JOSÉ ANTONIO RAMÍREZ LOZANO
Nació en Nogales (Badajoz) el 5 de enero de 1950. Hizo sus estudios de
Bachillerato en Cáceres y Badajoz, y luego, estudios de Filología en la Universidad
de Sevilla, por la que se licenció en 1975. Desde 1977 imparte clases de Lengua y
Literatura Españolas y en la actualidad en el Instituto de Bachillerato "Mateo Alemán"
Literatura Españolas y en la actualidad en el Instituto de Bachillerato "Mateo Alemán"
de San Juan de Aznalfarache (Sevilla).
Reside en la actualidad en Sevilla.
José Antonio Ramírez Lozano ha combinado la escritura de poesía con el cuento y la novela, siendo uno de los autores nacidos en Extremadura más prolíficos y más premiados fuera y dentro de la región en los dos géneros que ha experimentado principalmente. Ha recibido los premios de poesía, entre otros: "Ciudad de Badajoz" en 1983, "Juan Ramón Jiménez" en 1984, "Rafael Alberti" de 1986, "Rosalía de Castro" de Córdoba en 1991, o el más reciente premio de poesía "Blas de Otero" de 1995, por su libro, aún inédito, Azogue impuro, etc.; los premios de novela, "Ateneo de Valladolid" en 1981, "Jauja" de cuentos en 1983, "Azorín" de novela en 1985 por Górgola, candidata al Premio Nacional en 1986, "Cáceres" de novela corta, "Ciudad de Valencia", etc. Está. incluido en las antologías Las voces y los ecos, de García Martín, en Poesía épica española (1950-1980), de Julio López, y en Abierto al aire, entre otras.
Fabulario
TAPIZ
Un hilo de oro te sustenta. Fueran,
Hernán de Zúñiga, entramándote
tus cabellos, los finos
lebreles y caballos, ese palco
boloñés y hasta el gesto
de honra con que miras
cruzar los años en Uffizi. Un cabo
tan sólo de tu trama
desbaratada el gesto, esa manera
de valerte que el hilo
de la historia tejiera y que depende,
como tu misma fama, de un instante.
NOVICIA
No conoce su cuerpo. El ojo le arde
en ciega purgación y ella no puede
mirarse. Ni buscarse
siquiera este escozor que está sintiendo
bajo el hábito. Carne
ceremonial, unge su voz, se signa
cada intento. Tocarse
la humedad de sus pechos, desnudarse
sería su pecado. Le ha picado
la tentación de nuevo y la novicia
se revuelca rascándose, ha tirado
los hábitos al suelo. Ni cilicios
ni rezos fue su mano
quien apagó aquel fuego y cuando luego
se ha encontrado desnuda no ha podido
resistir su pasión y se ha besado.
LA LECHUZA
La lechuza tiene mucha
ganita de estornudar.
y se está quieta en la rama
del olivo, como un hito,
hasta que ya la le
hasta que ya la le
hasta que ya la le-
jchu!
za estornuda
y pone blanca la luna
la noche del olivar.
Pipirifauna
CIEMPIÉS
Era tan listo el ciempiés
que nunca se tropezaba.
Torpe tan era el piescién
tropezaba que con él.
EL CARACOL y LA ARDILLA
El caracol y la ardilla
en mitad del gran pinar
echándose carrerillas.
El caracol con su casa
tardará lo menos ciento
cuarenta y siete semanas.
Pero la ardilla.
Teluria
Reside en la actualidad en Sevilla.
José Antonio Ramírez Lozano ha combinado la escritura de poesía con el cuento y la novela, siendo uno de los autores nacidos en Extremadura más prolíficos y más premiados fuera y dentro de la región en los dos géneros que ha experimentado principalmente. Ha recibido los premios de poesía, entre otros: "Ciudad de Badajoz" en 1983, "Juan Ramón Jiménez" en 1984, "Rafael Alberti" de 1986, "Rosalía de Castro" de Córdoba en 1991, o el más reciente premio de poesía "Blas de Otero" de 1995, por su libro, aún inédito, Azogue impuro, etc.; los premios de novela, "Ateneo de Valladolid" en 1981, "Jauja" de cuentos en 1983, "Azorín" de novela en 1985 por Górgola, candidata al Premio Nacional en 1986, "Cáceres" de novela corta, "Ciudad de Valencia", etc. Está. incluido en las antologías Las voces y los ecos, de García Martín, en Poesía épica española (1950-1980), de Julio López, y en Abierto al aire, entre otras.
Fabulario
TAPIZ
Un hilo de oro te sustenta. Fueran,
Hernán de Zúñiga, entramándote
tus cabellos, los finos
lebreles y caballos, ese palco
boloñés y hasta el gesto
de honra con que miras
cruzar los años en Uffizi. Un cabo
tan sólo de tu trama
desbaratada el gesto, esa manera
de valerte que el hilo
de la historia tejiera y que depende,
como tu misma fama, de un instante.
NOVICIA
No conoce su cuerpo. El ojo le arde
en ciega purgación y ella no puede
mirarse. Ni buscarse
siquiera este escozor que está sintiendo
bajo el hábito. Carne
ceremonial, unge su voz, se signa
cada intento. Tocarse
la humedad de sus pechos, desnudarse
sería su pecado. Le ha picado
la tentación de nuevo y la novicia
se revuelca rascándose, ha tirado
los hábitos al suelo. Ni cilicios
ni rezos fue su mano
quien apagó aquel fuego y cuando luego
se ha encontrado desnuda no ha podido
resistir su pasión y se ha besado.
LA LECHUZA
La lechuza tiene mucha
ganita de estornudar.
y se está quieta en la rama
del olivo, como un hito,
hasta que ya la le
hasta que ya la le
hasta que ya la le-
jchu!
za estornuda
y pone blanca la luna
la noche del olivar.
Pipirifauna
CIEMPIÉS
Era tan listo el ciempiés
que nunca se tropezaba.
Torpe tan era el piescién
tropezaba que con él.
EL CARACOL y LA ARDILLA
El caracol y la ardilla
en mitad del gran pinar
echándose carrerillas.
El caracol con su casa
tardará lo menos ciento
cuarenta y siete semanas.
Pero la ardilla.
Teluria
¿Quién cabalga esta noche
la paramera, quiebra
con su espuela la escarcha
del rastrojal?
Un potro
por la alameda de los años
baja
desbocado a las eras
de la memoria, quema
cosechas que la edad contra el olvido
granó y abreva
¿Quién
montará ese caballo por el alto
praderío, esta noche
del mundo?
CORO
Él es el Caballero
del Olvido que azuza
sus canes por el páramo.
Bajo el almendro amargo
de la ruina tensa
su ballesta.
Ah juventud la tuya
para su cetrería!
La muerte entre las hojas
del álamo celebra
su relente.
Él es su convidado.
El caballero oscuro
que habita su alameda.
Yesca
Aquí
A veces uno escribe
por tentar al destino. Hago que digo
la vida con seis versos y me nombro
para saberme vivo
aquí donde la muerte
no es más que otra palabra del poema.
Scripsit
Sé que he sido y que cuanto
vivo ahora fue un tiempo
escrito por mi mano. Ni una letra
siquiera que podría
cambiar de cuanto dije. Ni tampoco
el modo de mi muerte, porque supo
sorprenderme acabando el poema.
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