Ricardo López Lorente
(Pinar del Río, Cuba 1985). Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y del Taller "Dulce Maria Loynaz" de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Ha obtenido, entre otros, los siguientes lauros: Segundo Premio Nacional de Poesía en el Festival Universitario (2009); Mención Provincial de Poesía en el Encuentro de Talleres Literarios (2008 y 2009); Primer Premio Universitario de Poesía por la Universidad “Hermanos Sainz Montes de Oca” (2008 y 2009).
POEMAS de RICARDO LÓPEZ LORENTE
1
Detrás de aquella gente que levanta la mirada contra el vacío,
nace el sol parpadeando sobre los adoquines;
ese sabor sugiere a la ciudad una enorme condición
y los desesperados
que jugaron a bendecir su transformación en pez,
también jugaron a callar como animal temeroso.
La ciudad es una mancha cuando cierran las ventanas
y acercan las cabezas declarando:
Esos héroes huyen; vuelan a sus más elementales fragmentos,
tan cobardes y absurdos como insectos.
El solo hecho de sentir los sitios inestables de la isla
deja a la noche esposada y descubierta frente al viento:
Ellos confunden el rastro;
llenos de esas líneas que el ocaso (bajo estado hipnótico) fantasea,
ellos murieron con el final de la tarde.
2
Cuan viejo se ve el horizonte cuando lo parten
y comprimen el cuello esos sabores que deja el hambre;
poco a poco, me rellenan con olor a sangre.
La reina regurgita la costumbre de su encierro
y amansa el tiempo que con cruces lucha para sostener su mirada al ocaso.
(Hay de mí que no me oculto. Hay de mí.)
El polvo disimula su rabia y acentúa muy bien lo enmarcado en el naufragio.
He detenido la metamorfosis, esta cruel guerra se disipa.
La reina abre sus piernas teatrales en este hueco crecido
aunque lo inyecte de cenizas.
(Estoy seguro que ese no es un parque para visitarlo)
El viento ruge inviernos, y nadie advierte sus luces espectrales.
Desde la máscara porcelana del niño, la ciudad se arroja al mar,
agujerea su recuerdo: mirada pegada al asfalto, casi el viento en la fotografía,
casi pienso como la ciega sombra del espejismo.
vacío.
después de sentir como el país destripa
las penas y los cabezazos
contra el mar,
la ciudad ironiza un sepulcral contenedor
envejecido
mohoso.
desprenderle a la educación un no-estadío
es barrer el parlamento,
y empiezo a contar los astros
tú reapareces
construyes la pirámide
obligas a renunciar
¿Cómo decirle a mi hijo que su tiempo no ha llegado?
mis dedos amanecen.
tal vez la ironía son todos ustedes.
una gaita suena para reventarle a los dioses
sus estándares.
su mirada traía culpa
la cabeza gacha
un cantar de flores
y estas allí
al indicio de mi fraude
de un modo u otro
tiempo sobra para que seamos pares.
las calles están sucias
de mi cuerpo.
un mar, unos mares que desoyen a la bestia
que traigo dentro, y muere
duele gritar su muerte y morirse.
mi país es un juguete en el viento.
la ciudad alaba a los cadetes emisarios
y tú eres la vieja enseñaza:
ella es capaz de atender
aquí la solución no es reclamar lo que no dije:
la manzana está en el árbol
de nuestros mástiles
y el muro se pierde en horizonte a la gaviota.
INCISOS O TEMBLORES
luego de los cañonazos que terminaron con la ciudad
pude ver el horizonte
haciendo l’acrobacia
que desplaza desde un círculo morado
tu temblor
aguas
que descansas
y tensas
Marie
en medio
de la
plaza
golpes castaños
ruidos quebradizos
suicidio ambivalente
un rojo críptico sobre la palabra
ensimisma el acto del despegue
plumífero impaciente
Marie en medio de la plaza
tocando violines
escondida dentro de luces cuadradas
que sugieren el opuesto
del camino que se abre
en medio de la plaza
Marie
es un pétalo
de invierno
las rejas y sonido de las rejas
cerrándose a la luz-Marie
hiriendo la hoja
que hace fuerte a la palabra
de todas las sirenas
y la que avanza
en medio de la selva
sugiere que le basta un poema
para envejecer o recordar
llueven
soles
que descubren
una voz
alambrada
en aquella
tormenta
nadie vendrá a desdecir
el ritual de flor
TE RECUERDO
Yo lo vi, era un reptil inmenso
siempre nos queda la gimnasia
los aparatos
salir de allí tomando el tren
sin saber qué exactamente era el tiempo
la música dispersa por las líneas
blanco
o
blanco
o mejor
un puente de madera con una rúbrica distinta
que sugiere el verde
y el renacer de los contrastes
siempre nos quedan los auriculares
las lagartijas
al fin tomar el tren
sin saber qué exactamente era el humo
cóncavo rosa que escupía en alegorías
blancas
o
blancas
o mejor
siempre nos queda esa alienación
el escamar
huir del tren con su humo y su alto detenerse
sin saber qué exactamente era todo aquello
mordido hueco en fuga o caprichos de una ciudad
que jamás nos dejará partir
blanco
o
rojo
o mejor
urgencias sobre el puente de 1943
el silbido de una bomba
la ausencia y la ausencia y la ausencia
nocturna entre los fuegos
nadie opondrá los fuegos
nocturnos
el ritual de flor
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