domingo, 9 de octubre de 2011
4874.- PILAR FERNÁNDEZ
Pilar Fernández
Badajoz, 1959
Estudia Filología Hispánica y Periodismo. Vive en Mérida, donde trabaja en radio y televisión. Participa asiduamente en las tertulias literarias de esta ciudad, especialmente en la que organiza la Asociación Cultural “Gallos quiebran albores”, de la cual ya han salido cuatro antologías con poemas de sus participantes. Algunos poemas de Pilar Fernández han aparecido en revistas y suplementos culturales, pero muchos quedan aún inéditos esperando ver la luz. Pilar Fernández además de dedicarse al periodismo y a la poesía, también investiga y escribe sobre ocultismo y tarot. Ha elaborado algunos poemas objeto y algunos “collages” en la línea de la poesía visual.
Su primer libro, Retorno a la ciudad de los espejos, respira el aroma suave de la brisa de Lisboa, aunque no cita a la ciudad. Se puede leer como un largo poema a la ciudad de Lisboa dividido en cortos fragmentos sin rima ni apenas puntuación, de hondo lirismo. Sólo del sentimiento vivido y de una mirada entregada pueden surgir estos versos tan bellos, cargados de colores, caricias, olores: aquel mar dorado de glauco sonido; o en otro poema: la dorada fragancia de la Dama de Noche despierta los sentidos. Detrás de muchos versos se esconde un cierto erotismo y la nostalgia por los días pasados allí.
África azul perfume es la crónica sentimental de un viaje a Túnez, como reza el subtítulo. Lafascinación y el encanto arrebatador de África sugieren estos versos vividos. Los poemas recorren lugares, personas, escenas y mitos de Túnez. Los sentidos nuevamente forman parte importante del poema: allí al agua sagrada cuajará de verdor las palmeras, allí la luz en fuga... en un vergel cercano al Paraíso nace el beso de miel... Color, besos, miel, agua... En este segundo poemario las imágenes cobran una importancia que no tenían en la anterior publicación. Igualmente se observa un tono de denuncia en este segundo poemario, que se lee también en algunos de los poemarios inéditos. El tono sentimental y contemplativo hacen del libro un placer para los sentidos.
Si hemos de significar las ideas más características de la poesía de Pilar Fernández, debemos mencionar el profundo lirismo de sus poemas, la sencillez de su expresión, sólo rota por el amor encendido que provoca versos desgarrados, el mundo íntimo, los viajes y sus recuerdos.
Tanto Cuadernos de Sintra, como los poemarios en los que han visto la luz en revistas (El ardor, Paisaje azul, Apuntes de París en la antología “Gallos quiebran albores”), presentan poemas en la línea de la autora, viajes a Marruecos, Sintra, París..., los gatos y los sentimientos ante cualquier escena de la vida cotidiana. El cálido sentir de sus poemas nos hace sentir más cercanos a una mujer que desnuda su alma y que quiere compartir su sentimientos con el lector.
F.J.J.B.
BIBLIOGRAFÍA
Retorno a la ciudad de los espejos. Col. Alcazaba, Badajoz, 1992.
África azul perfume. Col. “La Centena”, ERE, Mérida, 1992.
Cuaderno de Sintra. Col. “El pájaro solitario”, Ed. El Ermitaño, Mérida, 2000.
El ardor. Suplemento poético de la revista “Ala de mosca”, Mérida, 2000.
Paisaje azul. Autoeditado, Mérida, 2001.
Además, su poemario “Tombuctú 52 Días” salió también a la luz auspiciado por el Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz. Además, tiene varios libros de poesía todavía inéditos.
Con “Mininos” (2011) hace su primera incursión en el universo de la prosa.
Retorno a la ciudad de los espejos, de Pilar Fernández.
RITOS
Amarte es un delirio
de vagones a oscuras
de luna solitaria con aroma a jazmines
tu pecho se me ofrece como una flor nocturna
sólo yo he conocido
su secreto perfume
ESTAMPA TERCERA
Su bahía perfumada de limones y velas
tantos suspiros vuelven desde el fondo del río
caminas y el silencio susurra en los balcones
y eres como el viajero sereno y orgulloso
que arribara a una isla anclada en el pasado
EVOCACIÓN MARINA
Recuerda la playa
blanca y solitaria como aquella tarde
su verdor se espuma las algas y el viento
aquel mar dorado de glauco sonido
que duerme en la concha
de las caracolas
AMANTE MAR
Las olas no saben de amor
y te buscan
fragantes y rubias ascienden tus muslos
cuando indiferente paseas por la orilla
ajeno a su ritmo
de lentas caricias
Cuaderno de Sintra, de Pilar Fernández.
Oír crecer la hierba
sería deseable
o contemplar
cómo cambia del verde al rosa
la hortensia del jardín,
mirar, pasear, dormir,
no saber nada,
olvidar el pasado,
no temer el futuro,
ignorar que hubo
un tiempo en que
fuiste feliz.
