Giovanni Bello
(Bolivia, 1988)
Es egresado de Historia y trabaja como librero. Es militante de la literatura y el rock.
Ha publicado los fanzines de poesía Manifiesto Protomendicista (2009), Escritos de Pánico. Corregidos y Aumentados (2011) y Casetes Postales Ep. (2012), así como la compilación de ensayos A los rrroqueritos les está gustando la cumbia y otros escritos roquerísticos (2010).
Las editoriales independientes Yerba Mala Cartonera y Almatroste le publicaron el año pasado, la primera, una selección de ensayos cortos sobre rock y literatura llamada Mixtape, y la segunda, una colección de poemas escritos el 2009 llamada Los castillos verdes.
Durante el 2012-13 fue co-conductor de los programas radiales “Conversando” y “Lectores que desesperan” de la emisora Wayna Tambo de la ciudad del Alto. Ha colaborado muy esporádicamente con la prensa paceña y editó durante cuatro años el periódico mural 5° Piso. También fue co-organizador de la Feria del Libro Independiente y Autogestionado de La Paz el 2013. Actualmente es miembro del colectivo de crítica cultural La Casa, junto a Javier Rodríguez y Adrián Rojas.
La extenuación de los textos
Cuando la filosofía contemporánea recomienda
Tener cuidado con las palabras
Se refiere al cariño con que nos cuidamos
Los que nos amamos
Pero todos los textos se han extenuado
Y a veces perecería que lo mejor
Fuera dejar las cosas sin desentrañar
Aunque qué es el amor
Sino tener el corazón a la intemperie.
Siento la triste impresión de descentramiento
Que me deja la lectura de tus autores favoritos
Y me pregunto ¿Qué significa la palabra “periferia”
En un mundo tan descentrado como el nuestro?
Hoy he visto con curiosidad
Cómo las nalgas de una mujer se agitaban inertes
Sobre el motor de una motocicleta,
Qué fuerza interna hace que los cuerpos choquen y se amalgamen
¿Qué sentido tiene la fuerza centrípeta de eso que antiguamente
Los hombres llamábamos amor
Cuando en el centro ahora solo hay citas
De autores que ya están muertos?
Del lenguaje como implosión
¿Qué puede escuchar un oído
Cuando se apoya en otro oído?
Roberto Juarroz,Dividendos del silencio
Solo después de leer la conferencia de Juarroz
Termino de comprender
A qué te referías cuando decías
Que teníamos que tronar el mundo para alterarlo,
Aunque de todas formas soy de la opinión
De que el lenguaje no por ser atronador
Está fuera de nosotros y de nuestros cuerpos.
A esta hora solo me acuerdo de la tarde de antes de ayer
En que tenía la cabeza hecha un tambor
Porque habíamos llorado hasta el agua cruda
Que acabábamos de tomar,
Y yo pensaba en la inconveniencia
De que esa larga canción arabesca,
Del álbum que escuchábamos, sea el segundo track,
Pensaba en que hay que hacer del rock una religión
Para así justificar tanto desvelo;
Cosas intrascendentes
Para la explosión que hay al revés del Ser.
Pensaba en que te amo
Y si está bien
Que ya no entienda con claridad porqué.
Tú exacerbas mi feminidad
La Romi cantando con el cuerpo,
Con los audífonos puestos sin importarle que la gente la mire,
Las uñas descuidadas de la Fabi
Y su gesto de insolencia,
Tú cuando saltas de emoción como una niña
Al sentirte impresionada por algo en la calle.
Últimamente he llegado a inferir
Que veo en su femenidad
Un estado de delicada indefensión
Amo tu vulnerabilidad, pero me siento culpable por amarla,
Escribo esto porque me da miedo dormir y tener pesadillas,
Escribo esto escuchando el álbum de uno de tus ex amantes,
Y yo también me siento vulnerable
Porque no puedo negar que es un buen álbum.
Luego, cada vez que voy a tu casa
Veo ese cuadro que te hizo otra de tus antiguas parejas
Y aunque creo que no es tan bueno
No puedo evitar imaginarte posando para él
Y hasta me da lástima que no haya podido capturar la belleza de tus ojos.
La otra noche pesábamos en la casa que podríamos construir
En ese disco de los Beach Fossils
Que te he pasado cuando empezábamos a salir
Y que según tú, tiene sonoridades chinas,
En la casa que podríamos construir para los dos
Dentro de una naturaleza muerta de Vermeer,
Brumosa y con vajilla de porcelana.
