martes, 16 de noviembre de 2010

1937.- FREDDY ÑÁÑEZ


Freddy Ñáñez. Venezuela, 1976. Poeta, editor, titiritero y cineasta.

Ha publicado los poemarios: "Todos los Instantes" (1999), "Un millón de pájaros muertos (2002), "Los hombres que vienen de morir" y "Fuego donde dice paraíso" (2004), "Bajo Palabra" (2005) y Suma del árbol (2007).
Ha publicado además las antologías Los dragones de papel: nueva poesía tachirense (2004) y "Sangradas escrituras" antología de poesía en la frontera (2007). En el año 2000 funda Nadie Nos Edita Editores. Ha obtenido los siguientes premios literarios "Certamen Mayor de las Artes y las Letras. Ministerio del Poder Popular para la cultura 2004, Premio Internacional de poesía Juan Beroes 2005. Como editor ha merecido el premio nacional del libro edición 2004, 2005 y 2006 por diversas obras. En el año 2005 se hace merecedor del Premio Nacional de Teatro de Muñecos.






I

A la luz de estos cuerpos
la tierra carece de sustancia

Oscura y hueca
se revela

No proyecta su sombra
No pesa
ante la luz
de estos cuerpos

Engendro del tacto
es luenga ensimismada

La atea casa de los terreros
que gira sin metro
en el verbo
se porta ciega.

Oscura ante el fulgor
de los difuntos.
ante la luz del hueso,
ante la lumbre de lo quieto

la tierra no es prodigio
no compensa

A la luz de nuestros muertos
carece de tiempo y de profundo






II

El silencio es la luz de los muertos
Arde, no ilumina

Y la tierra, una sola sombra
dando vueltas
Sin lumbre, sin promesas

Claridad del bosque
emanan los difuntos

es decir
agrietan el terreno
amargan la cosecha
espantan la lluvia
con su blanco aullido

También ellos se niegan
y pugnan por salir
al gran afuera,

No quiere la carroña
el reino anticipado

Arden, no transitan
los huesos

El silencio de la tierra
es lo que tiembla
lo que hierve
en el pecho de los muertos






III

La tierra principia en el cuerpo

Son hombres enterrados
los desiertos. Sangre que rueda adentro
del Reino
entre logos y soles caídos
entre hermanos

Fue un pueblo esta
sabana

de aquéllos latidos, polvareda

Primero fue el cuerpo
y en su vértigo la raíz
se hizo tacto


Es tu ancestro
girando lo que miras

Tu costilla robada
dando vueltas
Tu memoria perdida
Tu vacío

Tierra que es la suma del cuerpo
Y que insiste en olvidarnos







IV

Y fue la tierra
el relámpago eterno
en el pecho de los muertos

Blanca la fosa
sin raíz

parece levitar en nuestra
cuita

Brillo que responde
a nuestro nombre

humus de la sombra más humana

Tierra que es latido
en la sangre seca…
cuerpo de la brisa primigenia

Y fue fulgor de barro
Mediodía en el estiaje de los huesos







V

No hay lágrima ajena
en esta tierra socavada
Cueva que devuelve con su luz
a los caídos

Tiembla en la oración
sobreviviente
una vocal terrera

Late, en la mirada
de los hombres,
su fuego pasajero

No hay fósil que no te pertenezca
Ni ropa quemada bajo tierra
Ni espina dorsal
Diente
Fémur
Que no te falte hoy

Lágrima,
punta de luz que busca en la tierra
su perfil humano
vocal fósil
dilatada
para siempre

No existe un brillo
en estas fosas
que no te abrigue
por las noches

Sepulcros
que dan el ancho
de tus penas

restos que se abrazan a otros restos
y que de tanto girar se encuentran

Late en la lágrima tu raíz

Nada bajo tierra es ajeno

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