Amin Khan
Argelia
Nació en Argel el 18 de octubre de 1956, durante la Guerra de Independencia de Argelia.Estudió en la Universidad de Argel, en la Universidad de Oxford, y en el Instituto de Estudios Políticos de París.
Siendo un destacado poeta de expresión francesa, sus poemas y textos han sido incluidos en antologías de poesía en Argelia, Francia, Luxemburgo, Canadá y Estados Unidos.
Entre sus obras se encuentran: Vendedor ambulante, 1980; Las manos de Fatma, 1982; Visión del retorno de Khadija al opio, 1989; Archipiélago cobalto, 2010 y Visión del retorno, 2012. Por su libro de poemas Blues árabes, obtuvo el Premio Nikos Gatsos Méditerranée, y el Premio François Coppée, de la Academia Francesa.
Sobre la poesía del autor, expresó Rene Depestre: “La fulguración surrealista de Amin Khan integra una expresión elíptica y desnuda con diversas herencias transnacionales y transculturales. Su energía migratoria participa de los blues de los negros y de la sensación de dolor como en Baudelaire o en William Carlos Williams. Él pone la tradición musulmana en un fructífero contrapunto con los valores estéticos de las culturas francesa y anglo-sajona. En un momento en el que la interdependencia de los imaginarios del planeta no cesa de crecer, el hogar filológico del poeta no es la nación árabe, ni los antiguos imperios coloniales, sino un sentido del mundo que impulsa su deambular de «eterno perseguidor del polvo y la sal”.
Dónde nos llevará
este caballo
a los solsticios
donde la sangre ruge
o hasta unos frascos
de olores descompuestos
caballo exhausto
atravesando el aire limpio
y las flores abiertas
de nuestra luz
cuchillo de las tareas
del destino
He seguido a tu sombra
hasta en la sombra
donde mi cuerpo no dejó
ninguna huella
he amado a la otra
entre el eclipse
de su dicha afanosa
he endurecido mi trazo
para dejar
huérfano un poema
Tú que tejes mis tristezas
con las cuerdas del laúd
desencantado
espacia la materia de tu voz
y libera invisibles pasajes
de seda desanudada
tú que contienes
el insensible incendio
de los perfumes olvidados
que nunca desatas
la dulce tierra del exilio
de tus pensamientos
tú que ninguna mano
humana puede retener
tú estás precisamente allí
donde mi camino extravié
https://unpaisunpoeta.wordpress.com/2014/07/23/amin-khan-argelia/
De Blues árabes
Yo escribo sobre una página de humo
huellas de salmos
sobre la piel del tiempo
insensatos tatuajes
yo soy mi corazón
sin esperanza de retorno
entre la ruta llana
y el horizonte calcinado
hay poco espacio
para el sentido y la dicha
yo escribo el canto
de la horda dispersada
El polvo se levanta con mis pasos
el óxido de los alambres de púas
es el organillo del viento bárbaro
aquí se acostumbra entre la tristeza
lo que allá se acostumbra entre la dicha
es de aquí de donde yo parto
*
Escucho venir
los pasos de mi memoria
germinaciones de tempestad
y luego embestida de bisontes
y estoy solo
dormido en el corazón
de una vaga geometría
aquella de una pradera
y después aquella de una prisión
y yo nada puedo
yo escucho de lejos arder
los pedazos de madera de mi razón
Piedad por el animal
fulminado de puro calor
por el árabe errante
llorando entre tus cabellos
piedad por el caminante
sin origen ni adiós
el eterno discípulo
del polvo y de la sal
piedad por el hombre desnudo
abandonado centinela
*
En tu ojo árabe
yo busco una verdad
yo trazo una ausencia
sobre tu piel tatuada
en tu sangre
yo me esfuerzo por alcanzar
el final
del infierno maquillado
From Arabian Blues
I write on a page of smoke
Traces of psalms
On the skin of time
Senseless tattoos
I follow my heart
With no hope of return
Between the flat road
And consumed horizon
There is little room
For sense and joy
I write the chant
Of the dispersed horde
http://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/98-99/98-99.pdf
Amin Khan nació en Argelia en 1956 y durante su niñez fue testigo del proceso de Independencia y las guerras en su país. / Cortesía - Festival de Poesía
Por Manuela Saldarriaga
Durante la Guerra de Independencia de Argelia, en 1956, nació el poeta Amin Khan. Aunque creció en la capital del país africano y fue allí donde publicó su primer libro (Colporteur, 1980), es reconocido como autor de expresión francesa.
Él, siendo uno de los invitados al 24º Festival Internacional de Poesía de Medellín, suscita en esta entrevista la necesidad de reivindicar el propósito de quien escribe y para qué o por quiénes lo hace, según sea su lugar de origen.
Arabian Blues, una de sus más recientes obras (2012), obtuvo el premio Méditerranée Nikos Gatsos y el François Coppée de la Academia Francesa. Ha sido incluido en diferentes antologías de poesía y también ha ocupado su tiempo en cargos diplomáticos y de relaciones internacionales en Naciones Unidas (Nueva York), el Banco Mundial (Washington D.C.) y la Unesco en París.
Su poesía guarda “piedad por el hombre desnudo / abandonado centinela” y al mismo tiempo —para algunos a destiempo—, piedad por sus recuerdos.
¿Podría ser entendida la poesía como un discurso pacífico?
