miércoles, 21 de diciembre de 2011
5500.- LILIAN SERPAS
Lilian Serpas (San Salvador, 24 de marzo de 1905- ídem, 10 de octubre de 1985) fue una poetisa y periodista salvadoreña.
Serpas quedó huérfana de padre a los tres años. Su hogar, sin embargo, fue sede de tertulias literarias a las que asistia Francisco Gavidia, quien prologó uno de sus libros: En el zafir de un ala milagrosa, editado con el título Nácar (1929).
Trabajó como colaboradora de la revista Pareceres y en la radio A.Q.M.. Asimismo, pasó una época en los Estados Unidos en la ciudad de San Francisco (1930 - 1938), donde colaboró con la revista Sequoia de la Stanford University. De regreso a El Salvador, se dedicó de lleno a trabajar para El Diario de Hoy principalmente en la sección Pajaritas de Papel (1941). En ese tiempo contrajo matrimonio con el pintor norteamericano Thomas Coffeen Suhl con quien procreó tres hijos (Carlos, Fernando y Reche).
Años después, en 1970, estando afuera del país, sufrió la muerte de uno de sus tres vástagos en la guerra de Vietnam; hecho que le destruyó a nivel físico y mental. Retornó al país con la ayuda de amistades quienes le brindaron su apoyo en sus estados agónicos. En sus últimos años trabajó para la Dirección de Publicaciones de San Salvador. Murió en el hospital Rosales donde días antes fue ingresada para tratarle unas fracturas debido a una caída. Según el poeta David Escobar Galindo:
Es la primera mujer salvadoreña que cultiva una poesía de clara intención conceptual, dentro de los límites formales del post-modernismo. Su vaso favorito es el soneto.
Obra
Urna de ensueños, poesía, San Salvador, 1927.
Nácar, poesía, San Salvador, 1929.
Huésped de la Eternidad, poesía, México, 1947.
La Flauta de los Pétalos, poesía, México, 1951.
LA MARIPOSA
En el jardín de plenilunio lleno
su tríptico de pétalos se posa,
con la fijeza de una mariposa
que congelara en flor su desenfreno.
Tiene en su cáliz de candor un pleno
aire más fino que nevada rosa,
y del perfume, doncellez premiosa,
la suave gala de blancor sereno.
De LA FLAUTA DE LOS PÉTALOS, México, 1951.
La noche
Criatura entre otros “egos” desligada,
La noche, en concreción de lo inconcreto
―al no ser la materia resignada―,
cuelga de un mundo en su dolor concreto…
desnace tras la luz, finge el secreto
de verse en el vacío, cuando nada
―si no la levedad del esqueleto ―,
la equilibra, dejándola creada…
Lo infinitesimal que la descrifra,
Centra ―con faz armónica la Cifra,
Que a su esférica forma la resuelve…
Y en lo posible, o imposible vaga
―con sus ojos sin luz― yendo a la zaga
de la inviolable lumbre que: ¡la envuelve…!
México, 1965
Vivo en lo abierto
Si el amor terrenal es desconcierto;
Si en un perenne afán nunca colmado,
Viviera el corazón deshabitado:
Mi voluntad renuncia a su desierto…;
Diré que duerme en el arrullo cierto,
Donde el pensar más frío, es alumbrado;
Libre en esencia, al mundo contemplado,
Ciego de luz en el espacio abierto…
Y en soledad ardiente que fulgura
―ese Alguien que a mi ser cautiva,
deslíe con sus ojos la hermosura,
de cuanto amó de amor su llama viva…
¡Y en supresión, al fin, de la criatura,
de lo total, es flor definitiva!
Oculta clave
Pájaro azul del vuelo delirante,
Medir puede la exacta geometría
―que sólo Dios creara―, y fuera el guía
del árbol en el salto equidistante:
Seguro del secreto se confía,
Tras el aéreo impulso trepidante,
Si de sus alas, en un solo instante
Arriésgase en sus trinos de alegría:
Y hacia el nido, al flotar sobre la rama
―el pájaro, en la clave de su trama―
sin caer en la trampa a donde vibra:
pulsa la levedad, aspira el aire
volátil del aroma, y en un donaire,
por el trino que exhala, ¡se equilibra!
Si crear es
En átomos de angustia se introvierte
―el tiempo, que al pensar siento evadido…
En vida y polvo aré lo que se vierte,
Y en el dolor, mi fruto conmovido…
Y un gozo de crear lo bien vivido,
En lo que en Arte y Vida se convierte;
Porque al soñar se está como en olvido,
Y al umbral de ese sueño, está la muerte…
Hoy, en suspenso estoy; porque mi mente
Tras la creada imagen, vive ausente,
Y en comunión al tiempo, de tal modo,
Que en equilibrio de mi propio drama,
El corazón agónico es la llama,
Que en sí al crear, va resumiendo: ¡el Todo!
