domingo, 19 de diciembre de 2010

DAVID GONZÁLEZ [2.517]


                                      
     Fotografía original de García Alex


David Gonzalez

Poeta y narrador español, nacido en 1964. Dirige, desde los años noventa, la colección de poesía Zigurat, editada por el Ateneo Obrero de Gijón. Su producción literaria se entronca, ideológicamente, con la poesía de la conciencia, pero no con el realismo sucio ya que esta última corriente se caracteriza por su ficción autobiográfica, ni tampoco con la denominada poesía de la experiencia, ya que esta última, según sus máximos representantes, es poesía de ficción, mientras que la literatura de David González, como él mismo la denomina, es poesía de no ficción. La obra de David González es resueltamente autobiográfica, por lo que los hechos más destacables se pueden rastrear en su propia producción. Procedente de una familia trabajadora de Asturias, la niñez y juventud de David González está marcada por la experiencia de la vida en la calle de barriadas obreras.

En su primera juventud, participa en un atraco por el que es condenado a prisión.Allí, la poesía le sirve al autor para mantenerse a flote de la durísima experiencia de la reclusión. Comienza a publicar en fanzines y otros medios alternativos, convirtiéndose en un activo miembro de la cultura antioficialista de los años 90. Su obra se antologa en diversos volúmenes, entre los que destaca Feroces (radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía). Participa regularmente en los encuentros anuales Voces del extremo que, auspiciados por la Fundación Juan Ramón Jiménez, organiza el también poeta Antonio Orihuela. Desde comienzos de los noventa, es director de la colección de poesía Zigurat, que edita el Ateneo Obrero de Gijón. Recientemente su nombre ha sido incluido en varios diccionarios de literatura española, como el Diccionario Espasa de literatura española. También en 2003, su obra El demonio te coma las orejas ha sido traducida al alemán. Algunos de sus poemas han sido vertidos al portugués, al inglés, al alemán, al árabe y al húngaro Varias notas comunes caracterizan para la crítica la obra de David González: autobiografismo, claridad enunciativa, narratividad, realismo, dureza, compromiso. Por otra parte, en su blog personal, en las ponencias realizadas en los encuentros Voces del extremo y en otros lugares, David González califica, precisamente, su producción como realista y comprometida. Así, en la reseña biográfica de varios de sus vólumenes, se afirma "su poesía es cercana, es un poeta comprometido que vive también de forma comprometida. Sus poemas son en ocasiones balas contra la injusticia". "No hay mucho que explicar".

"Mi poesía es social por los temas que trato, por las realidades sobre las que escribo y por mi posicionamiento respecto de esas realidades", afirma el autor en la revista Zurgai.
Estas consideraciones, junto a la activa presencia del autor en las actividades y antologías comunes del grupo, implicaría a David González en el grupo de poetas de la poesía de la conciencia. En común para toda la crítica, la nota más originalmente característica de la producción de David González es precisamente ese radical compromiso entre la vida y la expresión poética. El autor subraya, en innumerables ocasiones, la inexistencia de fronteras entre su forma de vida y su forma de escritura.

Entre las obras de poesía publicadas por David González podemos enumerar de forma no exhaustiva:

La carretera roja. [Editorial Groenlandia] . 
• No hay tiempo para libros (Nadie a salvo). [Editorial Origami] . 
•En colaboración con Suko Susana. El día en que Peter Pan empezó a envejecer. [La frágua de metáforas] . 
• El demonio te coma las orejas. [Glayíu Editorial]. 
• En las tierras de Goliat. [Ediciones Baile del Sol]. 
•Algo que declarar. Poesía de no ficción. [Bartleby Editores]. 
•Reza lo que sepas. Editorial Eclipsados. 
• Anda, hombre, levántate de ti. [Bartleby Editores]
•Sembrando hogueras. [Bartleby Editores].
• Con los pies en el suelo. Ediciones imperdonables, Árbol de Poe. 
•Los mundos marginados (Poemas de la cárcel). [Ediciones Mañana es arte]
• Ley de vida. [DVD Ediciones]. 
• El demonio te coma las orejas. Asociación Crecida.
• Nebraska no sirve para nada. Peña Tú.
• Ojo de buey, cuchillo y tijera. Edición de autor.


EL SOMBRERO

Con Neal Cassady.

un guardafrenos y neal cassady
de pie
entre un tren de carga y uno de pasajeros

cuando se acerca el tren de pasajeros
avanza hacia ellos el vagón más ancho
el furgón de cola del tren de carga

neal cassady controla sus nervios
gira de lado su cuerpo y roza con la nariz
la puerta del vagón
pero se zafa

no así el guardafrenos:

está tirado debajo del tren de pasajeros
tiene la cabeza rota desde la nuca
hasta la mitad del cráneo
pero a modo de saludo o de despedida
todavía sujeta en la mano

su sombrero

En las tierras de Goliat (Ediciones de Baile del Sol, 2008).



