Víctor Manuel Arbeloa Muru, nacido el 1 de enero de 1936 en Mañeru (Navarra, España), es un escritor navarro que también ha ejercido como sacerdote y político. Ha sido dirigente del Partido Socialista de Navarra, senador y europarlamentario.
Tras cursar los estudios eclesiásticos en el Seminario de Pamplona, fue ordenado sacerdote. Licenciado en Teología e Historia de la Iglesia (Universidad Gregoriana). Realizó cursos de doctorado. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid.
Coadjutor de la parroquia de San Juan de Estella y Capellán de emigrantes españoles en Alemania, Holanda e Inglaterra. Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca. Pertenece a la Sociedad de Estudios Vascos y al Ateneo Navarro.
Perteneció a la congregación de los Misioneros del Verbo Divino (de origen holandés) y fue director de la residencia de estudiantes que la misma tenía en el término municipal de Cizur Menor, contiguo al de Pamplona y cerca de la Universidad de Navarra. En dicha residencia, durante la etapa final del franquismo, se celebraron muchos de los mítines 'clandestinos' que el Gobierno Civil no autorizaba.
Durante la Transición a la Democracia en España postuló compromisos progresistas con los más desvaforecidos, propios de los principios cristianos que siempre ha apoyado, y defendió los planteamientos de la Teología de la Liberación.
Fue uno de los promotores del Partido Socialista Obrero Español en Navarra en los últimos años de la dictadura franquista. Sin embargo, en las primeras elecciones generales de 1977 conformó junto con otros personajes independientes de Navarra el Frente Navarro Independiente, que no obtuvo en representación. Tras este fracaso, se afilió a la Agrupación Socialista de Navarra del PSOE (entonces integrada en el Partido Socialista de Euskadi). En 1979 fue elegido Parlamentario Foral de Navarra en las listas del PSOE y fue el primer Presidente del Parlamento de Navarra (1979-1983).
Fue elegido senador por el PSOE en la primera (1979-1982) y segunda legislatura (1982-1986). En 1987 fue elegido Europarlamentario. Reelegido en 1989 hasta 1994.
Ha sido miembro de las Comisiones Ejecutivas del PSN-PSOE entre 1982 y 1994, aunque desde hace varios años sustenta posiciones liberal-conservadoras. (Ver declaraciones a "Diario de Navarra","Diario De Noticias", "El País" y "El Mundo").
En 1996, tras la dimisión de Javier Otano Cid como Presidente del Gobierno de Navarra y Secretario General del PSN-PSOE, fue elegido miembro del dirección provisional del PSN o Comisión Gestora, siendo su Presidente entre septiembre de 1996 y junio de 1997, cuando dimitió tras quedar sus tesis en minoría dentro del PSN y cesar previamente a Juan José Lizarbe Baztán y Javier Remírez Apesteguía como miembros de la Comisión Gestora. Desde entonces está alejado de la política activa, dándose posteriormente de baja en el PSN-PSOE en 2002.
Es autor de una treintena de libros sobre historia, ensayo y poesía, destacando, entre ellos, la serie: Iglesia y Estado durante la Segunda República Española; Historia de la UGT y Cantos de Fiesta y de Lucha.
Obras
Dialnet. En Dialnet pueden encontrarse documentos (artículos, libros) de Víctor Manuel Arbeloa
Arbeloa, Victor Manuel (1977). La separación de la Iglesia y el Estado en España. Mañana Editorial. ISBN 978-84-7421-007-1.
Arbeloa, Victor Manuel (2007). La Semana Trágica de la Iglesia en España (8-14 octubre de 1931). Encuentro. pp. 384. ISBN 84-7490-809-4.
Arbeloa, Victor Manuel (2008). La Iglesia que buscó la concordia (1ª edición). Encuentro. ISBN 978-84-7490-944-9.
Arbeloa, Victor Manuel (2009). Clericalismo y anticlericalismo en España (1767-1930) (1ª edición). Encuentro. ISBN 978-84-9920-011-8.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que ves nuestro dolor,
nuestro llanto, nuestras dudas, nuestros miedos
a la muerte, a la angustia, a las sombras de la nada,
lo mismo que Jesús en el Gólgota, en el huerto...
