Bernardino Abarzúa Troncoso
El Capellán Bernardino Abarzúa Troncoso nació el 28 de junio en 1876 en la ciudad de Linares, Chile y falleció en 1955.
Es reconocido como catedrático, periodista, escritor, orador y capellán.
Sus padres fueron Bernardino J. Abarzúa y Rudecinda Troncoso.
Estudios
Hizo sus estudios iniciales en una escuela de Linares y posteriormente en un Liceo donde se graduó de bachiller en Humanidades. Posteriormente se mudó a Santiago ingresando al Seminario Conciliar de Concepción ordenándose de sacerdote. Estudió en la Universidad de Chile obteniendo el título de Licenciado en Leyes el 12 de junio de 1911. Diez días más tarde obtuvo de la Corte Suprema de la Nación el título de abogado.
Su vida sacerdotal en las Fuerzas Armadas
Profesó un gran cariño por el personal castrense lo que le indujo a prestar sus servicios sacerdotales primero en la Marina como capellán naval en el acorazado Almirante Latorre hasta fines de 1920.
Más tarde en 1932, durante el gobierno socialista provisional de Carlos Dávila Espinoza, se suprimió el presupuesto del Servicio Religioso para las Fuerzas Armadas mediante el Decreto Ley 292 del 26 de julio y otra Ley sobre la Planilla del Ejército, en la cual no se consultaba las plazas de Capellán Castrense, dejando fuera de servicio al entonces Capellán militar que prestaba servicios en la Escuela Militar en calidad de “Capellán Ad Honorem”.
Durante este período gubernamental, el Capellán Abarzúa hizo gala de sus dotes de escritor, registrando un histórico intercambio epistolar con el entonces Ministro de Guerra, en la cual el presbítero le expuso la inconveniencia de la decisión que había llevado a supresión el Servicio Religioso.
Su vida periodística y magisterial
Gran parte de su vida la dedicó a periodismo. Es así que en 1905 trabajó como redactor en el Diario El País, y luego seis años más tarde se traslada a Concepción para hacerse cargo de la dirección del periódico La Unión.
Durante este período se dio tiempo para obtener su Licenciatura en 1911. Y además colabora con el Diario Austral, publicando algunos artículos.
Asimismo continúa a la vez con su labor magisterial por las provincias de Tacna y Arica dando conferencias en institutos de enseñanza superior.
Distinción
El 7 de febrero de 1930, recibe en nombre del Rey de España, don Alfonso XIII, la distinción de Comendador de la Real Orden Isabel La Católica.
Reconocimiento
El Capellán Bernardino Abarzúa Troncoso, fue un sacerdote muy querido y reconocido dentro del ambiente militar y civil. En la actualidad una calle de la Comuna de Providencia en la ciudad de Santiago, lleva su nombre.
MAL DE AUSENCIA
La colina parece arrodillada
en la alfombra ritual de la llanura
un regato infantil lejos murmura
y vuela sin rumor una bandada.
Con mano leve y aterciopelada
el silencio arrastró su vestidura
de quietud; y en los árboles perdura
éxtasis de oración atormentada.
Reina en el campo soledad de muerte,
mientras las nubes, hacia el mar, colora
la súbita rojez del arrebol.
¡Es la pena del mundo que convierte
sus lágrimas en sangre, cuando llora
el mal de ausencia que le deja el sol!
CALLA
Yo sé que sufres. En tus ojos leo
el epitafio que el dolor imlprime
sobre la tumba heroica de un deseo
predestinado a la oblación sublime.
¡Pero no digas nada! ¡Que no brote
de tu labio un suspiro ni una queja!
Deja crujir el repentino azote;
rodar las horas de borrasca deja.
Tal es mi lema de secreto encanto:
nada más bello que un pesar oculto;
nada más grande que sorberse el llanto
con misterioso y apacible culto ..
Esta vida no entiende ni respeta
el lenguaje ideal de los dolores;
este mundo se burla del poeta
cuando él se cansa de arrojarle flores ...
¡Guarda las tristes lágrimas! Acaso
debas brindarlas al dolor ajeno;
que es muy noble vivir en el ocaso
para que otros disfruten un sol pleno.
Al que escéptico invoca a la esperanza
y al que solloza por su dicha muerta,
diles, con fe, que el porvenir avanza,
¡ay!, y de nuevo la ilusión despierta.
Entonces .. , llora; que es ofrenda suma.
Pero esconde tu pena, si te inmolas:
el mar en la sonrisa de su espuma
envuelve la amargura de sus olas.