Lo intemporal
I
Próxima al vértigo, sin pausa, alerta,
Al rumbo huracanado en la espesura
―de un muro de olas―, en fatal reyerta:
mi ser, igual a barco en la aventura:
por náufrago pavor, donde apresura:
zozobra, tiembla, y el corazón despierta;
pulsa el timón intemporal, y acierta
―sostén a su caída―, a la más pura
excelsitud de un sueño, en inminente
forma ―la que fenece―, y de un arcano,
la fuga del dolor, suave nepente…;
si lleva ella, la imagen exhaustiva
de Dios en si, o de Él, lo tan lejano;
¡mas siendo eternidad, que sobreviva!
II
Proa al vaivén de un mundo ingobernable,
―en el ocaso unánime de mi vida―,
forma es de un tiempo, abierto a inefable
gozo, el más breve: Idea definida,
naciendo a ras de un diáfano y palpable
cielo ahí en un Todo…Y esclarecida
mi mente en un tanteo de insondable
noche, tras debates arrecida
―en pugna del ludibrio… ― Y el pensamiento
para ser, o no ser la amortajada
de mi crear punzante, al solo intento
de ver el infinito, al que posterno…
y en mi sentir, su esencia es a la Nada
―en lo de Dios―, ¡mi rostro en puro eterno…!
III
…Sin rostro ya y sin pies en mi jornada,
la conmoción que alúmbrame es Poesía,
siguiendo el ritmo en la girosofonía
de un ala al vuelo a la luz desintegrada…
Mi término es inicio de la Nada;
Y en mí no vivo si de la agonía
El Fin no llega, para un nuevo día,
Y si ―muero sin morir―, voy desterrada:
Para un futuro limpio de mi mente
―en la Totalidad viviendo ausente ―,
y en gloria de un minuto, que, si existe,
es la imagen tan solo de un presagio
si no siendo al estar en un naufragio,
¡mi muerte al trascender vivirá triste…!
México, 1960
Cosmonauta
Por una azul centella en mi retina,
Trazo rumbo de viajes en este Enero;
Y en nubes y estrellas peregrina,
Siéntome la aeronauta de un lucero.
Un aletear sonoro me encamina,
Y un pájaro saltando del alero,
Con ansias de volar, su guzla afina
De lo celeste mínimo viajero…
Hoy por playas de espuma de la aurora
―que entre airones de garzas se avozora―
y a mis redes lucientes compromete:
¡por este ir ―que sin ir ― pulsa la pauta
sideral soy poeta y cosmonauta,
con las alas luna
El hombre y la luna
Eje del tiempo, fiel arquitectura
―para el hombre en la angustia― de arrecidas
manos, en la circunferencia allí extendidas
y en el puño, el laurel que configura:
¡al semidiós, que al átomo inaugura…!
Collins, Aldrin, Armstrong, en enlucidas
Noches, como al rescate de otras vidas,
Y en vórtice de estrellas de pavura:
Hoy dícense jugar, si como sea
Giratorio equilibrio es su presea
De amor al infinito… Así el presente,
Cardinal en las rosas de un horario
―lunar y equidistante itinerario―:
¡álzame, a torbellinos de mi mente!
Beethoven
Vertical en la rosa del sonido
Oyes vibrar el cosmos, que en sí rota
―desde inaudible clave― y de tu oído
―vórtice de una clave― libre flota,
al acorde cifrado, y sola nota
conjuga en unidad de tu sentido,
un Universo abierto en la remota
bóveda, pentagrama en tu latido;
y tu mano estelar en contrapunto
―beethoveniano de alta sinfonía―
pulsa del tiempo universal conjunto:
marea cuando estalla ¡oh Dios, que mueve,
el perenne fluir de la armonía,
y amenaza lo eterno con lo breve!
Microgramos de niebla
1
La tarde es una monja
Que en torre de silencio
Rezando se demora.
2
Lluvia: leve rosario
En los dedos traslúcidos
Del Ángel olvidado.
3
El avión que te lleva
Es pájaro goloso
Que pica las estrellas.
4
Es un cóndor azul
El avión que te lleva
Hasta la Cruz del Sur.
5
Me envías un mensaje
Con esa golondrina
Que equivocó la tarde.
6
Amor: Alma a lo lejos
Persiguiendo la ruta
Que ha rubricado el cielo.
7
Melancólico llora
El Otoño que un lecho
Se prepara con hojas.
8
Ausencia en un suspiro
Es la pena que lanzo
Como flecha al abismo…
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