SACRA LEAL DOMÍNGUEZ. Elda, Alicante, España, 1964. Tiene publicados los poemarios: “La revolución del llanto” (Editorial Torremozas) y “Pájaros en la memoria” (Ayuntamiento de Elda) y está incluida en las antologías: “Voces nuevas”, “Mujeres y café”, “Poetisas españolas tomo IV”. Fue 1er premio local del VIII certamen de poesía “El Seráfico” (1986). Colabora habitualmente en teatro, recitales poéticos, homenajes, etc.
A MEDIAS
Cuando era una niña
soñaba con encontrar un príncipe azul
un galante caballero, un enamorado eterno;
por eso, hasta bien entrada mi juventrud,
errante por los lagos y las charcas,
oteando entre los juncos y el nenúfar,
hallé y besé las bocas de todas las ranas.
(Nadie me enseñó jamás
que hay encuentros que son ciertos
sólo a medias)
De su libro: Pájaros en la memoria
A veces tengo fuerza en el corazón
A veces tengo fuerza en el corazón
y llego a no quererte,
y desdibujo las fotografía,
y descoso tus camisas de falsa seda.
Y, corriendo a la cocina,
me lanzo a la aventura de los flanes,
de los pudín de fresa,
del chocolate alto en calorías.
Y, entre el azúcar y la nata,
se precipita la noche, imborrable,
y me pesa el corazón y los kilos,
y tus ojos me saltan entre los platos,
y tu piel me desborda y abraza
desde todos los armarios.
Y tu ausencia, gelatinosa y obesa,
ocupa cada rincón de esta casa
que ha dejado de ser tuya
para ser sólo mía de forma inevitable.
La revolución del llanto (Ediciones Torremozas, Madrid, 1994).
VIENTRE POBLADO
Me asomo a tu vientre
cuajado de luces sanguíneas
y latidos que llevan
la maraña de la vida
en su inmenso suspiro de gloria.
Tu vientre que sabe de futuro,
que conoce el lírico alumbrar
de los acantilados azules
donde el mar se desliza
en sinuosas crestas de sal.
El eco de tu vientre,
la cueva donde se incendia
la epidermis del viento
y se transforma en hijo,
y se transforma en dios hecho carne.
Es aquí, en tu vientre poblado
de cánticos y luciérnagas,
donde quiero retomar mi sed antigua
para beber de ti eternamente.
Mujer, tú y tu vientre sois,
la eternidad hecha vida,
el futuro redondo y mullido,
la esperanza de un sueño firmado con luz.
LA LUZ EN LAS SOMBRAS
Recojo amor con los párpados llenos de vida,
con las manos desbordadas de ternura virgen
y sigo el camino, vereda adentro,
por los venosos paisajes de mi alma.
Nómada clandestina,
aventurera insaciable.
Descoso las cortinas de mi corazón
mientras la brisa me orea las heridas.
¿Quién no ha muerto nunca por amor?
Cada día escribo un epitafio y una balada,
cada día me enamoro y muero nuevamente
pero siempre resucito, cual terco Lázaro,
que no acepta su fin definitivo.
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