Adelardo López de Ayala
(Guadalcanal, Sevilla, 1 de mayo de 1828 - Madrid, 30 de diciembre de 1879) fue un dramaturgo español del Realismo.
(Guadalcanal, Sevilla, 1 de mayo de 1828 - Madrid, 30 de diciembre de 1879) fue un dramaturgo español del Realismo.
De familia pudiente, fue a Sevilla para estudiar bachillerato y Derecho, pero no acabó la carrera y se consagró al teatro. En Sevilla escribió su primera pieza importante, el drama histórico Un hombre de estado. Se marchó a Madrid para estrenar su obra, lo que consiguió en el Teatro Español, en 1851. El éxito de este drama le permitió además conocer a la que será su esposa, la intérprete Teodora Lamadrid. Poco después representó su comedia de capa y espada Los dos Guzmanes, al estilo de Calderón, autor que siempre admiró. En 1851 escribe su primera zarzuela, Guerra a muerte, con la que inicia su dedicación a este género. También colaboró en la prensa, en particular en la satírica: El padre Cobos. En 1857 representa a Mérida como diputado liberal y al año siguiente fue elegido por Castuera. Entre los años 1857 y 1861 escribe El tejado de vidrio y El tanto por ciento.
Con ellas obtuvo grandes éxitos y se puso a la altura de escritores consagrados de la época, como Manuel Tamayo y Baus (principal representante de la alta comedia); fue tal el éxito de la segunda, considerada la mejor comedia de su autor, que recibió un homenaje público en el que Francisco Martínez de la Rosa le entregó una corona de oro y un libro de poemas en elogio del autor. Siguió estrenando El nuevo don Juan, donde retoma el tópico personaje romántico ya tratado en El tejado de vidrio desde una nueva óptica. Sufre un destierro a Portugal por oponerse al régimen de Isabel II y un año después suscribió el Manifiesto de Cádiz que ayudó a destronarla. Es nombrado Ministro de Ultramar en el reinado de Amadeo I de Saboya, pero de nuevo sus opiniones políticas le obligan a dimitir.
Con ellas obtuvo grandes éxitos y se puso a la altura de escritores consagrados de la época, como Manuel Tamayo y Baus (principal representante de la alta comedia); fue tal el éxito de la segunda, considerada la mejor comedia de su autor, que recibió un homenaje público en el que Francisco Martínez de la Rosa le entregó una corona de oro y un libro de poemas en elogio del autor. Siguió estrenando El nuevo don Juan, donde retoma el tópico personaje romántico ya tratado en El tejado de vidrio desde una nueva óptica. Sufre un destierro a Portugal por oponerse al régimen de Isabel II y un año después suscribió el Manifiesto de Cádiz que ayudó a destronarla. Es nombrado Ministro de Ultramar en el reinado de Amadeo I de Saboya, pero de nuevo sus opiniones políticas le obligan a dimitir.
En 1870 ingresa como académico de la lengua y pronuncia un discurso de ingreso sobre su autor teatral favorito, Pedro Calderón de la Barca. Con Alfonso XII, sigue siendo diputado y ministro. El año 1878 es nombrado Presidente del Congreso y publica Consuelo, una de sus mejores obras, representada por la que fue su segundo amor y prometida, Elisa Mendoza Tenorio. Se estrenó en Madrid el 30 de marzo de 1878 y a su exitoso estreno acudió el rey, quien además le encargó la oración fúnebre por la reina María de las Mercedes en la que fue su última aparición pública. En diciembre de 1879 el Rey le propone como presidente del Consejo de Ministros, lo que rechazó en favor de Antonio Cánovas del Castillo, pues estaba ya muy enfermo y ese mismo año murió en Madrid. Sus restos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.
Obra
Escribió unas catorce piezas en total, entre dramas históricos, comedias y zarzuelas. Dramas históricos son Un hombre de estado (1851), sobre el espectacular ascenso y caída de don Rodrigo Calderón, secretario de Felipe III y mano derecha del Duque de Lerma, y Rioja (1854). Sus contribuciones a la alta comedia, género en el que fue el autor máximo junto a Manuel Tamayo y Baus, son El tejado de vidrio (1856), El tanto por ciento (1861), El nuevo don Juan (1863) y Consuelo (1878).
