viernes, 26 de noviembre de 2010

GIANFRANCO LAURETANO [2.115]



Gianfranco Lauretano 


Nació en 1962 en Sessa Aurunca (Cesena, Italia). Actualmente vive y trabaja en Cesena.


Ha publicado los libros de poesía La quarta lettera (Forlì, 1987), Preghiera nel corpo (Forlì 1997), Occorreva che nascessi (Milano 2004), Sonetti a Cesena (Cesena, 2007) y el volumen de prosa lírica Diario finto (Brescia 2001).

Dirige la colección «Poesía contemporanea» y la revista trimestra literaria clanDestino para la casa editorial Raffaelli de Rimini. Es fundador y director literario de la revista de arte y literatura «Graphie» y forma parte del cómite de redacción de la revista de crítica y literatura dialectal «Romañola Il parlar franco».

Colabora con ensayos literarios en revistas y periódicos, en los que además desarrolla actividades de crítica literaria. Ha publicado, entre otros, un comentario a los cantos XXIX, XXXII y XXXIII del Purgatorio de Dante (Rizzoli, Milán 2001)

Ha traducido poetas del portugués y del ruso, entre ellos el poema narrativo El jinete de bronce de Alexander S. Pushkin (Rimini 2003) y la primera antología poética de Osip Mandel’štam, La pietra e altre poesie, de próxima aparición en Il Saggiatore di Milano.

En el año 2008 se publicó su estudio monográfico La traccia di Cesare Pavese, (Bur- Rizzoli, Milano).




Gianfranco Lauretano por Davide Rondoni

Reproducimos traducidas a continuación algunas de las notas de presentación que aparecen en la edición de Occorreva che nascessi, a cargo de Davide Rondoni:

«He aquí un poeta “sin pudor”. Lauretano proviene de esa tierra de la Romagna que está entre Forlì y Santarcangelo, entre la caridad de Meloso y la pasión de Cagnacci, entre el curso de las colinas y la vastedad del mar. Es un poeta que no tiene pudor en tocar temas y formas que parecían vedados o al menos desaconsejables en lo que él mismo definió con el término “poetically correct”. En su lenguaje llano aunque denso, donde las lecciones de los dialectales de la Romagna y los grandes poetas rusos de principios del siglo XX se funden, aparecen su hija Agnese, su mujer-muchacha Sabina, la indignación, la herencia de la fe, el trabajo diario, los paisajes nada extraordinarios. Pero aparecen –y aquí está la verdadera raíz de su valor impúdico-- sin pedir permiso a la literatura, y se confían a la poesía como a un gesto sencillo y vital porque tienen un valor positivo e infinito. Es un gesto de memoria, de custodia. En su poesía, a diferencia de mucha de la literatura que nos rodea, las cosas, la presencia de las personas en cuanto signo de su propio valor inmensurable, empiezan en la memoria. El inicio de una presencia, de una palabra, de una persona, de hecho, es el punto en que en la trama de la historia apremia lo eterno que la genera. Aún cuando se toman en su “fin” o en su “crisis”, las cosas de la vida son siempre inicios memorables. Insertándose por tanto en el pequeño coro de los poetas que se han ensimismado con el misterio de los “inicios”, desde Rilke a Bertocchi, desde algunas obras de Pascoli a Luzi, Lauretano añade, finalmente, su sello y su estilo, y su poderosa humildad.»

Davide Rondoni


Occorreva che nascessi (selección)



Mira, hacía falta que nacieses porque antes
había en el mundo un hueco de palabras
que te pedía tan dolorosamente
que existieras sin aliento ni voz
que no supieses que tú eras
que juegas y ríes a escondidas
tú así, tú hija
eras tú que no estabas
en aquel silencio que no recuerdo
tan absurdo era
que no puedo imaginarlo
como si estuvieras aquí desde siempre, tú que
siempre has estado.