WELCOME

la ventana presiente tu llegada

se abre

me despierto

tus pasos en la escalera
la llave en la cerradura
luz en el pasillo

¡por fin!

la casa está completa

en La casa de los corazones rotos (Ediciones Vitruvio, 2015).



Excusa

no:

no trabajo en los talleres de ninguna empresa armamentística ni como obrero ni en cualquier otro puesto de los distintos niveles del escalafón: encargado maestro perito ingeniero director general o dueño supremo de ninguna de esas empresas armamentísticas ni como es natural poseo tampoco acciones en bolsa de ninguna de esas compañías que se dedican a fabricar y vender ARMAS con las que después se asesina a seres humanos de todas las razas y colores y condiciones habidas y por haber:

no:

no trabajo en el ramo de la construcción de la construcción de muros de cemento o piedra o de alambradas ni como peón de albañil ni en cualquier otro de los innumerables puestos del escalafón: topógrafo albañil encargado maestro perito ingeniero director general de las obras o dueño supremo de cualquier empresa relacionada con el ramo de la construcción de muros de cemento armado o piedra o alambradas de espino y se da por hecho -mi palabra es el hecho- que no poseo acciones en bolsa de ninguna empresa del ramo de la construcción del ramo de la construcción de miedo y odio que enfrenta o separa familias divide conciencias y le cierra el paso a las libertades individuales y:

no:

tampoco soy un uniforme que patrulla a pie en motocicleta coche todo terreno tanque tanqueta lancha rápida barco avión avioneta o torres de control por los alrededores de esos muros de cemento o piedra o de esas alambradas de espino electrificadas a la caza de inmigrantes i-legales espejo que nos devuelve nuestro propio y aún cercano pasado:

no:

no asesino a sangre fría focas o crías de foca con rifles o porras como tampoco arponeo o asesino a sangre fría asimismo a ballenas o a crías de ballena o a cualquier otro ser vivo de una especie ANIMAL inocente indefensa o en vías de extinción:

no:

yo no trabajo en ninguna de esas historias o en otras de parecidas o semejantes características:

no:

lo siento:

yo no tengo
vuestra EXCUSA:

yo no tengo
crías
que alimentar.



Los hombres del saco

a ciertos niños, como a nuestras madres rojas, antes de vendernos,
nos cortan el pelo al rape, como si tuviéramos liendres.

a ciertos niños, como a los nativos norteamericanos, antes de vendernos,
nos cortal el pelo al rape, como si tuviéramos piojos,
y se nos prohíbe, además, hablar en la lengua de nuestros antepasados.

a ciertos niños, como también a los caballos, antes de vendernos,
nos miran la dentadura y nos cuentan los dientes,

y muchas mentiras también.



Amputaciones

el hombre

era manco

pero durante un instante
mientras me pegaba
un buen corte de mangas
pude verle claramente el brazo,

el corazón



Polvo de estrellas

A él se lo escuché:
Al científico, al escritor:
A John Gibbin:

Básicamente, dijo,
Somos polvo de estrellas.

Sí, repitió, eso es lo que
Somos. Polvo de estrellas.

Convendría no olvidarlo.
Tenerlo siempre presente.

Polvo.

No estrellas.



Pared

pero la casa de mi padre
seguirá
en pie
GABRIEL ARESTI

de la casa de san andrés de los tacones
solo sigue en pie una pared de piedra.
detrás de esa pared nació mi madre, y la madre de mi madre,
y la madre de la madre de mi madre.

y yo.

y mi abuelo, luis, murió en el año 1967, a la edad de 61 años. detrás de esa pared.

y mi abuelo, luis, murió en el año 1967, a la edad de 61 años. detrás de esa pared.
construcción de madera, de base rectangular, sostenida en el aire por cuatro o más columnas o pilares, llamados pegoyos, en la cual se guardan y preservan de la humedad y de los ratones granos y otros productos agrícolas. y un río al que iban mi madre y sus hermanas a lavar la ropa y a lavarse ellas.

luego, construyeron el embalse, y las aguas anegaron el río, derribaron el hórreo y empodrecieron las manzanas.

y ayer fui a renovar el carnet de identidad.

