Alicia Aza
Nació en Madrid el 20 de febrero de 1966. Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense. Abogado en ejercicio desde 1989. Ha sido profesora en la Universidad Rey Juan Carlos. Tiene publicados trabajos especializados en el ámbito del Derecho mercantil. Miembro de la Asociación Colegial de Escritores de España. Colaboradora habitual de diversas revistas de carácter divulgativo y cultural.
Ha publicado los poemarios: El libro de los árboles (Editorial Ánfora Nova, 2010), que fue distinguido como Finalista del Premio Andalucía de la Crítica 2011; El viaje del invierno (Editorial Ánfora Nova, 2011), que fue galardonado con el Premio Internacional de Poesía “Rosalía de Castro” 2011 y Las huellas fértiles (Editorial Ánfora Nova, 2014). También ha publicado la edición serigráfica La estación fría, ilustrada por el pintor Francisco Escalera (Editorial Ánfora Nova, 2011). Su obra literaria ha sido incluida en diversas antologías de carácter internacional.
En el ámbito de la narrativa, es autora de diversos relatos breves que han sido publicados en diferentes revistas literarias.
Ha realizado labores de coordinación editorial.
de El libro de los árboles:
HUMEDAL DEL SILENCIO
(Últimos recuerdos de Jacqueline Lamba)
A los dos peces que hablan de tristeza
les han quitado los ojos helados
y en sus huecos dibujos los espejos
que transforman mi cóncava existencia.
Los suturo con mi lengua a mordiscos
y grito: ¿dónde fue André Bretón?
Pasea la reina en su doliente corte
y el pescador con su sedal se acalla.
Cuatro ojos discriminan el silencio.
EL SABOR DE LA DISTANCIA
Si sostienes esta carta en tus manos,
sabrás que una muerta te explicando aquí su vida.
Stefan Sweig
Por la mañana hablo con vecinos,
pero sólo de vez en cuando
me pregunto por qué te has ido.
Pero ahora que te sabes ausente
es cuando te siento más mío.
No habré de saber el motivo.
Leo la correspondencia que me entregan
ya no hay nada tuyo en mis manos.
Llega la noche silenciosa.
Y aunque lo demás es rauda distancia
las omisiones te aproximan
y el cartero se ha liberado.
EL VIAJE DEL INVIERNO
Remiendo la pena con hilos
de sol, tapiz de tu memoria.
Espera que descubras que en tu invierno
casi siempre es verano de nostalgias.
La nieve no cubre pisadas
ni reniega de los perfiles
en el mar de nuestro recuerdo;
Quedará una violeta
rival de tu vigilia
puñal de tus temores
Has hecho reclinar las ilusiones.
¡Frívola predadora de costumbres!
Del azar eres tesorera.
Ven y hazla tuya para siempre.
***
ISOLDA
Cógeme la mano, amor
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido!
¡muerto de amor!
FEDERICO GARCÍA LORCA
Emprenderemos juntos un viaje sin retorno,
nos acariciarán las olas
los cuerpos entregados
en las aguas templadas de una pasión divina.
Nos rozarán las velas
la sequedad de nuestros labios
y beberemos juntos
pócima transparente.
Yacerán nuestros sueños en el mástil
de mis penas lastradas,
un tronco a la deriva
por el mar de los sauces
y los peces en mágico equilibrio.
Besarás la espiral de mi cabello
y te conmoverá hasta las entrañas
mi nuca inaccesible de heredera
en tierras esparcidas por el Norte.
Te curaré las llagas bajo la luna roja
y lo perpetuo de mis manos
en tu labios de escarcha.
Yo te convertiré en mi fiel murmullo
y venceremos juntos nuestras sombras
con la punzada cálida de amor,
espectro luminoso en nuestras letras.
Y si un día has de morir,
conviértete en la estrella de mi umbral,
en el eco de mis pisadas,
en la mentira de mis noches.
Ilumina lo oscuro de mis muslos,
deshaz el nudo de mi lengua,
sopla la brasa de mis ojos.
Y mis lágrimas de sal inundarán perennes
la nave de la frágil singladura.
Solo una cosa te suplico:
¡No mueras en mis brazos!
