lunes, 6 de abril de 2015

JOSÉ LUIS VIDAL CARRERAS [15.407]


José Luis Vidal Carreras 

Nació en Vitoria el 23 de junio de 1954. Desde 1986 es profesor del Instituto de Enseñanza Secundaria "Miguel Hernández" de Alicante. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Al rojo amarillo (Editorial Aguaclara, Alicante 1991), Señor de los balcones (Col. Genil, Diputación de Granada, 1992), Perenne flor (Colección Indicios, Instituto Juan Gil Albert, Diputación de Alicante, 1997), Abalorios (Colección Palabras Mayores, Editorial Alhulia, Motril -Granada-, 2001), Álamo (1996-1999) (Colección Poesía, del Instituto Juan Gil Albert, Diputación de Alicante, 2002), Horas y uvas (2007), Donde nunca hubo nada, Libro ganador del II Premio Nacional "Ciudad de Ceuta", Año de edición: 2010 y la antología Señor de los balcones, publicada por Renacimiento, Sevilla, 2013.




MI FUERZA

Mi fuerza no está en mí,
vive difusa
en un hato de pájaros.
Yo soy uno de ellos
que se corrige
en la necesidad;
que busca apoyo,
precipitándose,
en su hermano de vuelo.





MITOS

Tu padre respiraba
cerca del cielo.
                      El aire
no se le resistía, 
sorbido por su gran nariz.
Él trajo el mundo 
para que lo corrieras 
en mañanas sin duelos. 
Esa estación estuvo bien 
(del vivir como juego, 
del soñar como espacio).
Hoy ya todo se ha ido,
tragado por tus grandes ojos negros.
Sólo tú... bajo nubes 
que no son más que nubes,
junto a piedras 
que sólo serán piedras.

[De Donde nunca hubo nada.]





Señor de los balcones, Renacimiento, Sevilla, 2013.


TRIUNFO DE LA BELLEZA

     SOY muy pobre.
El mundo, que no cuenta, como yo,
las horas, que carece de recuerdos
porque los ha dejado
sólo para unos hijos
que ya no saben regresar a casa,
ha hecho florecer a los almendros
bajo este azul sin límites de enero.
Y toda esa hermosura victoriosa
que se exhibe sin culpa y sin jactancia,
y hace su voluntad, su vida aparte,
me lo ha quitado todo esta mañana
que traía los labios
cargados de razones.





VÍCTIMA

MIRA: este hermoso fruto no se defiende

impunemente lo saquean tantos picos…

impunemente lo desnudan tantos dedos…

su rojo vive gastando siempre
por encima de sí

casi desfallece a cada instante
en el prodigio renovado de su fuego

no huye,
no se reserva,
no escamotea su dulce mejilla
al final de las miradas

indiferente a los zumbidos que lo rondan,
es más sí mismo cada vez,
más él, más víctima

no se defiende  





PASO

Este paso es un salto.

Cuando el mundo era el mundo,
tú lo ignorabas.

Hoy que no tienes mundo,
la luz te violenta
imponiéndote seres.

De esta flor a tus ojos, un paso.
De esta flor a tus ojos no hay nada.




EL ESCENARIO

Padre, tú traes el mundo;
si tengo mundo hoy,
es porque tú lo extiendes
cuando avanzo mi pie.

Pero, cuando, nostálgico,
miro a mi alrededor
y bendigo este suelo
que yo llamo mi casa,
veo andar a mi hijo 
preguntando en mis ojos,
alzándome su mano,
esperando mi gesto.

Y entonces, viéndoos juntos,
entre un mundo que viene
y un mundo que se va
(¡Adiós, padre! ¡Adiós, hijo!),
pienso en las despedidas.










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