¿lugar de nacimiento?, me preguntaron.

san andrés de los tacones, respondí.

pero no pudieron encontrar
mi aldea en su ordenador.

busca san andrés, dijo un policía.

tampoco

mira a ver por andrés.

no.
prueba con tacones, dijo otro policía.

ni rastro.

así que cuando salí de la comisaría había vuelto a nacer, solo que esta vez en la ciudad de gijón.

con todo, la pared de piedra de la casa de san andrés de los tacones aún sigue en pie.

como un poema

o mejor:

como una semilla.



amor de padre

tomaron una jaula de sólidos barrotes y le encerraron dentro.
PO CHÜ-I

el orangután (del malayo orang, hombre, y hutan, hombre, hombre de los bosques). m. mono antropomorfo que llega a unos dos metros de altura, con cabeza gruesa, frente estrecha, nariz chata, hocico saliente, cuerpo robusto, piernas cortas, brazos y manos tan desarrollados que aún estando erguido llegan hasta los tobillos, piel negra y pelaje espeso y rojizo. vive en las selvas de sumatra y borneo.
se hace con la llave,
la introduce en la cerradura,
abre la puerta de la jaula
y se escapa.

su dueño
da parte a la guardia civil.

la enviada especial
de una cadena de televisión dice:

este hombre trata a estos animales
como si fueran sus propios hijos.

y yo no puedo dejar de preguntarme:

¿y a sus propios hijos
también los tiene encerrados en jaulas?



calendario

está llena de rayas.

la pared.

rayas verticales.

cada raya es un día.
un día que ha pasado.
que he pasado preso.

por las mañanas,
lo primero que hago
al levantarme de la piltra
es acercarme a esa pared
y preguntarle:

¿a qué día estamos hoy?



HUMILLACIÓN

el funcionario,
un cacho de carne con ojos
en mangas de camisa,
dice:

todas las cosas
de metal que tenga,
sáquelas y déjelas
sobre esa mesa.

luego, mi abuela,
apoyada en su muleta
(hace un año
se rompió la cadera
al caer de espaldas al suelo
mientras limpiaba los cristales
de la ventana de la cocina
subida encima de una banqueta),
pasa por el detector
de metales y el detector
emite una serie de pitidos.

a lo mejor es la muleta
dice mi madre.

¿puede andar sin ella?
le pregunta el funcionario.

bueno, sí, pero no querrá que

que se la de a usted
y que vuelva a pasar.

y mi abuela,
su largo pelo blanco
recogido en un moño
por detrás de la cabeza,
un pañuelo negro cubriéndola,
hace lo que le ordenan
y, aunque cojeando,
consigue que el detector
de metales pite otra vez.

a ver, quítese ese pañuelo.

mi abuela obedece.

seguro que son esas horquillas,
así que haga el favor
de soltarse el pelo.

mi madre explota:

¿pero no se le cae a usted
la cara de vergüenza
al hacer que una persona
tan mayor tenga
que pasar por todo esto
para ver a su nieto?
¿quién se cree que somos nosotros?
¿es que no sabe usted
distinguir a la calaña
de las personas honradas?

pero ya mi abuela,
con su vestido gris,
está pasando otra vez
por el detector de metales
con idéntico resultado
que las dos veces anteriores.

y el funcionario,
un cacho de carne,
dice:

quítese el vestido.
si quiere puede doblarlo
y colgarlo del respaldo
de esa silla de ahí.

mi madre está tan indignada
que no le salen
ni las palabras;
y mi abuela,
cojeando,
despeinada,
en enaguas,
consigue cruzar al otro lado
del detector de metales
sin ser delatada.

ahora ya puede vestirse
y pasar al locutorio
dice el boqueras.

no tiene usted
perdón de dios
dice mi madre.

y mi abuela, que al ir
a ponerse el vestido
ha encontrado en el bolsillo
una moneda suelta,
se acerca al boqui
y le dice:

perdón, señor,
¿sería esto lo que sonaba?

y le pone delante de los ojos,
a modo de espejo en miniatura,
una peseta
con la cara de Franco.