EURÍDICE
Eras el horizonte luminoso
de las noches sin velas ni letargos,
donde la oscuridad vence al olvido
y el resuello corrompe la amargura.
Me hablaste de aquel sueño de arrecifes
en las tierras lejanas y vidriosas
de mares del cortejo receloso
lejano de sus burdos cumplimientos.
Pero tu voz quebrada y solitaria
se confundió en la mía sin compases
y me transformó en lira de tus cantos,
halcón para tus ojos sometidos,
nenúfar de tus noches turbulentas,
crimen para tus labios de ceniza.
Y te amé mito débil de papel,
desarmado en tu aliento palpitante
con ritmo de cadera de otras voces.
Seré una silueta en tu memoria,
daré viento al molino de tus ojos,
armas para tu torso de guerrero.
Pero nunca susurres mi canción
o morirás ahogado con los besos
líquidos de las novias inmortales.
PENÉLOPE
Encontrarás mis huellas
en cada superficie inexistente,
en los espejos rotos
de la ciudad que cruje,
en el refugio fresco de una imagen,
aroma del rescoldo de tus noches.
Esperaré en la puerta,
panal de mi desdicha,
con el marco quebrado de mis labios.
Sonarán pretendientes las campanas
¡Sones halagadores!
Mientras, destejo fiel el firmamento
y sucede tirana la distancia.
Te imagino muy lejos de mi faro,
navegante de mares aristócratas
y traigo luz divina
a tu quehacer bohemio.
¡Hebras de libertad que me entregaste!
Regresarás un día
y descubrirás solo
memoria del silencio,
restos de una quimera
en el nido extraviado.
Todo se desvanece con las sombras.
DIOSA DEL MAR EN THIEN HAU
Esperar, esperar, esperar presta
a que la nada llegue victoriosa
y rompa lo afilado de la noche
y provoque el insomnio de los mares.
Lejos quedó el olvido de latidos
donde el sueño es vigilia de los héroes
y el tropel me perturba abandonado
en el secreto suave de la lluvia.
Navego por los párpados ajenos
de luz y tu mirada redentora,
rayas de tinta china asfixiantes
con inciensos del aire evanescente.
Te custodian tortugas y dragones.
***
CIPRESES CUSTODIOS
Como árboles nacemos y morimos
sin que medien preguntas habitamos
la libertad ausente, sombra frágil.
Pequeño ciprés fúnebre, lamento
de muerte que cautiva siempre llega.
Lloramos a los lares derrumbados
antiguas plañideras empujadas
velan la voz divina de Caronte.
Tegumento de vacuos despertares
belleza de mujer con larga vida
de astillas aromáticas, madera
resistente que lanza a un largo viaje,
flota que se aventura hacia la nada.
Entre sombras efímeras rozarte
eclipsada con ramas silenciosas
espinas en las lápidas hoy lloran
en agonía de otras vidas muertas.
LA GOLONDRINA MERODEA ENTRE
EL MAGNOLIO
En la penumbra de los días
se desvanece lo vivido
en los misteriosos susurros
lento marchitar de las flores.
Tus labios, sépalos robustos
que dulcifican la sonrisa
de un cáliz poseedor de néctar,
se condensan en mi memoria.
Mientras me esfuerzo en ser corola
alentadora de suspiros
muestro los colores de un ave
cuyo nombre tú me enseñaste.
Negro, azul, blanco, trilogía
de la noche aterida y mansa
cuando sólo es una mañana
apaciguada de domingo.
EL SILENCIO DE LAS CIGARRAS
(T.W. Higgison llega de visita a Amherst)
Dejaron de cantar nuestras cigarras
y acudí a rescatarte por otoño
al lugar de las tierras arcillosas
donde sembré cosechas de esperanza.
Un recuerdo se esconde persistente
tras las hojas revueltas en los prados
que cansadas esperan a ser humus
alimento de tristes recompensas.
Fuiste sueño inflamado con los días
insomnio recurrente en las penumbras
sendero melancólico de estrellas
partícula de sabia retardada.
Hoy he vuelto a por la siembra madura
de los sueños ocultos y exiliados
y sólo el polvo guarda tu memoria
en la tierra cubierta por el fango.