Ya sabes que esperamos tus abrazos
y los abrazos vivos de todos nuestros muertos
cuando el mundo dé el salto hacia su cumbre,
cuando venga sobre todos la gracia de tu reino.
Danos el pan de la esperanza cotidiana
y perdona nuestros pasos torcidos
nuestros pasos tan lentos,
que tantas tentaciones y males nos retrasan.
Por eso te decimos con gozo y confianza:
Padre nuestro.
Cantos de fiesta cristiana (Sígueme, Salamanca, 1979), incluido en Al celebrar tu memoria. Poesía para domingos y fiestas (Sal Terrae, Santander, 2005, selecc. de Casiano Floristán).
VISITA AL CEMENTERIO
Me brotan esta tarde subterránea
cipreses de difuntos desde el alma
y me cercan la luz de los alcores
las cuatro tapias de los cementerios.
Se estiran de mis pies los jaramagos
y se alargan mis brazos en rosales.
Se nutre mi memoria en las esquelas
y en mi casa sollozan los retratos.
Me sube el gregoriano a la garganta.
No me cabe un responso en el bolsillo.
Llevo en los labios carne de gladiolos
y me ocupan los ojos crisantemos.
No puedo caminar.
Qué toneladas
de tierra no enterrada me retienen.
Y no puedo estar quieto porque todos
los difuntos del mundo me reclaman.
No puedo descansar porque la piedra
no responde a los gritos de las lágrimas.
Ni los cirios abrasan los temores.
Ni las frases rotundas de la Biblia
taladran los vacíos del silencio.
Y no puedo dudar porque estoy hecho
de tierra
de cipreses
y esperanza.
¿CULPABLE DE QUÉ, SEÑOR?
¿Culpable de qué, Señor?
¿De qué oscuras acciones
podría yo darte cuenta rigurosa?
¿Qué es para Ti el «pecado», la «pena»,
la «ignorancia»,
la «intención», la «conciencia», el «doble efecto»,
los «medios» y los «fines»...,
de que nos hablan los libros que escribieron
doctores que estudiaron lentísimos volúmenes,
medallas de oro por tantas sutiles distinciones,
y que llegaron tal vez hasta el altar
mayor de iglesias y basílicas?
¿Cómo podríamos querer –los mismos libros dicen–
tu «destrucción», tu «nada», tu «eterna inexistencia»,
si basta que queramos y que hablemos,
que respiremos sólo,
para afirmar tu vida, tu poderío inmenso?
Pecamos cada día. Lo sabemos
a golpes de sollozos, de fríos o silencios.
Quien no sabe de culpas, quien no tiene
el alma deshilada por los látigos propios
no sabe qué es ser hombre, no sabe todavía
que no es aún un dios, pero tampoco
una bestia tranquila.
Cada día nos hincha el orgullo como globos,
y la triste avaricia nos dicta sus lecciones,
cada día la ira
nos sitia de baba el corazón,
nos cubre cada día la lava lujuriosa.
Reventamos de gula, tropezamos de envidia,
nos caza la pereza
en sus múltiples trampas comodonas.
Siete veces pecamos cada día.
Contra el hombre pecamos. Contra el mundo.
Contra nosotros mismos.
Contra Ti no pecamos. No podemos.
No sabemos siquiera. No queremos tampoco
traspasar nuestros límites exiguos
–demonio. mundo y carne los llamábamos–,
que podemos tocar con nuestras torpes manos,
pisotear seguros con nuestros pies tan sucios.
Aunque Tú estás tan cerca de los hombres,
más adentro aún que el hombre mismo,
aunque toda saliva, todo insulto,
toda bala maldita,
por misteriosa parábola
o a bocajarro a Ti te alcance,
sabemos también que tu limpia presencia
desborda todo espacio,
todo tiempo,
todas nuestras acciones y esferas paticortas.
Pecamos contra el hombre.
Pecamos contra todo
lo que es, como nosotros, tangible y miserable.