LA VIRGINIDAD PRODUCE CÁNCER

la virginidad produce

cáncer.

vacúnate.

son las primeras palabras que vas a leer
al entrar en la celda en la que vas a tirarte
los tres próximos días.
el período,
como lo llaman aquí. cinco palabras
dispuestas de esa forma, en ese orden concreto,
con la única intención de meterte el miedo
por el culo, acojonarte,
como si no lo estuvieras ya bastante.
las han escrito en el tabique que separa
la taza del váter y el lavabo del resto de la celda.
la taza del váter no tiene tapa.
la cisterna no tiene
ni agua
ni cadena.
el lavabo está sucio y atascado, y el resto de la celda
es precisamente eso: resto.
restos de la inmundicia que te han dejado de
recuerdo
otros que pasaron por aquí primero que tú:

muelles de somier que no pueden
estarse quietos y callados ni un momento,

colchonetas de espuma, finas como el papel de fumar,
con quemaduras de cigarrillo por todos lados,

mantas picajosas, llenas de pelos,

colillas,

periódicos atrasados
y revistas pornográficas,
con las páginas pegadas entre sí por escupitajos amarillentos
de semen reseco.

y, además, en las paredes, en el techo, en la puerta,
por todas partes, escritas con la llama de un mechero
o con el mango afilado de una cuchara,
cantidad de frases:

ODIO Y MUERTE A LOS MADEROS.

PROHIBIDO ESCUPIR EN EL SUELO.

NO LLORES POR NO VER EL SOL,
PUES TUS LÁGRIMAS NO TE DEJARÁN VER LAS ESTRELLAS.

LA VIRGINIDAD PRODUCE CÁNCER, VACÚNATE.

entonces te subes a la ventana
(vete acostumbrándote a llamarla por su nombre:
perlacha), te subes a la perlacha
y echas un vistazo al patio.

hay unos mendas jugando un partido de futbito.

otros dan vueltas, con las manos a la espalda,
como si todavía llevaran puestas
las esposas.

otros están sentados, contándose películas.

y hay uno que está apoyado
en la ventanilla del economato,
vestido sólo con un traje de baño de esos que imitan
la piel de un leopardo.

LA VIRGINIDAD PRODUCE CÁNCER, VACÚNATE.

ese.

los otros.

cualquiera de ellos
puede haberlo escrito, pero
¿quién?

¿quién podrá haber sido?

seamos realistas

en este sitio
nadie cuenta estrellas por la noche.


Misterios sin resolver

si la vida
esta vida
como después admitirían
nuestros mayores
no es ningún cuento de hadas
y está claro que no lo es
no entiendo por qué entonces
cuando éramos pequeños
nos los leían:



La tienda de las jaulas

José, el tendero de la plaza de la Soledad, negaba su razón de ser, esto es, recibir patadas a diestro y siniestro, a las pelotas que se colaban en sus dominios, condenándolas a la inercia en la trastienda de un rancio negocio familiar que desaparecería con él.

José, un sujeto pequeño y adiposo, de lápiz en la oreja y mandil gris, tenía bastante para él con las cargas que arrastraba. Su aliento, para empezar. Su mal aliento, fétido y repulsivo, mezcla de ajo y de pescado podre, que te obligaba, si no querías echarlo todo, a contener la respiración todo el tiempo que te lo permitiera tu capacidad pulmonar o, como se trataba de un tenducho angosto, salir fuera a respirar un poco de aire fresco y permanecer en la calle a que te llegase la vez.

No solo su halitosis, sino también, incluso peor, su servidumbre feudal a una avaricia enfermiza que le consumía por dentro y a la que no lograba poner freno de ninguna de las maneras, a saber: ni engañando en el peso a nuestras madres, hermanas y abuelas ni vendiendo nuestros balones en el rastro los domingos por la mañana ni esparciendo sal por el cabello prematuramente envejecido de su desvalida, resignada y silenciosa mujer, que solía compartir, también ella, la penumbra de la trastienda con las pelotas secuestradas.

Cuando mi madre me mandaba bajar a hacerle los recados, como sabía lo mucho que me molestaba aquella tarea, ya tenía preparada su muletilla: ¡Y no te quiero oír ni rechistar! ¿Me oyes? ¡Te pongas como te pongas vas a tener que ir! ¿Me estás escuchando? Sí, mamá, te escuchaba. Como para no hacerlo con las voces que me pegabas. Pero me ponía enfermo solo de pensarlo. Me amargaba la mañana. No tanto por lo que te acabo de contar como por

los pájaros, en su inmensa mayoría canarios, jilgueros y periquitos, y las jaulas. Estaban por todas partes, las jaulas, en lo que, a primera vista, más parecía una tienda de pájaros o de jaulas que de comestibles. Lo que te llamaba la atención, sin embargo, más que cualquier otra cosa, era el silencio clamoroso de aquellas aves en cautividad. No recuerdo haber escuchado jamás su canto, su música, su voz. Nada. Ni una nota. Nunca.

