lunes, 7 de noviembre de 2011
5103.- MINÁS DIMÁKIS
Yannis Sfakianakis, Yoryis Kótsiras y Minás Dimakis (1955),
de izquierda a derecha
Minás Dimákis (griego: Μηνάς Δημάκης) (Heraklion, Creta, Grecia; 1913 - Atenas, Grecia; 1980) fue un poeta griego.
Minás Dimákis nació en 1913 en Heraklion, Creta, hijo de un comerciante, Georgios Dimákis y María Metaxaki. Tras la muerte de su padre en 1917, su madre contrajo matrimonio con Athanasio Spanoudaki, teniendo dos hijos más de este matrimonio: Ekaterini y Eleonora. Su madre murió en 1921. Desde 1919 a 1924 estudió en el Liceo El Korais y en 1930 se terminó sus estudios secundarios del Gimnasio de Heraklion.
Hasta 1936 trabajó en las empresas familiares quienes eran comerciantes de uvas y luego como empleado de la oficina de turismo de Heraklion.
En 1935 publicó la primera copia de la revista Hojas de arte (Φύλλα Τέχνης) como resultado de su propio esfuerzo, la cual incluía poemas y traducciones. A partir de 1937 trabajó para el Banco de Grecia en Heraclión, siendo transferido a Atenas en 1943, hasta 1959 cuando se retira para dedicarse a la literatura.
Colaboró con el Frente de Liberación Nacional. Publicó ensayos críticos para el periódico Meridiano (Μεσημβρινή) entre 1966 y 1967. Entre los galardones literarios que Dimákis obtuvo se encuentran el Segundo Premio Estatal de Poesía en 1960 y el Premio de la Academia por Ensayo en 1973.
Minás Dimákis se suicidó en Atenas en 1980
Déjame tranquilo
Ahora te considero entre los fantasmas,
llenan mis horas,
llegan por debajo de mi ventana,
chillan,
me piden a mí o los sueños perdidos,
revocan la primera juventud
con los destellos
que no regresan.
¡Que no regresen nunca!
Por lo menos quince veces me he enamorado
hasta la muerte
por seis meses, por un año,
a lo máximo tres años,
y no calculo las miles de aventuras,
duraron de una noche a una semana
en camas, parques, playas de arena,
así he medido mi vida
y todavía no me he cansado.
Eres mi décimo sexto gran amor,
el último,
piensa si piensas,
más bien pensemos
ahora en suicidarte o en suicidarme,
sería un poco gracioso;
probablemente madrugué frente a tu puerta por última vez,
más por nerviosismo,
¡pero otra vez persigueme mientras te persiguen!
Con aquellos tus famosos veintidós años,
tus ojos que recuerdan mares
y, algunas otra veces, brumas;
tu boca,
¿dices que no existe otra boca más bella?
Tu cuerpo
que se desgasta inevitablemente.
Corre para que lo consigas.
El único recuerdo
al lado del recuerdo,
son un único recuerdo,
la única cara entre mil caras
es sólo una.
No sé, nunca sufrí tanto,
tan poco.
Déjame tranquilo
(de Camino entre la noche, Ermes, 1999)
Traducción: Alejandro Aguilar
Amaneceres en mi Ventana
Es bella la luz,
ver los árboles y los pájaros
ahí al lado de la colina.
Amanece,
parten las últimas oscuridades,
sombras se borran indefinidamente,
en poco tiempo toman forman,
son las rocas, los pinos, los cipreses.
Los pájaros despiertan,
forman agujetas yendo de árbol a árbol,
el gris se vuelve blanco,
en poco tiempo se vuelve oro.
Es bella la luz,
es bello ver la gracia de Dios.
(de Camino entre la Noche, Hermes, 1999)
Traducción: Alejandro Aguilar
Lo pasado
He aquí la tumba del príncipe etrusco
Que se encontró
Innumerables años oculta en la tierra
He aquí el carro con el timón y las ruedas
Y reliquias-huesos de los caballos que lo conducían
En cortejo fúnebre solemne
A sepultarlo con los honores debidos
Las mujeres lo lavaron con aromas
Lo vistieron con su armadura más bella
En la hermosa cabeza el casco con penacho
Una placa de bronce en el pecho
Plateada de lirios y jazmines
Y todas sus armas colocan a su lado
Diríase que participará en los juegos fúnebres
Que en su honor se celebran...
Versión de Francisco Torres Córdova
http://www.jornada.unam.mx/2008/03/02/sem-minas.html
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