JULIÁN BIBANG OYEE
Nací en Machinda, Guinea Ecuatorial. Machinda está en la parte continental. Pues, según los datos que existen, el 19 de septiembre 1948. Fue allí donde también empecé mis estudios primarios en mi infancia. Luego, en los años sesenta, en aquella época estaba un poco de moda el programa de ir a los seminarios. Y entonces comencé a ir al seminario. De ahí, pues, me vine a Malabo, que entonces era Santa Isabel. Allí he hecho parte de mi bachillerato. Entonces, el bachillerato entonces era, como se llama, eclesiástico. Cuando salí, me vine a Bata. Eso es en 1967/68. Hice el sexto de bachillerato general en Bata. Pero como entonces en el continente, no había formación universitaria, me tuve que venir a Santa Isabel para hacer los estudios universitarios y es cuando continuó la independencia, en 1968. O sea que el 68 es cuando acabo el bachillerato. Eso es un poco lo que es la trayectoria mía del país.
JULIÁN BIBANG OYEE
Si en algún momento pudiera pensarse que el drama de Guinea estriba en que hay una generación perdida, el caso de este hombre grave, al que bien podemos tomar como arquetipo, representa una esperanza, y entonces podría empezar a brillar un rayo de luz entre la bruma y advertirnos que no todo se perdió con los muertos inútiles, porque es posible soldar de nuevo la cadena rota. Nacido en Machinda, en los aledaños de Bata, en sus treinta y cinco años de vida ha pasado por la ilusión más frágil y la desesperanza más viscosa, que es como decir por todo lo vivible: seminarista de 1962 a 1967 (cuando el sacerdocio parecía ser la única salida para las inquietudes intelectuales), las vísperas de la independencia aceleraron su crisis de vocación, convalidando la vida religiosa por el servicio desde el siglo, para encontrarse, sin buscarlo, como profesor en Malabo porque no había profesores en Malabo, al inicio de aquella crisis que duró toda una década. Por las ganas de salir y por las ganas de saber, obtuvo una beca para el Instituto Politécnico de Conakry, en la Facultad, de Ciencias Sociales, donde se graduaría y en Lingüística con un interesante trabajo, primero en su género y «naturalmente» inédito, titulado Estudio fonológico del fang aplicado al habla de Río Muni. É igualmente inédito sigue un notable poemario, Tiempo perdido, donde ha ido plasmando unos versos intimistas, cálidos y húmedos, cuya fuerza está, sobre todo, en la capacidad de transmitir la fortaleza de un alma que llora. De 1973 a 1980 fue profesor en el Instituto «Rey Malabo» de la capital guineana, y en este último año, tras la destitución de Macías, fue nombrado Director del Instituto «Carlos Lwanga» de su Bata natal. Sus ansias de saber, y de salir (que viene a ser lo mismo, en definitiva), le trasladaron hasta la Universidad Complutense de Madrid, donde pronto espera terminar Filología, para regresar a su/nuestro país e investigar, enseñar y contribuir a la soldadura definitiva de aquel eslabón roto.
12 de Octubre (de 1968)
Yo te saludo, bandera que te alzas
y orgullosa abres tu sonrisa al viento
y tus brazos, con grave movimiento...
¡y se levanta el pueblo que ensalzas!
Yo te saludo, en aras que en (c)alzas
te levanto y venero mudo y tiento,
al izarte chillona, sin aliento,
como tu vuelo...¡Guinea realzas!
Tú, sobre los bosques verde manto;
del azul de estas playas suavo canto
y de este cielo; tú, una, justa y... más,
tú, porque vengado héroe mudo;
que una nación nacer hecho has;
A ti, Doce de Octubre, en fin, saludo.
(Bibang Oyee 2000, 72), publicado en la antología de la literatura de Guinea Ecuatorial de 2000
¡SALUD!
Cadencia y rima.
Así es mi canto
firme y con mantos
subo a la cima.
En noche oscura
mi numen hila
la mar tranquila
sin amargura.
La selva virgen
la vida ociosa
con Tony preciosa
que en sueños surgen.
¡Salve, Conakry
bravo Septiembre!
Salud que siempre
te desea ntum afry.
¡Salud! ¡Salud!
TE ESPERO...
Yo te espero en la colmena
cuando en la montaña
haya cesado el zumbido
de la abeja y la noche
caiga y con su manto negro
cubra el bosque espeso.