*

Mi niña es una hermosísima
presencia de lo alejado
como una nube en el cielo
que evidencia el verano
mis amigos, pequeño pueblo
de atletas y viñadores
que ríe y que grita sobre el abismo
y la muerte que se acerca
por el camino que vendrá
cuando lúcido o somnoliento
tenga ganas de venir
casi hermosa casi cómica
con la canción que me ronda la cabeza
tan tierna como el aire de casa
después del viaje
que cantará aún cuando todo
ojos amores espinas
sea transfigurado.


*

Permanezco en los años consentidos
la habitación cada vez nueva
y fresca donde nace el desafío
un lecho de risas y confidencias
no importa, no importa que cante
la alondra o el ruiseñor
estoy contigo en la mañana alegre.


*



Son las once y once, yo te amo
casi llorando delante
de tu luz, tan cierta
y llena de nuestros diez años
te amo cuando apareces
por la puerta como hiciste
en mi vida
trayéndome tu gesto y tu seno
para que pudiese alimentarme
del cielo y de la tierra.


*

Las cosas esperan mi enamoramiento
el cielo me ama con el sol y el viento
me ama mi ciudad
el oro de tu cara
pero no sé cómo corresponder
veo su amor por mí
entre las nubes aterradoras y hermosas
la hierba alta del margen inclinada
por un soplo vasto y fuerte
el campanario lejano y visible
y cada cosa que me ama
me amas tú que no estabas
en el coche pero estabas
y cómo con todo ese amor
que tanto se te parece.


*


Tengo cuarenta años
mañana me despertaré
y tendré cincuenta
un río entero habrá fluido

que no me dé la vuelta
ni haga inventarios
si hace falta contará el amor
que he dado

el amor sin cambio
que se coge al vuelo, del aire
y se deja repentinamente
que no se para jamás.


*



Debemos prepararnos para al sueño del invierno
dicen las lluvias esperadas cuatro meses
que rociarán los pueblos finalmente
las surcos de la tierra
nunca antes tan profundos
debemos prepararnos, hacer gestos
que tengan una espera
de nuevo aunque viejo
espera, esperad algo
ten necesidad, ten miedo
ten necesidad de salvación, de lluvia.

*

La nieve está hecha
de minúsculos adjetivos de hielo
un soplo de voz hace nacer el viento
las hojas blancas se abren
formando un vocabulario
el mundo hablando se presenta ante mí.


____________________________________
Sobre el traductor, Ricardo Sánchez

Ricardo Sánchez nació en Madrid en 1975. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid en 1999 y desde ese año ha trabajado como profesor de Lengua y Literatura de enseñanza secundaria.

Ha realizado distintas traducciones y correcciones para la editorial Ediciones Encuentro y la revista cultural Huellas, con quienes sigue colaborando.

Actualmente, cursa el Master en Creación Literaria en la Escuela Contemporánea de Humanidades de Madrid y es autor de algunas narraciones breves inéditas.

http://www.ibioculus.com/


____

Las traducciones son de S. Valderrama.

 http://circulodepoesia.com/2017/04/poesia-italiana-gianfranco-lauretano/



Rusia mía, luz mía

(poemas inéditos)



Ti ho riincontrato – e ciò che è stato
rivive già nel cuore stanco;
nte il tempo d’oro –
e sento il cuore intiepidito…

Fëdor Ivanovič Tjutčev


Devo spegnere, luce di Russia
in quest’ultima notte il tuo nulla vasto
senza trattenere un fiotto che sale
come uno dei tuoi fiumi
alle tempie. Devo impedirmi
di lasciare le parole che vorrei
scandire per te col tuo respiro
i gesti pieni di grazia delle mani

vagherebbero quelle parole
fino a raggiungerti di nuovo
nella Mosca della tua danza
dove smette ogni repressione
e tracima la tenerezza di una musica
improvvisa a scardinare la distanza.

Mia luce, mia Russia mi aspetta
una mortificazione della voce.
Devo tacere, trattenermi qui
tra gli splendori alti del monastero
pulsante di un silenzio diretto
che s’impone e non ammette dubbi
l’oro delle icone baciato mille volte
da monaci non di questo mondo
esattamente come me, strappato
troppo presto al tuo oriente.

