Mónica Montero Fernández
San Bernardo, Chile 1966. Poeta, cuentista Chilena y directora de la Revista literaria La otra costilla. Participó en la revista de poesía Safo, pionera en la difusión de poesía escrita por mujeres en diversas etapas de desarrollo de su proceso creativo, así consolidadas, así principiantes. Esta misma política de difusión igualitaria la mantiene en la dirección de su revista La Otra Costilla, homónima a su editorial emergente. Ha sido incluida en antologías "que no conoce nadie" según su propio decir. A partir del año 2009, desués de un largo silencio voluntario, ha decidido reinventarse a partir de su persistente oficio de escritora. Desde entonces ha publicado "Varona" (2009), "Poemario" (2009, II lugar del Premio Municipal de Literatura de San Bernardo) y "A corta distancia" (Cuentos, Segismundo Ed., 2014). El 2014 obtiene el primer lugar del Premio Municipal de San Bernardo con el poemario “Cantos para el olvido”, inédito. También el 2014 fue gestora del Encuentro de Escritores Incluyamos Chile que durante 3 días reunió a alrededor de 30 poetas y escritores de distintos puntos de Chile en lecturas públicas en San Bernardo y Santiago. Ha anunciado una reedición corregida de "Varona".
Antología GENETRIX
I.
La tierra me asfixia,
lentamente.
Oscureciendo mis ojos.
Siento
como sienten los muertos.
II.
Conmueve aquel silencio
tras la penumbra.
Soledad: se acumula
y cubre la atmósfera.
El aliento dormido
en los ojos yermos.
La muerte no tiene
escrúpulos.
Se burla
de la soledad
de la carne.
III.
¿Sabrá mi sombra?
Soy mujer,
hecha de llagas,
torrente sanguíneo
confuso.
Mañana y tarde,
corriendo y corriendo
con un niño en las enaguas.
Tibias las entrañas, teta y leche.
¿Me culpará la sombra
de haber mordido manzana?
¿Sospechará la sombra
que entre piernas
cantan ruiseñores,
que un beso
fecunda la tierra?
IV.
Corre por la avenida,
llega al cuerpo moreno.
Ven
quiero oler tus olores,
fiebre que seca la boca.
La muerte se acuesta conmigo.
Sólo nos queda esta noche.
Imaginario
Tres en la cama
se entrecruzan las manos
sin verse los rostros.
Se muerden, se lamen, se frotan.
Hay tres en la cama y ninguno sobra.
Me queda grande la fe,
las mantas sueltas,
la peste roja.
Hay tres gusanos a la sombra.
Un vómito triste me despierta,
es de vestirse de negro
vender los lirios,
salir gritando a las esquinas.
Yo recuerdo a un hombre
que se fue con otra.
*
Cómo el limonero y su aroma
Llévote adherido a la boca
por los siglos,
por el miedo y la muerte.
Llévote en los bolsillos y el ombligo.
Encadenado a los miedos
Asido a la mudez que me cuelga
LLévote
al fondo de mi secreto
y nada más se llena de mi sol.
Llévote en las rodillas,
En los rincones
Llévote
Llévote y te dejo
en el minuto que me faltes.
Llévome a otro conmigo.
Nosotros
A veces se es tan viejo.
Puede un suspiro perforar los huesos
y te atora la vida con todo su espacio
la historia y los cuentos.
Nada hay aquí.
Todos muertos y nosotros viviendo.
El hombre acostumbra
a conquistar caridad
y navega al compás del luto
y los deudos.
Loa creyentes del sol
poseídos por el dolor
de ver sin ojos.
Hemos de abandonar la barca,
correr hacia el viento,
calcinar los huesos
antes de que estalle la sombra
y se adueñe de nuestras lenguas
la claridad
De este oscuro cementerio.
"Varona", primer libro editado de la poeta Mónica Montero
No canten canciones
ni ordenen la mesa,
no digan "hola, amor"
ni "adiós, cariño".
Que la saliva amarga que engedró
puede derrumbar.
La tierra oscila en tinieblas,
no se aleja mi duelo,
se nutre en la pestilencia,
muero en los ramos
deshojando soles,
maldiciendo el mar,
llena la boca de gusanos.
En esta hora de llanto,
no se atreva la flor a emanar
ni asome la luna.
Que esta oscuridad que duele
es mi dueña
y, antes de ella,
yo estaba sola.
(Varona, Primeros Pasos Ediciones, Rancagua, 2009, 71 págs.)
Extracto del Prólogo
“Varona” nos conduce desde sus primeros versos a la mítica Lilith, una suerte de alter ego que la voz poética debe cargar como condena, presagio o destino a medida de que avanza su confesión vital de desencanto como mujer insurrecta, temeraria, capaz de enfrentar todas las fuerzas que pudieran impedirle la salida de los dominios que le impone el hombre, lo social, lo cultural y hasta lo más humano: el amor.
Somos muchos los que escuchamos con admiración los poemas de Mónica Montero en noches de poesía en casa del adorable padre y maestro Samir Nazal y quizás otros anónimos lectores que en más de una noche de conversación, de humo y vino, de autores universales, de crítica e intercambio pudieron asomarse a los versos de una joven autora que prometía cada año la impresión de una obra en barbecho: Varona. Todos los que formamos parte de una generación que tendía a disgregarse en medio de la sociedad global oímos alguna vez el anuncio del libro. Ahora contamos con el deseo cumplido.
Sangre, maternidad, hijos al amparo materno, sombras, amarguras, secreciones, muerte, etapas diversas del día que transcurre, milagros que se esperan, rezos e increpaciones a un Dios que oculta en lo cotidiano las razones del dolor, alternan con el artista que debe equilibrarse en su destino con el idioma y con su propia naturaleza humana: la de vivir de todas formas, pese a la necesidad profunda que imprime lo cotidiano a cada poeta que debe pervivir y autoabastecerse. Son inolvidables el poema “La noche se acuesta conmigo/ sólo nos queda esta noche” o el antipoético “Padre nuestro que estás en la botella” o los versos que enriquecen el cuerpo de este libro.
(Prólogo a Varona, Cristián Basso Benelli)
¿A quién se le habrá ocurrido
lo de la entrepierna?
Los niños asilados al seno,
el cuento
de un río rojo que te nace y te muere.
¿Quién me hizo milagro?
¿A quién le adeudo la infancia de muñecas,
los tejidos?
¿A quién la falda húmeda,
la boca y el escote?
¿Quién me hizo varona?
Más celosa que la luna.
varona
varón seria muy poco
para esta sensación de Dios
que llevo dentro.
yo quería
yo quería ser la puta
que dormía con el capitán
viajes todo el año
vestidos de muñeca.
carcajear femenina
empinar el codo hasta el fondo.
Baile y joyas
noche.
y un baboso millonario
contando sus mentiras
No se cumplen todos los sueños en esta vida
No soy la única
Otras iban a ser reinas
y sepa Dios
En que reino reinaran.
Primavera
Debiste ver a la abuela, boquiabierta
los ojos metidos al fondo,la cara seca.
Sometidos al viento sus cabellos
con las venas salientes y heroicas
al filo de la noche,acostada en el nicho.
luego la lluvia que quería despertarla.
¡Debiste ver! A los pájaros imperturbables. Piando.
Así,en días de fiesta.
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