jueves, 5 de mayo de 2011
3805.- EDUARDO CHIVITE
EDUARDO CHIVITE
(Córdoba, 1976). Profesor de Literatura Dramática de la ESAD de Sevilla. Doctor en Literatura Española y Licenciado en Filología Hispánica por la UCO, y en Escenografía por la ESAD de Córdoba. Responsable de la antología poética La sátira contra la mala poesía 1554-1610 (Córdoba, Berenice, 2008), y de Terreno fértil. Un ámbito poético: Córdoba, 1994-2009 (Sevilla, Cangrejo Pistolero Ediciones, 2010). Ha colaborado como crítico en las revistas como Istmo (2003), Voz y Letra (2003), Alfinge (2004), y Paseo cultural (2007); realiza reseñas de crítica literaria habitualmente para el blog Las Noches Del Cangrejo. Autor y productor de Sharaija murió con trece años (Córdoba, La Bella Varsovia, 2008), representada en la ESAD de Córdoba el 21 y 22 de abril en la XXXV Feria del Libro, y el 20 de diciembre de 2008 en el Festival de Teatro Escolar en Español organizado por la embajada española en Sofía (Bulgaria). Incluido en la antología Edad Presente (Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2003); en Las Noches del Cangrejo. Antología de Poetas en Platea (Sevilla, Cangrejo Pistolero Ediciones, 2008); y en Terreno fértil (Sevilla, Cangrejo Pistolero Ediciones, 2010). Promotor cultural junto a Juan Antonio Bernier de Las Noches poéticas del Can Can (temporada 1998-1999), desde la editorial independiente Un Papel en el Agua; junto a Miguel Gómez Losada del ámbito interdisciplinar Agujas de pino; y promotor teatral del proyecto Entre actos con Antonio Lucena (La Caja del Agua), para Eutopía 08.
Las hermosas
En las mujeres marinas se confunden las curvas con las olas. Son redondas, rítmicas, hipnóticas. Nunca terminan de llegar hasta la orilla. Se vuelven sin notarse hacia la mar. Hay mujeres árbol, garza, mujeres valle, montañosas o nevadas. Pero no hay nada más hermoso que las mujeres etéreas, celestes, astrales, o que vuelan. Algunas mujeres etéreas no son sino en el fondo mujeres junco, cometa, o azafatas.
Mónica era una mujer marina y tempestuosa, tormenta, maremoto, que quedaba en calma, centelleante y grisácea. He soñado una mujer espuma contra los arrecifes, espumosa entre los coralinos, coloreada por bancos de medusas.
Conozco una mujer etérea, tanto, que es casi volátil. Se escapa entre los dedos y te deja hincado en la tierra, mirándola en su vuelo.
Lo malo es, que para diferenciar a las mujeres hay que desnudarlas totalmente y ponerlas en contraste sobre un blanco puro, y eso cansa.
(En Edad presente, Sevilla,
Fundación José Manuel Lara, 2003)
Anents
He ido amor contigo hasta el río, desnudado lenta mi piel. Besé dulcemente tus dedos, y murmuré cantos de agua en tus brazos. Me mirabas como si pareciera el sol, que despunta y enrojece de flores nuestros cuerpos. Mientras se perfuman de yerbas tus párpados, me saboreas como una manzana que dejase su fragancia en tu rostro. Peinas mi cabello, y como un cervatillo enturbias la fuente, mis ojos de gacela, mi boca de tarde. Al fuego se confunden el opio y las magnolias, tus manos con mis trenzas, el tabaco y el azúcar...
(En Edad presente, Sevilla,
Fundación José Manuel Lara, 2003)
De rara ensoñación
He salido a ver qué luz, comprobar que todavía está fuera el otoño, si los viejos árboles no olvidaron su brisa; y a reconocer el viento, su claridad suave.
No fuera a ser que se hayan sabido violeta las colinas, y entonces pareciese todo lluvia recogida en tu falda; se hiciesen sin esfuerzo como nevosos los mares, a la vez que en mis ojos… y con eso ya basta.
(Estos poemas pertenecen al libro
Compromiso con la felicidad pública).
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