Luis Nieto Miranda, nació en Sicuani, provincia de Canchis, Cusco, PERÚ en 1910 y murió en 1997. Es una de las figuras principales de la literatura peruana contemporánea. Su poesía con un lenguaje viril, apasionado por la vida y la política, es una de las más expresivas y vibrantes dentro de la literatura latinoamericana del siglo XX. Varios de sus libros fueron publicados en diferentes países del territorio latinoamericano, en los años de su destierro (de 1932 a 1940): “Poemas perversos” y “Puños en alto” (La Paz, Bolivia, 1932); “Poemas de barricada y de combate” (Iquique, Chile, 1938); y “La canción herida” (Mendoza, Argentina, 1944).
Estando en Chile, tras su paso por la Paz, Bolivia, entabló una gran amistad con el autor de “Residencia en a Tierra”, Pablo Neruda, y en casa de éste también con el poeta cubano Nicolás Guillén.
Lo que hizo posible el nacimiento de un gran poeta, el “Cholo Nieto”, fue su propio carácter, su orden personal e íntimo y su misma pasión por la vida.
A continuación compartimos algunos de sus célebres poemas.
EXPLICO SUS OJOS
(Del libro: Explico todo su cuerpo)
I
Ayer te vi alegre como una pandereta,
como una canción para mis noches
de fiebre y delirio.
Con tus ojos gitanos.
Con tus ojos de infierno para mi carne.
Con tus ojos
como el paso de una golondrina por mi sangre.
Con tus ojos como fogones.
Con tus ojos como campanas.
Con tus ojos como un libro abierto.
Con tus ojos como un árbol
para las lágrimas.
Con tus ojos haciendo nacer el día.
Haciendo volar canarios melancólicos.
Haciendo escuela para otros ojos.
DE POLVO Y CIELO
ASI FUI HECHO. Amasado
de materias contrarias, de destinos adversos.
De polvo y cielo,
de llanto y pena,
de beso en los ojos y en el corazón,
de dentellada en el alma,
de latigazo en las carnes,
de rugido recorriéndome los extremos del ser.
Yo paralicé de miedo el canto de las lámparas.
Yo estrangulé el cuello de los violines.
Yo me ceñí como una víbora
a la cintura de las guitarras
e hice que la palabra auxilio
se quebrara de espanto
en la garganta de las rosas.
Nutrido de violencia y ternuras,
soy como la ola que besa y que golpea,
como el hacha que derriba y canta,
como el brazo que castiga y ampara,
como ese viento que pasa delirando
y que se queda enterrado entre fantasmas.
Era la preocupación de tu infierno.
Soy tu infierno y tu cielo de rocío para mañana.
PRESENCIA Y MUERTE
(Del libro: Cielo de ausencia, 1937)
Y fue en aquella hora
del llanto de los veleros que se iban
interrumpiendo el sueño de las guitarras;
fue el minuto mismo
de las palabras mustias y deshojadas,
de mi pañuelo herido, ya sin congoja,
cuando tu corazón como un navío
se hundía entre montañas de silencio,
cuando la voz agónica de las sirenas
se quebraba en el aire
como el lamento de un animal herido.
Todo murió aquel día
en que confiaste al mar nuestro secreto
ante la roca amarga
partida de lágrimas como una novia.
Ya para qué decirnos nada
si ya todo lo dijeron
los faroles caídos en el agua
y aquellos peces tristes, atravesados de frío,
que se veían morir
al borde de tus lágrimas.
TUS GRITOS, TUS HERIDAS…
(Del libro: Territorio del corazón, 1938)
Ya no era tiempo entonces
cuando te vi partir
entre mortajas de aterrada bruma
sembrando de esqueletos el camino.
La huella de tus pasos dejaba heridas en el polvo
y unos gritos inocentes llorando en las riberas.
Aquel día, niña desconsolada, vagabunda triste,
lloraron las espinas de las rosas
hasta caerse muertas.
