domingo, 24 de julio de 2011

4244.- EDMUNDO RAMOS


Edmundo Ramos Fonseca (Caracas, Venezuela 1971) es poeta guionista e investigador. Desde hace varios años fundó la productora audiovisula Miope Films, labor que combina como editor, al frente del Departamento de Divulgación institucional (Facultad de Arquitectura y urbanismo; Universidad Central de Venezuela). En el año 2004 publicó el poemario Poemas In festus (Colección Vitrales de Alejandría; Edit. Eclepsidra; Caracas)





Poemas in festus. Caracas: Colección Vitrales de Alejandría. Grupo Editorial Eclepsidra, 2004




IX


A Claudia Hernández


Bailo
lo hago desde niño
Danzo a un ritmo endemoniado
que fatiga a los mortales
Danzo con el fuego
y con el viento
Bailo
Casi floto
A mi cuerpo penetran
las notas que vagamente
recuerda el tiempo
Es vieja la tarea
pero bailo
No podría esperarte
la espera del cuerpo es
un delirio
Tampoco pude esperar por mí
Me arranqué la piel y
salí volando
Como un condenado
como un poeta
pero bailo.




XIII

Sigues en pie
prolongando el reposo
de tantos amantes
Me miras y te toco
A ti mi niña
a quien el ardor y la calma
le fueron dados como un lujo
tan discreto
Toco
preferencia inútil
tu desvelo
Toco un sexo tolerante
en el que estalla el rumor
de las plazas públicas
Y sigues ahí
Estática
Miras y
toco tu mármol
en él retumban
todos los amores de este uni-verso.





XV

Atrás
En el amor
como un sol viejo y
opaco
están
las caras y cuerpos
de barro de papá y mamá
El astillero se casa con la soledad
Atrás
roto
insiste el alma del peñero
Ya mamá lo engaña
y se convierte en gaviota
El viejo en la bicicleta
no aturdirá más a los peces
con su horrible corneta
Atrás
en eso que llamamos
pasado
Eso
que fueron oraciones.




XVI

A Luis Henríquez

Hay momentos en los que no sé de mí
en los que no tengo principios ni virtudes
Hay momentos en los que espero
Donde la aventura se levanta muda
donde las verdades aletean como un pájaro que cae
y sabe de su mensaje
y la malicia de ambos bandos lo cautivan
con el dolor de la casa
con el dolor de la inutilidad
Así
de la manera más despreciable
espero como un tonto al que veneran
y está próximo a las formas más bajas
Olfateando lo que tantas veces
vi de ruin
comiendo en lo ruin
Hay veces que espero
en la plenitud de mis carencias
a que vuelvas como una bestia inmensa
y sin dolor
a que pases la página y me hagas dormir
como a un libro triste y solitario
Espero de rodillas
a que vuelvas y no me reconozcas
Esta no es mi voz
no es mi coraje
Soy restos del espíritu
Fatiga
Sátira.






Tijera de barbas (Edit. El Perro y la rana; Caracas; 2007).

IV .
A las faldas de la ciudad, tus rodillas; al vestido de casa, tu ausencia.

En su segunda parte, Devenir en ella, la ciudad vuelve a ser un espejo para reflejar el deseo y la memoria; pero no es cualquier ciudad, sino una del trópico, en donde hay perros y gatos por la calle, mangos, pájaros, sol...

XII
A la ciudad la rodean las montañas, de un lado la monotonía del mar, mi deriva; del otro, esta tierra que se guarda de todos, del sol, de la lluvia, del frío, de lo que nos pronuncia, de todo eso que es recordar.

Un otro margen, la terecera parte, se va internando en un terreno más onírico, todas las otras constantes aparecen acá, la ausencia, lo elemental, la memoria, pero el poeta también reflexiona acerca de la palabra y la escritura:


IV
La palabra tiene peso, un peso muerto, por ella no me levanto, por ella entiendo que no puedo encararte: ave, brisa, luz. La palabra me acomoda bajo tierra, me hace piedra, crezco como un metal permeable, dado al musgo, a la penumbra, a no saber pronunciarte, a nuestra corrosión.
El libro cierra -y ha sido la verdad un gran acierto- con el poema Tijera de barbas. Esta cuarta parte, a diferencia de las anteriores (en prosa), los poemas cambian su estructura hacia el verso y se hace más narrativo. Sentimos, al leerlo, que entramos en un espacio más hondo, símbólico y secreto.



III
Me quitaron los lápices
las plumas
Prohibieron las hogueras
los trozos de leña
el carbón
Me venden en una jaula que nunca toca el piso
que inicia novenarios
Me venden en silencio
cuidan mi silencio
Los alertan
El poema se ha ido
la vida en las palabras se ha ido
lo que escribo tiene filo
destaja
parto al escribir.



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