Alessandra Coronel
Nace en Carora, Lara en 1992. Formó parte del Programa Circuito Liceísta de las Letras de la Casa Andrés Bello. Ha recibido los siguientes reconocimientos y premios en poesía: Letras nacientes (Carora 2003), Menciones especiales y Primer lugar en el Premio Nacional de Poesía Cheo Rodríguez (Carora años 2006, 2007 y 2008), Premio Regional de poesía José Numa Rojas (Carora 2009), Mención especial en el XII Concurso Nacional Poesía Liceísta de La Casa Andrés Bello (Caracas 2009). Presente en las Antologías: Niños poetas de Carora (2005), Poetas Venezolanas – BCV cultural (Caracas 2009). Jóvenes poetas – Separata de la revista cultural Principia (Barquisimeto 2009.) Publicó Artículos de prensa en El diario ¨El Caroreño¨ años 2008 y 2009 (Carora). Poemario “Entre tunas” 2011, Fundación Casa Nacional de las Letras Andrés Bello/Nadie Nos Edita Editores.
DE PRONTO
la ciudad ha puesto la frente en el suelo,
con la garganta trémula
desenvaina sus voces…
chiitas, suniitas
Los ojos tristes vuelven a la ceniza...
De pronto…
la calma se reproduce lejana entre el desierto
presa y muerta
inmarcesible
como doblando su compañía
la ciudad al mediodía tiene alas de libélula,
parece hecha de luz y de conservas
y a veces
cuando un niño llora
estalla en pólvora y con ojos de sierva
Me encuentra ese objeto que antes creí perdido
como si las estatuas partieran sus fríos
¿Seré algún día más libre que ahora?
como si la basura cerrara su puerta
calle abajo…
extinguida
misericordiosa
De pronto
los ojos tristes vuelven a la ceniza
nube sin agua
ventana sin luces
cerrando sus párpados
la medalla de la sombra
¿Cuántas alas tiene la libélula?
Lanzo la quinta piedra
esa, la del poeta.
Nos hemos hecho de prisa y de barro
como la lejana huella
de una lluvia solitaria
Nos hemos hecho y deshecho
como dunas de arena
para quedar siempre siendo lo mismo.
Andando caminos espirales
que nos indicaban pájaros desposeídos.
Un sosiego…
quieto silencio, amigo del pan.
Una sombra sedentaria
dibuja la figura de una mujer turbada.
ojos húmedos, detrás de unas manos finas.
lentamente la luz afortunada
se marcha desde el comienzo.
Afuera un niño llora lejano,
la inocencia cubre de desvelos su rostro
de ignorancia.
Y nosotros hechos de barro y prisa
parecemos también piedras.
La ciudad ha enmudecido
con rasgos de humo y mujer arrodillada
Paredes caídas…
Conciencia atada…
Ruinas y hediondez de las palabras desusadas
huyen en desbandadas, desmembradas y carbonizadas
las mil y una noches
Busco esa extraña palabra que añadió adioses
a los pies desaparecidos
Un símbolo…
Una luz de cruce
Sentados bajo los portales y columnas,,.
con los ojos impávidos y sin inmutarse
vemos morir las palabras donde una lejana vez
se escucho el vagido de una letra
Es como un hilo de luz que cose para siempre
la distancia entre los árboles y yo
Desatina la arena después del encuentro
donde para purificarlos la tormenta
solo logra herir los ojos de Al Mutanavi
donde lo oscuro se desintegra y se pierde
Ha muerto el cementerio de libros…
Ahora solo escribo…
Y escribir es parecido a estar demasiado vivo
O a estar demasiado muerto.
A Federico García Lorca...
Hay muertos que tienen almas parecidas a los vivos
que golpean madrugadas
como quien toca la vieja puerta
de la casa de un amigo olvidado.
Los pájaros cantan
para disimular la suciedad de cada instante.
Y no sé porque tu muerte de madrugada
debió haber sido en tarde de toros.
Bajo la verde hoja gravitan tus ojos
y mi alma que te persigue.
No sé porque, y creo que no lo sabré nunca
que tus versos de granada herida
se parecen tanto a los muertos que se parecen a los vivos.
Ideas transitorias de guerras y horas malas
encima de tu muerte como postales usadas.
La tuya debió haber sido en tarde de toros,
y no como la mía, galápago
de madrugada.
2 P.M, cuatro de Abril del 2009
acepto que la paz descansa
mientras Saturno acaba de cenar su último hijo.
De mano en mano, como un pequeño murmullo
las granadas oran y son violadas.
Este no es el poema del que nacerá el poema
este no es el pensamiento que el mundo habita
entre alas rotas y luces apagadas
luces apagadas: muertas
Un poco de polvo y espíritu de bisutería
a las calles de caracas
la naturaleza invierte un poco de su amor hinchado
al perro que ha quedado en medio de la calle.
Los relojes giran rápidamente
ahora son neumáticos de automóviles
que nos descosen el camino
mis piernas mutiladas descansan en la piedad
que reciben los cuerpos muertos
Mientras mi boca deglute mi cráneo lentamente
como veras Dalí,
aquí las cosas no marchan bien.
Del poemario Entre tunas 2011
I
Hay un fogón perpetuo
En el caer nostálgico de la tarde entre las hojas.
En mi pueblo las tejan se cocinan
en la piel de las casonas misteriosas
donde alguna vieja le reza a un santo
y disminuye juegos de niños
que ya no son
luego todo es humo viejo
escapando como señales
senderos inexistentes
marcando el rastro de un sol
que trabaja horas extras
niños descalzos jugando en la plaza moderna
y la luna ha decidido salir de día
escapando del cuerpo de la noche.
II
María Cipriana se escapaba
río arriba perseguía los tejados dormidos
sobre los mudos atardeceres
inquietudes abiertas tras las sombras nostálgicas
que doblan las calles solitarias
y aún sin ganas de regreso
la tarde anuncia el ocaso prófugo
el reloj de San Juan giraba…
9, 8, 7, 6…
giraba
de María Cipriana nadie sabía nada
río arriba ella se buscaba
como intentando huir de un pasado
agujereado por largas esperas y caminos perdidos
buscaba los coitos, los besos desorientados de
[sus amantes sordos
la carne que se expande
en aquel espacio breve
de una tierra resignada a lo anónimo y lo absurdo.
El enorme pájaro sigue atravesando la calle más antigua de mi libro
y sobre los tejados
nidos difusos arrancan y añaden pasos
huellitas mojadas
la muerte hiere el alma de un río enlutado
¿Cuál es el nombre de todos los sueños rotos?
toco la luz y el sueño desaparece
enciendo mi pecho y cede la nostalgia
se ha desintegrado un alma
de María Cipriana nada de nada.
III
Desvisto las heridas del camino
hay tunas y algún pájaro
al final vengo a ser como los cardones
cuando no hay promesa de sequía
cuando el barranco intimida en la intemperie
y el sueño de los chivos
es recio e imposible
reniega
el trabajo pesa sobre la piel
y el hambre se nota
en la luz del ojo cerrado
como parpadeantes esperas
en el naufragio seco, desvirtuado
polen y amarras
temblando en verde
temblando en sueños
ruido y partida
sólo quedan tunas
y flores amarillas en el camino.
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