Olimpia Badillo
Nació en Ciudad Fernández, San Luis Potosí, México el 5 de julio de 1943. Poeta. Estudió la maestría en lengua y literatura españolas en la Escuela Normal Superior de la Ciudad de México y un diplomado en estudios literarios en la UIA. Ha sido catedrática en la Escuela Normal de San Luis Potosí; coordinadora del taller literario en el Museo Nacional de la Máscara; integrante del comité directivo de la Red Nacional Autónoma de Talleres Literarios. Primer lugar en el Concurso Estatal de Poesía 1991 por De memoria y piel.
Obra publicada
Poesía: Vidrio color de nube, (plaquette), UAZ/Boldó i Clement, 1990. || De memoria y piel, Ponciano Arriaga, El que Escribe, 1997. || A cadena perfecta, Armadillo, 1998.
En el pórtico del sueño
Sería bueno despertar corriendo las cortinas
abrir la boca
y soltar la carcajada maloliente
del ayuno
hacerlo con urgencia y decir
que me han brotado de pronto tres hermanos
que aparte del incesto
y del pecado
tres políticos se bañan en el charco de erecciones
dialécticas y niñas.
Desellar con llanto los postigos
por donde silba la sangre de las rejas,
restar todo el acero de los ojos
para llevarnos los párpados corriendo
hacia el trabajo
extender más la sed de cada brazo
e inesperar la religión
la que pinta las paredes con heces
y arranca los cascajos de gobiernos
papelosos.
Sería bueno gritar los tragaluces
todos
y ponerlos enfrente de nosotros
hacerlos engordar nuestra figura
radiografiar el pensamiento
deformarle
traspasarle
las ideas
quedarnos en medio de sus vidrios
como carne inmordible
y nadar en su gruesa trasparencia
sin temor de ahogarnos.
Sería bueno mirarnos al espejo
al nuestro
y al de otros
romper uno por uno
hasta dejarlos hechos miles y ver en ellos
nuestros ojos
cientos de ojos
cientos y cientos de cuerpos desenteros
cientos y cientos de reflejos incompletos
de miradas trozadas
de caras y brazos en astillas
de imágenes totales
que se deshicieron con la sola mirada
del destiempo
en un múltiplo de azogue
derretido.
Sería bueno aventurar por el espacio
de las moscas
parasitar con ellas el sueño inexistente
los recuerdos
las lepras silenciosas bajo el sol de cada
invierno
las costras maquilladas
las viandas y el vómito después de cada éxito
las caras inmortales de los muertos
que se crecen
al beso de un pie resquebrajado de tristeza
alcohólico de sol
y regresar con ellas al sepulcro abierto
echar una impureza
frotar las manos repetidas veces
hasta quedar ligeras
para volar de nuevo.
Sería bueno llegar puntual a la fiesta
del último silencio
alistar el traje nuevo
que nunca quisimos ponernos
ensayar la entrada
de cuerpos que se extienden a dar la bienvenida
acompasar el paso
ritualizar la voz de los porteros
serenarnos con la ausencia de luces
que habrán de esconderse a nuestro arribo
tomar de la mano al polígamo padre
que revisa la naturalidad de los papeles
en el pórtico del sueño
-que nunca supimos si logró realizar-
pero antes
mucho antes
chistarle al conductor que a veces lleva prisa
por dejarnos
gritarle con el pensamiento que desacelere
recordar su nombre
y tocar la altura de su espalda
y con la mejor de nuestras voces al oído decirle:
despacio
más despacio.
Para morir adentro
Mi conciencia habita poco a poco
esta falsedad
el nombre que me han puesto sirvió de pronto
para llenar el requisito
y decir que es propia
la casa donde vivo;
Sin embargo
aquí no están mi polvo ni mis pasos
han sido triturados por el código
infalible
y cada muro es un papel ajeno
en el que no puedo escribir.
Mi sangre se ha untado a los tapices
que chorrean preguntas
y al cerrar las ventanas
el aire me recuerda que también es otra boca
que me come
con una inhalación de sed eterna.
Voy odiando tener hambre dentro de estas paredes
donde habre de tomar una moneda
que tampoco es mia
con la que iré redondeando la calle
al gritar la canción
que crece en el ultraje de las posesiones
que tiene el viento
que tienen los papeles
los que siempre mienten
con renglones fabricados de fechas
nombres
y
lugares.
Nada se parece al tiempo que me sabía
a sueño
y
a tristeza
en la casa niña.
Sobre este piso donde la música
de cada árbol se mancha de silencio
no he podid0 trazar el aeroplano
ni jugar a la rayuela
o brincar sobre un pie para ganar
y llegar al desván de aquella abuela quenunca conocí.
