Teonilda Madera
Nació un dos de diciembre en la República Dominicana. Estudió Literatura Española y terminó una maestría en 1997 en Lehman College.
Actualmente está haciendo sus estudios doctorales en The Graduate School and University Center of the City of New York. Recibió el prestigioso Willa Elton Memorial Prize for Excellence in Spanish Literature.
Integra el Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos (CEPI). En 1992 asistió al IX Curso para Profesores de Origen Hispano realizado en la Universidad de Alcalá de Henares (España). En 1993 obtuvo, con su poemario Canela y miel, la Primera Mención Honorífica en el XXX Certamen Literario Internacional Odón Betanzos Palacios. En 1994 formó parte de un equipo investigador auspiciado por la Universidad Columbia cuyo fin fue investigar la cultura prehispánica en el territorio mexicano. Ha publicado artículos y poemas en periódicos y revistas literarias, entre ellos, El Diario La Prensa, Meridiam, Relicario, Brújula, Baquiana, MaComére, Hola, y Latinoamérica en Vilo, Boletín Cultural Informativo (Número Especial literatura Salvadoreña) Universidad Dr. José Matías Delgado, entre otras. Ha sido antologada en Who’s who Among American Teachers, Evas Terrenales, Moradalsur, Ensayos Críticos Sobre Escritoras Dominicanas del Siglo XX. Ha leído parte de su producción literaria en Columbia University, en la Embajada Dominicana de Madrid, en la Universidad de Sevilla, España, en Saint Elizabeth College, en Saint Lawrence University , en la II Feria Internacional del Libro en Puerto Rico, en la tertulia Exotérica, en Middlebury College, entre otras. En el año 2000 fue seleccionada por la Academia Iberoamericana de Poesía para participar en la Tercera Exhibición Internacional de Poemas Póster realizada en St. Thomas Universty.
Sus libros han sido incluídos en cursos de maestría en Lehman College, Clemson University, y en el curriculum de las escuelas secundarias de Nueva York. En 1995 publicó Corazón de jade con lágrimas de miel , en 1998 Van llegando los recuerdos y en 2001 Sorbitos de café en paisajes yertos. Tiene inéditos varios libros: un poemario, un compendio de cuentos titulado Catedrales de humo, dos novelas, y varias obras de teatro. Desde hace varios años reside en la ciudad de Nueva York.
Imagino espectros
La oscuridad ha dejado en tinieblas a la Patria:
¿Quién camina sin miedo a una hoja o la niebla?
—Cada calle sabe a sueños desgajados; la claridad
Quien camina lo hace como si anduviese en la noche.
La casa de siempre ahora es una cárcel.
La libertad se volvió túnica de angustias.
Me cuesta entender a este País torturando los sueños:
El viento, agrio, sopla con espinas.
Cuesta caminar sobre la serenidad de las piedras.
Ya no se entiende este dolor vivo de la carne.
La muerte cotidiana inunda los inviernos.
Uno no sabe quién será el próximo inocente que bese
De manera indeleble el césped,
O llene las alcantarillas perdidas de la ciudad.
Me cuesta pensar a este País convertido en harapo:
El fuego quema las palabras más diáfanas.
La violencia colma el calendario y no hay puerta ilesa.
Antes el País era más cotidiano entre claveles.
En los parques las bocas se llenaban de risas;
Ahora esos retratos sólo son memoria.
La ceniza de la gran noche que vivimos extiende sus dedos
Colosales sobre las sienes.
Nadie queda de aquéllos que conocí en el viento.
Aquí el trueno, el cuchillo, la extorsión, el secuestro.
La violencia ha domesticado nuestros zapatos.
Entre miles de transeúntes se adivinan las onomatopeyas,
El jadeo y los jeroglíficos de la muerte.
Nada tiene consistencia, salvo los vestigios.
El sol se ha vuelto impreciso en todas las calles:
Vagas calles donde el alba ha perdido toda fantasía.
Cada día las aldabas de la noche nos quitan el aire:
Somos frágiles en este patio de piedras.
Nadie puede vivir en esta perenne oquedad de la caricia,
Ni en la doliente mesa de la plegaria.
La soledad de los ojos abrasa las miradas, las funde
En esa batalla sin luz y sin ventanas.
Aquí hiere la transparencia del aire. —Hiere la isla líquida
De la sal; por desgracia, no es posible el olvido,
Cuando los espectros también habitan los cristales.
