domingo, 24 de julio de 2011
4239.- BLANCA ELENA PANTIN
BLANCA ELENA PANTIN (Caracas, Venezuela 1957). Periodista egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Entre 1991 y 1999 trabajó como periodista en El Diario de Caracas y El Universal, del cual fue editora de las páginas culturales. Dirige una editorial especializada en narrativa escrita por mujeres en la que ha publicado a Miyó Vestrini (Órdenes al corazón), Ana Teresa Torres (Malena de cinco mundos y La favorita del Señor, en coedición con La nave va), Elisa Lerner (Carriel para la fiesta) y Claudia Schvartz (Miyó Vestrini, El encierro del espejo). Es autora de los libros Poemas del trópico (Monte Avila Editores), El ojo de la orca (Vitrales de Alejandría), Diagnóstico, Días concretos (Ediplus, 2003) y Diario de la guerra, (hasta ahora inédito). Su poesía ha sido comentada por Salvador Garmendia, Juan Liscano, Verónica Jaffé, Diego Casasnovas y Julio Miranda y reseñada en El hilo de la voz, antología crítica de escritoras venezolanas del siglo XX de Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin (Angria/ Fundación Polar, 2003). Actualmente trabaja en el Museo Jacobo Borges y produce junto a Estela Aganchul la publicación Lector exquisito, dedicada a reseña de libros.
Meningitis
La cabeza estalla y se inflama
te analizan el líquido encefaloraquídeo
después te inmovilizan
duermes y despiertas
despiertas y duermes
El dolor te consume y se concentra
no cede
Piensas
“El dolor es así”
nada lo calma
nada lo aquieta
Te invade
te toma
sientes que estás en sus manos
(en las manos del dolor)
“El alma es esto”, dices
duele
Mancha en la piel
Un día te ves una mancha mínima en el rostro
la atribuyes al sol
al trópico
Te ves en el espejo
apenas perceptible, se abre campo hacia el mentón
sabes que dialogan (la mancha y tú):
ella imprime lo que tu le ordenas
Te sometes a pequeñas descargas eléctricas
y desconfías
la piel cede a su avance
es un trato: vencerá quien rompa el diálogo
Embriaguez
Es una sensación terrible
de centrífuga
y náusea
Dejas correr el agua
lo llamas
sabes que estará ahí
Le dices que lo quieres como una tonta
y vomitas el alma
“Nunca más”, prometes
y te lamentas
Pudo ser (ésta) una hermosa noche de amor
y lo es
Dengue
Te arrastras porque no puedes
hacer literalmente otra cosa
te vienen pasajes de no sabes qué libro
sobre los temblores del paludismo
La idea de un movimiento te agobia
tu cuerpo es una erupción (irrupción) de manchas rojas
rozas (crees rozar) la frontera de la muerte
y sientes miedo
El médico es concreto:
“Lo peor viene después”
Con las defensas por el suelo
te inyectan una caja de dimetrile vit
te salvas de las estadísticas
de las diarias noticias
que registran esta y otras pestes
Miopía
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa mis hermanos
La visión se hace borrosa
a medida que te acercas el ojo enfoca
y los perfiles adquieren nitidez
Ves
imágenes de una playa intacta
una casa
algunos niños que labran túneles en la arena
una mujer y un hombre tendidos al sol
(se desean, piensas)
El mar es de un azul definitivo
y las olas perfectas
envolventes, enérgicas
así alcanzan la orilla
dejan sobre tus pies las aguas de los océanos del mundo
Guardas esa visión para siempre
la línea horizontal (el horizonte)
que tanto te inquietaba de niña
los barcos que se sucedían
el acantilado
la huella de los cangrejos
que seguíamos
el sobrecogido miedo
de perder algún día ese paraíso
las tardes y los días
cuando la lluvia vencía al mar
y todo era tristeza
Jet lag
La cocina es una celebración de la vida
seis langostas
el mejor de los vinos
bull shots (consomé Campbell y vodka)
“Esto es, Quele, por tu viaje”
y brindamos esa noche
cuando mi padre y su amigo Toton
decidieron botar la cocina por la ventana
y sorprendernos
“Toton era así”, evoca mi padre
abiertamente generoso y espléndido
Por el vino, el vodka
o las langostas
esa noche quedó en nosotros
la imagen de mi hermano y tío Charles
disertando sobre el mundo
en el jardín de San Pablo
La mesa puesta
que tanto conmovió a mi madre
(los detalles)
En todo eso pensaba en el avión sobre el Atlántico
Los viajes son un poco eso
cuando uno va o viene
a los afectos
y los encuentra intactos
ahí donde los sabemos
preservados por la memoria
que todo protege
Desgarramiento muscular
Ascendemos sobre piedras y tierra
hay una casa pequeña
una chimenea
y una cortina verde
de botellas
y celebraciones habidas
Acogidos por el abra de los cerros
y las oscuras sombras
y el sol que también se abre infinito
Nos sabemos
de ese lugar
donde las piedras
ofrendan sus transparencias
y durezas
Abrazados por la niebla
o la lluvia
o la tierra sabemos que allí habrá un árbol
como una señal
y el árbol será la quietud
de la brisa
que deja en las hojas
su respirada presencia
14 de junio 2000
Depresión
Hay en el cielo
una tristeza del alma y el cuerpo
algo de íngrimo y desvalido que nos toca
y nos hace huérfanos
Es lluvia
diluvio
y lluvia
de infancia de días de colegio
cuando pensábamos la casa
y de un país que es otro
donde no nos reconocemos
Yo llamo a eso depresión
y me dejo
julio, 2000
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