Paul von Heyse
Paul Johann Ludwig von Heyse (Berlín, Alemania, 15 de marzo de 1830 - Múnich, Alemania, 2 de abril de 1914) fue un novelista, dramaturgo y poeta alemán, de origen judío, considerado en vida el mayor genio lírico alemán después de Goethe.
Estudió lenguas clásicas en la Universidad de Berlín con la idea de ser profesor de filología; pero el éxito de su relato de ambiente italiano L'Arrabbiata (1855) le llevó a dedicarse a la literatura.
Ganó en 1910 el Premio Nobel de Literatura.
Obras
Autor de unos 120 cuentos, 6 novelas, 60 obras de teatro y versos, entre ellos traducciones de poetas españoles, italianos e ingleses.
L'Arrabbiata. Relato en el que describe la vida de los pescadores napolitanos, cuyos esmeros son compensados por la madre Naturaleza, que preside sus vidas. En este marco, una muchacha cuyo apodo es L'Arrabiatta, vive un drama provocado por la torturada vida de su madre.
La muchacha de Treppi 1858. Relato
Andrea Delfín 1859. Novela corta
Hijos del mundo 1873. Novela
Presentamos una breve selección de Paul von Heyse (1830-1914). Definido por uno de los miembros de la academia sueca como “El más grande genio literario alemán desde Goethe”, Heyse fue un prolífico escritor en todos los géneros, en cuyo trabajo siempre hubo implícito un idealismo que lo llevo a dedicar esfuerzos para el mutuo entendimiento de los pueblos europeos. Traducción del alemán: Esteban López Arciga (1994).
http://circulodepoesia.com/2016/05/dossier-de-poetas-nobel-paul-von-heyse-1910/
El Premio Nobel de Literatura 1910 es conferido Paul von Heyse:
«Como tributo a su consumada habilidad artística, permeada del idealismo con que se ha afirmado en su larga carrera productiva como un poeta lírico, dramaturgo, novelista y como un escritor de reconocimiento mundial por sus cuentos»
En una hora
¡Resiste y espera dignamente!
en una hora
tu cuarto será el sol entero.
En la primera, donde cuelgan las campanas,
tras largo rato la chispa reducida
va a la ventana del vigilante
Quien de noche vive a solas
la tormenta de campanas, a veces con miedo,
pero lo consuela la luz temprana del sol.
Quién construyó en profundas calles,
chozas y chozas que se atrevían a inclinarse
las campanas nunca lo asustaron,
el trueno nunca lo inquietó
aunque su tardía mañana fuera gris.
Alto y bajo tiene alegría y tristeza
decirle de la envidia idiota
de otras miserias se tienen otras delicias.
¡Resiste y espera dignamente!
en una hora
tu cuarto será el sol entero.
Camino a casa
Hay una casa en el jardín,
fresca por una arboleda abierta.
En todos mis viajes
he tenido ansía por mi hogar
¡Qué dulce sonaba
el cantar de los pájaros,
como risa floral alrededor!
A medida que nos fuimos
caminando hacia arriba–
Ahora temo regresar
En la casa hay una sola,
tan alta y ventilada, tan brillante y pura
Cualquier rayo de sol
lo mata la casa con prisa.
Qué sonido tan gracioso
el canto de los niños,
no había esquina sin juegos;
ahí encontré mi descanso
para el último día–
ahora no hay puerta que yo abra.
A la casa llegó un nombre
alejado de todos los labios y continuo,
tuvo maravillosa violencia, cual palabra mística.
En cada boca
una sonrisa,
cual nombre primaveral-
Ahora calla
orden fantasmal,
y quien lo dice, deja de reír.
Über ein Stündlein.
Dulde, gedulde dich fein!
Über ein Stündlein
ist deine Kammer voll Sonne.
Über den First, wo die Glocken hangen,
ist schon lange der Schein gegangen,
ging in Türmers Fenster ein.
Wer am nächsten dem Sturm der Glocken,
einsam wohnt er, oft erschrocken,
doch am frühsten tröstet ihn Sonnenschein.
Wer in tiefen Gassen gebaut,
Hütt’ an Hüttlein lehnt sich traut,
Glocken haben ihn nie erschüttert,
Wetterstrahl ihn nie umzittert,
aber spät sein Morgen graut.
Höh’ und Tiefe hat Lust und Leid.
Sag ihm ab, dem törigen Neid:
andrer Gram birgt andre Wonne.
Dulde, gedulde dich fein!
Über ein Stündlein
ist deine Kammer voll Sonne.
Auf der Heimfahrt.
Es steht ein Haus im Garten,
kühl an ein Wäldchen angelehnt.
Auf allen meinen Fahrten
hab’ ich nach ihm mich heimgesehnt.
Wie süß erklang
dort Vogelsang,
wie lachten Blumen ringsumher!
Wie ging’s im Lauf
die Stieg’ hinauf –
Nun graut mir vor der Wiederkehr.
Im Haus, da ist ein Zimmer,
so luftig hoch, so blank und rein.
Was nur an Sonnenschimmer
ums Häuschen streifte, drang herein.
Wie lustig klang
dort Kindersang,
kein Winkel war von Spielen leer;
dort fand ich Rast
nach Tageslast –
Nun öffn’ ich seine Tür nicht mehr.
Im Haus erklang ein Name
von allen Lippen fort und fort,
der hatte wundersame
Gewalt, schier wie ein Zauberwort.
Auf jedem Mund
ein Lächeln stund,
als ob’s des Frühlings Namen wär’ –
Jetzt geht er stumm
gespenstig um,
und wer ihn ausspricht, lacht nicht mehr.
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