Olfa Álvarez de Amesti
(CHILE). Poeta, autora de "Instantáneas" (Santiago de Chile: 1946).
EN LA MINA DEL COBRE
Un volantín de Septiembre
llegó a la mina del cobre
a lloviznar inquietudes
en el vivir de los hombres;
lleva polleras floreadas;
arriba dos esmeraldas,
que de noche centellean,
mientras florece besando
el copihue de su boca,
que es flor nocturna de Arauco.
En su andar hay veleidades
de moza sana y rebelde
y envenena a los mineros
este vaivén de desdenes
que lleva una primavera
meciéndosele en las venas
y son llamas, son corolas
sus dos trenzas colorinas
son dos regueros de cobre
asomados por la mina.
Una tarde que de fiesta
vistióse la pulpería,
con cien flores de papel
a sus murallas prendidas,
se abrió paso entre la ronda
esta flor viva y airosa;
se afinaron las guitarras,
se tornó más rojo el vino
y en la sangre del minero
aceleróse su ritmo.
Vibra triunfal la cadencia
de los bailes y los vasos;
una voz grita altanera:
"brindo por ella, muchachos,
por la magia de esta hembra
que nos enciende y desdeña;
y brindo por mi cuchilla
mi fiel lunita de acero
que saca la sangre mala
de la hierba que es veneno"
Y son los pañuelos blancos
blancas banderas rendidas
a los deseos que queman
en oscuras galerías;
¡oh! el pañuelo de la danza
que esconde acero que mata;
desangrándose está el pecho
sobre un corpiño de seda,
es la flor roja de Arauco
dormida sobre la tierra.
Y son llama, son corolas,
sus dos trenzas colorinas;
son dos regueros de cobre
detenidos en la mina.
MUCHACHAS DEL SIGLO
Flores de todo tiempo que alumbran la oficina,
muchachas aromadas como unas margaritas;
se entonan optimistas igual que las espigas,
y amén dicen al irse con su clarín de risas;
los hombres evaporan su trabajo entre rimas
y el futuro se adentra por oscuras pupilas.
Con un fluído ardiente se surte la oficina;
es un río de gracia con la mecha encendida,
ya no lloran las madres por el pan de la Biblia
y el hermano pequeño tiene Hada Madrina.
Flor de todos colores que abanican el día
y por los ascensores nidal de golondrinas;
son el filo del siglo que despejan la vía
y el alba de sus manos curarán las heridas.
Son niñas que se ríen del luto de la tinta,
y mañana abrirá un hijo en sus venas floridas.
Instantáneas
Autor: Olfa Álvarez de Amesti
[s.n.], 1946
CRÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 1947-12-07.
AUTOR: ALONE
La autora ha cogido por todas partes sus imágenes, entre los niños, entre los muertos, allá en el lejano Hawai, por los mares del sur de Chile y bajo el sol de Colchagua, muy a lo criollo y con fuerte acento nacional.
Forma así una selección de rápidas viñetas líricas y libres.
Preferimos esta:
“La media luna del cielo
clavada sobre la tierra
carne de oro en el quinchado
y sus sombras en la tierra.
Mantón con aves y flores
desdobla la primavera;
vienen hombres y mujeres
bordando risas de fiesta:
guitarras y más guitarras
y un olor a [moho] y menta.
Se abren al sol los chamantos
como licas [sic] de la sierra;
es una flor de dieciocho
el huaso sobre la yegua;
en la faja y el sombrero
colores de la bandera
y un cogollo de albahaca
floreciendo en la chaqueta…”
Estilizado a la moderna, con atrevimiento, sin exageración, este “Rodeo en Colchagua” rebrilla de colores y constituye un excelente motivo para pintor impresionista, goloso de vibraciones sociales y de agitación dinámica.
La señora Álvarez de Amesti ama el color y no les teme a las figuras.
Avanza a veces familiaridades curiosas:
“Ponte tu ropa azulina
y bate en forma apacible
tu merengón en la orilla…”
Dio: y será bien perspicaz quien logre presumir el siguiente verso, complementarlo:
“¡Oh! Mar, salero del mundo…”
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