Esther Fleisacher (Palmira, Valle, COLOMBIA 1959). Narradora, poeta, editora y psicoanalista. Cuentos y poemas suyos han aparecido en diferentes periódicos, revistas, sitios virtuales y antologías. En su obra se destacan “Las tres pasas (y otras historias)” (Universidad de Antioquia, cuentos, 1999), “Cable a tierra” (2000), libro de poemas inédito, ganador de la Beca de Creación del Fondo Mixto para la promoción de la Cultura de Medellín, “La flor desfigurada” (Hombre Nuevo Editores, 2007), ganador de la VII Convocatoria Becas de Creación 2006, “La risa del sol” (Sílaba Editores, novela, 2011) y “Canciones en la mente” (poemas). Desde 1965 reside en la ciudad de Medellín.
La autora lo ha expresado siempre, el origen de sus composiciones está en una voz interior que de repente la urge y mueve a la escritura, evento común tanto a sus cuentos como a su poesía. No una imagen en particular, o una idea, o una palabra, como suele suceder con otros autores, sino “una voz”, y es esa voz, el tono de esa voz, sin imposturas ni artificios, pura, propia de quien medita y habla consigo misma, la que respalda la verdad de los poemas en Canciones en la mente.
Elkin Restrepo
El sillón rojo
Nunca supe encontrar mi ciudad en el mapa
mi geografía fueron los muebles de casa.
El sillón rojo
donde acurrucada fingí dormir,
escuché a los mayores
y no entendí esas risas
que hacen eco en mis sueños.
Extraviar las sombras
a José Manuel Arango
Solitarias lecturas en voz alta
un gesto nocturno
para extraviar las sombras.
Imperceptible
un mundo se instala en el mundo
un manto transparente cubre las montañas
una íntima entrega festeja la memoria.
Y todo se ve igual pero distinto
como el parque después de la lluvia.
Designio secreto
a mi padre
I
El rostro sereno
las cobijas permitían tu contorno
sin el vaivén de la respiración.
¿Qué anhelo celeste se urdió íntimamente
develó el éxtasis de las tinieblas
y preferiste seguir durmiendo?
No hubo premoniciones
ni mariposas negras en el quicio de la puerta
ni desesperados aleteos contra la ventana.
Dormíamos desprevenidos sueños terrenales
tú cumplías un designio secreto.
Fuente:
Fleisacher, Esther. Canciones en la mente. Fondo Editorial Universidad
Eafit, colección Acanto, Medellín, 2011.
La partida de la abuela
Anoche escuché risas en otro idioma
risas estridentes chocaban
contra botellas de vodka
una áspera hacha buscaba leña
en una montaña cubierta de nieve.
El abuelo me visitó en sueños
y yo me pregunto si querrá decir algo:
¿Será que mi padre me necesita?
¿Será que habrá un nacimiento en la familia?
¿Será que la abuela, muerta hace pocos días,
no ha llegado a reunirse con él
y la llama?
O, por el contrario, la abuela ya llegó
y juntos recuerdan viejos tiempos.
Un poema de amor
Pensaba que las lenguas extranjeras
sólo servían para pelear.
Las discusiones en árabe
para que los niños no entendieran,
ásperos gritos se enredan en la garganta
interrogando el alma y la curiosidad:
¿cómo hacían los abuelos
para decirse palabras de amor
antes de aprender el español?
El cine me hizo saber
del amor en muchos idiomas
y de los besos sin palabras.
Signos antiguos
En el bus
la mirada insiste en un rostro,
en una mano cogida del tubo
o en una manga sisa.
No es belleza ni coquetería,
atrapado por formas:
las ojeras profundas,
las uñas desiguales
o la redondez del brazo.
No logro descifrar
si se trata de signos antiguos.
Tal vez la tía Esther (llevo su nombre)
enterrada en Egipto
quiere revelarme algo
y no encuentra la manera.
Hablamos lenguas diferentes.
De Canciones en la mente, 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario