JAIME ANTONIO BRISTILO CAÑÓN (Punta Arenas, CHILE 1969): Becario de los talleres de Poesía de la Fundación Pablo Neruda (1994) y Talleres José Donoso de la Biblioteca Nacional (1997-1998). Ha participado en diversos encuentros, actividades y proyectos poéticos. Ha publicado: Ars Amandi (Ed. Libros del Coirón, Santiago, 1997); Lustro en Tinto (Ed. Libros del Coirón, Santiago, 1999); Hippodrome Circo ( Ed. Libros del Coirón, Santiago, 2001) y Campo santo: libro para el buen morir (2006).
CAMPO SANTO
LIBRO PARA EL BUEN MORIR
DOLIENTE
Estar entre las cosas como un pasar de luz
Acontecer en un minuto que parece toda una vida
Aún conservamos la salud, aunque precaria
Las agujas se llevan el tiempo de la bomba que sabrá estallar
A qué hora despierta ese niño, caramba
Duerme una eternidad si padecemos dolores irresistibles
Abandonados huérfanos frente al televisor
Transmitimos pesadillas en jornadas por saldar
Vivir la vigilia en permanente contradicción
Soñar que se encuentra lo que no se sabe que se busca
Acontecer una vida que detona en un minuto
Estar entre las cosas sin poder ser una cosa más
QUIROMANCIA
Una prostituta recita de memoria en un cabaret
Yo leo su mano sin idea fija
Muda entre poemas que perdieron asunto
La palma de papel sobreabunda como una nevazón
El futuro es auspicioso mas llora sin consuelo
Sabe que no hay palabras en tal página
Desde sus manos y mi boca final este verso
Vuelve a dejarse caer en un salto directo al vacío
OBRA DE MANO
Los papeles arrojados al suelo
Vienen días, van en desparpajo
Hojas arrugadas bajo marcas de pasos, ruedas
Silla invasora
La tierra se acumula sobre el verso hasta que deja de agitarse
Los pianos tocan en blanco y negro un mismo tiempo
Días. En desparpajo
Mirada de lince por un segundo, las cosas cobran
El sentido que pretenden mantener desde ya para siempre
CAMPO SANTO
Hoy he visto pasar el cadáver de mi enemigo
Sus puños crispados en llamas maldijeron el castigo de encontrarme
Caduco empujaba un carro pictórico de abarrotes
Pertrechos de guerra con evidente fecha de vencimiento acaecida
La historia cobra sus víctimas
Estrafalaria y frenética repite caprichos con nombres de primer cartel
Incapaz de verme a los ojos
Ha perfilado un gesto de acritud envejecida
El odio golpeaba su cara contra los muros de mi campo santo
Camino a su casa de fachada blanca escandalosamente sordomuda
Hoy he visto pasar el cadáver de mi enemigo
A diferencia de su albergue sin ventanas hacia mi última morada
Aquí no cultivamos podredumbre sino flores que brotan alegres desde el más allá
III
Los niños no saben de su vida qué hacer
Juegan al grande
A la casita
Dan solos la vuelta por la manzana
Ven caras desconocidas
Se miran mecánicamente entre sí
Agitados se toman las manos
Hasta darse cariños nuevos
Convulsas pierden y ganan las palabras
Pródigos terminan llamando con gritos a mamá
V
Rabia, un perro tuerto
Vaga y olisquea
Muestra los dientes
Afila el aire con un gruñido
Miedo, el niño tiende a correr
El perro se abalanza
Trunca esa carrera
El niño protege su rostro
Rabia, el perro no ladra
Es ciega su ira
Profunda la marca en el brazo
Del amo que nunca tuvo
Poemas del libro Hippodrome Circo (2001)
CIRCO DE FIERAS
El sol en su cenit una mañana del séptimo de los romanos.
Las jaulas desde el aire son arañas que extienden las patas de su sombra encima del peladero,
el bestiario se despereza, los animales se inquietan presagiando;
cristianos voluntariamente van a las fieras, limpian sus encierros, dan de comer a los sabios.
Los exóticos se aprestan a saltar a través de argollas bañadas en llamas de amplios quilates.
Una nueva función viene renqueando por el camino.
Un hombre valiente no teme ver desde el interior de la celda aunque evidencie su descontento.
Entre los demás depredadores vive su cautiverio, espera el turno de su desgarro
el día que los animales decidan dar circo a la concurrencia.
REINA PRIMAVERA
Rugen leones enjaulados en Peñalolén,
la carpa del circo se estremece,
el barrio se vuelca a las calles.
