Alfredo Trejos
San José, Costa Rica, 8 de septiembre de 1977. Residente de Cartago. Estudios inconclusos en Antropología y Filosofía. Miembro de 1995 a 1998 del Café Literario Francisco Zúñiga Díaz del Instituto Nacional de Seguros y de 1997 a 2002 del Grupo Enésima Silla de Cartago. Autor de los libros Carta sin cuerpo (Ediciones Perro Azul, Costa Rica, 2001) y Arrullo para la noche tóxica (Ediciones Perro Azul, Costa Rica, 2005 y Gaceta Literaria, Colección Limón Partido, Ciudad de México, 2006). Ganador de mención de honor en el Premio per la Pace, convocatoria de 1996, auspiciado por el Centro Studi, Cultura e Societá de Turín, Italia. Invitado a los Festivales Internacionales de San Miguel de El Salvador, año 2000, Managua, 2002 y Granada, Nicaragua, 2005. Próximamente Ediciones Arboleda publicará su poemario Cine en los sótanos.
Poemas
GOODBYE BAYOU
…Apilados en la estrecha isla
edificios de mil ventanas surgirán resplandecientes
pirámide por pirámide, blancas nubes de tormenta.
-John Dos Passos
Manhattan Transfer
Son las buenas ciudades
que nadie nos ve cruzar.
Tan necias que no se detienen
así les caiga la lluvia más oscura
todo el granito
todo el azufre
el huracán con sus trapos
sus hélices dobladas
sus colas de pescado.
Las buenas ciudades
llenas de músicos.
Las que nos manchan la sombra
y tienen paz
aunque les cubran el lomo con ropa sucia
las arrastren por una tabla aceitada
y las llamen fondos
pantanos
guaridas.
Esas ciudades no escuchan sermones
ni rinden cuentas a otras ciudades
ni acusan a sus náufragos
y nunca están a salvo.
Ciudades que viajan en las cajuelas
que van en los techos de los autobuses
que se envían a sí mismas por correo
a la dirección de un viejo moribundo
al cuarto de buzones de un buque fantasma.
Ciudades que no he visto
en las que no se puede hacer un ataúd
porque los clavos se vuelven de arcilla
en las que hay quienes se quedan
a detener el mar con la punta del zapato
quienes se llaman
por sus antiguos rangos del ejército
y mueren sobre papeles de desalojo
sobre la novia de los escusados
y su corbata lista
y su bandera rebelde
y su tiquete para el steamboat.
Son las buenas ciudades.
Se dice que sus ruinas
no están completas sin nosotros.
MONÓLOGO DESDE LA ESQUINA DEL RETADOR
Abro las cortinas
y trato de decirme:
“hoy será un buen día”.
Qué días estos
en los que me digo
lo que sea
para no regresar al cuento del que salí
justo como salí: perseguido por ratones
y lava.
Encontrarás más dinero
entre los dientes de un castor
que entre mis cosas
porque los negocios sucios
nunca resultan tan sucios como quisiera
y el salario sigue de espaldas a Dios
por aquello de que no crece
y menos se multiplica.
Se supone que he fracasado en todo
que me he quedado sin planes.
Pasaré
y la chaqueta que llevo al hombro
se atorará en los mecanismos.
Una mujer firmará bajo mis ojos
sin leer la letra chica.
Las pequeñeces que se ven de frente
y sin ganas.
Hay un mal augurio en todo esto.
Y llueve.
Debería pensar en retirarme.
Sé bien que allá afuera
bajo la promesa de un largo asalto
contra la lluvia
aún hay algunas puertas convencidas
de que soy yo quien toca.
ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCÚ
A Jack Nicholson
En el manicomio
nos dejaron muy claro
lo que vale el dolor de ciertos locos.
El del piromaniaco que se frota
contra las paredes.
El del melancólico
que se despide desde un barco inmóvil.
El del histérico
que peina las alfombras
y ahora hielo
en una cuenta de agua fría.
