Nivaria Tejera
Nivaria Tejera es una poetisa y novelista cubana nacida en 1929. Fue galardonada con el Premio Seix Barral Biblioteca Breve en 1971 por su novela Sonámbulo del sol. Tejera vive actualmente en París.
Nivaria Tejera, hija de madre cubana y de padre español de las Islas Canarias, concretamente de la isla de Tenerife, nació en Cuba en 1929. Antes de cumplir dos años, se mudó con sus padres a Tenerife, en las Islas Canarias, donde su padre fue hecho prisionero tras el estallido de la Guerra Civil Española. No fue liberado hasta 1944. Tras su liberación, la familia regresó a Cuba, donde Tejera comenzó pronto a escribir y publicar poesía.
En 1954 se fue a París y ha continuado viviendo en esa ciudad, a excepción de breves períodos-por primera vez en 1959, cuando regresó a Cuba para trabajar para el gobierno cubano como mediador cultural agregado en Roma. En 1965, rompió sus lazos políticos con Cuba y regresó a París.
Obras
Luces y piedras (poemas, 1949)
Luz de lágrima (poemas, 1951)
La gruta (poemas, 1952)
El barranco (1959)
Innumerables voces (1964)
Sonámbulo del Sol (1971)
La barrera fluídica o París escarabajo (1976)
Rueda del exiliado (1983)
Y Martelar (1983)
Fuir La Spirale (1987)
Espero La Noche para soñarte, Revolución (2002)
LA HABANA UN DÍA
Un día
mi palma crecerá hasta la Manchuria
un buen día
pueblo mío
tú crecerás sobre el mar...
de pronto un día
los obreros felices pensarán en su ciudad
inventarán rampas infinitas
parques transparentes
para que los niños corran
por el espacio libres
extraños a los ruidos de la ciudad
a la impaciencia de la ciudad...
Un día
mi ciudad
te cansarás
de esa rigidez ajena
de los dominadores...
(Mi ciudad de La Habana
engarrotada
no se parece al mar
no se parece al cielo
ni a la palma
ni al Cauto
no se parece a mi isla
despejada
serena
ni al ser isleño
vegetal
sonriente...)
Un día
mi ciudad...
el mar te cubrirá
crecerá sobre ti
el mar...
Y tus obreros
te construirán en el mundo.
Champ de Mars
Luces en la ciudad gris esta ciudad lechuza
todo gira
Las primeras hojas otoñales caen penetran en
mis ojos cerrados
Su sombra de miel cerca de la arboleda musgosa
Desnudez del movimiento este trazo visible del
éxtasis
Mientras camino por el Champ de Mars detengo
el ritmo de todo
¿En qué puedo pensar sino en mi vida y en mi
muerte
Viendo las ramas engendrar su renacer?
Las dos imágenes inseparables figuras sugieren
La imposible inmortalidad que la nieve
Fija un instante ahí
Un cuerpo atraviesa Champ de Mars reniega
la gravitación cae
Reaparece al fondo de la avenida colgado entre
dos balcones
Ya no pienso en la vida ni en la muerte erro
hacia abajo
Los ruidos de las hojas como los pasos de un
amor que empieza
Mira busco indago alrededor de ese sol que no
nace
Un páramo Champ de Mars
Las hojas de otoño se siembran al fondo de mis
manos
Secreta alianza para volver ilegible sus heridas
Desde su vientre para volver el polvo levanta una música
agazapada
Es el instante en que la torre Eiffel se acuesta
en mis brazos
Una hemorragia su esqueleto de sal
Desde su coche un niño explica que Marx ya
pasó
El barrendero sigue aplastando hojas
Ignora el malvado que soy
Una rama de aquel eucaliptus
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