domingo, 31 de agosto de 2014

SUSANA BENET [13.106]


SUSANA BENET 

Susana Benet Fayos (Valencia, 9 de noviembre de 1950) es escritora.

Se licenció en Psicología en 1981 por la Universidad de Valencia. Desempeñó trabajos administrativos en diferentes empresas.

En el año 2003 comenzó a colaborar en la página digital: “El Rincón del Haiku”, que dirige Luis Corrales, iniciándose en el cultivo del haiku. Tres años después publicó en Pre-Textos (Valencia, 2006) su primera colección de haikus: Faro del bosque. Por esas fechas promovió, junto a otros poetas, la Tertulia del Almudín, la cual estaba dedicada exclusivamente al haiku.

Obtuvo el 2º Premio de Haiku en el I Concurso Internacional de Haiku organizado por la Universidad Castilla-La Mancha en 2007.

Posteriormente publicó otros dos libros de haiku: Lluvia menuda, (2007) y Huellas de escarabajo, (2011), ambos en la Editorial Comares – La Veleta (Granada).

Ha sido incluida en varias antologías: Poetas de corazón japonés (Edit. Celya, 2006) y Tertulia de haiku (Edit. El Taller de Poeta, 2007). Brisa del mar y Perro sin dueño (ambas publicadas por la UCLM, 2007-2008)

Participó con otros autores (Enrique Bader, Vicent Berenguer, José Luis Parra y Pedro Antonio Parra) en el libro La Muerte (Edit. Krausse, 2009), donde aparte de haiku, incluye algunos poemas de estilo occidental. En esta misma editorial publicó un “libro de artista”: Jardín, en el que combina acuarela y haiku. Se trata de una tirada de 25 ejemplares numerados y firmados, actualmente agotada.

Es autora, junto al poeta Frutos Soriano, de la antología de haiku: Un viejo estanque (Editorial Comares - La Veleta, 2013).

Ha impartido Talleres de haiku en el I y II Encuentro Internacional de Haiku de la Universidad Castilla-La Mancha, (Albacete).

En 2013 obtuvo el 1º Premio de Haiku Ciudad de Medellín.

Obras

Poesía
2006 - Faro del bosque - Editorial Pre-Textos (Valencia) 
2007 - Lluvia menuda - Editorial Comares-La Veleta (Granada) 
2009 - La muerte - Editorial Krausse (Valencia) 
2010 - Jardín - Editorial Krausse (Valencia)
2011 - Huellas de escarabajo - Editorial Comares-La Veleta (Granada)
2013 - La Durmiente - Editorial Pre-Textos (Valencia) 

Antologías

2006 - Poetas de corazón japonés – Edit. Celya (Salamanca) 
2007 - Tertulia de haiku – El Taller del Poeta (Pontevedra) 
2007 - Brisa del mar - UCLM (Albacete) 
2008 - Perro sin dueño - UCLM (Albacete) 
2013 - Haikool - Éditions L'iroli (Beauvois-France) 
2013 - El cántaro vacío - Edit. Juan Felipe Jaramillo Toro (Medellín-Colombia) 
2013 - Vida callada - Edit. Pre-Textos (Valencia) 
2013 - Un viejo estanque - Edit. Comares - La Veleta (Granada) (Co-autora junto a Frutos Soriano)






COMO EL VUELO

¿Por qué tira de mí
como el vuelo de un ala la palabra?

¿Adónde me conduce si no sé
siquiera la intención,
ni presiento el destino que persigue?

Sólo sé que en la leve
presencia de este instante
tiembla bajo la piel, revolotea,
como un soplo apresado,
un impulso que pugna por brotar
y transformarse en canto.




AUSENCIA

                         A mi padre, in memoriam

Quise encontrar tu rostro apaciguado
sobre las tiernas hojas que reposan
con luz sonora entre las ramas,
pero tu rostro es barro, no ilumina,
sino que se hunde
en los profundos pliegues de la tierra,
sin dar más fruto que el silencio.





