Nelson Díaz
Nacimiento: Montevideo, 1967
Nelson Díaz es un poeta y periodista uruguayo.
Ha publicado cinco libros de poesía: Pactos & Emblemas (1991), de Rosas, mendigos y otras tempestades (1993), Malas intenciones (1999), Liturgia urbana (2000) y Rigor mortis (Yaugurú, 2005; reeditado en 2009). Dos libros de entrevistas a escritores uruguayos: El oficio de contar (Alfaguara, 2006, con dibujos de Hermenegildo Sabat; reed. en 2008) y El oficio de narrar (Alfaguara, 2009). La novela Corporación Medusa (Yaugurú, 2007) y Memorias de un trovador. Conversaciones con Darnauchans (Planeta, 2008).
En 1994 escribió y dirigió la performance SuicidArte: una experiencia terminal, en base a textos de André Breton, Antonin Artaud y de su autoría. Entre ese año y el 2000 fue representante y productor de Eduardo Darnauchans. En el 2010 integró la muestra colectiva Uru-Mex, donde un poeta uruguayo y un diseñador mexicano (y viceversa) plasmaban poesía y diseño en un afiche. La muestra se presentó en Montevideo en la Sala de Arte “Carlos Federico Sáez” y en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Como periodista trabajó en diferentes medios escritos: revista cultural Graffiti, El Estante, Cuadernos de Marcha, El Diario, Estediario, Ultimas Noticias, La República y El País Cultural. Algunos de sus entrevistas a escritores extranjeros fueron publicadas en el semanario Brecha. Entre el 2005 y 2010 condujo la columna La letra con radio entra, de frecuencia semanal, en el programa Mundo Cañón en Radio Futura. Actualmente ejerce la crítica literaria en Planeta Radio, en Sarandí 690, revista Dossier y revista Caras y Caretas.
White Noise/Black Noise (work in progress)
Escuché por un instante ruidos en mi cerebro.
Provenían de la cocina o de las habitaciones contiguas.
Mi cerebro respondió débilmente.
Como pensando en la historia de otra persona.
En la de ese imbécil que un día, sin medir las consecuencias, me había creado.
Las historias transcurren tras los espejos.
Cuando la gente no se mira.
Yo observo a la gente.
Cuando los espejos no me miran.
El ruido en mi cerebro es la risa de los desesperados.
Un oasis en medio del desierto del aburrimiento.
Noches demasiados largas.
Vidas demasiado breves.
No hay vértigo.
No hay velocidad.
Hay abismo.
El ruido me sofoca.
Respiro suciedad.
Me desplomo.
Vivo en suciedad.
No brillo en ninguna parte.
Polillas carcomen los días.
Las noches son todas iguales.
Los almanaques no tienen sentido.
Anoche soñé con aves
Anoche soñé con peces.
Aves de colores.
Peces rapaces.
Las aves comían de mi mano.
Se zambullían en el estanco.
Los peces sobrevolaban mi cabeza.
Zumbaban mis oídos.
Invadían mi cerebro.
Mis neuronas.
Mis glándulas.
El ruido derrumbó el caserón.
El cielo se volvió negro.
El mar furioso golpeó las lápidas del insomnio.
El silencio venció a la noche.
No hay esperanzas en el nuevo día.
Paula llegó a casa...
Paula llegó a casa con su sonrisa sempiterna. Se recostó sobre el sofá y adoptó la posición felina tantas veces practicada. Comencé a ponerme nervioso. Algo se traía entre piernas.
— Tengo una semana de licencia. Ana Laura y su novio nos invitaron a pasar unos días en el Cabo Polonio.
Conocía el speech. Ese “nos” era “me”. Me sentí una oveja sin rebaño. Me acomodé como pude en el sillón. No tenía nada contra los amigos de Paula, pero Ana Laura y su novio siempre me habían parecido un casal de pelutoditos. Típica pareja progresista. Seudo izquierdista. Paqueta e intelectual. Sentados en las dunas. Quemando un faso. Mirando las estrellas. Filósofos estivales. Filósofos pro tempore. Luego, en la oscuridad de la noche, frente al oscuro océano, vendrían las inevitables citas de Benedetti y Galeano. Me imaginé juntando berberechos. Comiendo buñuelitos de algas. Sentí un escalofrío.
Maldije no ser un tipo políticamente correcto. Eché de menos no tener una mascota o un hijo. Podría decirle que tenía quedarme a cuidar al perro, al gato, al crío, o a la tortuguita Manuelita.
— Prefiero quedarme en Montevideo. Sabes que soy alérgico a la arena y al sol.
— Sos alérgico a mis amigos.
— Son tus amigos, no los míos.
— Te pasas todo el día bobeando con El Diente. Y con esos estúpidos manuscritos que quién sabe de dónde los sacaste.
— Me los mandaron.
—Yo me voy igual. Quédate encerrado, mirándote el ombligo. Cuando vuelva tenemos que hablar en serio.
Paula se levantó, agarró su mochila y se fue.
Yo me quedé sentado.
Mirándome el ombligo.
(Extraído de Corporación Medusa, a editarse en noviembre de 2007)
SUERTE
Estaba en un bar bebiendo whisky fumando ignorando les fleurs du mal, quiero decir no estaba en un granero sentado bajo la sombra de una palmera salvaje bebiendo bourbon. Estaba simplemente en un bar bebiendo whisky viendo pasar les feuilles mortes. En una mesa dos viejas parloteaban, hablaban de filosofía y criticaban que en el menú no había aves aristófanes ni pitonisas al escabeche. El mozo trató de explicarles que el cheff Heródoto había faltado ese día debido a un doloroso cólico nefrítico.
Las viejas añoraban sueños perdidos, justificaban mentiras, excusaban realidades, desempolvaban olvidos y neuronas, sin reproches ni concesiones. Llamaron al mozo y pidieron la cuenta. Se levantaron. Una le dijo a la otra “suerte que aún te excitas”.
(Extraído de Rigor mortis, Editorial Yaugurú)
VAMOS A BEBER
¿Te gustó Esperando a Godot, nena?, le pregunté mientras prendía un cigarrillo luchando contra el viento que se había encaprichado esa noche en no dejarme fumar.
Pero yo no la entendí. Ese tipo... ¿cómo se llamaba?
Godot, nena, Godot.
Bueno, ése. Nunca apareció.
De eso se trata. No te preocupes, la mayoría de la gente no lo entiende. Dícelo a tus amigas en la oficina. Eso te dará status. Son las dos de la mañana. Vamos a beber. Sabes que sufro de insomnio.
Pero ese tipo... ¿por qué no llegó?
Vamos a beber y olvídate del asunto.
(Extraído de Rigor mortis, Editorial Yaugurú)
CIUDAD
Ciudad de humo de desconsolados de grises de putas poetas perdedores ciudad que mira al sur de la cruz ciudad de viento como peste de argonautas de abril y diciembre ciudad de partos panteones peatones ciudad de humo y cenizas ciudad de ojos rojos delatores de miradas sombrías cospeles y monedas ciudad de traidores y redentores de versiones conversiones adversiones ciudad del prostíbulo soñado larsen padre brausen perfecto monte maría soñada ciudad donde la ambición es la parte trasera de un coche negro.
(Extraído de Rigor mortis, Editorial Yaugurú)
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