Incluso la noche que entré en la tienda de comestibles por la parte de atrás, descolgándome por el tejado, y les abrí las jaulas, todas las jaulas, incluso una noche tan propicia como esa para el cante y la jarana, mantuvieron el pico cerrado. No me sorprendió en absoluto, lo más mínimo, a la mañana siguiente, encontrármelos a todos, canarios, jilgueros y periquitos, de nuevo en sus jaulas, encerrados en su mutismo. Llegado a este punto, al final, me voy a permitir una licencia poética.

Abro sus jaulas otra vez y los echo a volar, canarios, jilgueros y periquitos, en tu imaginación.


HISTORIA DE ESPAÑA: NUDO

Un nudo. Esto, explica la anciana,
fue lo último que hizo mi padre
con sus propias manos. Un nudo.

Piénsalo.

Es lo último que hace ese hombre
con sus propias manos.

No estrecha entre sus brazos
a su madre, a su hermano o a un amigo.
No acuna en ellos a su hija recién nacida.
Tampoco le acaricia las nalgas a su mujer,
ni le acaricia los pezones, los pechos,
las mejillas, el pelo tan siquiera…No,

con ellas, con sus propias manos,
lo último que le permiten hacer a ese hombre
antes de fusilarle
y arrojarlo a una fosa común es

Un nudo, repite la anciana
para las cámaras de televisión
de un canal de historia. Historia
de España: de un tajo,

el entierramuertos cortó el cordel
que el padre de la anciana
se había atado alrededor del tobillo
para responder así a la pregunta
que horas antes le había hecho su mujer:

¿y cómo vamos a distinguir tu cuerpo
entre todo ese montón de cadáveres?
Mientras aparecen los títulos de crédito,
la anciana le da un beso al cordel,
y luego devuelve a su caja de pino
este nudo
que todavía nadie, repito, nadie, se ha molestado
en deshacer.

DEL libro “Anda, hombre, levántate de ti”. Bartleby Editores, Madrid, 2004.



LUTO

Me despiertan los obreros de la construcción
a golpes de sudor y de sangre.
Por los tejados se propaga una epidemia de gaviotas.
La mañana está de luto por la muerte,
en Rabat,
de otro artista del hambre:
el escritor autobiográfico,
natural de la región del Rif,
Mohamed
Chukri,
de sesenta y ocho años,
analfabeto hasta los veintiuno.

De tarde,
a las cinco,
asisto al funeral:
una misa cantada
que se me antoja,
y se me hace,
interminable,
debido,
quizá,
a que no me sé de memoria la letra de las canciones
y no puedo,
por eso,
unir mi voz a la de los demás.
Tampoco era mi intención.
No acepto la muerte,
no la celebro
y no la canto:

el hermano pequeño de F, mi vecina,
era un año más joven que yo
tan solo
y No Bebía
No Fumaba
No Se Drogaba

¡¡¡DERRAME CEREBRAL!!!

Ninguna regla
a la que atenerse
para seguir vivo[1].

¿Ves lo que te decía?, me pregunta F
cuando me abrazo a ella para darle el pésame.
Lo que me dijo el otro viernes,
en mitad de la calle,
a la altura de los Jardines del Náutico,
mientras que yo,
impaciente,
consultaba de reojo
el reloj que había a su espalda,
el reloj de La Escalerona:
la película estaba anunciada para las cinco,
y ya eran menos cuarto pasadas
y aún no había sacado la entrada.

¿Ves lo que te decía?, repite. ¿Lo ves?
¿Dónde está? ¿Eh? ¿Dónde está?

Tu hermano está ahora con los ángeles,
trata de consolarla el padre de Mohamed Chukri.

No, Haddu, no. Dónde está

Dios.

DEL libro “Reza lo que sepas”. Editorial Eclipsados, Zaragoza, 2006.



UN HOMBRE AFORTUNADO

Son las 09:00.
Procuro no hacer ruido al levantarme.

Ángeles duerme.

Voy al cuarto de baño
y me lavo las manos
y la cara. Entro en la cocina
y enciendo el fogón eléctrico
para que vaya calentando mientras

abro mi estuche
y saco el medidor de glucosa,
y le inserto una tira reactiva,
y saco el pinchador
y le inserto una lanceta.

Pínchate en la parte lateral de los dedos,
me aconsejó una enfermera en el hospital,
así no perderás sensibilidad en las yemas.

Acerco la gota de sangre
al extremo de la tira reactiva.
Al cabo de veinte segundos
aparece una cifra
en la pantalla líquida
del medidor de glucosa. 164.
Es decir: 34 mg por encima
del nivel normal de azúcar en sangre,
que antes de las comidas
no debería sobrepasar los 130
ni descender por debajo de 70.

