Sixto Pondal Ríos (San Miguel de Tucumán, 8 de abril de 1907 - Buenos Aires, 29 de septiembre de 1968) fue un guionista, poeta, periodista, dramaturgo y productor argentino. Escribió los guiones o argumentos de 63 películas, entre ellas varias entre las más destacadas del cine argentino, como Kilómetro 111, Mercado de abasto, Para vestir santos, La morocha, Detrás de un largo muro, Zafra, Los evadidos. Obtuvo el Cóndor de Plata a la mejor película por Los evadidos. Esta última fue nominada para el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, en tanto que Zafra fue nominada para el Festival de Cannes.
Filmografía
Guionista/argumentista
Mi primera novia (1966)
Los guerrilleros (1965)
Los hipócritas (1965)
Los evadidos (1964)
Una joven de 16 años (1963)
Los viciosos (1962)
Luna Park (1960)
Plaza Huincul (Pozo uno) (1960)
El amor que yo te di (1960)
Zafra (1959)
Mis padres se divorcian (1959)
Bajo el cielo de México (1958)
Una golfa (1958)
La mafia del crimen (1958)
Detrás de un largo muro (1958)
Escuela para suegras (1958)
Después del silencio (1956)
Sangre y acero (1956)
La morocha (1955)
Para vestir santos (1955)
El hombre que debía una muerte (1955)
Mercado de abasto (1955)
Educando a papá (1955)
Sucedió en Buenos Aires (1954)
Mujeres casadas (1954)
A la buena de Dios (1953)
Ellos nos hicieron así (1953)
Dock Sud (1953)
Pasó en mi barrio (1951)
Especialista en señoras (1951)
¿Vendrás a medianoche? (1950)
El otro yo de Marcela (1950)
Miguitas en la cama (1949)
El embajador (1949)
Fascinación (1949)
Por ellos... todo (1948) dir. Carlos Schlieper
Romance on the High Seas (1948)
La vida íntima de Marco Antonio y Cleopatra (1947)
Romance musical (1947)
Su última aventura (1946)
Deshojando margaritas (1946)
No salgas esta noche (1946)
Cristina (1946)
El diamante del Maharajá (1946)
Dos ángeles y un pecador (1945)
El muerto falta a la cita (1944)
Mi novia es un fantasma (1944)
La guerra la gano yo (1943)
El espejo (1943)
La hija del Ministro (1943)
El viaje (1942)
El pijama de Adán (1942)
Adolescencia (1942)
You Were Never Lovelier (1942)
Persona honrada se necesita (1941)
El mejor papá del mundo (1941)
Los martes orquídeas (1941)
Cita en la frontera (1940)
Chingolo (1940)
El solterón (1940)
Héroes sin fama (1940)
El viejo doctor (1939)
Kilómetro 111 (1938)
Libros
Balada para el nieto de Molly, 1928
Amanecer sobre las ruinas, 1931
Los rostros transparentes, 1959
Himno a “South America”.
¡Oh, continente sudamericano!
Continente aromático,
oloroso a café, a cacao y a yerba mate.
En tu triángulo inmenso nada falta:
selvas sofocantes donde los árboles inmóviles
chorrean sombras verdes y serpientes húmedas;
desiertos sobre los que el sol calcina blancas calaveras;
nidos de horneros y viviendas humanas
/hechas con barro y con paja
y modernas ciudades en cuyas terrazas
bailan los millonarios a la luz de la luna.
Oh, continente nuestro,
cálido y perfumado,
donde hay grandes palmeras en los jardines de las casas de gobierno
y ordenanzas negros en los pasillos de las cámaras.
Continente de los Shorthorn campeones
y de los niños con raquitismo,
donde los representantes de las empresas extranjeras
usan mentalmente cascos de corcho,
como en el África.
En tu triángulo inmenso nada falta;
estancias con piletas de natación
y provincias con pantanos llenos de mosquitos del paludismo.
También hay funcionarios que piensan en divisas
y dictadores mestizos que llevan el pecho constelado de medallas de lata.
Oh, continente penumbroso y tibio,
patria adoptiva de la silla hamaca y de la siesta,
donde el frecuente tiroteo de las revoluciones sobresalta a los pájaros
y da lugar a nuevos aumentos de la deuda externa.
Nada más justo que la tristeza de los cantos
que a veces ruedan por tus caminos polvorientos.
Folklore de andrajos, de suciedad y pobreza
que es mostrado con gran satisfacción a los turistas,
acostumbrados a paladear el color local como si fuera un refresco.
