María Vázquez Valdez
Nació en Zacatecas, México. Es poeta, escritora, editora y fotógrafa. Estudió la licenciatura en periodismo y comunicación, la maestría en diseño y producción editorial y actualmente cursa el doctorado en teoría crítica. Se ha desempeñado en diversos medios como fotógrafa, periodista y editora, y textos, fotografías y poemas suyos se han incluido en libros y antologías de México y otros países. Es cofundadora de Arcilla Roja Editores y ha ejercido, entre otras, las siguientes funciones: directora editorial de la revista Arcilla Roja; jefa de publicaciones de la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL); editora de la revista GPMX de Greenpeace y editora en Grupo Editorial Santillana. Participó en el consejo editorial de Alforja, Revista de Poesía desde su fundación. Ha recibido varios apoyos del FONCA así como del Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos.
Es autora de los libros Caldero (poemario, 1999); Estancias (poemario, 2004); Voces desdobladas / Unfolded voices (libro bilingüe de entrevistas, 2004); Rayuela de Museos (libro sobre museos de arte en el mundo, 2005); Estaciones del Albatros (ensayos, 2008); y coautora de La educación por la boca empieza (libro para niños, 2011). También tradujo dos poemarios de la poeta estadounidense Margaret Randall (publicados en México): Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón (2006) y Testigo de Piedra (2011).
POLO NORTE
Aquí
la belleza
danza
en la opulencia de la soledad
Estepas heladas
donde la grandeza escribió
con grafía inaudita
mensajes blancos
en renglones que son arterias,
sinfonías que conocen bien
el significado de todo y siempre,
latidos inmaculados del planeta
musitando con una voz
efímera y
también
perpetua
Signos que están aquí
mientras se fueron ya
hacia latitudes intocables
contienen el canto y el mensaje,
la luz y la luciérnaga,
el horizonte recostado
como un gigante inalcanzable,
hijo de la tierra y el cielo
engendrado con cada vuelta
inseminada
del Sol,
ciclo donde el tiempo ovula
como una mujer fértil,
fecundada.
Aquí el cielo se sienta a meditar
sobre la tierra más pulcra
la más extrema,
enceguecida por resplandores
de brisas gélidas
y pezones nevados
cubiertos por una luz inmensa
enamorada.
Polo Norte,
febrero de 2013
LA SOGA DE LOS MUERTOS
I
Roja miel
burbujea desde otro umbral,
cósmica hiel
que al cruzar la garganta
se vuelve dedos luminosos
Consciente,
vibra por sitios inauditos
en un volcán que crece
hasta alcanzar el grado de implosión
donde toda forma se disloca
La bebí una noche
en plenilunio
—el cuerpo había suplicado,
el alma postrada invocaba
luz—
ella se erigió
con la potencia de un huracán
hinchando de vida
los puntos yertos,
los ríos inmóviles,
las estrellas marchitas
Barrió con mi memoria,
y como recién nacida
miré todo de nuevo,
con el terror
del que brota al fin
de un abismo en agonía
II
Ella trajo las Tablas de la Ley
bordadas de fuego
y de plantas sagradas,
en ellas refulgía el sino,
la sangre hirviendo
Se apareció
rompiendo las sombras,
unidas entre sí
como un cascarón caduco,
moviéndose entre cantos
marirí, marirí, marirí
fuerza, fuerza en la sesión
La vi elevarse como una fumarola,
velo que envolvió toda la carne
exprimiendo desde la angustia
el amor,
colapsando el cuerpo
en inmensa sístole
infinita
III
Mi primer encuentro con ella
me rompió hasta el olvido,
mientras esa sangre
limpiaba los canales
putrefactos,
despertando los jardines
en cenizas
Traté de cerrar la puerta
a ese ciclón
pero su fuerza destruyó mi casa,
la resistencia aumentó la angustia
hasta que comprendí
que debía soltar,
aceptar lo que viniera
—analogía violenta de la vida—
Y entonces todo encontró
su lugar de nuevo,
las piezas de mí ya limpias
se unieron dulcemente,
y el fuego creció dentro,
incendio aún
pero en ofrenda
y el alma
encendida
respiró profundo
llenándose de Vía Láctea,
heredera del mundo,
descendiente humilde
de gigantes,
para elevar un canto
murmullo perfumado
de todos los principios
IV
Ese plenilunio
su sangre me desbordó,
líquido oscuro
más amargo que los mares
Esa noche la encontré:
Señora de la Floresta,
hermosa y terrible
en su devastador portento
Y ahí se quedó palpitando,
haciendo grande
mi hambre de alma
Gran Serpiente
Sachamama,
sembradora de mundos
en galaxias vacías,
trajo con violencia desmedida
el horizonte transformado
de caos
en flor.
CUARTO ASCENSO:
FUEGO BLANCO
De día viene y tan distinta
Siempre la vi de noche
ataviada con figuras geométricas,
con su cetro de ébano
para romper la oscuridad
Ahora la veo sonando entre tambores,
palpitando como una cobra
que se alza en una iniciación
prehistórica
Llena de colores viste mi carne,
empuja mis caderas a una danza antigua,
levanta mis manos hasta describir dibujos
de eras geológicas
y fuegos hondos de un volcán,
profundo fuego
desde el centro de la tierra,
fuego en explosión
creando mundos simultáneos,
abriendo rutas que son surcos,
estrellas rojas en plenitud,
orgasmos encendidos
de planetas colosales
y fuego,
tanto fuego
arrasando con la memoria
y el olvido,
tejiendo una urdimbre
desconocida
en eso que era el mundo,
pero que ya no es más
Una puerta dejó entrar otro lenguaje,
ojos distintos y colores nuevos,
formas inhumanas
y música que es conjuro
y también salmo
para despertar,
para al fin sacudir
la pobreza de la vida,
los abismos negros,
la ceniza
Todo crujió sin violencia,
una miel ardiente
cubrió las formas
sin amargura,
sin veneno
para crear vida,
para traer consigo
la fisura,
el rompimiento.