A continuación, cojo la pluma precargada
(y digo pluma porque su aspecto y tamaño
son los de una pluma estilográfica)
y le retiro el capuchón,
y la giro suavemente
hacia delante y hacia atrás,
hacia arriba y hacia abajo,
diez veces,
hasta que la insulina se mezcla uniformemente.

Luego enrosco una aguja en el extremo de la pluma,
selecciono las unidades de insulina (12),
y me inyecto en el brazo izquierdo, por debajo de la piel.

Las 09:10.

Ángeles todavía duerme.
Su cabeza dentro del hueco
que ha dejado en la almohada la mía.

Vuelvo a la cocina
y me preparo el desayuno:
12 gramos de margarina,
60 de pan integral
y 200 cc de leche desnatada, sola,
con café, malta o té. Con café.

Miro a través de la ventana
mientras desayuno en silencio:

una mujer sacude una alfombra,

pasa el camión del butano,

el perro de un viejo marica
ataca ladrando a un patriarca gitano,
el gitano amenaza al perro con su bastón,
el perro retrocede pero no deja de ladrar.

Ángeles se da la vuelta en la cama.
La miro. Cómo duerme. Cómo sueña.

Y sé

que todo está bien,
que no tengo ningún derecho a quejarme,
que soy un hombre afortunado,
que no le puedo pedir más a la vida,
que es suficiente

con que ella

esté

ahí.

DE mi antología “El amor ya no es contemporáneo”. Ediciones Baile del Sol, Tenerife, 2005.


Fundamento

ah chica

de un tiempo
a esta parte

cada vez que me miro
en ti
se refleja
mi fracaso como hombre
y mi fracaso como poeta:

así que hazme
y hazte este favor:

llévate de mi vida
tu espejo
y sus dolorosos ecos
porque además

cuando le pregunto
cuando le pregunto
ya nunca me responde
que soy

el más guapo:

el más hermoso:



David González y Fernando Sabido Sánchez en Toledo Septiembre 2015



El equilibrista

no me parece
lógico
ni coherente
vivir toda la vida
hasta la fecha
a una altura
de cinco o más pisos
y toda la vida también
hasta la fecha
tocando fondo:

Del libro Campanas de Etiopía 



REBAÑO

¿tú, predicador?
 DAVIS GRUBB

si el Señores mi pastor,
entonces,
¿quién es mi perro?



DESPEDIDA Y CIERRE

con las manos esposadas.
 JOHN FANTE 

esto no lo he contado nunca, 
creo.

las manos esposadas a la espalda,
la mañana en que me trasladaron
desde la cárcel provincial
de oviedo hasta el centro de cumplimiento
de hombres de monterroso,
un pueblecito cerca de lugo, 
galicia.

las manos, 
esposadas a la espalda.

mis padres aguardaban fuera.
no les permitieron entrar a ver a su hijo.

ni siquiera cinco minutos,
CINCO PUTOS MINUTOS.

las normas, 
el reglamento, 
llámalo como quieras.

no les dejaron,
y yo,
las manos esposadas a la espalda,
ni siquiera la posibilidad, 
el consuelo,
de alzar el brazo y decirles
adiós.



BARRA DE LABIOS

no era distinta a las demás.
 JEREMY IRONS 
(en el film HERIDA)

esta mañana
he visto a esa mujer
que tantas y tantas veces
me chupó la polla.

iba con su marido.

empujaba un carricoche.

tenía
los labios pintados.



SOBRE RUEDAS

y siempre soy consciente de que estoy comprometido
con la realidad, no con la literatura.
ALEXANDER TROCCHI 

pudo seren cualquier otra parte.

pero fue en sevilla.

en la calle sierpes.

en una terraza.

una silla de ruedas
se acercó a nuestra mesa.

no tenía piernas,
el anciano.

le dimos unas monedas.

si estuviera en mi mano,
le dijo ángeles,
le devolvería las piernas.

¿piernas? 
¿para qué quiero yo unas piernas? 
¿cómo iba a ganarme la vida? 



COMPAÑÍA
      
algunas   
me hacen cosquillas
       
otras        
me hablan al oído.
         
las más cariñosas   
me besan en los labios.
      
son las únicas        
que me hacen      
compañía.
       
las    
cucarachas.

en El demonio te coma las orejas (1997 y 2008).


