francia), Quaderni-Iberoamericani (Italia), Escritos (México), Milenio (México), Nueva Revista de Filología Hispánica (México), Texto crítico (México). También de El Papel Literario de El Nacional y Verbigracia de El Universal.
Desde 1989 ejerce labores académicas en la Universidad de Los Andes, y combina su labor docente con la investigación literaria. Ha sido Jefe del Departamento de Literatura Hispanoamericana y Venezolana, y Coordinador de la Maestría en Literatura Iberoamericana de la Universidad de Los Andes. Actualmente es Director de la Escuela de Letras en la misma Universidad.
Tiene publicados Víspera de la ceniza (1990), Dominar el silencio (1994), Ciudad sumergida (1997), Desvelo de Ulises y otros poemas (2000) y Los mapas secretos (2005)
DESVELO DE ULISES
No encontrarás otro país ni otras playas,
Llevará por doquier y a cuestas tu ciudad.
K. Kavafis
¿Dónde llevas a Ítaca?
Acaso en la memoria,
acaso en lo más hondo del corazón;
has visto otras ciudades,
has hundido tus manos en tantos
océanos,
pero sólo el mar de tu nostalgia
tiene la justa esencia de los peces y la sal.
La memoria está enterrada
mas a salvo el corazón; si miras hacia el horizonte
sólo la ilusión hará que veas la tierra,
Ítaca la soñada ha navegado contigo.
Ha sido largo el camino,
el alma y el cuerpo se han vaciado
pero lejos aún está el reposo.
No estrujes más tus ojos insomnes,
bajo tus párpados sigue intacto el paisaje
de la infancia,
y ahora que estás viejo, sabrás
que los mismos colores
llenan de luz aquellas calles,
el patio de un solo árbol,
el solar de la casa.
Ítaca sigue lejos,
mientras, mantén el rumbo,
sigue soñando.
CALENDARIO
Eres la tierra prometida que se aleja,
la que no veré.
Eres el horizonte del mismo mar
que se quedó en tus ojos.
Eres mi huella, el trazo de todos los caminos
que van hacia tu encuentro.
Eres la arena que lamo
en cada extremo del mundo.
Eres el pan, el fermento de un licor
dulce como el sueño.
Y eres también el despertar,
la vida, la muerte, certeza
de una perdida inocencia.
Eres la lengua insignia de Babel,
el estandarte rescatado en el sitio de Troya.
Eres la bella Helena, la ardiente Dido,
y Beatrice la leve,
rostros intercambiables como los días
de este calendario.
Eres la medida de mis oficios más nobles,
y también de los más ruines.
Eres vigía de alta torre,
eres el fuego que me abrasa,
lumbre de la noche más cerrada.
Eres una estrella íngrima que me ata a la certeza,
urgencia de un espejismo inevitable como el tiempo,
pero te empeñas con desmesurado deleite
en ser la negación de cada día.
Eres tanto mujer, lástima que no quieras saberlo.
ELEGÍA
Jaime Sabines,
in memoriam
Uno es el hombre, y no sabe de dónde
o hasta cuándo será vida esta vida.
No somos dios, ni profeta,
de allí este tránsito de vértigo
y desesperanza.
Hasta cuándo, hasta dónde.
Qué será de este incierto camino,
de estas vigilias y aquellos sueños.
A dónde irán las palabras dichas sobre la vida,
lanzadas sobre la muerte.
Uno es sólo el hombre
y vamos deprisa, muriendo de una vez,
la vida es tan fugaz como el relámpago,
¾apenas deja huella¾
Lo mejor de lo vivido
está únicamente en las palabras,
la letra del poema se queda
húmeda, perpetua en la lluvia
sin más excusas porque la hora ha llegado
y volveremos a ser serpiente, ave, gusano,
abonado suelo donde habrá de florecer
algún día el canto nuevo.
Adiós capitán,
hasta la vista huérfano de la tierra.
Déjanos un verso por si el hambre,
déjanos esta vez más solos
para alzar la copa y ver en los espejos, ciudades,
prostitutas, el mar, alguno que otro sueño,
los abandonados, los solitarios, los tristes, los amorosos,
el cielo gris de México, una vez más,
antes de que ese dolor tuyo de hoy nos llene
de cuaresmas y nos golpee el rostro
y nos repita como si tal cosa
que uno es el hombre, es decir semilla y ceniza,
que apuramos el paso
y apretamos los dientes para no decir nada,
para guardar el dolor.
Adiós en cada verso que escribiste,
abre tus manos por última vez,
renueva el prodigio
como si la próxima palabra
llegara del azar y quedáramos aguardando
las nuevas voces, tu atardecer y tu noche.
Ah, poeta, no te quedes escondido,
vuelve a la multitud que recoge migajas,
no guardes tu semblante
no digas que la ausencia, no digas que el silencio
no digas que la guerra está perdida,
vuelve tu cabeza, quédate en el humo del cigarro
y recuérdanos alguna vez, de noche en noche,
cuando no podamos palpar nuestras propias
rodillas y sintamos inevitable el naufragio, estoy aquí.
Uno es el hombre, la dimensión exacta del miedo,
del desamparo, será por eso
que vamos llorando, llorando,
la hermosa vida.
POETA EN ESTADO DE EMERGENCIA
El poeta solía hacer grandes cosas
con sus manos, con su voz.
Era un gran constructor,
pintaba ríos y ponía una brújula
en los paisajes,
su oficio preferido
era pensar en las mujeres,
confundía sus piernas
con colmillos de elefantes,
el poeta pintaba sus sueños
y siempre venía el verbo a él manso,
luminoso y todo el universo
se unía en un aliento,
en una carta donde él daba cuenta
de las grandes carencias de los demás hombres.
Ahora, después de muchos años,
el poeta cabalga porque es jinete insomne
y se lamenta de sus dolencias,
sin embargo nada ha cambiado,
de su palabra salen grandes inventos,
es decir, dioses, fuegos, dudas y canciones.
Es un pirómano con las palabras.
El poeta no cree en lo que ve, por eso
lleva siempre un farol entre sus manos
y toca la realidad como para salir de dudas.
CIUDAD SUMERGIDA
A Tanius Karam
Y no solo memoria
También los hombres son ciudades.
Cada cierto tiempo viene a mí una voz
acuática que me obliga a volver del sueño.
Intento el movimiento del ave o la serpiente,
pero me pesan amables los paisajes.
Soy isla en medio del gran lago.
Tiembla en mí el corazón de Tenochtitlan,
vastedad donde aún moran los ángeles caídos
y perpetúan su victoria los antiguos guerreros.
Ciudad sumergida donde respiro y gozo
la nueva majestad, el polvo.
Mi boca es certeza de dragón,
lengua que ha ardido en muchos fuegos.
Aquí descubro palabras y colores,
La visión de Anáhuac, el zumo del mezcal
Y los labios de Frida Kahlo llenos de bosques
dulcísimos en su delirio. A mí vienen los olores
del mercado Portales, siempre de fiesta,
feria donde se halla todo lo creado.
Aquí me invaden las calles, las miradas,
los sonidos ancestrales del corazón de la tierra.
A veces, la región más transparente del aire
está frente a mi espejo, un rostro
de transeúnte sonreído me mira extrañado después de la lluvia.
Entonces, salgo a la intemperie,
solo, y con demasiado cielo a festejar.
Despojado de rencores voy, a silbar por las ausencias
o quizás, no estoy seguro, a recordar los viejos sueños.
De Ciudad sumergida, México, 1997.
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