YAIZA MARTÍNEZ
Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1973. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid (1997). Ha publicado el poemario Rumia Lilith (2001), el libro de poemas El hogar de los animales Ada (2007), Agua (Ediciones Idea, 2008) y la novela Las mujeres solubles. Además, es autora de la novela La Pangea de Elisa Merlo (2005) y el cuento infantil Papá es un árbol, de la serie de los Cuentos de la Casa del Árbol (2006). Sus textos han sido incluidos en la antología de poesía Poetas en blanco y negro (2006) y en la antología de relato breve Tripulantes (2007).
Poemas suyos han aparecido en diversas publicaciones como El signo del gorrión, Vera, Los noveles o ABC Cultural. Ha traducido El Señor de Ballantrae de R. L. Stevenson (2005) para la editorial Marenostrum. Ha ejercido la crítica literaria en la revista Reseña. En la actualidad es traductora y redactora-jefe de la revista de Ciencia y Humanidades Tendencias21.
La fortaleza del jardín
La fortaleza del jardín
columnas leñosas
me hace prometer un albergue en el poema
al que mira
digo
no tengo más que la luz del hueso
Es cierto que hay un enjambre de cadáveres
alrededor del río
estampados en la voz
hablan los muertos
no sabemos si seguirlos
o vivir
satisfaciendo a la forma
Sólo la luz
entrelaza
los dedos de ambas manos
El poema es la expiación
de la carne que aparece
Los escucho asentir en el rumor
del viento entre las hojas
(Del libro El hogar de los animales)
Ballenatos
Rodeamos las palmeras por tu luz
con fe
la isla es negra y nos muestra coordenadas
para estos cuerpos
Pero llegamos del fondo del mar
y el espacio es nuestro corazón
Hechos con tu lenguaje, como el sol,
como la ameba
Ballenatos que se erigen de la orilla a la boca
eternamente guardan el secreto
Pero cada noche descansamos sobre el océano
sin mostrarlo a tus ojos
(Del libro El hogar de los animales)
Siete
1. Esta historia comienza una noche
la habitación huele a jara
un ruido produce la noción
ineludible:
su almita
o una rama de canela
La preñez bajo el cielo
la ensenada húmeda
entre los árboles
-cada uno dice su nombre-
Y comienza con el golpe del talón
en el costillar
en el que tenía
escurriendo la loza
-hoy te muestro los hechos como un libro-
Así sonaron los tambores en mi cuarto
patadas
el enojo del pecho.
Pronunciamos
samuel
y ambos fuimos
escuchados
2. Luego permaneció el tambor
las pepitas de oro
entre el limo y la arena
en los días sin hueso
la felicidad es un coro en un pueblo vacío
con los años
tantas veces vertida la leche en las tazas
se distingue
de igual forma
en el paso del hombre
y cada instante samuel
permanece
eternamente encendido
3. Pega el oído a la tierra
y ven al mar bajo un olivo
Lo sabías
del agua en las paredes
que la tierra sufre
continuas
transformaciones
y el observador amante
jamás se aferra
hasta quemar el hilo
Todos somos descendientes
del tambor
tantas veces vertida el agua en la jofaina
samuel tú lo trajiste
aquel refrán de viejo
humillada por la claridad
vi mi rostro
cuando te levantamos
4. De pronto,
no estaba papá
y no lo veías junto al lavabo
ni pegado al fuego de la cocina
Hay una diosa que susurra
que te alimentará
si agachas tu corazón
ejercicio simple
para un hijo bueno
desde la ventana vimos el laberinto nevado
y nos sentamos a coser
rezando sobre mis piernas
nunca sabremos cómo lo encendimos
pero la nieve desapareció
y el laberinto
en un extraño recogimiento
5. Tu hermana se levanta acude
con el poder que tiene
y dice,
que debe espantar a los fantasmas
dentro de los sueños soñamos
con esta vigilia de madre
hijos
tan verosímil que oculta
la auténtica realidad
despierta me disculpo por lo que no os daba
pero el relato del sueño os veo
enormes
pacíficos
ballenatos
que no se adhieren a las orillas
y sonrío,
en cualquiera de las coordenadas
6. Finalmente nos fuimos
dejando atrás el antiguo mapa
el abrevador de miseria
cuando era tan estrecho el túnel
para ofreceros mi corazón.
Y supimos escalar los peldaños
para otear el horizonte desde el castillo
ninguno lo dudamos entonces
Dibujamos la cartografía emergente
sobre un papel que guardamos
entre la camisa y el pecho
Anduvimos durante todo el día
al ritmo de los tambores
pero al anochecer
reposamos
sobre las camas antiguas
con la leve duda
Si acaso
habíamos sido los mismos
7. Jamás terminará esta historia
samuel
uno tras otro el golpe del tambor
en el costillar
un vientre que aguarda
la llegada de tu barco
y luego, una pluma
te desvelará el secreto
cómo pisa el hombre un surco
y lo mima
hasta hacerlo tan grande la horma
de su propio paso
mañana mamá será haber sido
y el fuego lo encenderás tú solo
cuando aprendiste a reunir la leña
con siete años al ritmo del cuerpo
puliste con prontitud
la verdad tan frágil
en un extraño recogimiento.
