VERÓNICA LAURINO
Nací en 1967 en Rosario, Santa Fe, Argentina, lugar en el que vivo actualmente y trabajo de bibliotecaria en la Hemeroteca municipal de la Biblioteca Juan Alvarez. Soy una entusiasta lectora y comencé a escribir en 2002, producto de la crisis general y personal del 2001; escribí una novela “Breves fragmentos” bajo la tutoría de Patricia Suárez, novela que en 2006 recibió el primer premio de novela del Concejo Deliberante de Rosario y se publicó en 2007. En 2003 escribí un libro de poemas “25 malestares y algunos placeres” que fue dos veces finalista del premio Felipe Aldana y que finalmente publicó la editorial Ciudad Gótica en 2006. En 2004 escribí el cuento infantil "La venganza de Timoteo Rubinstein". Fui seleccionada, en 2005, para realizar un taller de poesía con Irene Gruss en la casa de la poesía de la ciudad autónoma de Buenos Aires, al que asistí los días miércoles. En la actualidad asisto al taller de escritura del escritor rosarino Marcelo Scalona y estoy preparando una segunda novela. En 2007 publiqué un libro de poemas: Ruta 11 (editorial Vox). Disfruto de las lecturas en público y he participado en los ciclos: Poesía en los Bares y Arte por la Paz y Poetas del tercer mundo. Espero poder seguir escribiendo con entusiasmo y pasión, leyendo y publicando y dedicándole mis mejores horas a un oficio placenteramente solitario.
Poética
Empecé escribiendo una novela "Breves fragmentos", con placer pero con rigor escribía casi todos los días, por la madrugada, durante un año; la escritura poética en cambio funciona totalmente distinta, está evidentemente relacionada con "dejarse sorprender", ver algo, sentir algo y escribirlo, hay momentos más propicios para "dejarse sorprender", por ejemplo: escribo mucho durante los viajes, nunca me falta cuaderno y birome, también camino mucho y "resuelvo caminando", las lecturas también son búsquedas y estímulos a la hora de escribir, las vacaciones me permiten la distensión aunque muchas veces se me ocurren cosas en el momento de la tensión luego las ordeno cuando tengo tiempo libre, me gusta también escribir en mi lugar de trabajo, soy bibliotecaria y el silencio de las bibliotecas me estimula mucho.
El primer libro de poemas "25 malestares y algunos placeres" lo escribí mientras escribía la novela, era como un recreo, escribía sobre lo que iba surgiendo y en el momento de buscarle un título me di cuenta que tenía un montón de poemas sobre cosas que no me gustaban, sobre malestares. En cambio en "Ruta 11" muchas imágenes son producto del viaje en colectivo de Rosario a Santa Fe o de Rosario a Buenos Aires y si bien no surgieron como un plan, en este segundo libro se nota más una unidad temática y formal.
La corrección es algo que me cuesta. Escribo en cuadernos que siempre llevo conmigo y en el momento de pasar los textos a la computadora hago una primera corrección, entre lo escrito en papel y lo pasado a la máquina existió un tiempo de maceración y generalmente los poemas no quedan igual, luego imprimo y ahí quizás también realice pequeños cambios. Con el primer libro, de todos modos, recurrí a otro poeta que me ayudó a alejarme de mi propia producción y ver qué era lo mejor para los poemas.
La imagen es lo que dispara una pequeña idea, la mirada actuando como una cámara fotográfica, a veces queda solo eso: el gesto de querer atrapar el momento.
La belleza estaba
en la venitas de agua
de la ventanilla del bus.
***
La gruta de la virgen
La granjita
El dispensario
El cartel indicando
“Área protegida”
eso era todo.
***
Vento
Vento, decía el niño pequeño
el vento
sonaba mejor,
sonaba y sonaba.
En esa esquina
yacía su casa,
dije yacía.
Estaba rodeada de 27 paraísos
27 añosos y podridos paraísos.
Cerca del río
en medio del campo
el vento no cesa.
Sólo le falta el mar.
El vento enloquece
al más.
***
La luna,
uña recién cortada,
arrojada al orden espacial y
una bandada de patos en
aerodinámica formación en V.
***
La nubes pasaban tan velozmente
y no era una película.
Te canasta
Fui al te-desfile y
luego a otro
interminables sábados por la tarde
en el salón de actos de la escuela
la educación olvidada
descascarada.
El frío lo recuerdan mis huesos,
a beneficio de un viaje
comí tortas caseras
perdí el bingo
compré caramelitos
ví desfilar a las alumnas
la indecencia de su juventud
conversé
con las vecinas,
las tías,
las docentes
víctimas obligadas
asistiendo a colaborar en
la falsedad de disminuir el costo
de un buzo carísimo
de un viaje a Bariloche sobrevaluado.
Como una autómata
me dirigí al tablón forrado con papel
que actuaba de mostrador
con el número 17
de un talonario multiuso
conseguí el título de ama de casa
un impecable bolso de los mandados
y dentro
un set de artículos de limpieza
que incluía
tres matamosca plásticos de hermosos colores
dos trapos rejillas
una franela naranja
y tres paquetes de pañuelos descartables.