Y envejecieron todos los árboles
Hubo uno que se vistió de pájaro
para seguir tu ruta.
Desapareció cierta mañana
y ahora ya nadie se acuerda de él.
Es el árbol-pájaro
que desencadena
tempestades de nidos sobre la tierra.
ROMANCE DE LA FERIA DE SICUANI
(Del libro: Charango (Romancero cholo), 1942)
A Lizandro Guerra y sus “Tigres”
Un pícaro sol de feria
está en el cielo borracho:
¡se estuvo por las cantinas
toda la noche del sábado!
De tanto beber alcohol
solito se está incendiando.
(Para apagarlo en el río
quieren derribarlo a hondazos).
La mañana está que arde
con ese sol tan borracho.
Ya van llegando a la feria
los vientos cordilleranos.
Se han traído sus pututos
y en los ojos dos peñascos.
Los acompañan las brisas
con su carnaval de waynos.
Rocío de risas cholas
disparan por los sembrados.
De un huracán de polleras
el cielo se ha embanderado.
Los indios tienden al sol
lindos ponchos colorados.
En las cabezas los chullos
de alegría están gritando;
es como si el arcoíris
tuviese mil campanarios.
El día brinca de júbilo
como en fiestas del chaco.
En un mitin de colores
la plaza se está quemando.
Desde la hora del alba
la indiada estuvo llegando.
A la feria se han venido
desde los ayllus lejanos.
Ahí están de todas partes
con cargas y con atados:
los bayeteros de Hercca
y alfareros de San Pablo;
el que fabrica bandurrias,
hasta el que vende tostado.
Los chuchos de Chumbivilcas
Los que llegan del Kollao.
El indio que trajo lana
y cholo que lo ha alcanzado.
El que se vino del valle,
transparente, casi blanco.
El que comercia con coca
y el que ofrece cañihuaco.
Nadie puede confundirse
porque el traje habla muy claro:
ni canas con los de Canchis,
ni kollas con kcori-lazos;
ni el indio de Suyo-Chumo
con el que viene de Layo.
Hay en al feria de todo
para los gustos más raros.
La rica fruta del Cuzco
y el dulce pan de Acomayo.
Las verduras de Arequipa,
los camarones de Tambo.
El maíz de la quebrada,
las cebollas de Chihuaco;
los quesos de Santa Rosa,
los frescos suches del Lago
y chicha blanca que cuesta
sólo diez cobres el vaso.
Nada le falta a la feria
de Sicuani en el mercado.
Ni sus mestizas bandidas
con sus caras de durazno,
ni el cholo que se da pisto
y enamora con charango.
Ni los “tigres”, ni Juan Loco
con su excelente anisado,
ni nuestra María Vera
de la chicha y el güen trato,
con clientela famosa
por eso del bebe largo.
Nada le falta a la feria
del domingo en el mercado!
Después de un día de fiebre,
cumplido ya su trabajo,
apoyándose en los cerros
el sol se va tambaleando.
Se va sediento y apenas,
con ganas de echarle un trago.
(Seguro que va “a empalmarla”
con buen alcohol de Cartavio).
A veces se pierde días
y es difícil encontrarlo.
(Por las cantinas del cielo
siempre lo pillas borracho).
CONSEJO
(Del libro: Paloma de rocío
Rondas y canciones para mi hija), 1957)
En lindos caballos de oro
el sol de vendrá a buscar,
para llevarte al galope
por las orillas del mar.
En su palanquín de plata
también la luna vendrá:
por los caminos del cielo
qué te irán a revelar.
Y golondrinas románticas,
de esas que vienen y van,
con sus capitas de viento
en tu busca llegarán.
En su gran trono de estrellas
los ángeles bajarán,
para llevarte a ese mundo
del que no se vuelve ya.
Con sus guitarritas verdes
los pájaros te rondarán
para conducirte lejos
en sus alas de cristal.
Con su muñeca de trapo
una chiquilla vendrá;
es pobre y sola en el mundo:
¡no tiene con quien estar!