Mia Russia, mia luce. Un giudizio
mi obbliga alla lacerazione
e una ferita sanguina irrefrenabile
da un cuore di nuovo innamorabile.





Te he reencontrado –y lo que existió
revive de pronto en el corazón cansado;
me viene a la mente el tiempo amado–
y siento el corazón caldearse…

Fëdor Ivanovič Tjutčev

Debo apagar, luz de Rusia
en esta última noche tu vacuidad
de gran alcance
sin contener el caudal que asciende
como uno de tus ríos
hacia las sienes. Debo impedirme
pronunciar las palabras que quisiera
escandir para ti con tu respiro
los gestos llenos de gracia de las manos
contemplaría aquellas palabras
hasta tenerte de nuevo
en el Moscú de tu danza
donde abandona cada represión
y sobrepasa la ternura musical
creada para acabar con la distancia.

Luz mía, Rusia mía me espera
un calvario vocal.
Debo callar, quedarme aquí
entre los resplandores altos del convento
llave de un silencio inmediato
que se impone y no admite dudas
el oro de los íconos besados innumerables veces
por los monjes que no son de este mundo
como yo, arrancado demasiado pronto de tu oriente.

Rusia mía, luz mía. Una sentencia
me obliga a lacerarme
y una herida sangra inconteniblemente
de este corazón nuevamente desencantado[3].





Come succede a tardo autunno
che certi giorni, certe ore,
d’un tratto sanno di primavera
e un guizzo in noi ci dà la scossa –

Fëdor Ivanovič Tjutčev


È passato, in queste nuvole
le stesse di Mosca, a Bologna
la stessa, grigia di giorno
sfavillante la sera appena
ci obbliga a guardarla.
È passato, nelle strade uguali
nelle macchine uguali, uguali.
L’amore che ci aveva sorpreso
sulle rive piovose dell’ansa
di un grande fiume, nel traffico
nella steppa nelle piazze
ancora sovietiche di città polverose
l’amore che se ne era sbattuto
delle unioni e della vasta
estraneità, l’amore non c’è più.
A lui scrivo mail inutili
perdo tempo a scrutare lo schermo
del cielo, immagino a vuoto
cos’abbiamo in comune.
La giovinezza era tornata
per cinque minuti, spazzando
calcoli e difese, splendida
come le città notturne d’Italia
e di Russia. Ma adesso
è andata in un altro tempo
indaffarata in altri impegni
e non ci riguarda, guarda più.




Como ocurre en las tardes otoñales
que ciertos días, ciertas horas,
tienen algo de primaverales
y un destello en nuestro interior nos electrocuta –

Fëdor Ivanovič Tjutčev


Ha sucedido, en estas nubes
propias de Moscú, en Bolonia
misma, gris durante el día
brillante tan pronto anochece
que nos obliga a mirarla.
Ha sucedido, en las calles idénticas
en los autos idénticos, del mismo modo.
El amor que nos había sorprendido
en las orillas lluviosas de la curva
de un gran río, en el tráfico
en la estepa en las plazas
todavía soviéticas de ciudades polvorosas
el amor que se deshizo
de la unión y de la vasta
extrañeza, el amor que ya no existe.
A ese amor le escribo e-mails inútiles
pierdo tiempo escrutando la pantalla
del cielo, imagino en vano
qué tenemos en común.
La juventud había regresado
por cinco minutos, barriendo
defensas y recelos, espléndida
como la ciudades nocturnas de Italia
y Rusia. Pero ahora
se ha ido a otro tiempo
ocupada con distintos compromisos
y no se preocupa por nosotros ni nos mira de nuevo.





L’ispirazione tutto intride
quegli anni di spirito pieno,
beato come un tempo antico
osservo il viso caro…

Fëdor Ivanovič Tjutčev


La Tverskàja continua in Via Rizzoli
e le macchine che passano
nell’intermittenza dei semafori
forse sono le stesse.
Ma io Mosca ti sto dimenticando
anche se l’anima
-più libera e intanata-
lotta con tutta la sua forza
e conserva quello sguardo spalancato
che beveva ogni lampione
e ogni parola. Mosca, dove sei
in quale strada sta passando adesso
il fresco scorrere di nuvole e di luci
le parole cirilliche, la confidenza?