Yo te espero en la entrada del jardín
cuando hayan cesado las lluvias
y la blanca flor del jazmín
anuncie la primavera.
Yo te espero en el campo
cuando se callen los grillos
y en el cielo húmedo de la noche
la luz lechosa de la luna
esté en lo alto y el murmullo
del arroyuelo nos invite a muda ensoñación.
Te espero, te espero...
cuando haya pasado el otoño
y las hojas amarillentas
se hayan caído.
Cuando florezcan nuevos prados
y los pajarillos verdes llenen
de canto el bosque
te esperaré...
¡ay!, quizás esté escuchando
pero será con otro acento.
Entonces, también detrás de la iglesia
te esperaré.
Kankan, 1970
ILUSIÓN
Sólo... sólo una ilusión
sólo un sueño pudo ser
aquello que hizo nacer
rosas en mi corazón.
REBELDÍA
Allá, donde yo vivo
¡ay!, se declaró un día
allá donde yo vivo
una gran rebeldía.
EL INTELECTUAL Y LA POLÍTICA
por Julián Bibang Oyé
Para una sociedad dada, en un momento dado de su historia, la calidad de intelectual o de letrado suele depender de la cantidad de letrados y teorías existentes. De tal modo que cuanto más intelectuales haya en un país tanto mas difícil sera serlo. Las relaciones entre estos y el poder -cuyo núcleo de divergencia o convergencia es la sociedad misma con sus orientaciones socio-culturales y políticas- y las interacciones en que suelen encontrarse o están comprometidos, son el objeto de esta información.
Es ya notable el que una cuestión como ésta que merece no sólo nuestra atención sino reflexión y explicación no la encuentre. El tema, aunque un tanto espinoso, interesa mucho, y por otra parte es esperado hasta tal punto que tememos no poder responder a todas las expectativas/dudas/polémicas que vaya a suscitar, con el solo esbozo de los hechos y fenómenos más destacados, característicos de las situaciones y conductas en las cuales se expresan esas relaciones. Por ello, hemos de dejar sentado, en primer lugar, qué se entiende por intelectual o intelectuales y qué por «política» o poder (o sea, por poder político); luego analizaremos sucintamente la problemática de sus relaciones. Y, a buen entendedor, pocas palabras.
INTELECTUALES Y PODER
Aunque parezca evidente, no es tan fácil delimitar la noción de intelectual -como ya lo hemos apuntado más arriba-, aun cuando a diario nos codeamos con los que se designan o pasan por tales. Ciñéndonos a las teorías de Raymond Aron podemos establecer entre nuestros intelectuales un primer tipo, caracterizado por el hecho de que forman una categoría social necesaria para el funcionamiento de la sociedad; éstos son los escribientes (empleados o funcionarios), los peritos o expertos (ingenieros técnicos, médicos, etc.), los letrados o doctos (profesores, escritores) y los artistas (pintores, músicos, etc.).
El vocablo designaría, asimismo, un segundo tipo que comprende todos los consumidores o difusores de la cultura, y ante todo los productores o creadores de ideas o pensamientos u obras culturales. (Esto sólo no basta en Occidente para pertenecer a la <intelligentsia >; es preciso estar en la cima de cierto saber, tener vocación de comunicar ideas y ejercer una influencia). Esta función la sufren los universitarios de alto nivel y todos los que de algún modo intentan superar el estrecho círculo de su especialidad y demuestran tener una cultura amplia.
El tercer tipo son los intelectuales orgánicos (de Gramsci). Es el tipo que se define por su papel de mediador o portavoz de la sociedad; las personas que están entre la sociedad y lo que está más allá (fuera de su alcance) y que hablan en su nombre (sea cual fuere el motivo), se levantan contra el orden autocrático o la dominación extranjera, etc. Entre ellos están los cuadros y tecnócratas ligados al Estado y asociados al proyecto de sociedad del poder y, sobre todo, los escritores que se expresan en su producción literaria, los docentes (e incluso 1os estudiantes) que actúan a través de sus asociaciones u organizaciones sindicales. Se engloba aquí tanto a los intelectuales por profesión como a los intelectuales por vocación, y de una manera especial a los que se sitúan deliberadamente en el espacio ideológico, social o político, para hablar o escribir o para llevar a cabo otras acciones...