Cuando te parece
que lo has perdido todo,
que la vida carece de sentido,
refúgiate en las pequeñas cosas:
levántate al alba,
recoge tu saco de dormir,
mira al cielo rosado del amanecer,
riega la hortensia del jardín,
compra el pan recién hecho,
adivina el deseo oculto
en la mirada profunda de los hombres,
lee, haz yoga, recuerda
y trata de olvidar.
El ardor, de Pilar Fernández.
Taciturno.
No sé qué extrañas sombras
cruzan tu mente,
qué fantasmas,
qué nubes-tiburones
surcan el mar embravecido
de tu orilla.
Cuando llegas allí,
hasta el lugar remoto,
hasta la isla,
ribera desolada donde no vive nadie,
te meces en tu propio universo
de alambre, equilibrista,
y me dejas tirada,
y me dejas a un lado.
Mientras, libidinosa,
la muerte te posee
y te posee el olvido.
Me hablan de tu locura.
Tu locura, si existe,
no es lo que todos creen:
un estigma malsano,
una condena.
Pasto de soledad y sueños rotos,
es de alas detenidas,
de sal, de acantilados,
de palabras no dichas.
África azul perfume, de Pilar Fernández.
FRUTO DEL PARAÍSO
Habías oído hablar de los oasis.
Allí el agua sagrada,
que brota de la tierra,
cuajará de verdor los palmerales.
Allí la luz en fuga
dibuja delicados matices y colores.
La sombra es luminosa, aunque secreta.
En un vergel cercano al Paraíso
nace el beso de miel,
la guinda oscura.
Pon dorados racimos hilvanado,
madura el dátil.
LEYENDA DEL CAMELLO BLANCO
En un rojo crepúsculo
la tormenta de arena.
El viento del desierto,
pequeña dimensión de lo infinito,
empaña la mirada
a los cansados ojos del viajero.
Surcando los postreros
resplandores del sol,
las tribus beduinas
y los hombres azules
lo han visto alguna vez.
Poco pueden contar,
salvo su asombro.
Un camello de luz
entre las dunas:
blanco pelaje suave
ojos claros de lluvia,
porte majestuoso,
se extingue
con los últimos destellos
del Poniente.
TEJEDORA DE ALFOMBRAS EN KAIROUAN
No sabe que es
Penélope:
el tejido que ensarta
es el de su destino.
A cada nudo
ciñe
la curva de su talle,
en los hilos
se enreda la luna
a sus cabellos.
No sabe de la muerte
mientras urde
esta tela de araña.
Inéditos, de Pilar Fernández.
Mis gatos
Primero llegó Safo.
Era esquiva y marrón,
Rebelde y generosa.
Me acompaño nueve años
Y pasó por mi vida
Calladamente,
Como el rumor de la lluvia.
Murió en abril
De una extraña enfermedad:
Sus pupilas turquesa se volvieron negras.
Después Orfeo, como una nube blanca
En un cielo de verano,
Salvado del infierno
Un mediodía de junio,
Sedoso, zalamero, su mirada
De un azul transparente.
También estaba Dafne,
Como una sombra, parda,
Huidiza, de ojos verdes.
La última en llegar: una pulguita
De dos meses, siamesa, puro nervio,
Se adueñó de nuestro corazón,
Del nombre y los recuerdos
De Safo:
Con ella se cierra el circulo
El ardor (Pínfano)
Para llegar a ti
de nada sirven las palabras.
Ni sonidos, ni silabas, ni engaños,
son torpes las palabras,
no saben de tu estirpe,
de tu nombre de sombra,
de tu nombre de fuente.
No hay tregua en este amor,
sólo abismarse
en la frágil silueta y el cristal
de tu cuerpo.
No hay sosiego o reposo:
sólo la certidumbre,
la cálida ternura amanecida
de tu pequeño corazón
de pájaro.
El ardor (Pínfano)
Tu crueldad al despertarme
tarde en la madrugada,
tu insistencia al teléfono,
tu voz dulce de niño
que se sabe travieso y perdonado.
Después, tus arrebatos,
ya en la casa,
tus palabras tan tiernas,
tus caricias salvajes de ave rapaz,
tu sexo inagotable.
Todo el amor del mundo
que me entregas
de golpe y sin medida,
mis éxtasis
entre el placer y el sueño.
El ardor (Pínfano)
Me hablan de tu locura.
Tu locura, si existe,
no es lo que todos creen:
un estigma malsano,
una condena.
Pasto de soledad y sueños rotos,
es de alas detenidas,
de sal, de acantilados,
de palabras no dichas.
Niña de la naranja
¿Es bella la pobreza?
Sería la pregunta
frente a la estampa
de esta niña bereber
que, tímida, se asoma
tras el portón abierto,
en un pueblo perdido
del valle del río Drá
y trata de guardar
en su regazo
la ofrenda luminosa
de esta fruta madura.
Te niegas a creer
que la pobreza
sea bella por sí misma.
Sin embargo,
en la desolación
de este rincón del mundo
árido y polvoriento,
una naranja sola,
perfumada, jugosa,
sin duda,
es un tesoro.
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