Si de tus frescos párpados cayera
llanto por lo que temas o recuerdes,
no tardará la brisa pasajera
que enjuga el llanto de las hojas verdes ...
POR EL PAN
Hombres del pueblo, humildes y sencillos,
que merecéis el pan ... , isois mis hermanos!
Bendigo yo vuestras nervudas manos
y su labor, sin lisonjeros brillos.
Sean los corazones como anillos
de cadena de unión, firmes y sanos;
y a romperla no alcancen los tiranos
en que, a veces, encarnan los caudillos.
Mirad a un cielo que el rencor no empaña;
y en las hambrientas horas de abandono
sed siempre forjadores de la hazaña,
mientras viene a vosotros Él que un día
en el alma del pueblo halló su trono
y el pan de su cariño repartía ...
Remanso Vesperal
Santiago de Chile: Impr. San José, 1943
Remanso Vesperal.
Poemas de Bernardino Abarzúa
CRÍTICA APARECIDA EN EL DIARIO ILUSTRADO EL DÍA 1943-11-07. AUTOR: CARLOS RENÉ CORREA
Tiene este libro de poemas del Capellán Abarzúa un “Proemio sobre estética literaria” que ofrece fundamentales aspectos en el campo de la poesía. Palabras maduradas en meditaciones lentas y profundas, acertadas explicaciones del milagro lírico, eruditas doctrinas sobre estética, etc. Vienen en su ayuda críticos notables, pero sobre ellos está el definido pensamiento del autor que se expresa con estas palabras: “Si me fuere lícito opinar, yo dijera que la poesía, especialmente la subjetiva, no tiene por qué ser docente, a pesar de las epístolas morales. No hay para qué invadir los caminos didascálicos”.
El poeta se encuentra dueño de su mundo interior y camina con paso seguro por las sendas anímicas sin que haya nada que le pueda, siquiera, entorpecer el paso.
La poesía de Bernardino Abarzúa, derramada y contenida en formas tradicionales, tiene un acento parnasiano, religioso, a veces místico. Domina la elegancia de la forma sobre la emoción del poeta que se siente subyugado por la fuerza creadora, sin que siempre el camino sea todo lo feliz que hubiésemos deseado.
Sin duda que lo mejor de “Remanso Vesperal” son los sonetos que contiene; todos ellos bien trabajados, pulidos y muchos con un acento de auténtica emoción. El verso de Abarzúa es fuerte, medular y vigoroso; tiene hondura y adornos de buen gusto. Jamás el poeta se traiciona y antes que nada guarda el sello de su personalidad.
Lo encontramos épico y sonoro en “Tríptico de la raza”, tres sonetos que hablan de España, de Arauco y de Chile:
“Hace ya mucho tiempo que los bronces callaron…
Y en la paz armoniosa se estremeció la tierra,
al sentir en la entraña herida por la guerra
la semilla violenta que los héroes dejaron”.
Recoge el poeta sus acentos patriótico-religiosos y da expansión a sus sentimientos que loan la raza, el valor, las tradicionales epopeyas. Al conjuro de entusiasmos varoniles han nacido la mayoría de estos cantos. Pero también el poeta sabe mirar hacia su interior y nos cuenta de un “Mal de ausencia” estremecida voz de su tristeza e interpretación de un momento anímico, dijéramos mejor, espiritual. Escribe con desolación interior:
“La colina parece arrodillada
en la alfombra ritual de la llanura;
un regato infantil lejos murmura
y vuela sin rumor una bandada.
Con mano leve y aterciopelada
el silencio arrastró su vestidura
de quietud; y en los árboles perdura
éxtasis de oración atormentada…
Reina en el campo soledad de muerte,
mientras las nubes, hacia el mar, colora
la súbita rojez del arrebol.
¡Es la pena del mundo que convierte
sus lágrimas en sangre, cuando llora
el mal de ausencia que le deja el sol!”
El soneto ha logrado toda su expresión de paisaje y espíritu: hay sugerencias muy hondas y síntesis de poesía indudable.
En “Florilegio de Aquino” brilla la elegancia parnasiana del poeta que se enfrenta con difíciles temas que lindan con la Teología; no se ha perdido la fuerza poética, antes por el contrario hay una segura e inmaculada voz que nos sorprende en cada verso.
“Remanso Vesperal” nos brinda un placer estético que difícilmente se encuentra mayor en libros de poesía actual; se han cruzado en este libro múltiples caminos, antiguos y modernos, y por todos ellos llega el poeta a la belleza pura, eterna y solitaria en su montaña.
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