domingo, 14 de noviembre de 2010
1894.- JORGE VELÁSQUEZ
Jorge Velásquez nació en Castro (Chile) en 1972.
Actualmente está radicado en la ciudad de Osorno. Sus poemas aparecen en importantes revistas literarias nacionales y extranjeras, como también en varias antologías de poesía joven chilena. En coautoría con Bernardo Colipán publicó la antología crítica Zonas de Emergencia (Valdivia, Paginadura, 1994) que incluye a nueve poetas y tres ensayos acerca de esta generación de escritores.
En el 2006 publica su primer libro de poesía La iluminada circunferencia y
recientemente, "Guaitecas" (Edic. Kultrún, dic. 2009).
APOLOGÍA SEMÁNTICA PARA UN RETRATO DEL TALLER
El poema debiera terminar ahí
el corte es preciso
excelente la salida con ese último verso
parecido a un epigrama de Cardenal
como al mejor de sus poemas
Tú has trabajado veinte años para hacer ese texto
para vanagloriarte delante de tus compañeros de trabajo
como un poeta de reconocida calidad en el ámbito nacional
traducido al italiano, alemán y al ruso
Has trabajado veinte años
al amparo de tu Director de Taller
alojando junto a toda tu familia que están aburridos de tus conversaciones
de Baudelaire, Ezra Pound
Te publicaron en la Editorial Universitaria
Eres Encargado Cultural de la Nueva República
(y olvidaste escribir a tu grupo)
Ahora has ganado doce millones de enemigos
El poema debiera terminar aquí
Te dije en aquella reunión de Taller Literario
Pero no medí las consecuencias.
RELATO DE MI SUEÑO A UNA BAYADERA DETRAS DE LA ESTUFA
Que no se quejen los durmientes
en el glaciar de la somnolencia
dos veces en el mismo sueño se lavaron
y epitafios colgaron del lacrado árbol que todos
comían
gélida es esta isla, laberíntica donde duermo,
mis ojos nunca vieron el sueño
en el mismísimo lugar que ellos lo plantaron
porque eterna fue nuestra cerca
eterno el deceso de la memoria.
Nunca vimos mas allá
de nuestro sueño
y no le abrimos la puerta a la muerte nunca
para que se sentara en los vestigios de los
ojos
Es esta mancha de pasto amarillo
la ilusión de nosotros corderos rojos
paseándonos, corriendo, gritando
en el sueño de no vivir.
"La jornada es de ninguna parte a ninguna
parte" como dice Sharif en una
película
donde el cielo es un perro sin ladrar
y en los ojos la basura es una estatua.
[En Línea gruesa. Reunión de súrdicos poetas
jóvenes chilenos, Editor Harry Vollmer Cáceres,
Chile, I. Municipalidad de Puerto Montt, 2000]
Torneo 73
Tadeo Velásquez, central del Tricolor
y Amado Millán Manquilepi, del San Luis de Lin lin
jugaron su propio partido en Achao
Los cruzaron en la cancha más oscura y sin faroles
Podían intuirse hasta los descuentos
Habían metido un gol, dicen afuera del partido
Aunque nunca en su bendita inocencia gritaron por la UP
No ganaron la Libertadores ese año
y Teniente rastrillo
precisamente no era uno de sus hinchas
Estuvieron me cuentan, frente a un arco vacío
esperando
una o dos Tarjetas
Más rojas que el horizonte.
"La iluminada circunferencia" (2006).
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"Guaitecas"
(Edic. Kultrún, dic. 2009)
En mis propias Guaitecas
Te diré que he estado buscando mi isla en otras islas
Chonquis o Payos carcomidos por el bosquejo de una ruta misionera
sus peces brillantes en un ajeno mar transparente
Te diré que remo sin descanso por el lago de los huemules
desbordado por el semblante de glaciares
y ojos perdidos en los ventisqueros
Tres veces cayó el ombligo en la vertiente
tres veces rasguñaron el infortunio
y otro es el árbol que crece en la maleza
.. . .. .. .. . en guarniciones desconocidas
por eso no me dejo embaucar por el nuevo vientre de la luna
o seducir por palabras que hablan de ciénagas o remordimientos
Heme aquí habitado por el rencor
una sudorosa espiga en su ánima
raíces arañando el vaho de luces pobres
.. . .. .. .. . que emergen de la desembocadura
Cayó en mí el árbol que me cerca
Nadie abrirá el fósil destas palabras
Desorbitado en mi archipiélago
me he buscado como nunca
en mi propio campo de concentración
que arde sin encender la luz de la claridad.