Ricordo il disappunto per il cattivo russo
le battute inopportune alla tua austerità
la lontananza dal modo di ballare
dal divertimento, dallo shopping
così determinato a somigliarci
ma nessun errore internazionale
cancella ciò che ho visto, un segreto
inconfessato, forse, o il nulla.

È sempre del mistero che ci innamoriamo
perché l’amore è l’attimo
che dura così poco
in cui il mistero si dissolve
e improvvisamente una terra ai confini del mondo
ci riguarda.




La inspiración impregna totalmente
aquellos años de espíritu pleno,
beato como un tiempo antiguo
contemplo el rostro amado

Fëdor Ivanovič Tjutčev

La Tverskaia[4] continúa en Via Rizzoli[5]
y los automóviles que circulan
en la intermitencia de los semáforos
tal vez son los mismos.
Pero yo Moscú te estoy olvidando
aunque el espíritu
-más libre y protegido-
lucha con todas sus fuerzas
y conserva aquella mirada
abierta de par en par
que bebía cada frambuesa
y cada palabra. Moscú, ¿dónde estás
en qué calle está sucediendo ahora
el fresco deslizamiento de nubes y de luces
las palabras cirílicas, la confidencia?

Recuerdo la decepción por el mal de Rusia
las bromas inoportunas para su austeridad
la distancia en la ejecución del baile
de la diversión, en la forma de hacer las compras
tan decidida a asemejárseles
pero ningún error internacional
borra lo que vi, un secreto inconfesado, tal vez, ni nada.

Es siempre del misterio de quien nos enamoramos
porque el amor es el instante
que dura tan poco
en donde el misterio se disipa
e improvisadamente un lugar en los confines del mundo
nos pertenece.






Dopo un distacco di cent’anni,
ti vedo come in sogno, e tu
mi fai sentir più forte i suoni
che in me non hanno mai taciuto…

Fëdor Ivanovič Tjutčev


Ancora una poesia d’amore
l’ennesima e per te che l’ascolti
e non solo, per te che prendi nota.
Per l’estrema potenza del verbo
per la potenzialità del dizionario
saccheggiato mille volte, io cercherò
un ulteriore senso alla parola amore.

Sta in te quel senso, nell’esperienza
del vederti, nell’estrema dolcezza
delle tue dita, lo sguardo assorto
e poi sorpreso dal messaggio
del mio volto, dalle parole
che ti attraggono e non permettono
di spegnere il contatto

sta in te la nuova interpretazione
di ciò che è antico, così antico
da giungere dal DNA delle stelle
da quello stesso amore divino
che dispose la creazione perché
io ci fossi, e proprio qui, davanti a te
nella sorpresa della tua comparsa.

Ancora una poesia d’amore perché
non sono stanco della tua assenza.
Dove sei, non lo so, ma qui sorgi
dal vocabolario consumato
che hai reso giovane di nuovo
giovane come le rondini il primo anno
come la terra sconfinata e stupefacente
che si apre alla tristezza e all’aurora

-vecchie città si svegliano presto
e scoprono un popolo di ricostruttori
che edifica strade e campanili
e tu, amore antico e nuovo,
cammini felice nel tuo popolo
le parole raccontano storie inaudite
e il viso non rovina alcun mistero
ma albeggia ancora chissà dove
alla tua terra in me.





Después de una separación de cientos de años,
te veo como en mis sueños, y tú
me haces escuchar más fuerte la música
que en mi interior nunca fue silenciada.

Fëdor Ivanovič Tjutčev


De nuevo un poema de amor,
una vez más, para ti que lo escuchas
y no sólo eso, sino que también tomas nota.
Por la extrema potencia del verbo
por la potencialidad del diccionario
saqueado miles de veces, yo buscaré
un sentido más allá de sí mismo a la palabra “amor”.