EL SONIDO DE LOS ABEDULES
(El sueño de Katherine Whitmore)
No puedo prescindir de ti ni apagar estas voces
que siguen viajando por arquitecturas remotas
y al regresar contemplan la mesa donde una vez
dejamos de extrañarnos
para cuando ya no sean necesarios
los mensajes ni la letra teñida
con los colores de la bandera que nos reviste
no tenga que moverme de tu lado
y tú sigas hablándome con tu voz liberada.
LAS VENTANAS DEL ALMA
Me pierde la amplitud de tu palabra
nadie acude vencido a rescatarme
ni siquiera el amor que siempre guardas.
Perdido surcaré por el mar roto
de tus días y tus noches solitarias
tus ausencias y los tristes silencios.
Y velaré de tu sueño expectante
por si el destino un día estremecido
me permitiera ver la clara bruma
de la ventana de tu alma cautiva
preludio de los pasos que dirijo
a la casa que espera mi regreso.
CARTOGRAFÍA DEL TIEMPO
Somos viajeros libres de la vida
nómadas con maletas de inquietudes
por la senda que llora bajo el cielo
engalanado de promesas nobles.
En la eternidad de tus ojos grises
despiertas en la noche sin embozo
y arrastras los deseos inconclusos
brújula de una cueva de pasiones.
Recorro tu mirada empedernida
por el mapa que tú misma construyes
y busco ese lugar de arquitecturas
que sólo lleve el nombre de tu tiempo.
Somos esclavos fieles de la muerte
que llega sedentaria del remanso
y difumina las heladas horas
en los inviernos de la verdad blanca.
ESTALAGMITAS EN EL JARDÍN
DE INVIERNO
No sentirás más frío
tras la excelsa vianda
ni palparás los huesos
de los frutos cortados
siervos de tu deleite.
Se extinguirán las rutas
de la gélida niña
con los brazos que roban
en el jardín de invierno.
Quedará una violeta
rival de tu vigilia
puñal de tus temores.
Y perderás el brillo
de las lágrimas ciegas
estalagmitas tristes
de la flor de febrero.
LOS LÍMITES HELADOS DE TU AUSENCIA
Cuando no duermes a mi lado quiebra
nuestra esencia y licuada se derrama,
malvado sedimento de inquietudes
que envejecen mis ojos aturdidos.
La noche se subleva caprichosa
extendiendo su mano por el cráter
que tu cuerpo, la escolta de mi vida,
ha dejado en los límites helados.
Los minutos se vuelven balaustrada
de los reproches que se desvanecen
al paso de los sueños que titilan
con zumbido constante por tu ausencia.
Cuando no duermes a mi lado todo
alrededor se vuelve pesadumbre
y mis costumbres son desconocidas;
lo que construimos es como el destello
de un ritual que me arrulla persistente.
Cuando mate al mosquito con mis labios
pronunciaré palabras de esperanza.
PALABRAS DE ESCARCHA
Eres sol retenido en el crepúsculo
del invierno de tus días descalzos
que hicieron prisioneras tus mañanas
de ciegos despertares a la vida.
Tus ojos te mendigan amapolas
que recuerdan la infancia sin consuelo
poseedora de tu dicha distante.
Hoy sólo te mantienen los zumbidos
de los recuerdos de tus pies mojados
en agua que se vierte por la escarcha
en la orilla de las palabras tenues.
Pronto llegará la noche serena
y el cielo teñirá cromado tono
de soledad velada con tu gesto.
PASEO POR LA NOSTALGIA
Había caído la tarde, y llegué, por un bello y tranquilo camino o senda lateral que discurría entre árboles, al lago, y aquí termino el paseo.
ROBERT WALSER
Caminaré por los parques desnudos
deshaciendo el sabor de tu sonrisa
que salpicaba de luz los zarzales
y vencía la tristeza de la nieve.
No habrá báculo que fisure el hielo
que retiene las hojas del otoño
y las atrapa en fuentes de cenizas
caños ausentes en la madrugada
ardiente de tus ojos desvelados.
Se posará el gorrión en el resquicio
de la soledad de mis pasos ciegos
y revolotearán sus ilusiones
tapizando con lágrimas la arena.
Y entonces no sabré pintar los surcos
que retratan tu nombre de nostalgia.
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