Como dramaturgo es muy convencional: su intención es escribir obras morales, pero no critica a fondo el sistema de valores burgués. Así, el tema del donjuanismo que aparece muy constante en su alta comedia se plantea no como un mito, sino como el caso de un seductor profesional que altera el ordenado sistema de valores burgueses, y se parece más a un cazadotes que a otra cosa. Amenaza el núcleo básico de la sociedad, la familia. Por eso la justicia no está en manos de Dios, como en la obra de Zorrilla, sino en la de las víctimas, que al final lo dejan en soledad y menospreciado. En El tanto por ciento, que tiene por marco el mundo de las finanzas, se trata de un engaño colectivo en el que están implicados a la vez la fortuna del protagonista y el honor de la heroína, que al final consiguen triunfar y librarse del grupo de personajes que había urdido la trampa. Consuelo tiene por protagonista a la mujer del título, que acepta un matrimonio por conveniencias económicas yr bienestar social, no por amor. Con esta obra el autor pretende dar una enseñanza moral y demostrar cómo los intereses materiales se vuelven contra los mismos interesados, pues al final Consuelo se queda sola y se arrepiente de su decisión inicial.
Es posible que desdeñes
Romance
¿Es posible que desdeñes
mi amor, porque eres devota,
cuando yo sólo te pido
obras de misericordia?
Tú verás, si atentamente
de mis dolores te informas,
que en mí puedes, vida mía,
ejercerlas casi todas.
Enseñar al que no sabe
es obligación piadosa...
¡Haz tú que mi amor aprenda
de ti lo mucho que ignora!...
Yo no sé qué sabor tienen
tus palabras amorosas,
ni el encanto de tus brazos
cuando amantes aprisionan,
ni los rayos di tus ojos,
ni los ayes de tu boca....
-Sácame de esta ignorancia,
que me mata de congoja,
y enséñame, pues ignoro
tantas dulcísimas cosas!
Dame, dame el buen consejo
que ha menester quien te adora,
para saber de qué modo
se cambia un alma por otra...
Y corrígeme, si yerro...
¡Verás mi obediencia pronta,
buscar la senda más breve
que en tu pecho desemboca!
Perdóname, si te injuria
mi pasión impetuosa,
pues sabes al que ama mucho
lo mucho que le perdonan.
Y no me niegues al menos,
cuando la pena me agobia,
que de consolar al triste
te ofrezco ocasión notoria...
Mas si es flaqueza el quererte,
con paciencia la soporta,
y a un tiempo, de esta manera,
los dos ganamos la gloria.
Estoy enfermo; visítame;
estoy hambriento; haz que coma;
y de mi alma, la tuya
calme la sed ardorosa.
Gime el corazón desnudo,
y se estremece y solloza,
porque tu amor no le presta
el abrigo de sus ropas.
Soy un pobre peregrino
que llama a tu puerta sorda:
mas, si tú me das posada
y en tu corazón me alojas,
no temas que nunca exija,
por mucho que el tiempo corra,
que redimas a un cautivo
que en serlo tuyo se goza.
En fin, si nada te mueve,
y despiadada malogras
la ocasión de practicar
tantas benéficas obras,
concédeme la que pido,
última piedad de todas:
entiérrame, que estoy muerto;
y puesto que eres de roca,
lábrame la sepultura
del mármol de tu persona.
Romance
¿Es posible que desdeñes
mi amor, porque eres devota,
cuando yo sólo te pido
obras de misericordia?
Tú verás, si atentamente
de mis dolores te informas,
que en mí puedes, vida mía,
ejercerlas casi todas.
Enseñar al que no sabe
es obligación piadosa...
¡Haz tú que mi amor aprenda
de ti lo mucho que ignora!...
Yo no sé qué sabor tienen
tus palabras amorosas,
ni el encanto de tus brazos
cuando amantes aprisionan,
ni los rayos di tus ojos,
ni los ayes de tu boca....
-Sácame de esta ignorancia,
que me mata de congoja,
y enséñame, pues ignoro
tantas dulcísimas cosas!
Dame, dame el buen consejo
que ha menester quien te adora,
para saber de qué modo
se cambia un alma por otra...
Y corrígeme, si yerro...
¡Verás mi obediencia pronta,
buscar la senda más breve
que en tu pecho desemboca!
Perdóname, si te injuria
mi pasión impetuosa,
pues sabes al que ama mucho
lo mucho que le perdonan.
Y no me niegues al menos,
cuando la pena me agobia,
que de consolar al triste
te ofrezco ocasión notoria...
Mas si es flaqueza el quererte,
con paciencia la soporta,
y a un tiempo, de esta manera,
los dos ganamos la gloria.