Dolores que se nos hacen conocidos,
familiares.
Aquel de quien finge demencia
y ve en la tumba
sólo otro cuarto acolchado.
Sobre todo aquel dolor
de los que creen fugarse
por entre el hollín de sus cabezas
y lamiendo en la sal de los muros
los senos de mujeres que no existen.
VERSIÓN LIBRE DE LOS CONSEJOS DE UN PADRE
ALGO SINIESTRO A SU HIJO SOBRE LAS MUJERES
…Las mujeres son partidarias
del toreo con sangre.
Camilo José Cela
Hijo mío,
alguien dijo:
“muchas mujeres
son como refrigeradores:
miden 1,70
y hacen hielo”
a lo que hay que agregar
que su puerta no conduce
a ninguna parte.
Te advierto que si como yo
que no le simpatizo a Dios
que tengo un largo historial
de malos negocios con Dios
te convertís un día en sacacorchos
o en un Balzac de negros vicios
la hipoteca eterna
te la cobrará una mujer
(quién mejor que una mujer
para llevar las finanzas del infortunio).
Debo insistir
en algo bien jodido:
los hombres de nuestra familia
somos más bien comunes:
Es decir, nacemos sin órbita
y sin buenas excusas
nos da por alegar demencia
en las estrecheces
por escapar à la francesa
al primer disgusto
y todo esto, hijo,
a las mujeres les rima mal
les agría el shampoo.
No las provoqués más allá
de tus malas actitudes
o Atila, el azote de Dios,
hubiera sido inofensivo
como un viejo boticario
comparado con una mujer
lanzada a la vendetta.
Cuidate de las palabrotas
ya que las desaniman
pero no les hablés como
si leyeras un misal
porque las desespera
y eso es mucho más peligroso.
Si una noche seguís a una
calculá tu tiro como un artillero:
“con este viento, tantos grados de deriva,
con esta suerte, tanta fe a la derecha
o a la izquierda”.
La cuestión de los escapes, insisto,
es de importancia.
A la mano tené siempre
unos ocho pasaportes
y ojalá un contacto
en la embajada rusa
que te saque del apuro
a un módico descaro.
Si debés hacer la escena
el sainete del ataque
practicá la palidez y los temblores
la hemorragia
la cianosis
los espasmos
la pupila dilatada
la espuma por la boca
y el humo en el oído
(sólo a los mejores
les brota de la frente
una mancha en forma
de símbolo pagano).
Hijo mío,
yo ya no sé ni lo que digo.
Muchas mujeres no están
lo que con el tiempo
más que un problema de estadística
es un problema del corazón.
Así que no perdás tu toque
ni llevés registros
ni equivoqués tu luto
ni te ausentés grandes esperas
y ya verás
todo saldrá bien.
O algo así.
(De: Cine en los sótanos, Inédito.)
Membresía
La mujer al otro lado del teléfono
y que me dice
don Alfredo la razón de mi llamada
es comunicarle nuestro interés
en que usted se convierta en usuario
de la tarjeta platinum
que le garantizaría trato preferencial
en 700 hoteles alrededor del mundo
y descuentos en nuestro bar Los Azulejos
piscina don Alfredo noches gratis
traiga a sus amigos
se trata de algo exclusivo
sólo para hombres de negocios
renacuajos a los que les ha ido bien
no sabe que soy pobre
mal jugador de cartas
y que bebo más que el pavo de nochebuena
no sabe que tengo amigos peligrosos
tripulaciones de tanques
fumadores de amplio currículum
billaristas de línea gruesa
apóstoles de concha dura
no sabe que prefiero
el ron Carta de Oro al bádminton
la terracota al casimir
el hielo artificial a las perlas cultivadas
El Cuarteto de Alejandría al Times
la mujer que desayuna
a la modelo
no sabe con qué frecuencia enviudo
y abro nueces de castilla
y aterrizo papalotes
y retiro el anzuelo de la boca de las nubes.
