jueves, 17 de diciembre de 2015

HILARIO JIMÉNEZ GÓMEZ [17.781]


HILARIO JIMÉNEZ GÓMEZ

Hilario Jiménez Gómez (Montánchez, Cáceres, 1974) es Licenciado con Grado en Filología Hispánica y profesor de lengua castellana y literatura. Ha publicado diversos artículos y ensayos, destacando Lorca y Alberti, dos poetas en un espejo (2001 y 2003), la coordinación del volumen Pablo Neruda, un corazón que se desató en el viento (2005), la edición de una amplia selección poética de Félix Grande titulada Una grieta por donde entra la nieve (2006) y Alberti y García Lorca, la difícil compañía (2009).

También se ha acercado a la poesía con Paisaje sin figuras (inédito, 1995), En un triángulo de ausencias (2003), Versos color naranja (2003), Delirio in extremis de un aguador con sed (2004), Diario de un abrazo (2008), Hoy es siempre todavía (2012) y De la noche a los espejos (2015). Sus poemas han aparecido además en revistas literarias y libros colectivos como Cuatro poetas en un tobogán (2006), Encuentro en Guadalupe (2008), Corazón de casa (2009), Escarcha y fuego (2010), Letras para crecer (2013) y De la noche a los espejos (Madrid, Ediciones Vitruvio, 2015).

En su diario Exprimiendo limones de madrugada (2013) han quedado recogidas sus páginas más personales.

Es el Cronista Oficial de la Antigua y Leal Villa de Montánchez, su pueblo natal sobre el que ha publicado varios libros como Historia de Montánchez. Desde sus orígenes hasta el siglo XXI (2008), Montánchez: otro tiempo, otras gentes (2009) o la biografía del montanchego Ángel Pérez Murillo (2014).


He seguido tus palabras y estoy aquí.

La noche cubre la estancia;
todo ya anochece.
Oscuro y abatido
mi cuerpo
se extravía en tu laberinto
y la eternidad
es como el agua al fin.

Y recogido en tu abrazo todavía
pienso
que la fugacidad del hombre
descansa en un suspiro,
el mismo que tú y yo
hoy compartimos entre sombras,
lentamente extasiados.

En un triángulo de ausencias (2003)



RUINA

Una casa oscura y vacía que invade la niebla.
Una cama deshecha de la que caen sábanas usadas.
Unos pasos que se despiertan dormidos
caminando ciegamente hacia la luz.

y ella le llama desesperada
... pero él no la escucha

La corriente de una puerta abierta
le arrastra sin remedio hacia el vacío
mientras la luna amanece con dientes de muerte
sonriéndole sobre las olas.

y ella le tiende su mano
... pero él no la mira 

En su cuerpo desnudo la humedad del mar
hará brotar semillas y rosas negras
y las nubes contemplarán extasiadas
el milagro de romperse ambos en cada roca.

y ella le grita sin consuelo
... pero él no la siente

El niño galopa asustado por el viento
con el esqueleto de la luna entre sus piernas.
Y su madre atada entre las sábanas
llora vacía tras un espejo estéril.

Versos color naranja (2003)



LA BUSCA

Siempre esperó aquella noche de ventanas cerradas
donde abrazarse a un susurro amanecido
que le diera la mano y paseara su vida.

No recuerda por qué allí sus ojos
desearon probar besos mudos de madrugada,
cómo se dejó atar sin remedio
a cansados sueños de pies cansados,
su cuerpo humillado
ante el desnudo perfecto de la manzana madura.

Sólo confiesa que los pequeños secretos
no han desaparecido con las duchas ni los viajes.
Que dos manos sin dedos tejen por su espalda
la fina tela de las palabras que caen como el día.
Que tras esa voz serena y oscura se pierde
aquel viejo árbol enterrado en cemento.
Que ya no existe si cuando despierta
una sombra no duerme sin ropa a su lado,
con unos labios delgados y mudos
que se saben dueños de la tierra.

Cuatro poetas en un tobogán (2006)



ABRAZO DE DOS AUSENTES

El tiempo ya no viene a visitarme
y sentado en esta vieja silla
olvidado
sin ventanas
sólo regresa a mí tu rostro
para besarme dulcemente.

Aquella noche la lluvia acompasada
marcó el ritmo de nuestra vida
y desde entonces fundidos
en un abrazo muero extasiado
todos los días
a esa misma hora
junto a ti.

Pero el día termina
y hoy todavía no has venido.

Ya no tengo fuerzas para pensar
en aquella tormenta que te arrancó de mí.
Después de tantos años
entiendo que no vas a volver.

No quiero que tu imagen ausente
se olvide de mí. Anciano,
con movimientos pausados,
al fin salgo a buscarte
...y esta noche me dejo morir
pensando únicamente
en aquel encuentro
de dos personas que se abrazaban
eternamente.



DESNUDO DE HOMBRE EN EL MAR MENOR

(Evocación primera)

Tumbado frente al mar
inmutable
observo sus olas romper altivas.

Y mientras las duras rocas
se desvanecen
violadas
ante el insistente y envejecido
ir y venir de los siglos,
regresa con juventud
aquel mes de noviembre
cuando tú y yo nos besamos.


(Segunda evocación)

En estas rocas
sentado
creo encontrarte entre la arena
y las espumas.

Sigo unas huellas ya idas.
Me llevarán a ti;
lo sé. Insisto.

Corro porque se hace de noche.

No podré encontrarte
cuando suba la marea,
cuando el sol ahogue
sus últimos brazos
entre levante y batalla,
cuando la noche eterna
duerma ya
para siempre
entre tus labios y los míos.

(Evocación última)

Desnudo
camino recto hacia el mar,
mirando a la noche
con los brazos abiertos.

El agua me envuelve,
parece arroparme en tu ausencia,
en la noche,
en el sueño.

Me siento perdido
pero no quiero regresar.

Mi ropa ya no está.
Mis zapatos esperan.

Cansados de retroceder,
mis pies me llevan al fondo...
Y mis ojos
sumergidos
se pierden en este mar oscuro
y ya no sabrán volver.



UN GORRIÓN EN MI VENTANA

La vida es un pájaro pequeño que duerme entre las manos.
Si aprietas con fuerza para que no escape morirá;
si acaricias suavemente y le abres confiado terminará huyendo.

La nuestra
tras una ventana cerrada
nos observa triste desde que me abandonaste.



A UN DIBUJO CON DEDICATORIA

A Eduardo Naranjo, pintor de versos,
cazador de sueños y sobre todo amigo

Esa mirada tuya se clava en mí
distraída y ocultando el rostro
un secreto eterno me confiesa.
Arriba la luna oscurece la escena
reconociéndome un paraíso ahora perdido
donde los pájaros huyen en bandadas
ocultando al hombre las flores y el sueño.

Nunca podrá la vieja muerte
arrancar de mis ojos nuestros días,
retazos de una vida que he vivido
a tu lado siempre, sin conocerte.
No quisiera morirme hoy
junto a este frío invierno arropado
olvidándome de tu primer abrazo.





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