La poesía es la expresión más grande como fundamento de humanidad en los hombres. La escriben porque los une y los pone frente a las verdades más esenciales de la vida: la justicia y la libertad. En la historia hay una contradicción entre estos valores por los intereses de quienes tienen el poder, ya que los emplean para tener dominio sobre los otros. Así, hacen que se privilegien los actos de violencia porque los necesitan para reafirmar sus puntos de vista y opiniones. Hay un segundo grupo y es el de quienes se resisten a estos actos, pero tienen menos posibilidades de expresarse en los medios de comunicación, porque ya están ocupados por el primer grupo. Esto implica una lucha política por las ideas y, en ese sentido, el poeta es la voz de quienes no la tienen, es la voz de los oprimidos.
¿Cuánto se escucha esta voz en Argelia?
Primero me gustaría decir que en Colombia es una manifestación grandiosa la de la poesía, ya que expresa posiciones históricas y morales. No conozco muy bien la historia de este país, pero, a pesar de su violencia, lo esencial se ha conservado. Las élites intelectuales colombianas están en una muy buena condición para avanzar en la causa y la posición relativa de sus poetas es favorable. En Argelia hay una situación que podría ser comparable. La Independencia es mucho más reciente (1962) y las condiciones de esa guerra fueron muy duras porque durante 130 años habíamos estado colonizados. Luego vino la fase de guerras civiles, aunque no sé si sea un buen nombre para darle porque el paroxismo que lleva es tanto que cualquier idea política se rompe o fractura.
Durante ese siglo de colonización todo cuanto se producía a nivel cultural, político o literario se vio perjudicado por la ocupación. Ahora, la posición de la poesía, que ha sido tradicionalmente marginal en Argelia, sobre todo por estas circunstancias, se vio empeorada en los años 90, cuando empezaron a asesinar a poetas e intelectuales, como Tahar Djaout o Youcef Sebti.
Luego de una guerra, o cuando hay grandes grupos terroristas que son derrotados, aumenta la criminalidad. Creo que también le ha sucedido a Colombia. Sin embargo, en Argelia lo que se produce en arte parece más bien ruinas, no algo vivo, pero la capacidad de resistencia de la gente y su intención por mejorar sus condiciones vitales hacen que la palabra tome fuerza, y más la palabra libre de la poesía, incluyendo la música y la pintura.
¿Qué posición tiene el Gobierno de su país frente al arte?
El Gobierno no ayuda a dar ningún paso pacífico por la democracia y hacia la libertad. La crisis aumenta, las condiciones se agravan y el riesgo de que se siga haciendo todo por medio de la violencia es latente, sobre todo cuando hay una alta corrupción y un desinterés grande de la gente. El Gobierno sólo quiere calmar la ira momentánea. Los poetas y los artistas están en un momento en el que surgen o son tenidos en cuenta, pero de una manera individual; no representan un movimiento histórico ni político, como sí sucedió en otro momento. El poeta en Argelia hace una reconstrucción que tiene pretensiones de futuro. En mi país nunca tiene el impacto que puede tener acá, como lo vi en el Teatro Carlos Vieco, en la inauguración del Festival Internacional de Poesía de Medellín, con más de 3.000 personas. Yo entiendo que los poetas e intelectuales tienen que ser personas libres, que piensen en los otros, pero sin la necesidad de llevarlos y arrastrarlos por un camino.
Cuando uno compara su situación con la de otro se da cuenta muchas veces de que no está solo, que no es el único y, contrario a lo que se piensa, Colombia tiene mucho para seguir guardando esperanza porque a su gente le interesa el arte.
Finalmente, una parte persuade, la otra quiere sugerir. ¿No le parece?
Estoy de acuerdo. Por supuesto el poeta tiene que proponer y lo hace con sus propios principios, con su visión del mundo y con su sentido estético al percibirlo. Lo que para mí es importante en la poesía es que se convierte en un ejemplo de libertad y se asume como responsabilidad, tanto así que en ocasiones se paga con la vida. El sentido de la poesía es la afirmación de los valores de quien la escribe, es una afirmación de lo que piensa.
Sentí un tono de añoranza en la suya. En caso de ser cierto, ¿qué es lo que tanto añora?
Sí, lo que usted dice no es falso, no es una mentira. Es muy perceptiva por haberlo notado. La historia de mi país es bastante particular, muy única, sin la intención de ser chovinista. Aunque estamos en una región compartida en cuanto a religión e historia, podría ser un solo pueblo. Argelia se ha distinguido desde el siglo XIX por la naturaleza de su revolución, por la lucha de hombres y mujeres peleando por un ideal. Mi poesía no es nostálgica, sí añora, pero no es nostálgica, porque diría que está en ella el intento por restituir lo que borraron la represión, la historia oficial, la dominación y todos los movimientos que quisieron negar la realidad de un país. Los argelinos pudimos haber sido los nuevos indígenas de América, así como Palestina en este momento con la desigualdad de poder que sufre. Mi intención es reanudar la historia de valor que se suprimió para que la gente que vive hoy sea libre y tenga dignidad. El trabajo de memoria histórica en mi país intenta proponer un nuevo mundo mejor, pero no uno con ilusiones, porque tengo clara la diferencia entre una ilusión y un sueño, por el que hay que trabajar. Seguramente usted leyó unos poemas precisos para dar con lo que quiero decir, pero tengo muchos más que son diferentes, aunque no abandonan un viaje de retorno por la recordación y la imaginación, fundadas hacia lo que vendrá. ¡Ah!, y es un honor que me entrevisten del periódico en el que escribió Gabriel García Márquez, uno de los escritores colombianos que más he admirado.
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