RENDIJAS

Después de un largo sueño
puedo ver, a través de la persiana,
esa ropa tendida en los balcones,
bajo el radiante sol del mediodía.
No se distingue un alma
ni se oyen voces,
sólo el canto de un pájaro enjaulado
que me anuncia con ímpetu la vida
en esta extraña calma solitaria.
La gente debe andar
en sus quehaceres,
mientras yo me demoro unos instantes
más en el tedio de otro día idéntico,
sin deseos de unirme
al absurdo trajín del mundo,
incapaz de volar, muda en la sombra,
contemplando, a través de las rendijas,
la luz del cielo.

                         de "La durmiente", Editorial Pre-textos





Haikus


Al dar el pésame,
una lágrima ajena
en mi mejilla.



Ásperamente,
al lado de las vías
crecen los cardos.



Con el rocío,
a punto está de abrirse
una hoja nueva.



Cruzo la calle.
La calma del jardín
me está llamando.



El gato negro.
Sobre su lomo un pétalo
anaranjado.



Otro verano.
En la brisa el olor
de los recuerdos.



Qué larga noche
y qué breve el placer
de tu presencia.



Regreso a Viena.
Ya habrán vuelto a los árboles
sus hojas verdes.



Sonríen juntos
bajo el cerezo en flor.
Última foto.



Una flor púrpura
creciendo sola en medio
del pedregal.



Antes dejabas
dos rosas al marcharte.
Ahora, colillas.



Se posa el sol
en la taza de té.
Bebo la luz.



Noche de invierno.
"... ningún mensaje nuevo",
dice el teléfono.



Se filtra el sol
por la oscura arboleda.
Charcos de luz.



Qué vulnerable
la mano del poeta
cuando no escribe.






LO INVISIBLE

No está el aire vacío, en él habitan
invisibles presencias.
Entre ellas nos movemos, sin saber
por qué la luz, de pronto, se estremece
mientras dilata el gato su pupila
y tensa el cuerpo hacia un rincón
sumido en la penumbra,
ajeno a nuestra voz que lo interroga,
excitado por algo que tan solo
percibe su enigmática mirada.





EL GUSANO

El gusano, en una noche,
ha devorado el geranio.
El agua de las flores
se ha corrompido. Manchas oscuras
en las manzanas.
Tengo miedo
de mirarme en el espejo.





OTOÑO

Luz serena de otoño.
Se aclara el cielo
y es más leve el color
de las acacias.
Germinan brotes
de pura transparencia,
los tallos se entrelazan
y flotan en la brisa
perfumes nuevos
de sol y lejanía.
El mundo recomienza
en cada hoja,
en cada flor abierta.
También sobre mi piel,
estremecida,
parece que despunta
más verde la esperanza.





COMIDA FAMILIAR 

Me repite el arroz y la cerveza,
la confusión de voces,
las carcajadas, 
el eructo disimulado
tras una servilleta.
Me repiten los chistes repetidos,
las discusiones
que amargan el café,
el tintineo de los brindis,
los comadreos,
las historias contadas
por los viejos con voces
ensombrecidas.
El olor de las flores
deshojadas sobre el mantel.
Me repite la mosca
zumbando en el azúcar,
la atmósfera cargada
que anuncia la tormenta.
Y esa mirada
que regresa insistente,
ese mudo reproche que me impide
abandonar la mesa.





SILENCIO

No rompas con palabras
la apacible quietud,
el paso silencioso de las nubes.
Deja que el viento
haga sonar las ramas,
susurre entre hojas secas
y que el suave aleteo
de los pájaros
despierte tu jardín.
Deja que te adormezca
el leve zumbido
de los insectos y que el canto
monótono del agua
fluya y descienda
al fondo de tus huesos.
Y entonces, con la pura
mansedumbre de las bestias,
regresa a tu caverna
y oye tu corazón.





HUELLAS

Busca el gato mi olor
entre los pliegues
de mis ropas usadas,
el rastro de lugares
desconocidos,
la huella persistente
con que nos marca el tiempo.
Igual que yo
rebusco en los cajones,
en oscuros armarios, enterrada,
la mínima evidencia que demuestre
que amé, que estuve viva.





HOY

Mientras el sol perfora
con sus finas agujas
el muro sombreado
y se esparce un oscuro
silencio por el aire,
me asomo a la ventana
y espero, espero.
En el jardín, la brisa
deshoja lentamente
un árbol solitario.





SER

Ser como el sol,
adentrarme en el árbol,
vibrar un instante
y arder y fundirme
para siempre en su sombra.