El sol, la luna, los ángeles
pueden muy bien esperar.
Te quiere la niña pobre
¡vete con ella a jugar!
28-11-1949
DIANA PARA LOS VALIENTES - Fragmento
(Del libro: Romancero del pueblo en armas, 1957)
II
-Dime, si no tienes armas
¿con qué pelearás, hermano?
-Aquí está como bomba
mi corazón en la mano!
-Está en peligro tu vida,
la olfatean los balazos.
-De qué me sirve la vida
si el pueblo está encadenado.
-Tu madre te llama a gritos,
está tu madre llorando.
-Di a mi madre que quisiera
hacer balas con su llanto.
-Los verdugos están ciegos,
te van a matar muchacho.
-La vida vale muy poco
si hay que vivir como esclavo.
ÚLTIMA VOLUNTAD
Para mis hijos
Aquí me tienen solo, sin rendirme,
mis viejas cicatrices me acompañan.
Aquí estoy con mi fe en el pueblo al tope
y una terca consigna de batalla.
Con mi sangre que quema sus hilachas,
con mis luchas que nunca dieron tregua,
quise un mundo de paz sin sobresaltos,
en una patria libre de miserias.
Combatí junto al pobre. Por su causa
me llovieron prisiones y destierros,
y al final traje una fe invencible
en el triunfo final de nuestros pueblos.
Cumplí mi parte. Ahora ya mi vida
puede ser derribada de un hachazo…
¡Echad sobre la tierra que me acoja
un puñado de brasas y de cantos!
DERROTA DE LA LÁGRIMA
Ya no hay tiempo para la guitarra,
para el sollozo del corazón, amiga.
Ya no hay pájaros iluminando el arco de tus años.
Ya no hay palomas
mirando fatigadas desde tus ojos.
Estás arrinconada
en la choza de viento de tus penas
y silenciosa me verás partir
desde más allá de tus lágrimas
sin comprender siquiera.
En nuestras manos
las banderas crecen y gritan
hasta quemar el aire.
¡Nuestras banderas, mi muchacha!
Ahora hasta tu nombre me duele al caer de los ojos,
al pasar de rodillas junto a mis sílabas
y crecer de improviso
como un clamor en mi costado.
Quiero decirte,
quiero que escuches el sonido rebelde,
el rumor de una letra de mando
que endereza mi sangre y sus espinas.
Quiero que sepas
por qué mueren los hombres por los hombres;
por qué en el mundo
hay seres irremediablemente pobres;
por qué el andrajo
de repente es un rugido galopando en el aire;
por qué los nuestros
terminan siempre entre muros de olvido;
por qué los fusiles carniceros
les olfatean las raíces del sueño
y las culatas ignominiosas
les aplastan los pechos rebosantes
de amor y de canciones.
Quisiera, amiga mía, que algún día comprendas
con qué dulce barro de cariño,
con qué latido de cielo azul
hicimos nacer la palabra CAMARADA,
tan buena y dolorosa con su vientre de madre,
con su paso de grito,
con su puño de sangre,
con su frente de estrellas.
Cuando me veas partir -y no es en vano-,
yo sé que un silencio definitivo
como un cuchillo de niebla y de lamentos
te partirá el corazón.
Y no podrás llorar. ¡Ya no podrás llorar siquiera!
Y cuando después adviertas
que enmudece el río claro de tu alegría
y veas que afuera
la calle está poblada de banderas y esperanzas,
me soñarás desde el recuerdo
y no sabrás por qué los pobres
miran mi corazón acribillado
como el pan que quisieran comer y lo respetan.
Ya no hay tonada para el sollozo, amiga.
Ya no hay sonrisas
para encender el horno de las guitarras.
Ya no es posible escucharla agonía de los sollozos
ni el canto de las lágrimas.
Mujer, angustia mía:
ya no es posible el cielo
y su lluvia de trinos
ahora que los hambrientos marchan en línea de combate
a conquistar la vida!
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