Está en ti aquel sentido, en la experiencia
de verte, en la extrema dulzura
de tus dedos, la mirada absorta
y después sorprendida por el mensaje
de mi rostro, de las palabras
que te atraen y no permiten
apagar el contacto

está en ti la nueva interpretación
de aquello que es antiguo, tan antiguo
que proviene del ADN de las estrellas
como este mismo amor divino
que ordenó la creación porque
yo estaba[6] ahí, y aquí también, delante de ti
en la sorpresa de tu advenimiento.

De nuevo un poema de amor porque
no estoy cansado de tu ausencia.
Dónde estás, no lo sé, pero levántate aquí
desde el vocabulario consumado
que has hecho joven de nuevo
joven como las golondrinas el primer año
como la tierra inmensa y asombrosa
que se abre a la tristeza y a la aurora

-viejas ciudades se despiertan pronto
y descubren un pueblo de reconstructores
que edifica calles y campanarios
y tú, amor antiguo y nuevo,
caminas feliz en tu poblado
las palabras cuentan historias inauditas
y el rostro no destruye ningún misterio
pero amanece todavía quién sabe en dónde
tu tierra dentro de mí.




No, non è solo un mio ricordo,
no, qui è il discorso della vita
quel nostro incanto mai sopito
quell’affezione nel mio cuore.

Fëdor Ivanovič Tjutčev


Chissà perché le tue dita. Certo
per la danza nell’aria mentre parli
per gli anelli non sfacciati
le falangi sottili. Forse nel loro
affusolarsi ci sei tutta tu
quando mi avvicino per scoprire
da dove pulsa la grazia, il permanere
contro ogni previsione qui.
Smetti di chiamarmi dall’anima.
Siamo ancora vivi, ancora personaggi
di due storie separate. Scintilla
che hai appiccato il fuoco, adesso spegniti.
L’incendio è vasto ormai, basta
-ma tu persisti e agiti il vento
e vuoi la combustione senza più controllo.





No, no solamente es un recuerdo mío,
no, aquí está el discurso de la vida
nuestro encanto nunca desvanecido
el padecimiento en mi corazón.

Fëdor Ivanovič Tjutčev


Tal vez por tus dedos. Naturalmente
para la danza aérea mientras hablas
para las anillas no insolentes
las falanges sutiles. Tal vez en su
aerodinámica estés tú toda
cuando me acerco para averiguar
desde dónde late la gracia, la persistencia
en este sitio a pesar de todo.
Deja de llamarme desde el alma.
Todavía estamos vivos, todavía personajes
de dos historias separadas. Chispa
que has provocado el fuego, extínguete ahora.
El incendio es ya de grandes proporciones, es suficiente
-pero tú insistes y agitas al viento
y anhelas la combustión descontrolada.


[1] En español, El jinete de bronce, la traducción fue hecha por Eduardo Alonso Luengo en la editorial Hiperión.

[2] Región histórica de Italia central que actualmente forma parte de la región de la Emilia-Romaña. Está formada por las provincias de Rávena, Forlì-Cesena, Rímini y partes de la provincia de Bolonia (cercanías de Imola).

[3] “innamorabile” es una palabra del argot juvenil, cuyo significado más cercano al español es “persona difícil de enamorar”. Sin embargo, debido al contexto lingüístico en el que se encuentra, decidí que desencantado encajaba mejor.

[4] Referencia a Betsi Tverskaia, personaje de la novela Anna Karenina, prima del conde Alexiéi Kirílovich Vronski. En el personaje de la princesa se encarna la doble moral.

[5] Avenida de Bolonia, Italia, llamada muchísimo tiempo atrás Via Aemilia, fue nombrada en honor al padre de la ortopedia, Francesco Rizzoli, y es una de las calles más importantes de la ciudad ya que dirige hacia el centro y en ella se encuentran atractivos turísticos como monumentos y museos.

[6] En italiano, el congiuntivo se usa para expresar esperanza, miedo, inseguridad, irrealidad o inexistencia. Este tiempo no existe en español, pero es casi compatible con el subjuntivo, aunque algunos verbos exigen el indicativo al ser traducidos, como es el caso de este verbo (la equivalencia fue del congiuntivo imperfetto a un pretérito imperfecto del indicativo, también llamado copretérito).








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