jueves, 3 de octubre de 2013

NOK NOGUEIRA [10.645] Poeta de Angola


Nok Nogueira

(1983)
Emilio Miguel Casimiro es el nombre de registro de Nok Nogueira. Nacido en Luanda el 24 de diciembre de 1983, este escritor marcó pauta en sus inicios al conquistar, en el 2004, el premio Antonio Jacinto con el libro Señales de sílabas. 

Nok Nogueira es periodista de profesión y ve en la literatura un escape del mundo real. 

Ha trabajado en la televisión pública de Angola (TPA), y colaborado en el Diario de Angola con la publicación de textos poéticos y análisis críticos sobre música, literatura y artes plásticas. 

Por la Unión de Escritores Angolanos (UEA) publicó los poemarios Tiempo africano (2006), y su tercer libro, Jardines de estaciones, en el que reúne composiciones escritas durante el período en que vivió en África del Sur. 

Los siguientes poemas fueron escogidos del libro Sinais de sílabas (Señales de sílabas), Edición/INALD, 2004.

[Selección, traducción y nota: María de los Ángeles Rezk Pimienta]







Melodía 

El alma busca en mí la melodía del pasado,
     el brillo de las voces reprime fronteras de miedo,
     el gusto del gesto, el pasto, el amor, mente perdida en cuerdas de 
guitarra ardiente que suscita recuerdos a la vieja Chica del barrio obrero.
     La tristeza de la melodía invoca el deseo de vivir, entrelaza el ansia 
de lo vivido,
     el amor brotando por las venas, el sudor intolerante entre los dedos 
     el júbilo insano de las voces atesorando espacios perdidos
 juegos antiguos y amigas, pues el alma busca en mí la melodía del
 pasado 
     el cuerpo esculpe el gesto en el compás de la danza, gotas de 
lágrimas y sudor se estremecen en las banderas y en la emoción de la abuela
                                     —¿Qué es esto, hijo?

                                     —¡Independencia, madre, independencia!





Zungueira1  
cabellos negros y rizos desplegados en la languidez de la brisa 
delicadeza de canción feliz, historia de mis días,
risa linda en los dientes de marfil 
ama cuando llama con la llama de su voz por las curvas de la ciudad 
lleva al niño a la espalda, vence el miedo, vence feliz el asfalto, 
pregona con fina voz, pierde el miedo, conquista la diversión
                                                             perdida en la infancia 
y desciende por la calzada balanceándose con prisa 
ternura de lince en la mirada que sondea la inmensidad del espacio 
camina suave, airosa, sonriente, dominante, irguiendo el edificio de la vida.






Soneto para una flor oculta 
ven osada, ven alegre morena
a pregonar a todos los aires tu sonrisa linda y alada 
ven, no renuncies a la flor oculta del milagro,
quiero tenerte extasiada a mi lado 
déjame sentir el aroma de tu perfume
buscar perdido e impedir la queja de las sombras 
ven negra-mulata solo tú me faltas, solo tú agradas 
a la creación con lucir tus ojos de plata
quiero dejar el brillo de las manos en tu senos 
sellar en ti mi existir sin tristezas y sin recelos
sentir los latidos de tu corazón en  el mío, 
compás clandestino, desatino cóncavo de mi regazo 
y dejar palpable en tu labios el aroma agradable 
lo valioso de mis besos en el río de un sueño navegable







Acacia en flor africana 4º devaneo 
si aún pudiese coger de tu vientre la fragancia encarnada de las acacias 
tendría aún indulgencia para digerir el compendio de las frases 
doradas 
que encantan el paso del tiempo,
si aún pudiese sentir en la arena tendida la brisa en cada instante de
amor 
convocaría al surrealismo de mi alma y me dejaría
secuestrado,
quizás inmóvil en la silueta de tus labios tan bellos que son míos 
y derramaría flores y sudores en tu prado por ti, por mí, por nosotros 
y por vosotros
para que nuestros días forjasen un nuevo edificio en el semen de la 
Patria.


Notas

[1] Del quimbundo: vendedor ambulante.



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