La mujer del otro lado del teléfono espera
le prometí hacer el balance.
No sabe con qué frecuencia
pido prestado duermo
canto me aseo
tomo vacaciones
o voy a la pata de una mesa a llorar.
ALGO SINIESTRO A SU HIJO SOBRE LAS MUJERES
…Las mujeres son partidarias
del toreo con sangre.
Camilo José Cela
Hijo mío,
alguien dijo:
“muchas mujeres
son como refrigeradores:
miden 1,70
y hacen hielo”
a lo que hay que agregar
que su puerta no conduce
a ninguna parte.
Te advierto que si como yo
que no le simpatizo a Dios
que tengo un largo historial
de malos negocios con Dios
te convertís un día en sacacorchos
o en un Balzac de negros vicios
la hipoteca eterna
te la cobrará una mujer
(quién mejor que una mujer
para llevar las finanzas del infortunio).
Debo insistir
en algo bien jodido:
los hombres de nuestra familia
somos más bien comunes:
Es decir, nacemos sin órbita
y sin buenas excusas
nos da por alegar demencia
en las estrecheces
por escapar à la francesa
al primer disgusto
y todo esto, hijo,
a las mujeres les rima mal
les agría el shampoo.
No las provoqués más allá
de tus malas actitudes
o Atila, el azote de Dios,
hubiera sido inofensivo
como un viejo boticario
comparado con una mujer
lanzada a la vendetta.
Cuidate de las palabrotas
ya que las desaniman
pero no les hablés como
si leyeras un misal
porque las desespera
y eso es mucho más peligroso.
Si una noche seguís a una
calculá tu tiro como un artillero:
“con este viento, tantos grados de deriva,
con esta suerte, tanta fe a la derecha
o a la izquierda”.
La cuestión de los escapes, insisto,
es de importancia.
A la mano tené siempre
unos ocho pasaportes
y ojalá un contacto
en la embajada rusa
que te saque del apuro
a un módico descaro.
Si debés hacer la escena
el sainete del ataque
practicá la palidez y los temblores
la hemorragia
la cianosis
los espasmos
la pupila dilatada
la espuma por la boca
y el humo en el oído
(sólo a los mejores
les brota de la frente
una mancha en forma
de símbolo pagano).
Hijo mío,
yo ya no sé ni lo que digo.
Muchas mujeres no están
lo que con el tiempo
más que un problema de estadística
es un problema del corazón.
Así que no perdás tu toque
ni llevés registros
ni equivoqués tu luto
ni te ausentés grandes esperas
y ya verás
todo saldrá bien.
O algo así.
(De: Cine en los sótanos, Inédito.)
Membresía
La mujer al otro lado del teléfono
y que me dice
don Alfredo la razón de mi llamada
es comunicarle nuestro interés
en que usted se convierta en usuario
de la tarjeta platinum
que le garantizaría trato preferencial
en 700 hoteles alrededor del mundo
y descuentos en nuestro bar Los Azulejos
piscina don Alfredo noches gratis
traiga a sus amigos
se trata de algo exclusivo
sólo para hombres de negocios
renacuajos a los que les ha ido bien
no sabe que soy pobre
mal jugador de cartas
y que bebo más que el pavo de nochebuena
no sabe que tengo amigos peligrosos
tripulaciones de tanques
fumadores de amplio currículum
billaristas de línea gruesa
apóstoles de concha dura
no sabe que prefiero
el ron Carta de Oro al bádminton
la terracota al casimir
el hielo artificial a las perlas cultivadas
El Cuarteto de Alejandría al Times
la mujer que desayuna
a la modelo
no sabe con qué frecuencia enviudo
y abro nueces de castilla
y aterrizo papalotes
y retiro el anzuelo de la boca de las nubes.
La mujer del otro lado del teléfono espera
le prometí hacer el balance.
No sabe con qué frecuencia
pido prestado duermo
canto me aseo
tomo vacaciones
o voy a la pata de una mesa a llorar.
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