Estoy enfermo; visítame;
estoy hambriento; haz que coma;
y de mi alma, la tuya
calme la sed ardorosa.
Gime el corazón desnudo,
y se estremece y solloza,
porque tu amor no le presta
el abrigo de sus ropas.
Soy un pobre peregrino
que llama a tu puerta sorda:
mas, si tú me das posada
y en tu corazón me alojas,
no temas que nunca exija,
por mucho que el tiempo corra,
que redimas a un cautivo
que en serlo tuyo se goza.
En fin, si nada te mueve,
y despiadada malogras
la ocasión de practicar
tantas benéficas obras,
concédeme la que pido,
última piedad de todas:
entiérrame, que estoy muerto;
y puesto que eres de roca,
lábrame la sepultura
del mármol de tu persona.
A la esposa de mi amigo
el brigadier Caballero de Rodas
Con Placer hablo contigo,
yo que en mi vida te he hablado;
pues eres centro, y abrigo,
Y depósito sagrado
de la dicha de un amigo.
Dueña de su fe segura
y árbitra a un tiempo te ves
de su gozo o su amargura;
que él no tendrá más ventura
que aquella que tú le des.
Aunque Marte galardone
su esfuerzo nunca domado
y cien veces le corone,
y en los negocios de Estado
consiga más que ambicione;
y aunque atenta a su interés,
siempre constante y segura
fortuna bese sus pies,
él no tendrá más ventura
que aquella que tú le des.
La mujer nuestra existencia
condena a dolor profundo
o a perpetua complacencia;
Y no hay poder en el mundo
que revoque la sentencia.
Él adora tu hermosura,
e insoluble el lazo es
que formó vuestra ternura:
¡Ya no tendrá más ventura
que aquella que tú le des!
Como al sol por sus reflejos
logramos adivinar,
y por su aroma al azahar,
y el grave son desde lejos
anuncia cercano el mar,
yo adivino tu alma pura
en la apacible quietud
del hombre que amor te jura,
y contemplo en su ventura
resplandecer tu virtud.
A Luis Larra
(Improvisación, jugando al billar)
Porque el mundo es una bola,
rueda inconstante, cual ves...
Pues ¿qué fijeza habrá en tres,
si nadie fija una sola?
Si gané por carambola,
hoy malograré mí afán...:
¡No temas! Listos están
mesa, marfil, tacos, tizas...
Y, ¡qué diablos!... Las palizas
como se toman se dan.
Ante el retrato de una bella
De vista y muy de pasada
nos conocemos los dos,
y la tuya, vive Dios,
no es vista para olvidada.
Mas tú verás, si me escuchas
con la atención que te pido,
que el no habernos conocido
tiene ventajas, y muchas.
¡Cuánta alabanza podemos
decir recíprocamente
de los dos..., precisamente
porque no nos conocemos!
Tú dirás que la modestia
en mí acredita su nombre,
pues para ti no hay un hombre
que cause menos molestia.
Que, aunque me llamen adusto
los que... me conocen mal,
soy tan blando y tan leal,
que nunca te di un disgusto.
Yo diré que hasta el presente
no te oí murmurar nada,
ni de amiga mal tocada
ni de amiga impertinente;
que debes tener un arte
singular y un gran talento,
pues que ni un solo momento
me he cansado de escucharte;
que es tu tino tan perfecto,
tu prudencia tan cumplida,
que juro a Dios que en mi vida
te he conocido un defecto.
Y en un mes lo acabaría
si hubiera de referir
cuanto podemos decir
de tu alabanza y la mía.
Todo bueno, y, sin embargo,
todo verdad lisa y llana,
y todo, chica, dimana
de habernos visto de largo.
Que en este mundo fatal
tales engaños se ven,
que para alabarse bien
hay que conocerse mal.
Mas, si iguales han nacido
tu corazón y tu cara,
yo mucho más te alabara
si te hubiera conocido.
Aviso a mi persona
Adelardo, sutiliza;
investiga; inquiere; vela;
tu fiereza martiriza...
¡Mira que el odio te cela;
mira que la envidia atiza
la leña de su candela!
¡Nada importa que te estés
encerrado en tu aposento,
si allí te entregas después
a uno y otro pensamiento....
y al empeño en que te ves
no te dedicas atento!
¡Aunque te encierres un mes,
ese desvanecimiento
no es trabajar!... ¡Antes es
holgar sin remordimiento!