Buquebus
Un chico
con una remera que dice RAMONES
viaja con su familia tipo
en el buquebus.
Le grita principalmente a su padre
“Me debés una batería”
hace pública su discusión
vuelve a gritar
y recrimina
“Te compraste dos computadoras”
El padre parece joven
forzado por su vestimenta
disimulando comprensión
se niega a discutir
allí.
Nosotras
obligadas por la cercanía
no somos simples espectadoras
reímos en complicidad.
El chico se cansa
y se duerme
ocupando cuatro asientos
mi hija
me dice:
“tiene razón”
Hacer de la precariedad la permanencia.
Una niña que lee una historieta junto a mi
durante una lectura poética
un joven padre ante la imposibilidad de la niñera
no puedo disimular un bostezo
la niña advierte mi aburrimiento
“¿Querés?”
ofrece su historieta
la poesía está ahí.
Abre coches
Una cresta perfecta
bien armada
engominada
endurecida a fuerza de horas de trabajo
teñida de rojo
los punk son gente dedicada
una delicadeza de la que carezco.
Lo observo
abre la puertas en la parada de taxis
de la Plaza Pringles.
Es muy gentil
pero la gente se asusta igual
una tierna manera de ganar monedas.
Escocés
Unas cejas espesas
canosas
unidas en el centro
formando una línea paralela al bigote amarillento
mucho tabaco.
Sumabas cosas difíciles.
Dos niñas
de las de antes
calladas
casi mudas
la mayor
junta valor
pregunta:
“¿usted es inglés?”
grita
“No”
en castellano atravesado por el mar
mar de angustias
agrega
“soy escocés”
más cosas difíciles
olor a whisky y cigarro
y la certeza
de tener que compartir la habitación
la falta de espacio
empuja a la promiscuidad
el ronquido
el sudor
el terror de las niñas
cuando la visita asecha.
Estos poemas se encuentran editados en la Antología Poetas del Tercer Mundo, editorial ciudad gótica, 2008.
El llanto de las palomas
La convivencia obligada
de la habitación de un Hospital
los parientes
las visitas
las mujeres que cuidan a los enfermos:
Ramona, Laureana y
los pacientes
que a fuerza de humillaciones
ya no tienen brillo en los ojos y
hacen de la resignación una religión
y del cigarrillo en un baño
el único entretenimiento digno.
Contar los azulejos
sostenida del pie del suero.
Los elementos de tortura:
chatas, papagallos diseminados por ahí
una minúscula ventana
que esconde en un ficus
un nido
unas palomas.
Los horarios determinados
por el sistema de salud
comer sin hambre
dormir, dormir
ver crónica tv
la eterna demora del alta.
La docilidad la administran en sachet
pierden fiereza fuerza
gota a gota
Las manos arrugadas y
manchadas se aferran
a otras manos
a los plieges de las sábanas.
La incomodidad de dormir sentada y
esperar.
La vida suspendida.
Las horas muertas.
Las cortinas
Estaban prolijamente tejidas al crochet
pequeñas florcitas
que luego se cosían
formando
la totalidad del campo
un campo calado.
Primeramente fue una colcha.
Las historias y los mitos familiares
se mezclaron en su compartida autoría
la continua labor
de una sucesiva herencia.
Obediente
las llevé al lavadero
regresaron envueltas en un olor sospechoso
artificial
durante la ceremonia de retirarlas de la bolsa
se esfumaron
como por arte de magia
convertidas en pelusas de algodón
la obra del centrifugado del lavarropas industrial.
Reposo absoluto
Me abandoné
aunque no es del todo voluntario
al descanso recetado
me entrego a la cama
escucho cuando todo arranca
la luz
los motores
los pájaros
el despertador es definitivo
pero
esta vez
no es para mí
mi familia me conoce
desayunan
ofrecen un te y
salen y entran
los gatos me buscan
visito a los médicos
en sus infecciosas salas de espera
estrechan mi sudorosa mano
ninguna certeza
esquivan los diagnósticos
obedezco
compro los medicamentos
tomo las cápsulas
me regalan un libro
el tamaño indica una larga convalecencia
espío la televisión
la programación de la tarde
acelera el deseo de la muerte
observo como todo se ensucia
el caos me paraliza
el dolor también
La mesita de luz se transforma
llena de cajitas
papelitos
vasos con agua
aprovecho el tiempo y
lo pierdo con pasión.
Rati Salil
Llega la temporada de la tristeza
escucho un cd
pelo las papas, se hierve la leche,
hablo por teléfono, miro televisión y
todo termina en lágrimas.
A veces es justificado el dolor
la muerte
la enfermedad
la ruptura
asegurándonos la continuidad de la temporada
En la farmacia
la publicidad de un medicamento
me vende
el fin del dolor
lo compro
e inmediatamente me lo aplico en todo el cuerpo.
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