Eduardo González Lanuza
Eduardo González Lanuza (Santander, 1900-Buenos Aires, 1984) fue un escritor argentino de origen español.
Emigró a los nueve años, con sus padres, a Buenos Aires. Ejerció la profesión de químico industrial, aunque le sobrepasó su inclinación a la poesía. También escribió teatro y crítica literaria. Recibió el Premio Nacional de Poesía de Argentina.
Obra
Poesía
“Prismas”, 1924.
“Treinta y tantos poemas”, 1932.
“La degollación de los inocentes”, 1938.
“Puñado de cantares”, 1940.
“Transitable cristal”, 1943.
“Oda a la Alegría”, 1949.
“Retablo de Navidad y de la Pasión”, 1953.
“Suma y sigue”, 1960.
“Profesión de fe y otros poemas”, 1970.
"La mejor vida"
Narrativa
“Aquelarre”, 1928.
“Horacio Butler”, 1941.
“Variaciones sobre la poesía”, 1943.
“Cuando el ayer era mañana”, 1954.
“Los martinfierristas”, 1961.
“Cuaderno de bitácora”, Libro de viajes (Editorial Sudamericana, 1979).
Teatro
“Mientras dan las seis”, 1931.
“El salón del señor Polichinela”, 1935.
“Ni siquiera el diluvio”, 1939.
Apocalipsis
Cuando
el jazz-band de los ángeles
toque el fox-trot del juicio final
y llegue Dios al galope tendido
de sus tanques de hierro
estallen los soles
hechos dinamita viviente
y por los espacios
rueden oleadas de odios dispersos.
Se enhebrarán las chimeneas y las torres
en el agujero de la luna
y un bosque de gritos
retorcidos como llamas
incendiará el silencio de las noches
y llegará una voz infinita,
la voz del OTRO diciendo a Dios;
-¿Que has hecho de los hombres?
y él temblará de miedo
como un niño que ha roto los juguetes.
Los mejores poemas de la poesía argentina, Juan Carlos Martini Real,
Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974
EL OTRO
¿De quién es este rostro que me mira
del otro lado del ahora?
¿De quién su inalcanzable
proximidad de luz?
¿Quién de los dos de quién es el fantasma?
Tan simultánea precisión en llantos,
en el desdén y en la melancolía
no permite saber ni quién ordena
ni quién es el esclavo que obedece.
Me mira por mis ojos, me utiliza
como vicario de sus levedades
en el áspero mundo de los sólidos,
erpo también me ayuda
para andar pro las aguas del azogue
en el puro milagro inadvertible.
Jamás se me anticipa, persevera
en un mutuo destino, equilibrando
un solo ser entre los dos platillos
equidistantes de la luz.
Acudimos los dos. No averiguamos
cuál es el Primogénito y el Otro,
y entre los dos se apoya una sonrisa.
De Tu clemencia y Tu justicia aguardo
que en el último día de los días,
resucites, Señor, a las imágenes
que el azar dispersara en los espejos.
POEMA DE LAS FÁBRICAS por Eduardo González Lanuza
Los gritos encadenan | trajín apretujado
un instante con todos | mil prisas se penetran
los instantes |
Pistones | El alma
bielas | sueña con engarzar los horizontes
émbolos |
En la carne de fuego | prolijidad
| CALDERAS exacta
trepidan las centurias | El manómetro
es el pulso de la
fábrica
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