SILVIA MERCEDES ÁVILA VILLANUEVA
(La Paz, Bolivia, 1940‑1992).- Poetisa y periodista. Hija de Antonio Avila Jiménez y Laura Villanueva. Estudió en la Facultad de Humanidades de la UMSA. Militante del Partido Comunista de Bolivia e impulsora de la creación del Instituto cultural Boliviano‑Cubana. Delegada a las Jornadas Latinoamericanas de Poesía, Piriápolis, Uruguay (1968). Como periodista estuvo ligada a ‘Clarín Internacional’, ‘El Diario’ y ‘Rebelión’. Fundadora de la Unión de Trabajadores del Arte y la Cultura (1978). Juan Quirós sobre Tu nominas los sueños, anotó: "El buen gusto que falta a muchos poetas jóvenes se impone aquí sencillamente. Poesía sin estridencias, estallidos y sonajeras verbales. La joven poetisa busca para su canción la palabra pequeña y frágil y la insinuación que, sin dejar de serlo, dice con su lenguaje de sugerencia más que las enunciaciones rotundas y directas". Ella escribió: "Te encontraré de nuevo / cuando las calles reflejen amarillo en los cristales / y los árboles se tornen / en vida que se hiere sin sentirlo siquiera. / Te encontraré de nuevo cuando exista / esta frase en todos los lugares: / Prohibido barrer los parques en otoño".
LIBROS
Poesía: Tu nominas los sueños (l963); Del ídolo y su sombra (1971); Poesías (antología, 1993).
ELEGIA
Está el viento nuevo de este enero
rodando por los días con su lluvia
cortina dulce de las horas
está la angustia
con su palabra que ya crece en río.
El plazo del ensueño está cumplido.
Ha llegado una nueva soledad con tiempo nuevo.
¡Cuánto ha muerto en los iguales y pasados días!
Ha quedado mi voz frente al misterio
de brumosos jardines
donde se escriben poemas en las hojas
de un sauce
y el llanto es un reloj de acuáticos
minutos.
Inerte está la muerte en su aposento de astros,
inerte está la vida en los rostros amigos
habitantes comunes de las noches añejas.
¡Cuánto ha quedado en la memoria azul de los caminos!
TÚ NOMINAS LOS SUEÑOS
I
He esperado tu ser,
he nombrado un aliento
para sentir tus manos
en todos los umbrales,
eres una palabra que suaviza
los rostros,
cotidiana tibieza
de regazo y caricia.
Era aquella simiente
una plegaria,
un pequeño remanso
de existencia sin tiempo,
y vinieron la luz,
tu voz,
la noción de las cosas,
que nominan los sueños.
II
Una ternura queda
me llega de tu nombre
cuando el día comienza
y las voces se alejan
por los recintos límpidos
con tu imagen que lleva
un aroma de espliego,
de esperanza en los días
que vendrán desde el tiempo.
Juntas en el recuerdo
zapatitos y mimbre,
el primer paso,
las trenzas rubias,
los primeros versos.
Entristece a veces
con la pena de amor
que todos traemos
para decirte de ella
muchas cosas.
Hablamos de los pinos,
del otoño y la lluvia,
de las llaves perdidas,
de las sombras azules.
Una hermana mayor
despierta en tu corazón
cuando reímos juntas
sin motivo.
Para tu voz mis poemas.
Cuando el día termina
una ternura queda
me llega con tu nombre.
CARTA A LEONARDO
En qué infinito tibio.
En qué recinto de astros
eres tú con Morella?
Te llega nuestra voz
como eco insomne
de licor nocturno?
Como mensaje de penumbra
y pena?
Tan sólo está la noche
de por medio
para llegar a tu jardín de otoño,
para encontrar tu voz
y tu mirada
que tal vez está triste
con la angustia
que sabes nos aguarda
en todas las palabras,
los poemas
y tu nombre.
DEL ÍDOLO Y SU SOMBRA
I
Esta pesada sombra
de tristeza
sobre la tarde queda
como un ídolo,
antiguo hito de pena
sobre el tiempo.
Rito final el humo
como un cántico
asciende su espiral
en las colinas.
Los parques se repliegan
hacia el cielo,
buscan su otoño
adormeciendo cauces,
viajando en el crepúsculo
y la muerte.
Esta pesada sombra
de tristeza
sobre la tarde queda
como un ídolo.
II
He caminado a solas
como un ángel
por los puentes sombríos
y en silencio
He buscado las máscaras
del viento
y tu rostro ha venido
a recordarme
añejos vinos de canción
sin nombre.
Tu antigua voz
está lloviendo pétalos
dentro mi temeroso
corazón abierto.
III
La mirada de Dios
sobre la noche
se parece a la tuya
cuando llegas
con nuevos nombres;
paca tatuar mi piel
para inventar peldaños
y ascender el amor
y magnolias
y los aromas.
Cuando partes
del umbral oscuro
cantan los ríos
su visión nocturna.
IV
Mi sangre es un grito
en los naufragios.
Sacrifico mis venas
a tu cauce.
Hundo mis mástiles
en el alba inquieta
para juntar el tiempo
y la ceniza
en nuestro ardiente
corazón de hoguera.
El tiempo y la ceniza
llevan siempre
una presencia astral
hasta la sangre.
V
Desde los álamos
inquiere tu estatura
de antiguo ídolo
en mi pesadumbre
-¿Qué hechizo viene desde
las arenas?
He buscado saber
sí un sueño habita
el aire de lo eterno
que te ronda.
He buscado saber
y sólo tengo una imagen
de dioses desterrados.
VI
Tu presencia
de infinito aliento
permanece en mi sombra
con su rota quietud,
con la sed y la angustia
junto al día,
como si fuera yo
un corazón inmenso
de rituales,
profecía de esfinges,
remota quemazón,
lumbre innombrada.
VII
Este maligno amor
como una ráfaga
sume mi adoración
en tu vorágine.
- ¿Qué detiene tu voz?
Quiero invocarte.
Sacrificar mi tiempo
a la resaca,
quedar sobre la sangre
derramada,
y que duela tanta
la agonía
como esta piel que
duele desvelada.
VIII
Un augurio de pena
trae al día
su símbolo mejor.
He vuelto del camino
que llevaba a los álamos
y al viento...
he vuelto para hablarte…
Creo en ti
por el amor maligno,
por el ritual idólatra
que exige tu antigua voz;
por la deidad perversa
que duerme en ti su
eternidad.
Un augurio de pena
trae al día
su símbolo mejor.
Tu imagen y las máscaras
dormidas.
Imagino que el tiempo
puede traerme
la soledad con máscaras
dormidas,
temo entonces
las angustias oscuras
de tu ausencia
junto a fuentes sin agua
y parques tristes.
Alargadas las calles
y los álamos
me devuelven tu imagen
cada día
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