Matías Vernengo, (Buenos Aires,1963-San Luis, 2010)
Poeta y editor. Ha publicado los siguientes libros de poemas: El gesto del que danza, 1994 (Tercer Premio Municipal de Literatura Luis José de Tejeda 1993, Córdoba), y El ojo y la cerradura, 1999 (Mención especial del concurso 1999 de Ediciones del Dock). Ha colaborado con poemas en las revistas de poesía: Omero, Hablar de Poesía, Barataria y La bota literaria. Su tercer libro, Cuaderno Blanco, aún permenece inédito.
LA MITAD DE UNA PALABRA
Ella, con su vestido
aún intacto,
deambula
por la casa con la mitad de una palabra
apretada entre los dientes,
y busca
en los rincones
fragmentos.
NO ALCANZA
No alcanza el atardecer en el valle.
Y hay aguiluchos amontonados
sobre el cuerpo de una yegua alazana.
Existir es demasiado.
Y no alcanza.
UNA ARTERIA
Un tronco reseco
a la deriva
arrastra materia degradada en el tiempo,
fragmentos fijos de memoria,
bolsitas negras y blancas.
Un tronco reseco
a la deriva
por una arteria aún flexible del insomnio
que lentamente se endurece.
EL VIAJE
Inmóvil la noche en la ventana del tren
que avanza como una escritura
en línea recta hacia el sur.
Inmóvil la luna sobre el mapa.
En “Cuaderno blanco”, Alción Editora, Córdoba, 2009
PEQUEÑAS TAZAS BLANCAS EN FILA
Ella dibuja recuerdos en el aire
y clausura las ventanas
para que no entre el viento de las sierras.
Ella pega viejas fotos sobre fotos nuevas
en álbumes que aún no existen
y mira alrededor y espía
la intemperie que se forma a sus costados.
Ella coloca pequeñas tazas blancas en fila
sobre la superficie roja de un mantel.
LARGA NOCHE
Tal vez es sólo eso,
el tiempo, la existencia:
un patio con dos aljibes,
los discos de Serú, los de Floyd,
y la espuma que se forma
en la parte superior del vaso
al echar coca en el fernet,
en una larga noche fugaz.
De “La fragilidad”, inédito
ANIMAL NOCTURNO
No es el ala su escritura, sino
esa membrana que forma entre sus dedos
el insomnio:
ese ir y venir
bajo los techos
de un asunto privado,
ese casi dolor
ante una mínima
insinuación
de la luz.
de El ojo y la cerradura, Buenos Aires,
Ediciones del Dock, 1999
LA PESTAÑA POSTIZA
Desesperadamente
araña la madera del cajón
(la creyeron muerta,
la enterraron con todas sus honras
y maquillajes).
Afuera no hay nadie
y la conciencia del mundo en ella
vacila.
Insiste con las uñas
con las rodillas
los tacos,
hasta que al fin el párpado izquierdo
se pega al ojo para siempre
y la pestaña postiza
(como una mosca aplastada)
queda en mitad
de la mejilla.
de El ojo y la cerradura, Buenos Aires,
Ediciones del Dock, 1999
EL CHARCO
Un mecanismo complejo se exige demasiado
y provoca un desvío: el tiempo derrama
un fluido oscuro en el metal.
Prolijamente
algo se vacía
de contenido
y produce un charco alrededor.
Publicado de revista Hablar de Poesía N° 10,
Diciembre de 2003
LA CAIDA
Acciona el contestador, sube
el volumen de la música,
se mete en el baño
y cierra, cierra.
Y el cansancio del mundo concentrado
en ese instante, en esa gota
que engorda
en el borde inferior de la canilla
se anuncia como una caída
leve
contra la losa blanca.
Publicado en revista Barataria N° 7-8,
Acciona el contestador, sube
el volumen de la música,
se mete en el baño
y cierra, cierra.
Y el cansancio del mundo concentrado
en ese instante, en esa gota
que engorda
en el borde inferior de la canilla
se anuncia como una caída
leve
contra la losa blanca.
Publicado en revista Barataria N° 7-8,
diciembre de 2002.
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