Antes no hubo tanta maestría para la muerte: Uno junto
Al árbol y los pájaros; ahora cada germen estorba
En la garganta: sordo mar de grises. Sordas noches en rodillas.
¡Qué tiempo nos bebe ahora hasta los tuétanos!
Vida aquí y allá endurecidas por las losas, por esta tumba
De la brisa, enredada en el sueño.
El País cuelga de la noche. Noche donde triunfa
La fosa y el despeñadero…
SORBITOS DE CAFÉ
Nadie sabe su procedencia (...)
Dicen que vino del mar
Cubierta de brumas.
En su piel traía perlas negras
y tesoros hurtados por Drake.
Tiene el mar en su lengua;
esa mujer enigmática
que debería parecerse a todas
se empeña en ser distinta (...);
es extraña como el bambú
del Viernes Santo y franca como la entrega
de los perros callejeros;
es dulce y apetecible
como un te quiero entrecortado.
Esa mujer no es tan distinta a las otras;
de vez en cuando suena cosas imprescindibles;
se mira en el espejo; toma sorbitos de café
mientras se pinta los labios jugosos
y luego sale a enfrentarse con el mundo.
Sus congéneres, casi siempre, chocan
con ella sin que este en el medio.
a ella le gusta el cundiamor, los jobos,
las tisanas y el mar de afuera.
Escucha a Juan Luis Guerra,
a Enrique Chia, y a Mercedes Sosa.
Esta mujer es todas las mujeres de otras épocas;
lleva en su bolso su historia:
una ramita de olivo, un abaniquito nacarado,
un jabón Maja, y unas hojas amarillentas.
Esta mujer se bebe el llanto de los sauces
y sus ríos internos crecen impetuosamente.
En su ignota memoria encontramos
la partida de Ulises, la Relatividad de Einstein,
las Guerras Mundiales, el Holocausto,
las computadoras, el amor de Penélope,
los hijos de la violencia (...)
y a ella le duelen y le pesan esas memorias.
Esta mujer es un poco huraña...
ella que debería parecerse a todas las mujeres
desea intensamente ser distinta;
lleva todos los hombres adentro;
la siguen hasta la cima; ella guarda un secreto (...)
PEPITA DE ORO EN LA LLUVIA
Busco una palabra sagaz, caliente
que cambie de súbito la vida.
La busco hacia adentro, en un rincón
de una página marchita, en un poema
anejo; la busco en una sonrisa,
en el corazón lacerado de una madre
que no alcanza a poner al hijo a salvo en el camino.
Busco esa palabra en la lluvia,
en el río frío y plomizo que se desliza
sigiloso, vigilante por mi ventana.
¡Tengo a mi disposición tantas palabras
y no encuentro la que busco!
Necesito sólo una que te llegue al centro;
pero no sube; no llega; no se inventa;
no nace y desespero
en la espera de encontrarla.
Un día surge desde el fondo
la palabra pa-cien-cia
y cabalga el esófago, la garganta, la boca
y llega hasta los labios, los refresca, los quema.
Una palabra exquisita, rebuscada,
es una pepita de oro en el río
del lenguaje que ilumina.
RECUERDOS
Van llegando los recuerdos
y apabullan la memoria;
se golpean unos con otros,
y se vuelven mariposas.
Primer recuerdo:
“No me olvide, Rodolphe” –dice muy quedo
Madame Bovary– y el muy bribón
le jura amor eterno.
Segundo recuerdo:
Aparece Penélope tejiendo amores
de hilo en el banco y rendidas
a sus pies yacen las últimas
hojas de otoño que Bécquer escuchó
en la nostalgia de la tarde.
Tercer recuerdo:
Se va apagando el amor entre sonrisas
y besos, y un quejido, apenas un murmullo,
se lleva mi inocencia.
UNA MALETA
Una maleta es una organización forzosa;
es una aventura cerrada;
una maleta es un nido íntimo de secretos;
es un montón de posibilidades
que se abren en otro espacio;
una maleta es un viaje doble de uno mismo;
(...) me gusta hacerte la maleta
porque es una forma de irme contigo.
