Elena Tamargo
(La Habana, 1957-Miami, 2011) fue Germanista y Filóloga; Doctora en Letras Modernas, académica, ensayista y poeta. Traductora de la obra de F. Hölderlin. Entre sus libros de encuentran: Sobre un papel mis trenos, Habana tú, El caballo de la palabra, El año del alma, Poesía de la sombra de la memoria y Bolero, clave del corazón.
POEMA SINCOPADA O FUERA DE TIEMPO
Todos los días se matan en La Habana
dos millones de gatos y quinientos caballos.
Quinientas yeguas solas sostienen el rencor de su dureza
se abrazan
en la pira arrogante del león babilónico.
Trasgos de sangre suspenden el azul y el animal del trópico
se agota.
Diez millones de vacas ya murieron
tres mil palomas agonizan
y el olor de los lirios se deslíe
en un prurito de ácidas hormigas.
Los ciudadanos temblando se repliegan
a construir el escenario de la nada
si no quedan caballos ni lengua ni jazmines
si los trenes de leche detuvieron su paso
donde canta la belleza
y ahora se escuchan los terribles quejidos de las vacas
si los lirios, los gatos, las palomas
son animales muertos.
Pero yo no he venido a ver el cielo
cómo voy a ordenar pedazos de paisajes
ordenar los amores que son fotografías
y luego tambor tosco, bocanada de sangre.
Ay, voz lejana
ay, voz de la sordera
estás aquí bebiendo mi humor de niña muerta
quiero llorar mi talco, como lloran las niñas
porque yo no soy ni mujer ni poeta ni azucena
soy el agua y el vino y el aceite
una llaga tal vez que debe al fuego
y me andan buscando.
Compás De Espera
Mi pasado está invadido
y lloro lentamente.
Me ha llenado de miedo una noche en el Neva
me ha llenado de fe una tarde en Bakú.
Se quedó Samarcanda como alguna promesa
y la calle de Arbat para soñar a Eszenin
siempre, siempre.
Erré como torcaz
aplastada en la calle por un caballo ciego.
Me dan miedo mi pueblo y sus hombres
mientras Jesús del Monte se derrumba en silencio.
Una ciudad de espejos y banderas
y su empinada ronda de tenores.
Yo regreso a mis pájaros
al pequeño amarillo que no canta.
Ya no tengo balcón ni noches junto al mar
y otra campana traza mis compases de espera.
Estorbo como estorban los almendros
y en el farol se queman algunas mariposas.
Ciudad y almendro y yo
ay, qué desgracia.
Fragmentos De La Habana
Pensar, robar, gozar
todo un único espasmo.
Arpegia y pica, Lázaro.
Salta de los tejados cuando nadie te vea
y muestra el interior de la sonata.
Aquella criatura desenfrenó la nada.
Es la maldad tan natural lo que te bambolea.
Veo tu insomnio a su manera
veo el disco girar y a los hombres
veo charcos, tranvías
veo enormes pedazos de La Habana.
A los negros los veo
resonando a sus pies el toque de los siglos.
Negros espirituales.
Blanco el mantel del primer desayuno
blanco mi abuelo
blancos en el exilio, desconcertados
borrachos de blancura
blancos los hospitales
negro mi cuerpo en el primer amor.
Llegan las mariposas a confirmar que ardí
y me dejan besando su jadeo
la inútil ceremonia
junto al candil oscuro.
Habana Tú
Y hoy está crecido el mar
no es que la marea suba por un hecho natural
es que llora Yemayá
Juan Formell
De niña, entre las grietas de la tierra
buscaba en ti mi aurora
a semejanza mía, a semejanza tuya
cuerpo oscuro y esbelto de mi sueño.
Puras ante la espera las imágenes
emisarias de la tarde que caía
pegada a su horizonte.
Tenías en secreto tu espigón de metales
inclinada en tu borde busco el ancla perdida
te busco en el regreso, estás llena de pájaros
vuelve a secar tus manos y cuéntamelo todo.
Era esto el abandono y lo sabías.
Óyeme estos lamentos que me salen ardiendo
yo sólo te deseo,
la sombra de aquel tiempo en ti misma entrevista
con inútil ternura
y tú me dabas fuerza
rendida y dócil como el mar sabe serlo.
Aquel concilio que tantos han cantado
sin una urgencia propia como ésta de este instante.
Tampoco fue tu culpa si no les comprendiste la amargura
faltándoles la leche y el abrigo
te lo dieron todo, vida que no pedías.
Habanera Yo
Soy otra vez muchacha en el invierno
y nadie me regala una gardenia.
Pero el regreso de mis lunas
ahíjo taciturna del fondo de la calle
casi feliz, aletargada
bajo esta piedra roja.
Retozo como un campo florecido
es la herencia adecuada de una mujer despierta
un sueño desprendido del cuerpo que lo ha usado.
Los lirios de Rosita
mis únicos testigos
esperan la lechuza
en el silencio mío del oeste.
Vuelvo en la medianoche de este invierno
acércate a escuchar mi tambor y mi oboe
acércate con riesgo de hechizarme.
Ciudad, ciudad
no mates mi manía de ser bella
de pasearme desnuda y cepillarme el pelo.
Ciudad con pajaritos y cisternas
el probable lugar donde acabó una historia.
Ay, mi ciudad
mi pasto
mi sitio recurrente
a la hora en que duermen las palomas.
Ciudad que has bendecido mis vigilias
arrástrame hacia el mar
sin farolas ni víctimas
con algas en mi pelo
y en tu pelo de sal.
Mar De Mi Patio
Y si llegaras mar
cuando mi cuerpo fuera tierra arada
y lloviera en mis ojos?
Alga y sal de prusia calentura
¿no te crecen las uñas?
Te veré frente a frente
presa en tus quemaduras, levantando las cejas
dejando ver los ojos con esa indiferencia.
Cómo tú eras cuando yo te elegí.
Diosa naciendo y destronando diosas
si tú al verme fijaras la mirada.
Ven hacia mí, no tardes
puedo perder las fuerzas.
Estoy sola bailando y en mi musgo
me pisan miles de pies desesperados.
Sácame este mareo
este jilguero tosco que custodia mi blanco
esta brújula adivinando el este.
Si te demoras se deshace mi estatua
este cuerpo que danza maravillosamente.
–¿Qué hora es que no llegas
perfumando las calles con tus pescados frescos?–
Mar de mi patio, mar atormentado
lo que me duele
es que mis días
se vuelvan más y más de tierra.
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