Jane Kenyon nació en Ann Arbor, Michigan (Estados Unidos), en 1947 y falleció en 1995 de leucemia, tras quince meses de padecimiento. En 1972 se casó con el poeta Donald Hall. Publicó en vida cuatro libros, del póstumo “Otherwise” se han vendido más de 70.000 ejemplares. Pre-Textos, en su bella colección La cruz del Sur, y en edición bilingüe, publica una antología de su poesía. Se trata de una escritora de la emoción, de una lírica hermosa y transparente, cargada de misterio y de sutileza. Vivió en contacto con la naturaleza y solía decir también que “entre pucheros”. Admiraba a Anna Ajmatova, Emily Dickinson o Elizabeht Bishop.
NO
La última oración había sido dicha
y era hora de alejarse
del ataúd, en sereno equilibrio sobre su andamiaje
plateado junto al agujero abierto
que olía como un campo recién gradado.
Y entonces oí un ruido que no parecía
humano. Era más bien como el viento
entre los árboles sin hojas, o como el ganado mugiendo
en un establo lejano. Me detuve,
con una mano sobre el techo del coche,
mientras el sonido subía de tono, y luego
adquiría coherencia verbal: “¡No, no me hagan
esto a mí! ¡No, no…!”. Y cada uno de nosotros
permaneció donde estaba, dudando entre
quedarnos o dejarla allí.
FIESTA AL AIRE LIBRE EN SEPTIEMBRE
Nos sentamos con amigos a la mesa
Redonda de cristal. La conversación es inteligente;
Todo el mundo está a su altura. Las abejas
Se acercan a las mondas helicoidales de pera
En tu plato.
Desde mi regazo o desde tu mano
El sabor de nuestra privacidad matinal
Viene flotando. Un sol de otoño
Pasa a través del vino.
EL PRETENDIENTE
Nos acostamos dándonos la espalda. Las cortinas
suben y bajan
como el pecho de alguien que duerme.
El viento mueve las hojas del viejo boj,
mostrando sus claros reversos
al dar la vuelta todas a la vez
como un banco de peces.
De pronto, comprendo que soy feliz.
Durante meses este sentimiento
se ha estado acercando, ha permanecido
en breves visitas como un tímido pretendiente.
DE OTRA MANERA
Me levanté de la cama
Con dos piernas fuertes.
Podría haber sido
De otra manera. Comí
Cereal, leche
Dulce, un melocotón
Maduro, perfecto. Podría
Haber sido de otra manera.
Llevé el perro cuesta arriba
Al bosque de abedules.
Toda la mañana hice
El trabajo que me gusta.
Al mediodía me acosté
Con mi compañero. Podría
Haber sido de otra manera.
Cenamos juntos
En una mesa con candelabros
De plata. Podría
Haber sido de otra manera.
Dormí en una cama
En una alcoba con cuadros
En la pared
Y planeé otro día
Exactamente igual a éste.
Pero un día, lo sé,
Será de otra manera.
DOS DÍAS SOLA
Tú no estás aquí. Mantengo
el fuego encendido, aunque no hace frío,
alimentando la estufa hambrienta.
Leo el periódico de la tarde
mientras cinco generaciones
me observan por encima del hombro.
En la leñera
la oscuridad me rodea y penetra en mí.
El único sonido que escucho
es mi propia respiración. Quizás
ya no encaje aquí.
Nada me dice lo contrario.
SOL DE ATARDECER
¿Por qué esta luz me obliga
a volver a mi infancia? Yo llevaba un traje
amarillo de verano y la falda
hacía un círculo perfecto.
Girando y girando
hasta que se extendía al máximo
era irresistible... La hierba y los árboles,
mis brazos abiertos, y la falta
que giraba en la luz ocre
de una tarde temprana de junio.
Entonces supe
que tendría que vivir y continuar
viviendo: qué doloroso fue; y todavía
qué dolor quema
pero no destruye mi corazón.
Jane Kenyon (Michigan, EE.UU., 1947-1995)
De otra manera.
Traducción de Hilario Barrero.
Pre-textos. Valencia, 2007
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