Adivinanza
Es un recurso erótico,
una propuesta al Sur,
una replica fálica,
una espada en el pecho,
un misil que gravita,
una escala social,
un péndulo en el cuello,
un camino que conduce al trabajo,
una opción de muerte,
un nudo de amor o de amistad,
una trilogía silábica
y un sonido de siete letras.
Ordénalas: t
-
o
-
r
-
a
-
b
-
a
-
c
“Reality should not be more than a springboard”
(Gustave Flaubert)
PAGODAS
Las bisagras rasgan la escarcha del tiempo
enmohecido en las aspas venturosas
de un axioma religioso que balbucea
una expresión búdica en las pagodas,
sortilegio que sonsaca el estoicismo
ante la sonrisa dorada de un buda.
Un oasis de montanas y cielo se dibuja
en las ventanas pagodianas y el espíritu cruje
exhausto y los pies en el ascenso
fulgoroso enfrenta a los viajeros
occidentales con las partituras de un tambor chino
que anuncia un cruce cultural;
predestinados al encuentro los viajeros atalayas
retroceden el tiempo en las pagodas
que guardan una historia de hombres
que zurcieron un mundo amurallado.
OBSIDIANA
De obsidianas noches vengo;
vengo de amarillos insomnios,
de lunas cálidas,
de soles muertos de frío;
vengo de despertar el pasado
que quedó dormido en tus palabras;
vengo de lugares áridos y fértiles,
cansada estoy de venir
de tantas partes.
3 de febrero de 2003
BAJO CERO
El que no vio el Río Henry Hudson
convertido en requesón
no sabe lo que es maravilla;
el que no lo vio desde el George Washington Bridge
no sabe lo que es un cielo caído;
los témpanos flotaban
como nubes a la deriva;
la neblina se levantaba del río
como un velo celestial
y borraba a New Jersey desde Manhattan;
el Río imponente, sigiloso, misterioso, (…), habla;
él vio la caída de las torres;
desde entonces le navega un grito:
!Nooo… a la Guerra!
REDES
Envidio a los buzos porque son
peces que llevan la vida a cuestas.
Envidio a los buzos que se beben el mar
con los ojos y se preñan de corales,
de algas, de tesoros sepultados.
Envidio a los buzos porque les nacen
aletas en los pies y recorren sin temor
los caminos turbulentos.
Envidio a los buzos porque el pescador
no los puede atrapar en sus redes.
EL MAR
El Mar es un personaje misterioso
que nos asombra y nos cautiva;
es un vientre lleno de algas
y de tesoros sepultados en arcas siderales.
Es un laberinto de corrientes
y de olas que nos llevan a lugares
encantadores como América.
Es una aventura de furia
que inventa tormentas instantáneas
para renovar sus torrentes vangoghnianas.
El Mar es un mundo revertido;
es la simbiosis de la vida;
es un crujir de olas que se empinan;
es un murmullo prolongado;
es la IX Sinfonía de Beethoven
estremeciendo los arrecifes.
El Mar es el cementerio
que ahogó el amor de Alfonsina;
es el camposanto de yoleros
que no alcanzan tierra firme;
es ese trago salado que nos hace
beber la vida; es el naufragio
que vivimos cuando el amor se marcha.
El Mar es la lengua que lame una herida.
UN HIJO
(Para Kelvin, mi hijo)
Un hijo es un pétalo que florece en la matriz;
un hijo es un dolor necesario
que se acuna indefenso en el velo del vientre
y su presencia es una incógnita
que hay que ayudar a descifrar;
un hijo es un manojo de llanto,
un desvelo, un asombro, un sobresalto.
Un hijo es el rocío que oxigena las entrañas;
un hijo es Dios encarnado;
es un río de sangre que no alcanzó a deslizarse;
un hijo es la rama que no se puede cortar.
BRINDIS
Brindo porque me libero del amor
y el se libera conmigo como
peces resbaladizos;
porque tu mezquindad se llevó
el torbellino de esta piel
que enloquecía contigo;
brindo porque mis labios,
se han humedecido
y en el pecho hay un retoño
de olivo, y si mañana te dicen
que amo a otro, ¡no te sorprendas querido!
porque en mi duerme el amor
que una vez me brotaba
contigo, y sus raíces gestarán
ante un nuevo estímulo
y subirán como espigas,
y de mi cuerpo emanará tu semen
como un río que arroja peces dormidos,
y no olvides, que también brindaré
por ti porque al fin te has ido.
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