Con este cansancio
habré de sentrame otra vez -como cada tercer tarde-
en quel sillón playero
donde mis ojos no existieron
ni siquiera mis brazos
nada
donde mi cuerpo sólo fue las franjas de cotin
que se adentraron
por caderas y espalda
haciéndome cárcel
de independiente espacio
por donde se paseaban las hormigas negras
subiendo y bajando entre macetas
con pedazos de espejos
o
entre botes con flores de colores
hasta meterse al hueco de mis ojos
trazando los renglones
spultándome
quedando sólo
para morir adentro
en otra falsedad de hogar prestado.
Mariposas Monarcas
Qué harán con tanto olor a lluvia entre las piernas
con tanta humedad en celo, dispuesta al viento
a la mordedura de los árboles recién cortados
horadados en la mirada santa
de una mano que mendiga sus muslos.
Duelen las adormideras de sus lechos
Y no hay arrullos
Se les cansan los senos de tanto mirar arriba
buscando troncos en el cielo
que les enderecen el alba,
que caminen con ellas,
erectos
cosquillándoles el borde de las alas,
oliéndoles la savia virgen de su triángulo,
el verdor del tiempo que llevan parpadeando
en el deseo
con la misma pregunta.
Cómo se les carga el ansia en el bulto
de la oruga
cuánta falta les hace el esqueleto
se abren y se cierran de abajo arriba
abrazándose solas
llenando la corteza con el cristal que les brota
despacio para mojar la pared
donde sostienen su quehacer resbaladizo
y multiplican los altos
y los bajos de la única música
que no daña el movimiento
Cometas de espaldas amarillas que sólo se abrazan
se besan
se ahogan
apoyan su piel en invierno
recargan su noche encima de todas
copulan dormidas vírgenes anuarias que no llenan de amar
que se untan una con la otra
desnudan su viaje
gotean la abertura de otra miel que yace despierta
en la hoz de sus ansias viajeras
El encierro les grita,
las mancha
les deja ruidos color manzana en los ojos
les abre de oriente a poniente las puertas
y otra vez se acercan se buscan se huelen,
se abrigan los pies la cabeza
los brazos el pubis el tiempo
se ungen los sexos se suben se bajan
(se aprietan)
la prisa de siete segundo las hace ligeras
lunares nocturnos en papel de china
pintados de hierba.
Cómo no se infartan junto a las estrellas
cómo Dios les ruega que pierdan el tiempo
asidas al verbo de esa sed sin pena
ni freno
cómo no regresan secas por donde vinieron
cómo no les ajustan ni éste ni otro invierno
cómo no les espanta la cárcel que vuela sobre sus cabezas
ni los alfileres que las atraviesan
o los vidrios del escaparate
donde mueve el polvo sus alas de fiesta
cómo no les cansa ese amor en cada ala
cómo esa felicidad no les perturba el ruido
que sueltan:
pajas peregrinas
hermanas cada año
cortesanas de viento
meretrices
monarcas.
Reptar en cruz
AQUÍ
bajo el mármol
escucho nuestro temor como ritual nocturno
y vuelven mis torturas
tragándose el revés de mi piel con el grito esperanzado
de tu mano
Esta angustia es mentira de larvas
que defienden la huella del destierro.
Es viento que viene hollar con tu cabalgadura
todos mis cráteres
mis trastocadas redondeles
vestidas hoy de luto blanco.
Es diámetro que existe entre tú y yo
en un intento de ser cárcel.
Aún así, voy:
Vamos:
presagiemos la búsqueda
desmadejemos el movimiento final
articulando nuestras voces
para reptar en cruz
sobre otro cuerpo
Con el viento a favor
VIAJO en cuerpo
ola encendida donde mi boca muere
y resucita
noche temprana de volcán abierto
que se lleva a refugiar mi vientre para saciar a Dios
otra vez en octubre
Viajo en tu cuerpo
me basta el espacio húmedo en tu presencia
y te recorro
abro mis tempestades
se inundo
primero las manos que gritan el camino
para heredar tu piel
con mi reflejo
luego mis poros buscan a los tuyos
y se abren
se abren
como ojos navegando oscuridad
como boca que recibe la cascada
la lluvia
o la muerte.
De proa a popa repaso los meridianos cero
de tu sombra
nocturna mariposa que yace a mi costado
en aliento permanente
pálida contraluz y ansia de veinticuatro arenas
sin reloj
de veinticuatro orgasmos libres e infinitos
Voy despacio
presiento un mínimo de luz un tu silencio
y me dejo llevar
te llevo
a mi modo te llevo
a intervalos te gasto
me consumo
te consumes
me sumas a este territorio de humedad
que brota de los barcos sin anclar que somos
y te pierdes
dentro de mi viaje te pierdes
hasta prender tu ritmo a mi cintura
y correr por tu agonía mi agonía.
Somos el mismo potro, la misma grupa
galopando hacia todas las vidas moribundas
con el viento a favor
Somos el mismo viaje
las mismas manos recogiendo el ritmo de los árboles
respirando agua a contraviento
somos tú y yo
sólo tú y yo.
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