Niños sin marraqueta bajo el brazo
buscan a tientas en las esquinas,
cazan perros y gatos quiltros sin collar
-su entrada triunfal-.
Los hermanos mayores esfuman.
A la sombra de sus árboles genealógicos en perenne otoño
parlan al aire atracciones vencidas,
maquillajes a parches.
Es hora. En lo alto de la carpa miro las estrellas.
La tarde cae.
Todos los volantines del cielo van cortados.
FUNÁMBULO
Payaso de luto, descalzo
va por el alambre, tala noche
tétrico rostro sin red, sin pescar función
su chalupa se mece, agua bote, cuerda floja
la noche no acuna.
Niño navega sobre cable trenzado en canas
o hilachas de vestido nupcial embotellado al mar.
No hay peces en la carpa,
vacío hay
silencio sin globos de aire desde el fondo
ni fanfarrias para el sonámbulo que en vez de dormir en paz
muere de tedio natural a esas alturas en tales vientos del alma.
DAMA CON BOZO
Una mujer frente al espejo,
su cuerpo renacentista pintado al óleo,
los maquillajes se cierran,
se abren otros.
Su mirada cala entre la cabellera inmensa
catarata que transcurre por el respaldo de la silla
hasta una cama de aspecto fluvial.
Una mujer en vitrina que lleva una vida común
duerme, se deleita,
va al privado y vuelve.
Su cuerpo es un mundo blanco lunar;
orbita sobre dos pilares que sostienen las puertas de palacio.
Ligera de ropa y cascos, risueña del asombro
coquetea con esa sonrisa que tras sus barbas
me dice que sí, caballero,
este delicado fenómeno de la naturaleza es para usted.
ESCAPISTA
Inmerso en cadenas de pies y manos,
útero acerado,
inmaternal camisa de fuerza sellada al vacío,
cautivo escarba a cucharadas un muro amniótico.
YING/YANG
Dos enanos en la pista juegan
se abofetean, él debe irse,
es un doblaje
y en galerías esos niños ríen que ríen.
Es la misma pareja pequeña
que cada noche observa su silencio en la mirada del otro.
Sus manos cuerpo a cuerpo dan un recorrido así de lento, breve
como larvándose la tibieza del prójimo
en una balsa inmensa que levita, brilla y se agita, su cama.
Esa pareja que se golpea con música de fondo
nocturnal aplica labios en las marcas húmedas,
susurros que todas las madrugadas se repiten en un recuerdo
por si mañana llegaran a no sentir lo mismo.
Dos enanos en el circo son parte del espectáculo;
esa pareja en su cama es grandiosa.
Una reverencia al Respetable, una fanfarria,
un solo líquido inunda la noche
y estos niños ríen que ríen.
FILO
El tragasables traga clavos oxidados, saliva fuego, lo apaga, vive trance.
En este extraño tipo de empalamiento prevalece amurallado entre floretes, repta una lágrima,
muerde su mejilla hasta desenvainar el hierro que a pesar de no cortar esa carne
sí alcanza a mantener su número por un eterno instante sin aplausos al filo de la vida.
INICIACIÓN DEL PELUSA
Un niño pinta su rostro con corcho quemado.
La ropa hecha jirones para tales payasadas, sus pies descalzos
demasiado pequeños sobre tanta tierra que caminar.
Un tizne de carbón ilumina el rostro del niño parco en su función de trasnoche.
Ante el zaguán de la carpa una mano se le tiende desde dentro.
El tony chico abre los colores de su mirada que palpita.
A oscuras en la pista, de madrugada,
toda la atención del público imaginario que pueda repletar galerías
descubre un payaso blanco en un niño negro.
TAHÚR
Gran croupier baraja sus manos,
entre líneas ilusiona copas de oro para la dama,
prestidigita y marca sepulturas bajo la mesa en tanto cantinela el mismo réquiem:
corona de magüey para esta reina y este rey
soy tu espina, corona, magüey.
Su palabra en el silencio a ojos vista retruca y mata con el brillo de una sola espada,
negro comodín que columna vertebral la romana de su peculiar justicia.
ARMA BLANCA
Desde el recogimiento se lanzan los mejores dardos,
astillas de cerbatana purificadas al curare
u hojas de doble filo para asestar a los traidores
en el madero que cargan a sus espaldas.
Con los ojos cegados sonrojar armas blancas
en la expiación de mujeres hermosas, para ellas
cachas de ébano y marfil.
Señor de horca, cuchillo,
curva el vuelo de una hoz, corta el viento,
arranca de cuajo las espigas del trigo menos limpio.
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