Ioan Morar (Transilvania, 1956). Licenciado en Filología, profesor de Instituto. Cofundador del movimiento democrático «Alianza Cívica», a la caída del régimen comunista. Editor de revistas literarias y redactor de prensa y TV. Ha publicado cuatro libros de poesía y ha sido galardonado dos veces con el premio de la Unión de Escritores: en 1984, al mejor libro de un autor debutante, Verano indio, y en el año 2000, por su libro Vacilación. En 1994, recibió el premio «Presse et Democratie», en el Canadá. Sus poemas han sido traducidos al polaco y al inglés.
LOU PARADOU
(A Marius)
El cuerpo
no es más
que
la bicicleta
con la que
va
el alma
a trabajar
LLAMA NEGRA
A veces abandonamos como si venciéramos
como si la noche fuera una estación muy pequeña
un tren de mercancías que transporta oscuridad
la llama negra de la que no se habla
(guión que une dos separaciones)
al acróbata que actúa
sin red no lo espera nadie
y en su frío cuarto hace mucho que
la fotografía de la chica se despegó de la pared
ya lo sabemos: solo los marinos
pueden estar yéndose
siempre
como por última vez
solo los alquimistas
siempre
como por última vez
solo los alquimistas
pueden creer en la llama negra
pero yo te he visto revolviéndome la cama
enrojeciendo el filamento de mis venas
palpándome los tendones
como un alimento merecido
(mis huesos se quebrarán fácilmente
pero yo te he visto revolviéndome la cama
enrojeciendo el filamento de mis venas
palpándome los tendones
como un alimento merecido
(mis huesos se quebrarán fácilmente
entre tus dientes)
Llama negra, llama negra
¿quién cree en ti?
Llama negra, llama negra
¿quién cree en ti?
¿Qué recompensa espera?
DESVERGÜENZA. UNA VARIANTE
«Con manos incandescentes describiré
los detalles de tu pelo»
(se nos dio la gracia
para que la devolviésemos)
Ninguna religión me promete
que vas a volver
aunque durante años dé
la gota de sangre
la palpitación desconocida
el murmullo inexplicable del corazón
No tenían razón los antiguos poetas
cuando decían
«tendrás manos de fósforo
si no puedes hablar de otra manera»
Nada puede describir
la desvergüenza de un cuerpo joven
su estremecer a la caída de la tarde
la cera de cada deseo
goteando en la piel
(la gracia ya la devolveré)
vamos
la cama nos espera
me han prometido manos de fósforo
LA TIERRA DE PROMISIÓN
II
Nos enrolamos
en todos
los destacamentos de la evidencia
nos vamos por cerros
desconocidos
dormimos en fortalezas desonocidas
(soldados con ropas de soldado)
pero el llanto
como una vitualla preciosa
lo repartimos
solo nosotros entre nosotros
hay espadas
que se alimentan solo de corazones
IV
¿Sabes de mayor soledad
que el escribir?
Otra tierra, otra promisión
de días y noches quiero
encender la ramiza
de una imagen en la que estés tú
que tu pelo nos defienda
nos azore
nos lleve al río
de días y noches la lejanía
es el pan de otro poeta
soledad mayor no conozco
oscuridad
mayor
siempre
VII
la tierra de promisión
solo puedes serlo tú
«¿Soledad mayor que la escritura?
¿Desierto más ardiente que el deseo?»
La ilusión y yo te hemos dividido
No te detengas:
delante va el becerro de oro
el ciego de la mano del ciego
siempre adelante van
Ninguno volverá a ser joven
ninguno volverá a su madre
BEAUTIFUL
Mi corazón está ciego
¿cómo decirle que no tengo alas?
CALIBAN
Estamos en paz,
William Shakespeare:
cuando ya no se sepa
nada de ti
¡tampoco se sabrá nada de mí!
TODOS LOS POEMAS HAN SIDO TRADUCIDOS
POR JOAQUÍN GARRIGÓS
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