Pecamos contra un dios soberbio e irritante,
contra un dios sicópata e injusto,
o, a lo sumo, beato y compasivo.
Contra un dios que amenaza, desdentado y cobarde,
desde no sé qué olimpo escalado mil veces,
la libertad del hombre,
su dignidad que vale diez mil veces
todos los dioses de las mitologías.
Contra Ti no pecamos. ¿Qué haríamos luego
de pecar? ¿A quién podríamos mirar, a quién
volver con nuestra vida a cuestas?
¿Qué sería el aire que siempre respiramos,
el sol que nos alienta, la noche que nos vela,
la infinita e innúmera ternura, de origen tan confuso,
y que llamamos Dios, y que, a pesar de todo,
nos cuida con sus manos maternales?
Contra Ti no pecamos...
O ¿es que este dulce pensamiento es sólo
una corta ilusión,
una pobre miopía consentida,
una defensa a cuerpo limpio de engaños conservada,
el solo margen que necesitamos,
puro y sereno para posar los ojos,
para tener siquiera la última esperanza?
AL DARTE LA MANO
A tu mano bajaron las mareas crecientes de tus ojos
el calor de tu frente vulnerada por los sueños
la borrasca sediente de tu boca huracanada
A tu mano subieron los júbilos de todas tus palmeras
los impulsos radiales de tus hondos
carnívoros rebaños
la paz serenadora de tus campos de mieses
En tu mano se abrió el inmenso abanico de tu sangre
y fue toda un temblor de plaza y griterío
En tu mano sentí tu tierna y densa creación
y ahora beso mi mano igual que una reliquia
COMO UN SEDIENTO
Como un sediento
exprimo la naranja
de tus dos pechos
Sordo de pena
escucho tus caricias
como un poema
Muerto de amores
me entierro bajo el peso
de tus mil soles
MOMENTO FINAL
Entiende el corazón
y las palabras callan.
La sangre lo traduce.
Los besos lo proclaman.
Silencio. Que el misterio
cotidiano se aclara.
Luz y más luz.
Y fuego.
Y soles.
Y aves altas.
Y una nube de júbilo
que los sentidos rapta.
CON LAS ALMAS EN LA MANO
Un galopar sin freno
y de repente
el relámpago atronador que nos derrumba
Un nadar sin descanso
y de repente
el remolino de la paz que nos ahoga
Un soñar tras la carne
y de repente
nos despertamos con las almas en la mano
LA MUERTE COMO EL AMOR
No será tampoco una derrota
Amaré y amaré hasta el final
Y con toda la fuerza de mi amor
entrenado
llegaré a amar
definitivamente
hasta caer
en los brazos de Dios
agotado
de tanta
belleza
ternura
y maravilla
cara a cara encontradas
ahora
y para siempre
TE DIGO ADIÓS
Te digo adiós ahora
en medio de la fiesta
de los besos azules
en medio de la hoguera
de los tactos de fuego
en medio del incendio
de los ojos de piedra
por no decirte adiós
cuando empiece la lluvia
y se acerque la noche
y todo esté
más triste
AL MAR, SIN TI
Al mar
sin ti
le faltaba la playa
Le sobraba
tanto esfuerzo repetido
Le faltaba
la ola arrebatada de tu cuerpo
PARAÍSO
Ser todo
junto a ti.
Dejando de ser
yo mismo.
Adoración
perfecta.
Segura y breve
eternidad.
Desnudos
urgentes
tú
yo
mordiendo la fruta
del Bien
que amor se llama.
Desnudos
ya
del
yo.
Dios
dentro
de los
dos,
que somos
uno.
YO ============= TÚ
TÚ ============= ÉL
Todos...
en
el
TODO.
LLEGAR A TI
Me esfuerzo
por llegar a ti
por conseguir tu tuétano
por alcanzar tu cima
por hundirme en tus aguas.
Pero tú
creces
te alargas
te hundes
cada vez
más
rompes todos los límites.
Y me esfuerzo
todavía
subo más
alto
me alejo
de mí mismo
me pierdo
en precipicios
ya casi insalvables.
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