DE LA CARNE 

Cada día detesto más
las voces, los olores corporales,
incluso algunos gestos,
la manera que tienen los demás
de pregonar su existencia.
Como si fuese mi sustancia
distinta de la humana,
más pura, elemental,
más cercana al sencillo
organismo de las plantas,
a la energía de las tormentas.
Extraña entre mi especie,
oscuro eslabón de una cadena
que me esclaviza,
reniego de lo que soy:
un accidente más
en esta envilecida
comunidad de la carne.





CRUZAR LA CALLE

Cruzar la calle hasta el jardín,
donde la fuente
vierte su canto circular
y el sol gotea mansamente
entre los árboles.
Huir.
Buscar el sencillo consuelo
de un banco entre los sauces,
más allá del tráfico, lejos
de la voz que en un bar
dialoga con los muertos
y, sorda al festivo clamor
de la mañana,
escupe a solas su veneno
en el fondo manchado
de una copia vacía.





MANTIS

¿Por qué acepto más al lagarto,
desnudo sobre el muro,
que a la engañosa mantis disfrazada?
Tal vez porque me asusta
que una verde ramita resulte ser, de pronto,
un insecto que acecha entre las flores.
Que una hoja caída en la maleza
enmascare sus patas espinosas
en la luz inocente del otoño,
para atrapar la vida y devorarla
en su mortal abrazo.





NUBES SOBRE EL MAR

Se prepara un ejército
de nubes por poniente.
Un negro semicírculo
se cierne sobre el mar.
Pero el azul del cielo
resiste todavía.
La fuerte brisa frena
el inminente avance,
y el mar, que ya presiente
sobre sí la tormenta,
alza violentas olas
rebosantes de espuma,
y responde al clamor
oscuro de los truenos
con un ronco bramido
de fiera acorralada.





EL GRANADO

Granado florecido,
elevas diminutas
las llamas de tus pétalos
-veletas rojassobre el verde sombrío
de los cipreses.
De tu fruto maduro
sangra el recuerdo
de otras tardes de brisa
feliz y veraniega
bajo tus ramas.
Rota tu piel,
el néctar liberado
se derrama en mi boca
y en su frescura vuelve
otra vez a mis labios
el perdido rubor
de la inocencia.





QUIETUD

Con qué fijeza el gato
mira el árbol inmóvil
tras la ventana.
¿Qué remota quietud comparten ambos?
Se adormece en el gato la madera.
Abre el árbol los ojos extasiados.




VENDRÁ

Vendrá como la lluvia,
certera y silenciosa,
como el seco perfume
del tallo que se quiebra.
Saltará por encima
del muro, como el aire.
No agitará su roce
la calma de las aguas,
ni el polvo que se posa
ligero en el umbral.
No alterará el ajeno
reposo del durmiente.
Apagará de un soplo
el verdor encendido
de las enredaderas.
No zumbará el insecto.
El pájaro, en la sombra,
recogerá sus alas.





TELÉFONO

Ese aire enrarecido
que fluye del teléfono,
ese frío que entumece mis manos
cuando escucho tu voz
viciada por la estéril añoranza,
esos roncos suspiros
que hundes en mi silencio.
Cómo me asfixia tu aliento,
ese gas que derramas,
palabra tras palabra, en mis oídos,
espeso y ponzoñoso,
vecino de la muerte.





EN TRANCE 

En trance está mi cuerpo,
en repentina calma.
Se sumergen mis ojos
en un profundo abismo
de vagas percepciones.
Lejanos los recuerdos palidecen
y fugaces transcurren los segundos.
El sueño que adormece el corazón
se demora en cerrar
las puertas de la mente,
todavía entreabiertas.





VECINOS 

Aunque evite encontrarlos
al subir o bajar por la escalera
y alteren con voces y ruidos
mi precario sosiego. Aunque me invadan
sus humos y sospeche que sus lenguas
me critican y que sus cautos ojos
alguna vez me acechan
por puertas y rendijas, me perturba
el silencio que dejan tras de sí
cuando un día se ausentan y parece
que no habite la vida entre estos muros
y que esas plantas que abandonan
al sol en sus terrazas, languidezcan
de sed y soledad, igual que yo
cuando me asomo, ociosa, a la ventana,
añorando, en secreto, su regreso.



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