PARED
de la casa de san andrés de los tacones 
solo sigue en pie una pared de piedra. 
detrás de esa pared nació mi madre, 
y la madre de mi madre, 
y la madre de la madre de mi madre.
y yo.
y mi abuelo, luis, 
murió detrás de esa pared.
en los alrededores de la casa 
había una pomarada, un hórreo y un río 
al que iban mi madre y sus hermanas 
a lavar la ropa y a lavarse ellas.
luego, construyeron el embalse, 
y las aguas 
anegaron el río, 
derribaron el hórreo 
y empodrecieron las manzanas.
y ayer 
fui a renovar el carnet de identidad.
¿lugar de nacimiento?, me preguntaron.
san andrés de los tacones, respondí.
pero no pudieron encontrar 
mi aldea en su ordenador.
busca san andrés, dijo un policía.
tampoco.
mira a ver por andrés.
no. 

prueba con tacones, dijo otro policía.
ni rastro.
así que cuando salí de la comisaría 
había vuelto a nacer, 
solo que esta vez en la ciudad de gijón.
con todo, la pared de piedra 
de la casa de san andrés de los tacones 
aún sigue en pie.
como un poema.
                          o mejor:
como una semilla.


*


el rey de las lágrimas
en la cama, 
con las manos cruzadas por detrás de la cabeza, 
con la ventana abierta,

que mis amigos me vendieron 
como carne en la carnicería,
que mis amigas tenían muy buena cara 
pero muchas puñaladas;
y sé
que ese coche 
que está aparcando 
no lo conduzco yo,
que ese perro 
que ladra 
no es mi perro,
que ese niño 
que grita 
no es mi hijo,
que esa mujer 
que se ríe 
no es la mía,
que esa puerta 
que se abre 
no es la de mi portal,
que esa persiana 
que se baja 
no es la de mi habitación;
y sé también
que pronto oscurecerá 
y que yo, una vez más, un día más, no tendré 
ni fuerzas 
ni ánimos
para levantarme 
            y encender
la luz.



*


lágrimas
mi mujer no me pone las maletas en la puerta, 
me ayuda a meterlas en el maletero del coche. 
a los 8 años de habernos casado, 
mi mujer y yo decidimos separarnos legal 
mente. 
 yo me voy 
a vivir 
a la aldea, 
a una panera del siglo XVII.
los primeros días, por las noches sobre todo, 
la soledad descuelga el teléfono 
y marca el número de mi ex. 
al oír su voz no puedo contener las lágrimas. 
al oír mis lágrimas tampoco ella puede contener las suyas. 
así que nos pasamos la mayor parte del tiempo 
llorando.
luego, poco a poco, muy lentamente, voy acostumbrándome 
a convivir 
conmigo mismo.
mi ex y yo seguimos hablando por teléfono regular 
mente.
nos hacemos amigos.
ninguno de los dos 
vuelve 
a llorar.



pájaros

      los mirlos silban sobre las tiernas hojas.
         KENNETH REXROTH

en la acera 
de enfrente:
un árbol 

una farola 
del alumbrado,
abrazados,
como 
una pareja 
de novios.
pero 
solo 
el 
árbol 
tiene 
pájaros.



*


sin objetivo
una fotografía 
en blanco y negro.
una mujer 
de principios 
de siglo 
desnuda 
en un estudio 
de parís.
no debo olvidarla nunca.
con el tiempo, 
yo también puedo 
llegar a ser eso:
una fotografía 
en blanco y negro.
y tendré suerte, 
muchísima suerte,
si alguien,
algún día,
en alguna parte,

me 
mira.



OBSCENIDAD

el anciano poetiso
ochenta y muchos
fue el primero
en salir a rapsodiar:

es de los de franco

se le escapó
a una mujer a mi lado:

de los de franco:

entonces me acordé 
de alex me acordé
de miguel me acordé
de mártires en las cunetas

y  sentí vergüenza ajena
y  propia y
   por primera vez en mi vida
llegué a pensar en la poesía

   como en un insulto



ESQUELAS

mi abuela 
tiene la manía 
de sentarse a leer 
las esquelas del periódico 
todos los días 
después de fregar 
los cacharros de la comida. 
las repasa una y otra vez, 
como si estuviera estudiando 
para un examen, 
y hay veces 
que no puede evitar 
que se le escape 
un suspiro de alivio 
al comprobar 
que ni su nombre 
ni sus apellidos 
están escritos 
en ninguna de ellas, 
aunque luego 
siempre te diga:

llegar a esta edad 
no se lo deseo 
ni a mi peor enemigo.


ALARGANDO LA PALABRA MORIRSE

llegar a esta edad no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

apuñalarle de frente o por la espalda.

dispararle, envenenarle, estrangularle 
con una cuerda, con un cable o con tus propias 
manos.

diferentes maneras de matar a un hombre,

pero si lo que deseas es que ese hombre sufra, 
pero que sufra de verdad, que sufra como tú,

entonces déjalo, déjalo 
que se muera, que se muera 
de viejo.



