martes, 5 de julio de 2011

4084.- CLIVE WILMER


Clive Wilmer (Harrogate, Inglaterra, 1945) es autor de los libros de poesía The Dwelling-Place (1977), Devotions (1982), Of Earthly Paradise (1992), Selected Poems (1995), The Falls (2000) y The Mystery of Things (2006). Profesor en la Universidad de Cambridge, su obra crítica incluye la edición de la prosa de Thom Gunn y de dos libros de Donald Davie. En colaboración con el poeta húngaro George Gömöri ha traducido al inglés a Miklós Radnóti y a György Petri. Su libro El misterio de las cosas ha sido recientemente traducido por Misael Ruiz Albarracín y publicado en España por Vaso Roto Ediciones (2011).






(traducción de Misael Ruiz Albarracín)
Vaso Roto Poesía


EN LA BIBLIOTECA

Tú con tu libro. Yo, incapaz de leer,
imagino que me confundo con tus palabras
mientras que tú, la mano en el pelo o acariciándote el cuello,
sigues, no obstante, leyendo.

Ya que no contestas a mis cartas ni a mis llamadas
y no me saludas por la calle, escribiré a la luna
o, si no, a la imagen que guardo de ti en mi mente,
tan complaciente conmigo.

En cualquier caso, te defiendes mirando,
ceñuda, tu libro por miedo a que te toque;
pero allí estoy yo, entre las palabras, deseando ser,
como ellas, leído dentro de ti.









Tú junto a mí
compartiendo
el sabor espectral,

tu carne
tan próxima ahora
que no hay carne.







Una cita.

Aquí un ángel, atormentada bestia allí.
“Con el ángel sí puedo; con la bestia, no”.
No hay elección: pues tomas ambos o ninguno.

*

Pues, ninguno. La herida sana y en su nido,
al poco, deja inadvertida una creciente
cicatriz, hasta que vuelva a ti su desnudez.







MIRAD LAS AVES DEL CIELO


1

El mundo está sumido en la oscuridad.
Sólo unos pocos ven la gran luz.
Pocas aves escapan de la red;
Pocas almas son libres más allá de la noche.


2

Juzgada la ciudad, el milano y el mochuelo
reclaman su derecho sobre ella, el buho y el cuervo
rondan sus calles, las piedras caidas del caos
señalan la frontera de su desolación.


3

La cigüeña en la chimenea sabe cuándo debe partir;
también la grulla, la golondrina y la tórtola
aguardan su momento. Nosotros en cambio nos cubrimos los ojos;
cuando llega el juicio, nos llega por sorpresa.


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