A tres años del 11M
Los mensajes no expiran como vosotros
quedan al aire como la música del violín
que serena el estruendo de aquel día
En los llantos de las sirenas
se me iba el cuerpo tras los muertos
o la figura de ceniza en el tren roto
No temáis la luz que llega con su hermoso aroma
hay un pueblo en el Estado
que levanta la cabeza y labra
en nombre vuestro
Fue la tectónica del mal entonces
la impotencia el terror la ira
las tres malditas gracias
Oh, Alá, padre bendito,
no permitas que olviden tu palabra
no nos hermanes más en fallecidos
Y nos agachamos lentamente
ante el fuego del pueblo los sollozos de Irak
los vientres preñados que faltaron
De aquí o de allí, civiles pagan la inconsciencia
del mismo monstruo en ambos lados
no temáis la luz que os aleja
del infinito seguir
En nombre vuestro la música de los violines
las palabras en el cristal
las raíces hundidas para no decaer
a tres años cumplidos
voceamos: Alá
con gritos de aquí o de allí
no nos hermanes más en fallecidos.
Redes y tiempo
Digamos que por el hijo cae la sal sobre las páginas
de un libro primigenio
y sólo por él la luna, el sol, la tierra
sólo por él no corto los hilos
y aún tejo las redes
antes del mar
entonces
la numeración
aquí y ahora no deben ser permutados
justo el tiempo de la lactancia.
Sólo por él la vaca o los diques
para seguir
la obra
sobre el tambor
clavará su bandera
o concedido el amor
para quedarte.
Poema del libro inédito
"La verdad del alma es metafórica".
Espero escuchando versos del Corán o a los gusanos
Me tumbo como Leda con los pechos
llenos de alimento
a esperar que los gusanos
me digan qué día
habré de sellar las gárgolas
Para espantarme de mi cuerpo
tendré que verme la espalda
andando hacia el horizonte
Me aguarda la luz
pero, entretanto,
es luz mi cultivo
Soy como la mano imbricada en el huerto,
los versos coránicos que se repiten
en voces de mujeres que yo no conozco
Hacia la luz camino
tocando las flores
del jardín de mi abuelo
Nunca estoy sola
porque hice del día mi religión
y de la noche mi culto
cuando termino de hablar
Sobre la verdad del alma es metafórica
Y entonces el jabón en la blanca bandeja el ruido de las máquinas
un paisaje raro tras las ventanas
la extrañeza del destino
y que no haya sido errar el tanteo en el mundo
El pasado de la joven flaca que reniega del dios de las letras
por la diosa del cereal
es como un amanecer en los surcos
o sobre esta espuma
quiero sentir que no haya sido a tientas
No conoce a nadie
se acerca a comprar el pan
es luminoso el día
roza la hiedra con sus dedos
y aún así –la duda-
es un lujoso hallazgo
Cierta estabilidad tras la muerte
o acaso no recordar que murió
y acercarse a ratos al lugar en que vivía
por caminar
sin que la vean
Es un juego
Fantasmagórica
sopla
con su boca de humo
y entonces el jabón sobre la blanca bandeja
hace frío
de nuevo
es el guante del cuerpo lo que sostiene.
Poema inédito de "La verdad del alma es metafórica"
Pero
Pero regresé a casa.
No fue tan difícil, sólo
pronunciar otra vez los primeros nombres
y el horizonte se acercó
Pude anidar de nuevo después de las traiciones,
no habían terminado con ninguna mujer
de todas las que fui
- una a una ensartadas en una memoria
puramente metafórica-
La soledad se cura en la pronunciación
Los hijos quedaron
libres de mis recuerdos
Digamos que por el hijo cae la sal sobre las páginas
de un libro primigenio
y sólo por él la luna, el sol la tierra (soy mencionada,
como un intenso atributo)
sólo por él no corto los hilos -de la figura,
y aún tejo las redes
antes del mar
- en la sangre quedaron bien peinados
como ristras, sus movimientos
entonces entonaba la geometría
- el secreto de la colocación
de tus cabellos (balaba la escritura,
del mar vengo, para la tierra he sido
un atributo intenso)
Aquí y ahora no deben ser permutados, justo el tiempo de la lactancia
(susurra de boca del secreto
en la gruta que daba al agua)
Sólo por él, el tiempo la obra
sobre el tambor del vientre
habrán de clavarme
o concedido el amor para entregar la sal,
aún viva
cae
desde mis manos calientes
Del libro inédito, "Siete, los perros del cielo".
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