Campoamor
Tu bondad, tu trato ameno,
tu faz, tu ingenio florido,
Campoamor, son un veneno;
pues, siendo tan descreído,
no debieras ser tan bueno.
Hoy con tu ejemplo se ve
más válida la opinión
de que es fácil que se dé
la moral sin religión,
y la conciencia sin fe.
¡Hombre, no inspires amor!
Te lo ruego por Dios vivo...
¡Hazte malo, por favor;
pues no serás tan nocivo...
en siendo un poco peor!
Dos madrigales en uno
Yo a Enriqueta le diría
que su gracia me subyuga,
que me encanta su talento,
y hasta su nombre me gusta...
Mas temo que Margarita,
al escucharme, presuma
que la agravio, y el respeto
me deja la lengua muda.
Yo también a Margarita,
en más feliz coyuntura,
de sus muchas perfecciones
pudiera elogiarle algunas...
Pero temo que Enriqueta
me diga con faz adusta,
que requiebros duplicados
no tienen gracia ninguna.
Niñas: ¿queréis que un momento,
para hablaros, os desuna?
Dos tórtolas en un árbol
están muy bonitas juntas...;
pero, al volar, si son libres,
toman diferente ruta...
Y no es mucho mirar luego
cómo encuentra cada una
su dulce compaña, y cómo
se dan el pico y se arrullan.
El sueño
Sueño, que lento y pesado
mis sentidos acometes,
y uno a uno los sometes
a tu imperio dilatado:
tú en prisión pones la vista
y gusto y tacto en olvido:
pierde el olfato la pista,
y, aunque el último, el oído
también cede a tu conquista
Y así dominas el fuerte,
y dejas de guarnición
la eficaz respiración
para que impida a la muerte
quitarte su posesión.
Ya sé que al cuerpo te agrada
ver en nada transformado...
¡Y el cuerpo vil es muy dado
a transformarse en la nada!
Mas, cuando pones en calma
el corpachón, que es más fuerte,
dime, tití de la muerte:
¿en qué se entretiene el alma?
La pluma
¡Pluma: cuando considero
los agravios y mercedes,
el mal y bien que tú puedes
causar en el mundo entero;
que un rasgo tuyo severo
puede matar a un tirano,
y que otro, torpe o liviano,
manchar puede un alma pura,
me estremezco de pavura
al alargarte la mano!
La rosa de la aldeana
(Letra para una canción)
Donosa aldeana
de negro cabello,
de rostro más bello
que fresca mañana:
detente; te llamo
temblando de amor;
desata ese ramo
y dame una flor.
Marchito y sin vida
tu ramo, aldeana,
acaso mañana
ninguno lo pida;
mas hoy que lo pinta
la luz del amor,
desata esa cinta
y dame una flor.
No llores, amada,
no muestres despecho;
que llevo en el pecho
tu imagen grabada.
¡Dichosa mañana!
¡Dichoso mi amor!
Me dio la aldeana
la rosa mejor.
La semana que viene...
De los holgazanes
Lunes, que, a rienda tendida,
vas del martes empujado,
¡cuántas veces te he fiado
la corrección de mi vida!
-¡Te vas! ¡La dejas sumida
en dudas desgarradoras!
Pero, al fin, algo mejoras
mi condición, pues hoy siento
más vivo el remordimiento
de haber perdido tus horas!
MARTES
¡Oh, martes! No me importunes
con los apodos que tienes;
pues a hacer fecunda vienes
la esterilidad del lunes.
Como tú te desayunes,
haciendo dar un respingo
a mi inspiración, un pingo
colgaré en tu templo en pago;
y, aunque te llamen aciago,
serás para mí domingo.
Mi cuaderno de bitácora
En el año de 1865
ENERO
Día 1.º
Entró en mi cuarto de un brinco;
me miró con faz severa,
y me habló de esta manera
el año sesenta y cinco:
-«Sin razón quejas exhalas,
porque mi vuelo apresuro:
tienes un medio seguro
para arrancarme las alas.
Si escribiendo te señalas,
si tu inspiración recobras,
no experimentes zozobras
al perderme; que a tu lado
siempre estaré transformado
en el fruto de tus obras».
Día 2
Hoy Jovellanos se emplea
en ensayar con cuidado
el por mí resucitado
Alcalde de Zalamea;
y el cantor de Dulcinea
demanda mi inspiración...-
¡De buen pronóstico son
los trabajos de este día,
pues que me hacen compañía
Cervantes y Calderón!
No hay comentarios:
Publicar un comentario