DOWN

«quien escriba su historia heredará la tierra del verbo, suyo será el significado total».
MAHMUD DARWIX

este poema está dedicado a elena castillo

elena tiene una hija con el síndrome 
de down: 
mongólica, vaya.

es el ser que más quiero en este mundo, 
pero te juro que a veces llega a agotarme. 
hasta hace un año o dos 
era insoportable, hiperactiva... 
tirándolo todo, 
rompiéndolo todo, 
poniéndose en peligro ella... 
llamando a gritos la mitad del tiempo... 
y pegándome, 
tirándome del pelo, 
pellizcándome, 
escupiéndome la comida encima, 
entorpeciendo todo lo que le hacía: 
vestirla, 
lavarla, 
cambiarla, 
darle de comer... 
ensuciándose adrede 
y haciendo cochinadas que ni te cuento... 
mi madre decía: 
esto no puede ser, esta niña está endemoniada... 
mis amigos no comprendían por qué no la tiraba por la ventana... 
la gente decía que la culpa era mía por consentirle demasiado... 
la psicóloga del colegio pensaba 
que la culpa la tenía yo por no prestarle la suficiente atención, 
y hasta hizo correr la voz de que la maltrataba.

¿y su padre? porque tendría un padre, ¿no?

él pasaba de todo, 
seguía con su vida de siempre: 
saliendo mucho, 
gastando mucho, 
a su aire, 
fingiendo no darse cuenta de las necesidades de eva 
ni de mi agotamiento, 
que yo entonces no daba más que 
para dormirme encima de las sillas 
cuando tenía un momento libre... 
y él tan contento y feliz 
pensando que ese era mi estado natural... 
daba igual que tuviese fiebre 
o la pierna rota 
o amenazas de aborto...

¿y se cumplieron?

¿el qué?

las amenazas de aborto.

sí, tuve seis... 
pero ya te digo: 
perdí incluso el derecho a ponerme enferma. 
podía darme de baja en el trabajo, pero en lo otro 
no... 
creo que las broncas entre su padre y yo la afectaron negativa 
mente. 
es hipersensible... 
y mi tristeza de entonces, mi falta de ánimo... 
yo lo hacía todo, trataba de atenderla bien, 
pero me faltaba alegría. 
creo que lo mejor que hice fue cogerla y marcharme de casa.

¿y ahora qué? ¿cómo lo llevas?

hombre, esto ya no es lo que era, afortunadamente. 
ya tiene ocho años 
y es más autónoma 
y a medida que se va dando cuenta de las cosas 
y que comprende las situaciones 
y que encuentra recursos para entretenerse sola, 
se empieza a comportar mejor. 
cada día que pasa se puede razonar más con ella, 
negociar. 
se expresa mejor, 
y se va volviendo más dulce, más mimosa... 
la gente ya empieza a decirme que es un cielo. 
ahora creo que lo he hecho bastante bien 
como madre. 
pero sigue exigiendo mucha atención. 
y, además, no quiero desaprovechar sus posibilidades. 
ya lee bastante bien, 
y habla bien, 
a ver si pronto aprender a escribir. 
es muy bonita, ¿sabes? 
nunca pensé que fuera a ser así. 
pero está muy sola y me reclama.

normal, ¿no?



PAÑUELOS DE PAPEL

felices los normales, esos seres extraños, 
los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho,
un hijo delincuente,
una casa en ninguna parte,
una enfermedad desconocida
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR


el chichi 
les echaba migas de pan y granos de arroz a las palomas. 
sus gatos esperaban en el alféizar de la ventana. 
cuando las palomas se acercaban a picotear, 
los gatos saltaban a por ellas 
y se las comían enteras, plumas incluidas.

cuando los gatos estaban tan gordos 
que ya no podían saltar desde el alféizar de la ventana, 
el chichi, 
con la misma hacha 
con la que su madre quiso matar al maestro de la escuela tras su llegada de cuba, honesto batalón rodríguez, que era natural de cudillero, fijó su residencia en gijón, donando al ayuntamiento fondos para la fundación que lleva su nombre y que proporcionaba educación a niños necesitados., 
les cortaba el pescuezo.

¡hey, hombre!, me dice cuando me ve por la calle. ¡hey, hombre!, 
y me ofrece un paquete de kleenex por el módico precio de mi voluntad, 
y entonces recuerdo algo 
que todos, o casi todos, parecemos haber olvidado:

que los pañuelos de papel también sirven

para secarse 
las lágrimas.






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1 comentario:

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