Se habla de poder cuando los hechos de poder tienen una finalidad socializada; cuando estos hechos se refieren a la idea que la colectividad se hace de su futuro o devenir y de su organización; cuando los objetivos tienden al orden deseado, al bien común y al interés general. Desde esta óptica, el poder se define como «el conjunto de instituciones y hombres que mandan a todos, en nombre de todos, o bien que ejercen las funciones indispensables a la vida de la colectividad global».
El poder así definido y la política mantienen unas relaciones obligadas en la práctica, sin que por ello se pueda reducir la política al ejercicio del poder. En este sentido, el poder político <<es el grupo de dominación que tiene las posibilidades de hacer ejecutar sus órdenes dentro de los limites de un territorio determinado, gracias a una organización administrativa; dispone legítimamente de la coacción física y esta mejor representado por la forma institucionalizada y centralizada que es el Estado».
La institucionalización hace del Estado propietario de ese poder y los meros gobernantes solo lo ejercen. (Finalmente, debemos señalar que la unión existe entre el Estado y el partido gubernamental están estrecha que no debe ignorarse al hablar de aquél o sencillamente cuando se habla aquí del poder político.)
DOS RELACIONES DISTINTAS
Es evidente que el hombre político y el hombre del saber (el uno sin excluir al otro) están llamados a existir para competir y para enfrentarse o para colaborar». Por lo cual - aunque no se desdeñe el universo de referencias de los actores- se puede observar en sus relaciones comportamientos de conflicto u oposición y de colaboración o adhesión en general sea cual fuere el régimen.
Los intelectuales, amparados en su competencia técnica y por su proximidad al poder, ponen en tela de juicio el orden establecido, critican la cuestión de la vida social y denuncian la falta de democracia : la libertad. la injusticia social, la violación de los derechos humanos, etc., de participación o integración de los intelectuales en el plano político y social, y, por otro lado, en la voluntad del poder de ejercer su dominio sobre la sociedad y de asegurar su integración y desarrollo económico con el apoyo de los intelectuales y diplomados, y eventualmente también en la voluntad de hacer de ellos una <<clase media>> de apoyo al capitalismo exterior o de dominio interior.
Las relaciones de conflicto -negativas- giran en torno a las orientaciones socioculturales y políticas de la colectividad, esencialmente el paso de un tipo de sociedad a otro. Los intelectuales, amparados en su competencia técnica y por su proximidad al poder, ponen en tela de juicio el orden establecido, critican la cuestión de la vida social y denuncian la falta de democracia : la libertad. la injusticia social, la violación de los derechos humanos, etc.
Las protestas de los intelectuales se elevan, pues, contra el Estado, como agente de síntesis social, sin que ello signifique que no intervengan nunca como actores sociales ni en las relaciones de clases, ni que sus opciones jamas sean comportamientos de crisis. El poder, a su vez, suele buscar la participación de los intelectuales y tomar las disposiciones y medidas necesarias para que sus actos y criticas no le alcancen ni se irradien a otros grupos sociales; o se esfuerza en desarrollar mecanismos de recuperación o molduración de voluntades (en uno u otro caso).
El estudio de las relaciones entre los intelectuales y el poder pone de de manifiesto los siguientes hechos:
-El juego de conflicto / colaboración, la oposición y búsqueda de integración caracteriza estas relaciones.
-En general, los intelectuales entienden que la dirección del cambio y el mismo cambio no pueden confiarse únicamente a los políticos (en el poder) y hacen fuerza en las orientaciones socio-culturales de la colectividad (en la oposición).
-El juego de conflicto / colaboración, la oposición y búsqueda de integración caracteriza estas relaciones.
-En general, los intelectuales entienden que la dirección del cambio y el mismo cambio no pueden confiarse únicamente a los políticos (en el poder) y hacen fuerza en las orientaciones socio-culturales de la colectividad (en la oposición).
-Los orgánicos adoptan diferentes estrategias, y ello gracias a otras estrategias de comunicación y de propaganda del poder; los que se sitúan fuera tienen la convicción de obrar para la transformación de la sociedad, apelando a un Estado mas racional y mas centrado en la vida de los ciudadanos.
El poder necesita los conocimientos de los que saben, para prever, organizar o administrar, por otro lado, los necesita a veces para si, o <sus> intelectuales, para legitimarlo. Los intelectuales que sacan provecho del poder en plaza critican duramente a sus representantes que no comparten todas las opciones y practicas de dicho poder.
-La misma situación de nuestros países, a la cual no siempre pueden zafarse los intelectuales, suele imponerlos una acción política concreta.
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