No sé si te has dado cuenta pero tú exacerbas mi feminidad
No sé si te has dado cuenta
Pero esa noche te he hecho el amor con suma violencia,
Sentía que descoyuntaba tu cuerpo
Porque tu cuerpo y el mío ya eran lo mismo,
Después de eso ha sido el silencio y la noche y me ha hecho frío,
El tremor delicado de tu sexo anticipa que el calor siempre vuelve,
Quizá encuentre en tu sexo el mío
Quizá sea tu cuerpo la casa en que podamos vivir felices juntos
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Las cualidades sonoras de la sangre
Yaya Pukara
Mikhuy yaĉakunqa
Puĉa yaĉakunqa
Pukyu yaĉakunqa
Cuál habrá sido la sorpresa pavorosa del antiguo sacerdote extirpador de idolatrías cuando debajo de un matorral descubrió un pedregal, y al medio, una fuente con sangre, y dentro de la fuente, piedras hermosas ofrendadas a las pukaras Raucoma y Choquerunto. Cuál la sorpresa carmínea de la sangre ofrendada, todavía caliente, que bullía entre las piedras por el fulgor eléctrico de su belleza oscura. “Y debajo del dicho matorral estaua solado de piedras muy bien puestas y en medio un agujero como bramera de horno la qual estaua llena de sangre, mandó abrir dicha bramadera se bio como una bobeda pequeña y en ellas ofrendas de piedra llacsa”. Cuál la sorpresa del pulso incendiado por la euforia, del ritmo de la sangre agitada por el horror y el júbilo, cuál la música de su plegaria. En el metrónomo de la imprecisión cardiaca, en el pulso de lo pesado, en lo hipnótico de la taquicardia, está la verdadera potencia de la música. Y en la agudeza espasmódica de esa música -como la de quien ora largamente a sus divinidades, de quien toca un juch’uy siku en estado de éxtasis, o se pierde en la saturación eléctrica de un riff con distorsión- está el filo para la herida: la sangre caliente como metáfora jubilosa de la creación, o como metáfora pavorosa de la destrucción, o como metáfora jubilosa de la destrucción o pavorosa de la creación:
Padre Pukara
Hayga buena cosecha
Hayga buenos cultivos
Hayga agua en los puquios*.
La sangre llama de lejos y retumban los oídos cuando el horror o el júbilo reclaman. Como el agua y otros líquidos esenciales, la sangre fluye inopinadamente en la médula tanto como en los linderos, en la vida como en la muerte. No oímos el galope de nuestra sangre sino hasta que clarean las luces del escenario después de un concierto –mientras nuestros cuerpos están mojados y oscuros y nuestros oídos textualmente laten- o cuando nos oscurece la idea de la muerte al despertarnos una mañana de domingo y recordamos el momento de nuestro alumbramiento. En los sacrificios rituales de animales –tal este caso- o en los sacrificios humanos –como los autoimpuestos por los samuráis al pie del Fuji, en el bosque de Aokigahara-, la sangre que brota de los cuerpos sacrificados ha sido siempre un motivo musical. El horror, la oscuridad, la vida, el fuego, el-deelay-y-luego-el-silencio, la creación, el éxtasis, el amor, el drone, los metales pesados, el calor, la destrucción, el júbilo, la saturación eléctrica, Paulo enceguecido por el efecto de las drogas alucinógenas que un hipster angelheaded le dio mientras oían Black Sabbath, la distorsión, la muerte, el vértigo, la claridad, el rock, la luz, la claridad: parece ser que allí están encerradas, como en la bramadera del extirpador, todas las cualidades sonoras de la sangre.
Quedan invitados a ver debajo de este matorral.
* Rezo en quechua transcrito por los sacerdotes extirpadores de idolatrías en el siglo XVII y traducidos al castellano por Cesar Itier. Describen las pukaras (ídolos indios) Raucoma y Choquerunto. Duviols, Pierre. Procesos y visitas de idolatrías. Cajatambo, siglo XVII. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú-IFEA, 2003
Nota: Este texto es el segundo poema en prosa escrito expresamente por el autor para la banda stoner paceña Caja Negra. Parte del mismo fue reproducida en el booklet de Sangre, el segundo álbum de dicha banda.
http://descontexto.blogspot.com.es/search/label/Poes%C3%ADa%20hispanoamericana
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