LA CIUDAD DE SHIVA
Varanassi se deshace por las noches
y se construye cada mañana
Laberinto en una orilla
nudo de rezos
recreación de una serpiente de agua
invocada durante el sueño
entre nubes de sándalo
Corazón que retumba, ancestral,
ofrenda de siglos
que se renueva con el amanecer
Un ser
loado
yace ahí, sonrisa de agua,
madre antigua
evaporada en niebla,
vientre abierto,
la muerte que reencarna
o se conjura con el moksha
Apacible,
el Ganges se distiende
como un abrazo,
ancho cinturón
adornado con el reflejo de las nubes,
jaspeado de flores amarillas
insufladas de mantras
Ofrendas en el Ganges,
carne que reza, se baña, invoca,
se ofrece hasta la muerte,
cuando los maderos arden
sobre el río
y las cenizas se amontonan
en la abstracción del olvido
Cada ghat es un mundo,
pero Manikarnka es la puerta oscura,
el carbón encendido
en el que centellea
el ojo negro de la muerte
que sin embargo
no convoca el sufrimiento
ni el llanto
La India cruda,
la antigua India
se destila en una ceremonia
que surca conjuros centenarios
y llega a Varanassi cada noche
Guerreros espigados
se desdoblan para honrar a la Madre Ganga
y la Ganga Diosa
recibe cada atardecer
cobras de metal, velas, incienso, flores, mantras
devoción catapultada,
amor profundo
incomprensible amor
que erige un pedestal inmenso
al agua imantada
con eras de rezos y ruegos
La muerte y la vida se eslabonan
en esas aguas
con amor incomprensible
profundo amor
decantado en siglos.
Varanassi, India
2 de enero de 2011
MANDALA INFINITO
Basta un instante,
un soplo bendecido
para llegar al fondo,
al sitio donde la materia se suspende
absorta en sí misma
para diluirse en el todo,
sin identidad ni apegos,
sin temor
Ahí nace todo fuego,
confines del tiempo,
ramillete de orígenes iluminados
Ahí nace el movimiento,
placas tectónicas
que sostienen todo núcleo,
toda periferia
Ahí nace el amor
y nacen también
el dolor y el canto
Y la voluntad del latido,
vuelo iridiscente del aliento,
es un ave que al fin se encuentra
libre para reconocer su origen
Libre para recordar
la potestad del Ser
y la luminiscencia de la carne
Libre para entregarse a la caída
de lo grande en lo pequeño,
a la heredad de los milagros
de los que somos parte
Libre para aceptar
el mandato del deleite
sembrado en cada germen
que se descubre vida
Porque todo permanece ahí,
un paso más allá
de cada cuerpo,
un grano de arena más allá
de lo evidente,
recordando la grandeza
en himno interminable
Todo pulsa ahí,
más allá de la penumbra y la agonía
donde el dolor no es sufrimiento
y el amor no conoce el miedo
Todo pulsa ahí y es belleza,
todo pulsa ahí y es perfecto,
todo pulsa ahí
y es un mandala infinito
en cada cuerpo.
PRIMER POEMA ÚLTIMO
Estamos solos
sólo nos acompañamos
nos acompañamos solos
Sólo estamos
solos nos acompañamos
nos acompañamos sólo
Pero con amor
Palestina
Ella grita desde el suelo
su vestido largo
la cubre por completo
sus alaridos
son conjuros
que alcanzarán a muchas vidas
Es árabe
y él judío
Ella vende fruta desde el suelo
vulnerable
Él es un soldado blindado entre sus armas
Él patea su fruta y la insulta
Ella llora y lo maldice
Unas palomas ausentes de El Corán y La Torah
se desvanecen
Tanta rabia entre los rezos
tanto odio en torbelli
se aglomera
Tantas niñas flores entre púas
¿Será que tanta fe convoca muerte?
¿Será que es un pedazo de tierra para tantas lenguas?
¿Será que los profetas predijeron estas ruinas?
Palestina se volteó a sí misma
no es de tierra ya es de sangre
Sus habitantes caminan en silencio
esquivando bombas
evitando a la deriva de la fe sus propias tumbas.
Marruecos
No lo imaginaba tan grande
e inescrutable
Vasto y complejo cofre
de perlas que destellan en el desierto
Marruecos se me apareció
inesperado
para insertarse entre mis ojos
Tulipán lacustre
y nueva pieza
de fulgor incomprensible
Un país adolorido
pulverizado como su desierto
y espigado en sus mezquitas
Un rey y sus palacios opulentos
y tantos, tantos pobres
sin leer
sin comer
sorbiendo droga
para olvidar la cárcel
y la herida
el ser niños
en infiernos prematuros
con visiones grotescas
en curtidurías de colores
y olores tan siniestros
como un infierno de pieles
de animales desollados
He enriquecido el corazón
en Marruecos
me han crecido el alma
y la tristeza
se me han dilatado los ojos
de horizontes
flechados como dunas por el viento
entibiados como sombras
en atardeceres rojos.
He sentido mis huesos
de tanto andar por Marrakech
por la Fez que casi me succiona
He sentido las cuestas blancas de Tánger
y el cielo, el cielo
tan bello tan guadaña
tan sabio el cielo
tan desconocido
sobre el Mediterráneo
profundo y grácil
como terciopelo
que se quiebra
en mí y entre tormentas.
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