No hablemos de tus guerras, porque ellas se hacen
por cuenta de las naciones más civilizadas.
Hablemos de los indios, que venden cacharros en las estaciones
mientras son fotografiados desde lujosos coches pulman.
Hablemos de los peones descalzos
Y de los presidentes hechos a dedo que pronuncian vibrantes
/discursos a favor de la democracia
mientras hay periodistas presos en comisarías con cortinas de paja,
en cuyo patio el comisario toma mate y se hace leer el diario por el sargento.
Pero no importa, el porvenir es tuyo.
Cercan tus horizontes riquezas prodigiosas:
metales tan abundantes que su brillo
deber ser visto por los pájaros, desde arriba;
inmensos plantíos donde el viento se revuelca como un potro
y maestros mestizos en escuelas de adobe
enseñando palabras
que luego repiten los labios gruesos de los negros
y las bocas sin dientes de los indios.
No en vano sale el sol cada mañana.
Tierra pintoresca y querida, a la que amamos a pesar de todo
como a un pariente ridículo.
Siempre habrá papagayos en tus bosques sonoros
y grandes hojas acuáticas flotando en los estanques;
pero algún día, tus aguas
reflejarán, al pasar, una vida más noble
erguida en sus orillas.
Los países se parecen a sus banderas.
Te cubren intensos rojos, verdes y amarillos
de tórridos paisajes tropicales,
repetidos en cálidas enseñas.
Y más al sud, celeste,
celeste y blanca, ya con los australes
témpanos en el centro de tu insignia,
mi dulce patria, pálida.
Desde aquí,
bajo el brillo de las últimas estrellas,
en el umbral de mi provincia,
donde empieza
la selva,
la nodriza mestiza,
la siesta,
el tum tum de tus bombos
y la gente color tierra,
te dedico este canto de esperanza,
mundo nuevo y tan viejo, tumba y cuna,
patria grande, patria de mi patria,
Sud América.
DEL TIEMPO, NO DE MÍ
("De mí, que no del tiempo,
es bien quejarme".
José de Antequera y Castro)
El tiempo malgastado el alma llora
mas de gastarlo hay sólo una manera:
hora por hora en la dulce espera
y en la tensa pasión, hora por hora.
El tiempo es quien el tiempo no valora.
Es río que no mira la ribera.
Su andar entre pesares no acelera
ni a orillas de la dicha se demora.
Bien gastadas las horas de extravío,
las pocas que viví riendo y llorando,
no las muchas del sueño y del hastío.
¡ Ay !, qué joven sería descontando
-por ser tiempo del tiempo, no del mío-
las horas muertas que me van matando.
TARDE SENTIDA
En medio de la tarde
somos dos corazones
latiendo la tristeza del paisaje.
Todos los caminos están regresando.
Le pido que hablemos más despacio,
que no hablemos.
Porque el tiempo se atarda cuando cruza silencios.
Para construir este momento
ella me dio toda su pena
vivir es la tristeza de ir haciendo recuerdos.
Sentimos como crece en nuestros pechos una muerte pequeña.
de Balada para el nieto de Molly,Editorial Gleizer,Buenos Aires,1928.
POEMA SOBRE LA SOLEDAD DELAMOR
V
Te miro
y las miradas apenas son manos que palpan
la juventud y la belleza de tu rostro.
Manos que apenas separan siete colores en la luz
y que no pueden tocar tus pensamientos.
Estoy a obscuras dentro de mi carne.
Desde los ojos baja sobre mi alma una triste claridad.
Te hablo
y muestro las palabras como si alzara objetos
para que me entendieras.
Muestro palabras que no son mis pensamientos,
que están fuera de mí, lejos de mí,
que ni siquiera están en mi cuerpo, como las lágrimas.
Nos amamos a tientas. Queriéndonos
estamos tan distantes
que debemos enviarnos palabras,
pequeñas palabras para poder entendernos.
X
El mundo está vacío
de ti. De ti, desierto.
Detrás de la ventana
hay otro cielo
más pálido y pequeño.
Tú eras la medida
de todo. Del paisaje,
del tiempo y de la dicha.
Delante
de mi ventana, el aire
ya no sostiene pájaros;
los árboles
tienen sombras más largas
y la primera estrella
apenas arde,
ahora que a mi lado,
no estando tú, no hay nadie.
Tu ausencia es una niebla
que entristece la tarde.
("Los rostros transparentes")
No hay comentarios:
Publicar un comentario