El círculo de la tierra
Estamos sentados aquí ante el fogón
No hay que avergonzarse de este círculo de tierra
Algún día crecerá…algún día
Miguel Gallardo Aguilar
Los Veliches hilaban el tiempo
Con un hualato levantaban la luna
y abrían tierra con una estaca hasta sepultar un nuevo canelo
Un tiuque pasaba desplumando el entramado
y de vuelta venía el hijo cargado con voqui
Agua y árboles eran fantasmas que corrían por el matorral
En el río corderos tomaban sangre salpicada de otro cordero
La eternidad laceaba las hojas en el lugar del sacrificio
sin embargo, no se puede asegurar asentamiento nos decían
los sitios más antiguos tienen huesos faenados
¿Puede algún protector detener el granizo?
¿Puede la sangre azul revertir varillazos de una funesta
diligencia?
Las bandurrias hacían circular el cielo
Algún día crecerá este círculo
Algún día
Sin plegarias
Sin recados
Sin quemaduras
Cuando no haya que destroncar para resistir
Cuando no haya que hualatear en el fondo del sembrado.
Carta a mi padre desde el golfo
Aquí está la marea paralizando el tiempo
y habrá que despertar a la esplendorosa batalla de otro viaje
A veces el sol se esconde entre las olas
y la poesía es el único camino de regreso a las islas
Un embarcadero de botes y barcos aniquilados en los roqueríos
florecen luminosos hijos entre vertientes sombrías
Navegamos hasta sumergirnos en la noche
Prontamente partirá el último cauquil maldiciendo lo invisible
la abstracción enciende los reflectores
y las mismas islas reflotamos en el ocaso
Ahora no son veleros negros los que viajan
sino yates de vidrio o lanchones de polietileno
y con el aire no sabemos como morir
Padre solo no te vayas ni vares la lancha por un largo tiempo
nuestra memoria respira todavía el viento de Chaitén
el pequeño puerto de refugio sobre piedras dinamitadas
porque desnudo el hombre es una corteza torcida
confinado al zarandeo de las olas
Y si algún día te ven embriagado
o tendido sobre la hierba cuidando el panorama
sabes que estoy ahí
Y que no hay nada más que hacer
sino abrazar el espíritu que arrastra un delfín con tu reflejo.
Río Butaco destino a Puerto Aguirre
Al pasar de nuevo con la barca
nuestros padres remolcan sus botes
hasta romper las olas del ensueño
no es necesario una seña o una bengala
para silbar con los nuestros el ruido del mar
Naveguen no más nos dicen
hagan puerto en Melinka
y trasnochen como lo hacía el capitán
cuando el golfo quería embrutecer
El viaje sustenta señales de anclas y cadenas
donde antes el suelo arenoso cobijaba caracoles
Ese día un hombre tiraría las cartas en su monólogo
como quien arroja un barco sobre un abandonado puerto
y ya no tendría frío con el traje de madera
Al pasar de nuevo con la barca
no es necesario una señal para renacer de entre las rocas
basta la costa silente
para silbar con los nuestros el ruido del mar.
Desertores
No nos subestimen
Las condiciones no han cambiado
aquí la pobreza es un nido apacible
y la memoria hija predilecta de esta casa
nadie puede negociar el futuro de sus críos
La luz es una brisa
el viento arranca por el río
y el oleaje no inmoviliza las Áreas de Manejo
El tiempo navega contra un contrabando
y lleva en el ancla la silueta de un marinero perdido
Seguid las gaviotas a Chana
los lobos de Imerquiña
y cormoranes de Talcán
ninguna gaviota zozobra al salir del vientre de la marea
bordean con la espuma de los que han abandonado el territorio
y sumergen la cabeza buscando sapos robaleros
Seguid las gaviotas
en tu viaje siempre habrá una Piedra de Calto
desertores que nunca desaparecieran
lo cierto es que sólo una chumacera puede ser lo indescriptible
porque nunca una línea separó el impulso reverdecido en pleamar
ni razones administrativas fragmentaron el paisaje
No dudes ni un principio
La erupción es un barro negro que busca consuelo en el agua
Las condiciones no han cambiado
mañana puede ser un temporal.
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